Soy la sombra de la tristeza.
Esa que está ahí,
la que permanece de día,
que de noche se entremezcla
con el negro del cielo;
confundiéndola con las estrellas,
que no son más que retacitos de risas
perdidos en la inmensidad.
Soy la sombra de eso que llevamos,
aquí bajo la garganta,
ahorcándonos por todas esas veces
que tratamos de hablar con voz precisa,
delatándonos en la mentira del requiebre
Del que no salimos más que en soledad,
conscientes de ella, pero tristes.
Soy la sombra de las lágrimas
no tan transparentes,
que en su recorrido gritan sordo,
doliendo verlas caer así, tan rápido
perdiéndolas mientras se extinguen,
porque las lloramos cuando muertas,
y aún así, volvémoslas a ver.
Soy la sombra de lo tuyo,
de tí y tus cosas,
de lo bueno que llevaste contigo,
y de las noches frías que me faltan por dormir.
Soy la sombra de la tristeza,
atrás de lo que siento al verme aquí,
matando tu reflejo de noche,
llorando, y con las estrellas por retacitos.
La sombra de aquello que te falta ver.
Claudia C. Castillo (Oct 4, 2001)