En
nuestro planeta, aquel componente principal de la atmósfera de Venus, el dióxido
de carbono, se disolvió en parte en las rocas durante la formación del
planeta. La atmósfera se vio más tarde enriquecida de oxígeno por la
actividad de fotosíntesis de los organismos vivientes primitivos que, al combinar
el dióxido de carbono y el agua para liberar el oxígeno, prepararon el
ambiente para la evolución posterior de los animales terrestres. La sucesiva
presencia de oxígeno (y baja concentración de dióxido de carbono), se debe
finalmente a la tarea de las plantas que absorben el dióxido de carbono para
crecer, y liberan a la atmósfera oxígeno. Si la vida de las plantas se
extinguiera inesperadamente de la faz de la Tierra, nuestra atmósfera sufriría
cambios drásticos en poco tiempo: el oxígeno desaparecería en los procesos de
oxidación y el dióxido de carbono aumentaría por la actividad volcánica que
eyecta grandes cantidades de este compuesto. Sin embargo, los esfuerzos de la
naturaleza en procurar un ambiente apto para el desarrollo de la vida
inteligente, están en serio riesgo hoy en día, y gracias a la intervención
“inteligente” del ser humano.
A
fines del siglo XVIII, con el comienzo de la Revolución Industrial, se
originaron los problemas hoy en día reconocidos (aunque no solucionados)
de la
lluvia ácida y el calentamiento global del planeta, y desde entonces no han
dejado de agravarse. La quema de combustibles fósiles, como el petróleo (gasolina
y gasoil) y el carbón, hace que el principal peligro al que estamos expuestos
se centre en los óxidos (de carbono, nitrógeno, azufre) y otros contaminantes
(benceno y compuestos de plomo) que vienen emitiendo a la atmósfera las
industrias y los vehículos, por más de 200 años.
Amén de generar problemas con relación directa a la salud (irritación de las vías respiratorias, asma, disminución de la concentración, enfermedades cardíacas, etc.), la lluvia ácida afecta los suelos, mermando la vida animal y vegetal. La lluvia ácida en la Tierra se produce cuando los óxidos de azufre y nitrógeno, procedentes de áreas industriales, se combinan con la humedad atmosférica y las nubes que se forman, contienen ácidos sulfúrico y nítrico. Si la lluvia procedente de estas nubes descendiera en el mismo lugar en que se contamina, el problema quedaría reducido a estas áreas industriales. Pero generalmente sucede que estas nubes son arrastradas por los vientos a grandes distancias de su lugar de origen antes de depositarse en forma de lluvia ácida, sobre grandes extensiones terrestres o acuáticas. Esto altera el medio, provocando la muerte de los peces y animales acuáticos e incrementando la acidez del suelo, lo cual reduce el crecimiento forestal.
Bosque afectado por la lluvia ácida |
Por ejemplo,
ciertas investigaciones en el norte de Europa
demuestran que la lluvia ácida ha dañado seriamente los bosques y las cosechas.
Tambien ha
dejado a muchos lagos europeos y del noreste norteamericano, totalmente
desprovistos de vida.
En 1984 un estudio demostró que casi la mitad de los árboles de la Selva Negra (región montañosa y arbolada del sudoeste de Alemania) ha sido dañada por la lluvia ácida. |
Con relación al calentamiento global del planeta, ahora se acepta que las actividades de la humanidad han estado contribuyendo a este fenómeno, por acumulación en la atmósfera de gases que producen el efecto invernadero. En particular el dióxido de carbono tiene relación directa con el calentamiento global, a semejanza de lo que sucede en forma natural en la atmósfera de nuestro vecino planeta Venus. Las repercusiones de este fenómeno probablemente se acentuarán en el futuro. El calentamiento global del planeta podrá quizá resultar más evidente cuando comiencen a derretirse los hielos polares y el nivel de las aguas crezcan en proporciones alarmantes.
La
luz proveniente del sol alcanza la superficie de nuestro mundo, y parte de
su energía contenida se transforma en calor. Este calor pasa a la
atmósfera, y en condiciones normales, se disipa en el espacio. Sin
embargo, en las condiciones actuales, sucece que la atmósfera
está cargada con dióxido de
carbono residual de la actividad industrial. Este elemento actúa como el vidrio de un
invernadero, diciéndole “Alto” al calor proveniente del suelo y no dejandolo
escapar al espacio. El calor así embolsado en la atmósfera,
produce un lento pero efectivo aumento de la temperatura a través del
tiempo. |
En resumen, estamos provocando por medios artificiales, una atmósfera letal como la que Venus mantiene en forma natural. Parecería que el hombre se ha empeñado en transformar el único lugar habitable del Sistema Solar, en un sitio inhóspito similar al de nuestros planetas vecinos.
Si le interesa conocer más a fondo sobre la problemática ambiental actual de nuestro planeta, lo invito a ver un magnífico portal de Internet en español dedicado a estos temas:
Tambien es refrescante darse una vuelta por el portal argentino de
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