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Historias de Troya

Extraído del "Libro de los Antiguos"

DE CÓMO EMPEZÓ TODO

“Cuentan los ancianos que al principio de todas las cosas nada había mezclado. Las cuatro Materias Primordiales existían en cuatro esferas separadas, hasta que el Creador las unió para trabajar con ellas y darles nueva forma.
"Quiso empezar con la Tierra, pues era la más sólida y estable de todas. Pero tan dura era que tuvo que ablandarla con el Fuego para poder moldearla. Y surgieron montes y colinas, y altas montañas. Pero el Creador se empezaba a quemar las manos, y usó el Agua para enfriarlas. Y vio que, al trabajar la Tierra con las manos húmedas, era más fácil darle forma; y además de las altas montañas puntiagudas hizo otras de muchas formas diferentes, y cuevas y valles profundos. El agua le escurría de las manos cayendo por los montes y los valles y formó ríos, y en los lugares más profundos se acumuló en lagos y mares, y surgieron los continentes.
"Y el Creador contempló las hermosas siluetas que formaba la Tierra y el reflejo de la esfera de Fuego, a la que llamó Sol, sobre la superficie del agua. Y el reflejo de la esfera de Agua, a la que llamó Luna, se proyectaba sobre la Tierra, dándole en ese lado un aspecto diferente y enigmático. El Creador lo miró todo, y quedó encantado.
"Pero cada esfera había estado separada de las otras por mucho tiempo, y ahora las Materias intentaban dividirse de nuevo. Las aguas del mar subían, tratando de regresar a su esfera brillante; y el fuego atrapado dentro de la tierra se revolvía, haciendo crecer las montañas y rompiéndolas para huir de nuevo a su esfera ardiente. El Creador buscó la manera de evitar que su gran obra se deshiciera, pero sólo le quedaba por usar la Esfera de Aire. Aunque era la Materia más débil de todas envolvió con ella la Tierra. Y observó con sorpresa que el Aire soplaba, y con su canto dormía al fuego, y a su paso limaba las cimas de los montes que habían crecido demasiado. Y el agua dejó de subir, y se quedó flotando en nubes; pero algunas gotas lograron escapar, y se dispersaron todo alrededor de la Tierra, como pequeños puntos luminosos que reflejaban a su vecino el Fuego. Y aun ahora, cuando se ve la Luna con más claridad, las aguas de los mares suben intentando volver a su origen; y las nubes, que llegaron más cerca aún, se deshacen en lágrimas que caen de nuevo. Por último sopló tan fuerte que empujó al Sol y a la Luna y los arrastró en su corriente alrededor de la Tierra.”

“El Creador estaba feliz del resultado, y quiso poblar aquel lugar. Una vez más tomó las Cuatro Materias y de cada una de ellas creó un Pueblo. De la dura piedra hizo a los Enanos, recios y resistentes, difíciles de cambiar o mover. Del Fuego violento creó al Hombre, presuroso y apasionado, que con tanta facilidad crea como destruye pero cuya vida es apenas un soplo. Del agua lenta y paciente creó a los Elfos, capaces de aplacar el ardor de los Hombres y la testarudez de los Enanos, y que conservan la añoranza del Agua primigenia y el amor a la Luna y las estrellas. El Aire resultó mucho más difícil de manejar, y de él sólo creó unos pocos seres de pequeño tamaño. Así les llamó los Medianos, que eran libres y mutables; y aunque tenían poca fuerza, allá donde iban cambiaban de algún modo a todos los demás seres. Pero los Medianos eran pocos, y nunca se quedaban mucho tiempo en el mismo lugar. Y con el tiempo se fueron dispersando y finalmente se les vio sólo en unos pocos y contados lugares, convirtiéndose en materia de cuentos y leyendas en el resto del mundo.
"Así dispuestas las cosas, cada uno de los pueblos de la Tierra se dedicó a perseguir diferentes metas: los Enanos continuaron dando forma a las rocas y montañas; los Elfos se dedicaron a trabar amistad con todas las cosas vivas; los Medianos marcharon a explorar los lugares que nadie había visto aún; y los hombres, ansiosos de conocimiento, investigaron los misterios de la naturaleza, de la tierra y de las estrellas, dispuestos a desentrañar todos los secretos del mundo en que vivían.
"Los Pueblos Mortales de entonces eran mucho más poderosos que en nuestros días: la raíces mismas de la Tierra cambiaban de forma como arcilla entre las manos de los primeros Enanos; los padres de los Elfos hicieron crecer los bosques, dotaron de conciencia y voluntad a las propias plantas e hicieron a las bestias sagaces y atentas a todo lo que pasaba en el mundo; los Hombres eran considerados maestros del saber, conocedores de las respuestas a todos los enigmas del mundo, y se dice que de este conocimiento surgió la Magia Arcana; pero los Medianos ya habían empezado a dispersarse, y pronto dominaron el arte de moverse con sigilo y desaparecer en silencio, y se desentendieron de los asuntos de los otros pueblos.”

DE CÓMO VIVÍA CADA PUEBLO

“Altas se erguían las torres y casas de los Hombres, y los Enanos cavaron profundas galerías y amplios salones en el corazón de las montañas, Los Elfos raramente construían; vivían en los árboles, y tenían el poder de darles forma a su conveniencia. Un bosque de árboles altos y lisos como torres, con copas tupidas y entrecruzadas como jardines colgantes era con toda seguridad señal de una morada de Elfos.”

DE LA SAGA DE LOS INMORTALES

“Después de que el Creador diera vida a los cuatro Pueblos, éstos permanecieron durmientes aún mucho tiempo. Para asegurarse de que todo estuviera en orden en la Tierra cuando despertaran, creó a varios asistentes Inmortales, y les otorgó el poder de dar vida y el de manejar las Materias Primordiales. Hizo diferente a cada uno de ellos para que hicieran cosas distintas, y les envió a la Tierra. Los Inmortales poblaron el mundo con muchas criaturas de tierra, agua y aire, y pusieron árboles para mantener firme el suelo, y lo alfombraron de verde. Nada hicieron con el fuego, pues el Creador les había advertido que era impredecible y difícil de domeñar. Cuando terminaron estos trabajos se reunieron en la montaña más alta, siempre iluminada por el Sol, y levantaron allí una ciudad en la que morar, pues amaban el lugar que habían ayudado a crear y habían decidido quedarse. Y cuando los Pueblos despertaron, los Inmortales descendieron a habitar entre ellos y les enseñaron muchos secretos.
"Nueve eran los Inmortales Mayores, y con estos nombres les recuerdan los Pueblos del mundo: Innaron fue el primero en aparecer, y el más justo e imparcial de todos, y por ello se le nombró juez de las almas que pasaban al Más allá; Ceyl era el señor de las aguas y los vientos, siempre presente en las mentes de los marinos; Hiribla, la Dama de las Estrellas, era señora del cielo y de la luz, y la más venerada por los Elfos; Io era el de mente más despierta, sin rival en la ciencia y las artes, y el que más secretos reveló a los Hombres; Zyknom era la más reservada y enigmática, conocedora de los entresijos de la magia arcana; Azmadom era su gemelo, el más fuerte y vigoroso de los Inmortales, y un diestro combatiente en caso de necesidad; Brigantia, la más alegre y vivaz entre ellos, se dedicó al cuidado de los bosques y los animales; Meka era el menor de los hermanos, y contribuía a las obras de todos con su gran ingenio y habilidad para dar forma a la materia; y por último estaba Ufiro, cuya habilidad como artífice estaba casi a la par que la de Io. Pero los Nueve dieron vida a muchos otros Inmortales Menores, para que les ayudaran en su labor de proteger y hacer crecer lo que ellos habían creado.”

“Aún mientras guiaban a los primeros vivientes, los Inmortales siguieron dando forma al mundo y creando nuevos seres. El Creador se sentó sobre la bóveda celeste, entre el Sol y la Luna, para contemplar las obras de sus hijos, y aún hoy, en los lugares más altos, se puede contemplar a veces el borde de su túnica ondeando sobre las cumbres del mundo.
"Mientras, los Inmortales vieron que no todas las criaturas vivientes eran pacíficas y amigables, y a menudo ponían en peligro la vida de los mortales. Finalmente Meka se apiadó de ellos, y para protegerles del peligro creó un guardián, una criatura más poderosa que todas y dotada de la sabiduría de los Inmortales. Así nació el primero de los dragones.
"Todos estaban de acuerdo en que los dragones eran una magnífica creación, y declararon a Meka el más hábil de todos ellos. Pero Ufiro se empecinó en superarle, y se dedicó por entero a esta labor. Grandes y maravillosas criaturas hizo en su empeño, pero ninguna lograba eclipsar al majestuoso dragón. El empeño se convirtió en obsesión, y la imprudencia le llevó a desoír las advertencias del Creador. Ufiro tomó el Fuego y de él hizo un dragón mayor que cualquier otro, al que llamó Faugnir, y lo llevó con orgullo ante sus hermanos, pero también con dolor, pues se había quemado las manos y ya nunca podría realizar una obra semejante. Sin embargo los otros lo miraron con recelo, pues sabían que el fuego era peligroso y salvaje por naturaleza. Entonces Faugnir se lanzó sobre Io y le mordió la mano, arrancándosela. Acto seguido huyó hacia el interior del mundo.
"Durante mucho tiempo lo buscaron, pero el dragón era astuto y se había mezclado con otros y les había engañado. Su progenie crecía rápidamente, y con su aliento flamígero arrasaban lo que los Inmortales habían creado. Pronto los mortales aprendieron a desconfiar de los dragones, y les rehuían y luchaban contra ellos, incluso contra aquellos que no les eran hostiles. Para poner fin a aquel conflicto, los dos Creadores de Dragones fueron en busca de Faugnir, armados con una espada y una lanza forjadas por Io. Pero cuando encontraron y acorralaron a la gran bestia Ufiro no fue capaz de destruir su mayor obra, y en el momento en que Meka iba a abatirle, Ufiro hundió la espada en la espalda de su hermano. Tan fuerte fue su grito que llegó a la Morada en la Montaña; y los otros hermanos supieron lo que Ufiro había hecho, y renegaron de él y le llamaron Maktion, el Consumido por el Fuego. Él huyó y se refugió en las montañas del Sur, pero estaba solo y ya no tenía poder para crear, y cuando intentaba remodelar las cosas que ya existían allí el resultado era siempre deforme y desagradable. Arruinados su cuerpo y su espíritu por el fuego y la traición, Ufiro maldijo a sus hermanos y juró malograr sus obras.”
“Tanto habían crecido el brazo y el poder de Maktion que desafió a los Inmortales abiertamente. Humanos, Elfos y Enanos lucharon del lado de los Ocho, pero Maktion (a quien los mortales denominaban el Destructor) tenía un ejército de pesadillas: orcos, trasgos, vampiros y horrores inenarrables. Y al frente de ellos iba Faugnir, el gran dragón de fuego. Hasta el mismo pie de la Montaña fueron a desafiarles, pues no esperaban que los que se refugiaban tras sus muros se atrevieran a salir. Pero los Ocho Inmortales estaban dispuestos a hacer sacrificios mayores de lo que Maktion llegaría nunca a entender. Cuando Faugnir se lanzó furioso contra las puertas, una miríada de martillos resonó; la Montaña se desplomó, sepultándolo, y junto con ella cayó la Primera Ciudad con tanta fuerza que resquebrajó y hundió la tierra. Éste fue el fin de la Calamidad con Alas y la morada de los Inmortales.”

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