por Andrés Pérez
En la vida, encontramos a muchas personas. Algunas pasan toda su
existencia huyendo de sus miedos. A estos seres los llamamos "cobardes". Aunque,
si nos ponemos a ver, duran más que los valientes.
Pero, a veces, llegan a
un punto en que el huir ya no les sirve de nada. Y es cuando alcanzan el punto
en que es mejor enfrentar a lo que temen, o vivir atormentados por la
verdad.
Otra noche más en la Capsule Corporation. Suena extraño decirlo, pero la
paz reinaba esta noche más que nunca en la corporación. Lástima que exista esa
manía Saiyajin de entrenar como si nada más importara en el planeta, que es la
que le quitaba esa paz a la noche. Vegeta se encontraba entrenando en su cámara
de gravedad. Esa manía Saiyajin...
Bueno, aunque más de una vez esa "manía"
ha sido la causa de que él, junto con otros, hayan salvado a la Tierra de tantos
peligros en tantas ocasiones. Tal vez, después de todo, las manías no son tan
malas...
Una patada a un robot. El robot yace en el suelo destruido, por supuesto...
Pero la mente del príncipe de los Saiyajins se encuentra en otra parte a
pesar de dar tan certeros golpes a sus adversarios mecánicos... su concentración
se encuentra en el pasado, en su planeta...
...en su pasado...
El grito de Nappa no podía estar más lleno de emoción. La pelea entre los Saibaimans y el príncipe Vegeta, era de las mejores que alguna vez haya podido presenciar en algún entrenamiento de un guerrero.
Los Saibaimans, como todos saben, son de las criaturas más molestas en todo el universo. Pero si buscamos otra palabra que los defina, ésta tendría que ser tenacidad...
Pero como diría el mismo príncipe Vegeta:
Ahora, el resto de los Saibaimans eran aniquilados con ataques cuerpo a cuerpo por parte del príncipe. Primero sorprendió a uno por la espalda y, traspasándolo con su puño, lo hizo estallar.
Vegeta estaba consciente de que a pesar de que cada Saibaiman poseía un poder de pelea que no le hacía ni mella a los suyos, cuando atacaban todos juntos eran una raza fuerte. Era por eso que decidió atacarlos todos por separado, no iba a permitir un ataque conjunto.
Vegeta ahora esquivaba la garra de uno de sus adversarios, una y otra vez. Sus movimientos eran realmente veloces, pero no lo suficiente como para hacerle daño. Al fin, el príncipe tuvo suficiente, y tomó el brazo de su adversario y lo incrustó en el suelo, bastante fuerte. Lo suficiente como para dejarlo ahí por un rato. Luego, rápidamente, volteó hacia arriba, y pudo ver a uno de esos cosos verdes preparando un ataque feroz, el Youkaieki, que consiste en lanzar un chorro de ácido por su cabeza.
"Perfecto", pensó Vegeta.
No tuvo que esperar demasiado antes de que el Saibaiman lanzara su ataque. Pero éste nunca llegó a tocar el cuerpo del saiyajin. En cambio, un simple desplazamiento hizo que el Saibaiman, que se encontraba aún atascado en el suelo, fuera víctima de tan mortífero ataque, siendo "comido", como quien dice, por el asqueroso y viscoso ácido. Cuál fue la sorpresa del atacante al convertirse en atacado, cuando Vegeta apareció detrás de él y lo golpeó fuertemente en la cabeza, incrustándolo en el suelo, de tal manera que su cuerpo se hizo pedazos al caer.
Ahora se podía ver a Vegeta bajar lentamente, levitando. Mas su mirada no era
de satisfacción. En realidad, su mirada era confusa, como si estuviera esperando
algo... ¿o a alguien?
Se encontraba mirando hacia las habitaciones de su
padre en palacio...
Ya al fin, cuando logró bajar, Nappa estaba ahí para recibirlo.
Ahora el príncipe miraba a Nappa, con su ceño siempre fruncido, pero con odio en sus ojos. Nappa estaba extrañado, y se sentía intimidado por esta mirada...
Una luz resplandeciente invadió toda la cámara, mientras el poder y la ira
iban creciendo dentro del cuerpo del super saiyajin. Tanta rabia le daban esos
recuerdos, que el nivel más allá de un saiyajin ordinario era lo único que lo
detenía de no volar toda la zona. Transformado en Super Saiyajin, Vegeta
descargaba toda su ira.
Y ¡boom!
La dejó salir toda de golpe. Dejó salir
todos sus poderes de golpe, haciendo que todo a su alrededor estallara. Por
suerte, ésta no era la primera vez que la cámara de gravedad estaba en peligro
de destruirse, y Bulma ya había tomado las previsiones por si algún arranque de
destrozo tomaba por sorpresa la estructura en que su marido se encontraba. Por
eso, la cámara no sufrió mayores daños...
Pero tal vez Vegeta sí.
Sin energía, y con lágrimas a punto de salir de
sus ojos, se decía una y otra vez...
Y se desmayó...
Días después del incidente
La pelea continuaba a medida que el tiempo transcurría en la cocina. Por más que Bulma trataba de no perder la paciencia, le era imposible. ¿Será acaso porque ya la había perdido al inicio de la discusión?
Diciendo esto, agarró una fruta antes de salir, y se fue. Tal vez tan lleno de rabia y de confusión estaba que no vio cuando casi atropella al pequeño Trunks al salir, que con lágrimas en los ojos se iba directo a su cuarto, entendiendo que hoy no sería el día en que su padre y él fueran al parque de diversiones.
Ahora era Bulma la que salía, pero más calmada que Vegeta. No era rabia lo que sentía, era una sensación extraña. Y mientras miraba la marca en el techo que su esposo había dejado al salir volando, se lamentaba enormemente por lo sucedido.
En el aire, con Vegeta
Si la pregunta era a dónde iba, la respuesta sería difícilmente descubierta,
puesto que ni él mismo lo sabía. Sólo quería deambular por un rato, pensar un
poco... concentrarse en olvidar que lo que estaba sintiendo era dolor...
...
concentrarse en olvidar sus sentimientos, cosa que jamás le enseñaron a usar...
"Lo siento Trunks, pero esto lo hago por tu bien... tuviste la mala suerte de tener al príncipe de los Saiyajins como padre. ¡No sé cómo ser uno bueno, uno que te merezcas! Ojalá entendieras que todas las veces que te digo que no deseo ir a esas cosas, o no puedo jugar contigo, o algo parecido, es por miedo a que haga o diga algo que te pueda dejar marcado para siempre... ¡¡es miedo a ser tan mal padre como lo fue el mío!!"
Y pensando esto, su velocidad aumentó. Ahora su mente recordaba otro
momento... algo más de su misterioso pasado...
Con la sorpresa aún dentro de sí, el príncipe fue lanzado de un lado a otro de la habitación por un fuerte bofetón. Al parecer, "alguien" lo había hecho pagar por su insolencia:
Ahora el rey Vegeta salía de las habitaciones reales, con Nappa detrás de él. Vegeta, por otra parte, se recuperaba del golpe. Y con sangre saliendo de su boca, y lágrimas en los ojos, dijo:
De nuevo en la corporación, ya más entrada la tarde, anocheciendo
Vegeta entraba por la puerta trasera. Intentó regresar por el agujero que había abierto "accidentalmente" al salir volando, pero al parecer Bulma ya lo había mandado a reparar.
Lentamente subió las escaleras, rumbo a su habitación. Pero algo llamó su atención. La luz del cuarto de Trunks estaba encendida, y podía escucharlo hablar con su madre. Movido por la curiosidad del por qué Trunks seguía despierto, se acercó un poco a la puerta para poder escuchar la conversación:
Vegeta no podía estar más impactado. Yo no tengo un padre...
Esa
frase retumbaba en su cabeza mil veces. Mientras caminaba hacia su cuarto, la
frase se hacía cada vez más y más intensa.
No sabe cuándo Bulma entró al cuarto, y no sabe cuándo logró dormirse.
Pero lo que sí sabe es que le costó bastante.
¿A pesar de todo lo que ha
intentado no serlo, lo es?
Sobresaltado, se levantó. Había tenido una pesadilla que no le agradó para nada. Se encontraba en un lugar oscuro, nada a su alrededor. Y de pronto, ¡bang! Ahí estaba Trunks frente a él... Yo no tengo padre... yo no tengo padre... ¡¡yo no tengo padre!!, gritaba una y otra vez... y de pronto, así como Trunks había aparecido de pronto, desapareció, y en su lugar pudo verse así mismo, de niño, con su traje de príncipe, repitiendo la misma frase... como si no hubiese diferencia entre su pasado y el presente de Trunks...
Y entonces lo entendió.
Esa maldita manía Saiyajin... una de las tantas
que se han podido observar a lo largo de la historia... en realidad, no es sólo
una manía Saiyajin.
"Tal vez esto demuestre que realmente no se puede
escapar del pasado... esta maldita manía de los seres vivientes..."
Pasan la
mayor parte del tiempo huyendo, pasan tanto tiempo tratando de no ser como su
padre, y al final, ¿para qué? Sólo para darse cuenta de que, al final, ya es muy
tarde: ya son como lo era su padre...
Al día siguiente
Trunks se levantaba temprano como se lo había dicho Bulma la noche anterior. Se duchó, y bajó lentamente a desayunar, sin gana alguna de entrenar.
Pero cuál fue sorpresa cuando su amigo, Goten, estaba ahí, saltando de la emoción, esperándolo.
Y la sonrisa de Trunks daba por entendido que, después de todo, sí tenía un padre, y que éste no era tan malo...
Pasamos tanto tiempo huyendo de nuestros miedos que no nos damos
cuenta de que estamos dirigiéndonos directamente a donde no queremos ir. Tal vez
es por eso que la vida, tarde o temprano, logrará que te enfrentes a tus miedos,
sólo para darte cuenta de que éstos ya se han realizado, y que tienes una
oportunidad para redimir tu error.
Y es esa la manía que tenemos los seres
vivos, tanto humanos como saiyajins...