Némesis

A LA PERSONA QUE SIEMPRE ME RECUERDA QUE NO AVANZO, RETROCEDO.

Ella creció con el tiempo, pero nunca aceptó muestras de cariño, ninguna forma de contacto físico, al contrario, se alejaba con cierto temor. De niña, mientras sus amigas salían a la calle a jugar, se quedaba en casa, disfrutaba con los cuentos clásicos que veía por televisión. Más tarde, durante su adolescencia, antes que bailar en los lugares tan llenos de mar que la ahogaban, prefería quedarse en casa, acompañada por un buen libro.
Estando sola en aquella prisión, escribía: "me está ahogando, me envuelve, me inhibe, no daré un paso más. Hay frío en derredor, también voluntad en el alma, pero no basta... ya no hay más manos que abran las puertas... el mar de rostros sin dueño que me acompaña a diario no me deja ver, así que lo dejo". Y cerciorándose de no ser descubierta, guardó la hoja en su diario, sería la despedida. No, jamás lo fue. No tuvo valor. Así que guardó toda evidencia, cada pastilla, cada frasco, las únicas armas de las que se puede valer una niña, en el cuerpo de una mujer, para abandonarse.
Al día siguiente, en otro lugar, por la puerta que más tarde se habría de cerrar, acaso temporalmente o tal vez no, entraba el calor. Su imposición ante los demás le daba conciencia de poder, a ella le parecía extraño que la tuviera, pensó que jamás había imaginado antes que el calor pudiera adentrarse en lo más recóndito y anímico del mar, controlando el tiempo, prolongando instantes que en otra época serían breves.
Los días pasaron y el calor seguía tan grandioso como al principio, ella veía con agrado y sorpresa el hecho de que pudiera dominarlo todo, de que su capacidad de transformarse y adaptarse a las circunstancias fuera tan perfecta, pero le parecía irreal, a veces le asustaba. Uno de tantos amaneceres, le tocó hacerle frente y tras un intenso debate donde no hubo ganador, el calor se mostró indiferente, tal desplante la molestó mucho, porque ahora tenía la certeza de que él era sólo un farsante, así que se propuso desenmascararlo, pero en el fondo ese repentino interés ocultaba algo mucho más puro que un desquite por su indiferencia.
El día de muertos, como siempre lo había hecho, ella apagó las velas de los altares con su dedo índice, él, admirado, le preguntó si no se había dañado, "¿por qué ese repentino interés?", dijo para sí. Posteriormente las sesiones de conocimiento diarias y los debates entre él y el mar continuaron.
Ella era tan extraña y múltiple, siendo una sola. No soportaba el contacto físico por la simple razón de que su mente le hacía bromas pesadas, haciéndole ver a quien se le acercaba, frío, inerte, rígido y dentro de un ataúd: muerto. Una tarde decidió acercársele para percatarse de que aquel ser irreal fuera tangible, aún dudaba que hubiera alguien capaz de controlar el derredor, ignorante del tornado emocional que había causado en él, lo comprobó, pero él descubrió algo más...
La invadió una tibieza de espíritu que desde hace poco se baña de amaneceres en una tierra lejana, y ya nada fue como antes. El ambiente pesado que la aturdía desde niña había desaparecido. Abrió su diario, leyó para sí misma la frase que precedía a la confesión: "buscando la esencia que llene mi vida... aquí estoy, mañana no vengo- la complementó-, un nuevo tiempo está por comenzar, tal vez si abro la puerta..." Ignoraba que al día siguiente esa puerta se cerraría al ser testigo de que el frío y artificiosas luces exterminarían al calor.
Volvió a ser la de antes, pero al sentir la misma tibieza que la había invadido aquella tarde, pensó en la posibilidad de un reencuentro, presintiendo que él aún vivía lejos. Y entonces, al secar las lágrimas que mojaban su rostro, al que él había admirado en secreto por ser más que belleza, la expresión de un alma transparente que jamás imaginó encontrar... trató de escapar de las culpas, de la prisión de las palabras, de encontrar un silencio que la dejara de atormentar, de gritar... pero la luz artificial que dominaba el entorno se lo impidió. Entonces comprendió que aquello no podía ser. En el lejano lugar que guardaba la tibieza de espíritu bañada de múltiples amaneceres, quizá, habría otra, pero también sabía bien que el vínculo que los mantendría unidos jamás se rompería.

UTOPICO

Donde sitúo las emociones que van a un barranco de sueños,
ahí está el todo.
¿Conjugar los verbos es vivir?,
es abrir puertas,
saberse condenado a trabajar sin fruto,
a un pan salado.
Cambiando el mundo al probar otro sabor,
el del engaño, el del embate, aquél tan añorado,
el que jamás llega cuando debe llegar.
Y entonces, la metamorfosis del alma se hace presente:
Le brotan alas, escribe poemas, vuelca el entorno.
Y no es sino hasta este momento
que sabe lo que es vivir.
Camino a través de ese mar.
Caigo en él sin saber qué me impulsa.
Dibujo mundos con las palabras,
elijo rumbos inexplorados.
Sólo así abro los ojos,
sólo así soy capaz de criticar.
Retomo esencias, rostros, palabras.
Vuelvo a nacer, a caer en el mundo de los verbos sin esencia,
porque nunca supe qué es vivir y nunca sabré qué es la muerte.
Sólo dolor. Sólo dolor.

Ahí estás, en medio de ese mar
tus ojos visten los míos con cada mirada.
Es entonces y sólo entonces
que se dibuja la expresión de la inocencia.
Vuelvo a caer.
Vuelvo a tejer palabras sin sentido,
de nuevo conjugo los verbos, aquí estás.
Tu presencia cae al alma como su Dios al orador.
Sólo. Así. En medio de esa incertidumbre.
¿Quién soy yo para salvarte, para escribirte?
Sólo un ente sin esencia.
(No soy nada).

Hoy no camino,
corro a través de tu amor,
desdoblo sentimientos y encajo las piezas,
somos un rompecabezas destinado a armarse pronto.
La prontitud de la aproximación es inminente,
parpadeo y esa visión te acerca aún más.
Las bocas, la fuente, los años.
Las calles del tiempo siempre convergen en nosotros:
sólo casualidad.
Parecemos manecillas,
siempre lejos, a veces unidas, una sobre la otra.
Un ciclo sin fin.
Vueltas, vueltas.
Alrededor de todo Tú.
Tú en el pasado,
tú en el presente,
¿y tú en el futuro?, debe ser,
después de todo es un ciclo.
Así lo he querido ver.
Infancia de carencias,
tú, mi felicidad, robada.
Juventud de esperanzas,
tú, mi felicidad, intacta.
Madurez...
Y no camino,
corro a través de tu amor.
Escarbo en tu corazón,
donde cosecho besos sembrados antaño.
El abrazo sincero que tanto bien hace a nuestros recuerdos,
Los giros, los juegos,
las narraciones de historias que nunca existieron.
Soy feliz.
Me siento listo para emprender el viaje,
donde mis cenizas esparcidas sobre tu tumba
harán gala de sus fértiles dotes.
¿Por qué callas?
¿Por qué ríes?
¿Por qué no contestas?
Ya no importa.

A estas horas aquí,
donde la soledad queda y la luz
se disuelve, permanezco.
Por fin entendí el enigma:
estar acompañada por estarlo
es estar sola.
La soledad es un ente
que se abraza, se encarna,
y no se deja ir, todos le temen.
Yo en cambio la acojo
y le impido la huida.
Porque mis hombros nunca
están solos, porque la vida te da,
porque al final de la misma aún quedas.
Porque al tratar de encontrarte
descubrí que nunca te fuiste.
¿Para qué lamentar si aún estás vivo,
si una sola palabra emanada de tu ser vale un imperio,
si la distancia no vacía mi esencia,
y nuestros pasos volverán a encontrarse?

Cuando caminé y la luz dejó de brillar de la misma manera,
y al escuchar las palabras, sólo tenían el sentido de quien las decía:
(perdida la esencia), me dejé llevar por las sombras...
recogí matices nuevos, contemplando otros deseos.
Hoy puedo sentir los objetos que tocas,
Vivir tu vida, ver con tus ojos y caminar tus pasos
porque soy yo.

Al palpitar de nuevo la aurora platica de nuevo el viento,
(el único mensajero de voces que quedan aunque el tiempo pase).
Naciste en mi llanto y moriste en mi derrota,
así contemplé nuevos rostros y así me enteré de tu ausencia.
Aquí el resplandor inverosímil de lo falso
enajena todo inevitablemente y nadie lo nota.
Me sumerjo en el vacío de piedad y deseo
mientras tus diáfanas manos se enredan tristemente
y mi garganta desgarra el sacrificio diario olvidado en las esquinas.
Así de la nada emanan de nuevo tristes voces que lo llenan todo.
Son sólo espejos del recuerdo.

CINESTECIA

Mientras la aurora llega donde
renacen los sueños, el destino,
no hay un lugar como este
y nada se repite.

Respiro tus pasos y
huelo tu voz
tras encontrar las palabras y
sonidos inciertos.

De pronto todos los tiempos
son uno solo,
no hay un final.

El verde perpetuo del entorno
me hace creer y amar, en vano,
sé que no será.

Pero algo cambia y
la hoquedad de mi alma
no permite un lamento más,
entonces entendí.

ENAJENACION

Día y noche en espiral,
todo converge
obligándonos al mismo espacio,
atándonos de vicios y gustos ajenos.

No se crea,
no estalla la alegría,
no queda más.

Cuando lo abstracto se vuelve universal
para enajenarlo todo,
cambia nuestra visión de mundo,
caemos al agua siendo gatos
y dejamos de ser aves para
convertirnos en bestias.

CUMULO DE UNIVERSOS

Una mirada,
una puerta,
todo cambia.
Encuentro otras formas,
tan sólo la unión de las manos.
Todo cambia y todo es constante,
pasado y presente se fusionan,
las emociones estallan.
Nace la oportunidad,
revuelco acciones y miro al cielo.
Energía en movimiento que recae
en sensaciones,
siempre emanas del entorno
y te encuentro
distante entre las palabras.
Aire nuevo,
voz de brisa,
manos de luz.
Tu mirada evoca en mí
y yo en tus recuerdos,
ambos en el tiempo,
a un tiempo,
a un pulso.
A una luz.
A una luz emanas una y otra vez cercano,
como tantas veces distante,
como tantas otras ausente.
No me mirabas y sin embargo
estaba en tus pupilas.
Yo te miraba,
y tú no estabas en mi historia, en mi universo.
Ahora yo estoy en el tuyo.
Vida que nos describe en cada paso,
que nos une y tantas veces nos separa,
alo de luz,
fuente de suspiros,
máquina de sueños.
No hay silencio que nazca cuando
nos encontramos
y no quedan migajas de extraños
en el pensamiento

POSTERGACION

Aún no te vas y ya me dueles,
tratas de encerrarte las lágrimas
en el último rincón de la sonrisa
y resplandeces.
Mi cúmulo de universos renuente a separarse
en medio del collage de emociones
gira,
grita,
llora
y emociona:
de nuevo caes en el juego

EN VIAS DE CREACION O PARIENDO VERSOS

("¡Ya deja de estar pariendo versos,
hay muchas cosas por hacer.
El fregadero rebosante
y los pisos gritando mugre..!").

Tu madre desgarra su garganta
por separarte de tu mundo y
casi siempre lo consigue,
los demás no lo ven.

Fue una larga gestación de
16 eneros y por lo visto
otros tantos durarás
pariendo versos,
pero sigue así,
que al darlas a luz,
las palabras
te compensan:
la conciencia descansa,
escapas de esta realidad
para adentrarte en otra donde todo es posible,
maduras, evolucionas y no hay monotonía,
te abandonas a ti mismo.

VERSOS CORTOS

I
Que todo gire y se enrede,
que todo se lo lleve tu voz
y no haya un instante de duda que condene
nuestras vidas al exilio.
Allá donde las oportunidades se reparten
en el tiempo,
donde los eslabones arman sus cadenas,
les pido por el reencuentro;
que las sombras y las lágrimas futuras se vayan,
que te dejen en su lugar.
Para el mundo quiero silencio.
Me han cansado sus reproches.

II

Aquí, sola y en medio de la noche,
no hay nada más difícil que tejer.
Con cada puntada la prenda de mi vida
se acerca a su acabado y me recuerda
que tengo un final.
Cuando tejía la octava parte
apareciste y recordé cómo pensaba que te
olvidaría.

III

Si pudiera sacar mi corazón
y rasgarlo hasta hacerlo desaparecer
sería feliz,
pero estoy segura que aun así te extrañaría.

IV

¿Cómo escribir palabras desde el vacío?
No hay manera de encontrarte,
de encontrarme

V

Cuando tu mano nos alcance
y tu figura se presente
rodarán nuestras cabezas.
El dueño de mi vida se impondrá,
tu inexperiencia (de nuevo) te llevará
tan lejos como mis pasos.

Habrá que ser uno mismo.
Conciencia que me aleja
de lo que amo.
Que enajena lo que toca
y desviste los suspiros.
Desnuda otros cuerpos y voces de extraños,
empaña la vista de otros gestos.

VI

"Acércate, tengo ganas,
lo que tu tienes de muerte (...)"
Ramiro Airola.

Ven, acércate. Tengo de ganas
lo que tú tienes de muerte,
de sed y ganas de acercarte.
Desarma mis palabras,
hunde mi barco,
oblígame a entrar.
Vuelve a atacar mis batallas,
invalida las excusas,
todo se acaba.
Caen mares y emociones,
caen de nuevo y se repiten.
Pero acércate. Tengo de ganas
lo que tú tienes de muerte.