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   Trasquila: Usabiaga y el avestruz

En los meses de agosto a noviembre del año 2000, el entonces denominado Equipo de Transición en Materia Agropecuaria y de Desarrollo Rural se reunía cada jueves para discutir sobre temas de índole diversa. Al principio, las reuniones se realizaban en la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural A.C. Su presidente, Francisco Núñez Esteba, y el Sr. Javier Usabiaga Arroyo, invitaban, por aquellos días, a importantes grupos de empresarios y -a palabras de ellos- algunos de sus socios del sector agropecuario. El ingeniero Núñez Esteba impulsaba desde ahí al ingeniero Antonio Ortiz para ocupar la entonces subsecretaría de desarrollo rural. Unas semanas después la sede cambió a una lujosa residencia de las Lomas, en la calle de Prado Sur. Las razones eran obvias. Reunirse en una de las instituciones que después se verían claramente favorecidas con asignación de recursos (situación que por cierto investiga la Secodam) no resultaba conveniente a un gobierno que se anunciaba como del cambio.

Gran parte de la propuesta de diseño financiero para los asuntos del campo quedó en manos de Juan Carlos Cortés, entonces ejecutivo y copropietario de la más importante compañía de seguros agropecuarios mexicana y ahora subsecretario en la Sagarpa. Usabiaga le tenía especial afecto y consideración. En lugar de estudiar los esquemas de financiamiento agropecuarios, Javier Usabiaga decidió enviarle por Europa para conocer "personalmente" el funcionamiento de las llamadas cajas de ahorro de España. Recuerdo que cuando comenté al ahora secretario de la Sagarpa lo oneroso -en términos económicos- del procedimiento, me comentó que a su equipo de trabajo le resultaría extenuante y difícil revisar los asuntos publicados relativos al financiamiento y a la propuesta del nuevo esquema de seguros agropecuarios, pudiendo el funcionario en ciernes y su equipo hacer una visita a varios países para conocer los esquemas de manera directa.

Probablemente Juan Carlos Cortés sabía ya que estaría en el equipo estelar de Usabiaga, por acercarle a éste el negocio de los seguros agropecuarios, a los que hoy los productores del ámbito rural mexicano tienen acceso y del que el gobierno federal vía la Sagarpa cubre su costo en un 37%. Por esa razón quizás Juan Carlos se convirtió en el anfitrión y patrocinador del grupo de 14 personas en varias reuniones realizadas en el lujoso University Club, allá en la avenida Reforma de la capital del país.

En una de esas reuniones celebradas en University Club, se discutía la manera de acercar a la que sería la nueva secretaría de agricultura, el mayor número de asuntos relacionados con las cadenas productivas del sector. En el equipo parecía haber consenso en relación a que muchas de las decisiones importantes para el agro mexicano se tomaban en dependencias sin el conocimiento y sensibilidad apropiadas. Algunas en la Comisión Nacional del Agua, otras en Sedesol y Semarnap, otras más en la entonces secretaría de industria y comercio. Aproveché el momento para tocar el tema del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) y la agricultura. Javier Usabiaga parpadeó nervioso y comentó que ese asunto no nos competía. Que se trataba un asunto para la secretaría de industria y comercio. Terminó diciendo "no nos vayamos a terminar haciendo pipí fuera de la bacinica". Opiné entonces que era un tema que no podía soslayarse, ya que tarde o temprano estaría en la agenda del nuevo gobierno. Para bien o para mal. Seguir la estrategia del avestruz era, a todas luces, un error grave. Los nuevos tiempos políticos y las acciones apropiadas podrían haber permitido al gobierno foxista actuar de manera inteligente para minimizar el impacto que tendrá la apertura comercial agropecuaria en unos treinta días más.

El presidente está en su derecho de molestarse dado el aparente oportunismo de algunos para convertir el tema agropecuario y del TLCAN en un asunto para sacar provecho, políticamente hablando. Pero debería estar más molesto con su equipo que sin sensibilidad para estos asuntos se la pasó postergando. Es de esperar que un número importante de grupos políticos y hasta empresarios del sector se irán sumando y se manifestarán para buscar beneficiarse de un conflicto que era previsible y predecible. Podrían haber hecho algo más que anunciar un blindaje agropecuario que no tiene pies, cabeza ni recursos. Para el campesinado mexicano sólo hay malas noticias. Más ahora que el gobierno estadounidense incrementó los subsidios a sus productores agropecuarios de manera exagerada.

El tema del agro y el TLCAN es sin duda un tema político. Aunque ello disguste a Vicente Fox y a su gabinete. El año 2003 será para México un año político. Más vale no anticipar muinas. El gobierno de los Estados Unidos parece comprenderlo mejor. Por el enfoque temático de la reciente visita de Collin Powell y un grupo de funcionarios del gobierno de Estados Unidos a nuestro país, quedó al descubierto que los asuntos relacionados con los subsidios a la agricultura, el TLCAN, la inmigración mexicana y la legalización de más de tres y medio millones de trabajadores mexicanos que viven en los Estados Unidos, son vistos por el gobierno de nuestro vecino del norte con una óptica más de seguridad interna que como asuntos comerciales. Habrá que ver al final que lado de la balanza pesa más.

Réplica y comentarios al autor: drhectorcastillo@hotmail.com




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