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   Ante el nuevo horizonte político

El nuevo escenario político surgido después del 2 de julio del 2000 es indudablemente el resultado de un proceso de cambio democrático que duró décadas y que tuvo un importante momentum el 6 de julio de 1997 cuando el PRD conquistó el gobierno del Distrito Federal y dio termino a la hegemonía del PRI en esta entidad.

Desafortunadamente, aún persiste -en general- una lacónica vocación democrática en los tres más grandes institutos políticos del país. Así, por ejemplo, la idea del PAN de querer conquistar para el 2003 un congreso a modo al presidente, refleja que no han entendido que el cambio democrático implica terminar con los carros completos y los diputados subordinados al poder presidencial. Obliga, además, al intenso trabajo político, a la continua negociación -en el sentido meliorativo de la palabra- para poder construir los acuerdos que permitan el avance del país haciendo a un lado las posiciones partidistas extremas. En el PRD se da un problema similar. Muchos de sus simpatizantes argumentan que el cambio democrático ocurrirá solamente cuando sean ellos quienes conquisten la presidencia de la república y cuando tengan también mayoría en el congreso. De hecho, llegan al extremo, claramente antidemocrático, de plantear que existen sólo dos proyectos de nación contrapuestos: uno entreguista y corrupto que presidió el PRI por 71 años y que desde el 1 de diciembre de 2001 preside el partido de los traidores a la patria (como señala su líder moral), y otro nacionalista, democrático y popular que impulsan ellos y sólo ellos. ¡Faltaba más! Del PRI y de su historia no hay mucho que agregar. Partido eficiente y eficaz para gobernar, pero acostumbrado a hacerlo con base en el autoritarismo, la corrupción y la represión.

Es importante reconocer que el avance democrático que vive el país es insuficiente. Para mejorar es indispensable fortalecer las instituciones del país. Podremos decir que vivimos en una democracia sólo cuando tengamos instituciones sólidas y poderes independientes, donde los equilibrios obliguen al trabajo político responsable. Podremos decir que México es un país democrático cuando los partidos políticos nacionales y estatales estén sujetos al escrutinio ciudadano e institucional, al tiempo que, sin acudir al insulto, reconozcan el triunfo de otras opciones políticas cuando así ocurra.

Avanzar en la construcción de nuestra democracia demanda sin duda impulsar la participación de la ciudadanía en la solución de los problemas que le atañen, pero evitando que ello conduzca a nuestros gobernantes a querer llevar la toma de decisiones de gobierno al concurso popular. La solución de muchos de nuestros complejos problemas hace necesaria la participación de los expertos en dichos temas, quienes laboran usualmente en organizaciones e instituciones diversas. La participación social a través del voto en asuntos técnicos es demagógica e irresponsable. La construcción de los llamados segundos pisos del viaducto y periférico en la ciudad de México debiera darse sólo en el caso de que -en múltiples foros- el análisis y la discusión de los ingenieros expertos en vialidad y los profesionales del urbanismo y la ecología de las diversas instituciones les diera sustento. Conocer su opinión y no la de los ciudadanos, muchos de ellos coptados con prebendas sociales derivadas de políticas asistenciales, le permitiría la gobierno del Distrito Federal tomar una decisión con sustento técnico y científico, y no una con sustento popular y "democrático". Sin embargo, el otro extremo, el del que escucha sólo los asuntos técnicos y financieros y soslaya los argumentos relacionados con las necesidades sociales y hace caso omiso de la ciudadanía, es quizás más peligroso por volátil e impredecible. El ejemplo del proyecto aeroportuario en Atenco da cuenta de ello.

Cuando nuestros gobernantes a diestra y siniestra no valoran el cambio ocurrido y sintiéndose poseedores de la verdad se aferran a las posiciones partidistas, ponen en riesgo la velocidad de nuestro avance democrático.

Réplica y comentarios al autor: drhectorcastillo@hotmail.com




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