17 de marzo

Colombia: el principio de la violencia

El legado de Gaitán

"En Colombia hay dos países: el político, que se preocupa por los privilegios y las influencias..., y el nacional, que es el pueblo que piensa en su trabajo, en su salud, y en su cultura... Nosotros pertenecemos al país nacional." Era un discurso muy fuerte para la Colombia de los años treinta, tan fuerte como el hombre que llo pronunció: Jorge Eliécer Gaitán, el líder popular asesinado por una conjura de intereses extranjeros y locales, con la intervención de la CIA estadunidense, de acuerdo con la investigación efectuada por su hija, Gloria Gaitán Jaramillo


Ella se niega a recordar aquel trágico 9 de abril de 1948, cuando fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán. "Ese es el día de los asesinos'', comenta Gloria, la hija del líder popular. ''Lo que hay que rescatar es su vida, lo que él vivió y vivió Colombia hasta entonces, y allí está la razón por la cual lo mataron''.

Sin Gaitán, afirma, es imposible "analizar el presente trágico e injusto de un país maravilloso".

De la investigación de la vida de su padre, Gloria Gaitán ha sacado una conclusión fundamental: "Tengo toda la documentación y la CIA estadunidense es responsable, junto a otros sectores de mi país".

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Gaitán fue la figura política capaz de atraer a multitudes, de "entender el alma de Colombia". En 1928, de regreso a su patria tras finalizar sus estudios en la Universidad de Roma y elegido representante, encabeza la protesta contra los conservadores que manejaban el país y en contra de la corrupción administrativa.

Gaitán ocupó cargos políticos clave y en 1932 fue nombrado rector de la Universidad Libre, fundó en 1933 la Unión Nacional Revolucionaria (UNIR), al frente de la cual estuvo hasta su regreso al Partido Liberal en 1935, a cuya directiva oligárquica fustigó abiertamente siempre. El fue el mejor representante y el más avanzado de aquella nueva clase dirigente que surgió durante la depresión económica de los treinta y mediante la elección del liberal Enrique Olaya Herrera.

La palabra encendida, el fuego de Gaitán, su defensa de las clases populares, su voz distinta y única que se evidenció en el fuerte debate que originó la matanza en las bananeras en 1928 y sus intervenciones en el Congreso en 1929, golpearon fuertemente al régimen conservador. Pero Gloria también analiza "su excepcional valor intelectual, sus capacidades de innovación filosófica y teórica" que no son reconocidas al recrear la vida y la acción de su padre, y estima que esto muestra la existencia de "un fuerte hábito mental de tinte conservador y poca disposición para entender las innovaciones, los cambios, las ruptura de esquemas, como las que hizo Gaitán en su tiempo".

Todo esto se puso en evidencia en los debates que engendraba esa figura capaz de destruir dogmas. De allí surgen las acusaciones disímiles de "demagogo", incluso de "fascista", simplemente porque había estudiado el fenómeno de Mussolini en Italia. Como señaló en su momento el ex presidente Alfonso López Michelsen, el discurso de Gaitán tocaba y desmitificaba a la jerarquía liberal de su partido y estaba dirigido contra "las vacas sagradas" del mismo.

"Mi padre no aceptaba un pensamiento lineal, porque su formación era más profunda y por lo tanto nada esquemática. Sus palabras describiendo el horror y la hipocresía de la Italia fascista y del fascismo en el mundo, y en Colombia fueron muy claras. Decirle fascista es no conocer o negar su historia verdadera. Su gran aporte teórico es aplicar una teoría coincidente con la realidad. Quienes quisieron ver en su búsqueda de un pueblo nuevo una subvaloración de nuestra raza nada mejor que sus propias palabras:

"'Nosotros hemos aprendido a reírnos -diría- de esas generaciones decadentes que ven a las muchedumbres de nuestro trópico como seres de raza inferior. Inferiores son ellos que carecen de personalidad propia y se dejan llevar por algunas mentes esclavas de la cultura europea... Yo le pediría a las más antiguas y grandes razas de la Tierra que vinieran a esta América, que se adentraran como nuestros mulatos en las selvas del trópico, que trabajaran como lo hacen los hombres nuestros, doce y más horas, casi sin salario y siempre desnutridos; que sufrieran los dolores de nuestro pueblo, sintieran a la selva envolviéndolos, supieran lo que son los niños sin escuela y sin cultura, lo que es una muchedumbre sin defensa en el campo, sin poder satisfacer el apetito de la belleza y el amor que se les niega y saborear tan sólo el dolor y la angustia permanente'".

Este era uno de sus tantos discursos y sigue siendo tan válido hoy que uno podría suscribir este reclamo que él hacía con tanta pasión.

Gloria está escribiendo un segundo tomo de la biografía de su padre para salvarlo -dice- de falsedades, ambigüedades, mistificaciones, y mostrarlo como realmente fue: "Un hombre enamorado de un pueblo, un hombre capaz de vivir los sueños, un hombre real, no un mito". Ni su primer tomo, ni el filme documental de María Valencia -nieta de Jorge Eliécer Gaitán- terminan con la historia del asesinato del líder colombiano, el 9 de abril de 1948.

El título de su libro: Bolívar tuvo un caballo blanco, mi papá un Buick. Y recuerda que entre tantas acusaciones a su padre era que tenía precisamente un Buick, "que era entonces un automóvil muy veloz, lo que él necesitaba para trasladarse de un lugar a otro y estar cerca de la gente aislada en tantos lugares del país. Con esto quiero decir que era realista hasta en estos gestos y que sabía que en unas horas debía estar de un extremo al otro del país. ¿Acaso Bolívar iba a viajar en burro en su época, o en lo que fuera tan veloz como un caballo, el mejor que podía tener? Por eso abomino de las hipocresías.

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-¿Cómo recuerdas la Colombia de esos días?

-Tenía diez años cuando lo mataron. El día antes me habían sacado de la escuela porque una niña me había dicho "ojalá asesinen a tu papá". Mi madre le decía que se cuidara y pensaba que él no le daba importancia a las amenazas porque consideraba que la formación de su esposa en Antioquia, una zona de ricos comerciantes, influía en sus temores. El respondía: "A mí no me mata ninguna mano del pueblo, y si me matan, la oligarquía sabe que el país se para y eso durará mucho más de 50 años. Yo no soy un hombre, soy un pueblo, por eso digo que no me matan".

"Después del crimen, mi madre trataba de comunicarse con Rómulo Betancurt que estaba en una conferencia en Venezuela. Y ella percibió que había una cantidad de intrigas para ver quién aprovechaba ese cadáver. Así es que cuando los gobernantes se dieron cuenta de que ella iba a llevarse el cadáver, mandaron soldados a rodear la clínica. Entonces mi madre logró la complicidad de un médico y en un momento cuando entraba al lugar un carro tirado por caballos que recogía las basuras, ella lo envolvió en sábanas y luego con el médico pusieron papeles y otras cosas y lo sacaron de allí burlando a los soldados. Lo llevó a la casa y dijo este cadáver no sale de aquí hasta que caiga este presidente. Se encerró en la casa con el cadáver embalsamado, lo que produjo una crisis. El gobierno declaró a la casa monumento nacional y allí mismo se decidió enterrarlo y pusieron varios ataúdes, uno con el cadáver, otro de madera, otro con plomo, allí en medio de la sala. Así pasaron 16 días entre el momento de su muerte y el entierro, del que no me acuerdo, o no quiero recordar".

-¿ Qué sucedió con ustedes?

-Un mes después nos fuimos a vivir a un apartamento y después a una casa... Dijeron que mi madre estaba loca porque se encerró en su casa durante cuatro años, y un día vino un importante arzobispo y le dijo que en la calle se murmuraba que estaba embarazada, todo esto con la intención de tocar su orgullo y que ella saliera, pero con toda ironía ella respondió: '¿Y usted cómo sabe que no lo estoy?'

"Lo hizo con rebeldía e ironía. Mi madre fue aislada. Para unos era una señora rica de Antioquia, bellísima, para otros no era revolucionaria. Hablaron cosas horrorosas. Fue un tiempo terrible. Y también le ofrecieron puestos diplomáticos para que se fuera. Pero ella tenía una gran dignidad y no aceptaba nada. Nos fuimos a Europa, y así anduvimos por el mundo y en Colombia pensarían como se dice en El Príncipe de Maquiavelo que 'acabada la familia del turco se acababa todo'. Esa fue la historia. Por eso cuando se cumplió el 50 aniversario decidí que ya era tiempo y me senté a escribir el libro que nunca me atreví a escribir y yo misma descubrí un Gaitán que no conocía".

-En todo ese tiempo de viajes, ¿qué recordabas de él?

-A aquel hombre muy tierno conmigo, siempre trabajando, leyendo, que me amaba, que me cargaba, que hacía teatro frente a mí y a mis muñecas y me cantaba canciones muy hermosas. Y luego fue mucho tiempo de cambios y de viajes, y cuando me sentía muy sola, mucho más tarde, siempre encontraba en Fidel Castro un gran apoyo, especialmente para mis momentos más desolados. Luego al comenzar con la idea del libro, descubrí muchas facetas de las que nadie dice nada, sobre sus investigaciones científicas, los aportes al derecho penal de mi padre. Leí sus debates, escuché sus grabaciones, me sentí como una arqueóloga, descubrí que ahí hay un cuerpo que sostiene una doctrina, pero una doctrina futurista. Comencé a escribir el libro y sentí como que yo misma había resucitado.

-¿Qué sucede en Colombia después del asesinato de tu padre?

-El asesinato de mi padre originó aquella furia popular y la respuesta de la enorme matanza de esos días, sobre lo que se ha escrito mucho, pero nada puede describirlo del todo. En 1947 ya había denunciado mi padre matanzas campesinas a manos de paramilitares. Y la violencia contra la que ya había reaccionado mi padre tantas veces se instaló allí después de su muerte y todo ardía en las calles y los ríos se tiñeron otra vez de rojo. Cuando mi padre muere cooptan su imagen los enemigos y lo transforman en una figura que los oxigena. Los había derrotado en vida y una vez que muere tratan de apoderarse de toda la acción popular imaginaria que siempre alimenta a los líderes y la usan. Parecen cuervos comiendo del cadáver que utilizan políticamente. Hacen que la gente olvide la memoria, lo que parece un contrasentido. Ese es el segundo asesinato de Gaitán. Me duele profundamente esa trasmutación de la memoria. Me duele que sólo se mencione a Gaitán en ese trágico 9 de abril, es decir, el nombre de Gaitán se une con la muerte y no con la vida, y entonces decido que debe resucitar su cuerpo de doctrina.

-¿Qué hay sobre ese Gaitán oculto, ese Gaitán vivo que lograba mover multitudes en una época también difícil?

-El decía "no quiero odas personales, las odas deben ser para el pueblo porque son suyas todas las victorias que hemos tenido". No tenía actos fallidos en el sentido de sentirse un medium, es decir un intérprete, pero nunca en un sentido personalista. "Yo soy un pueblo que se sigue a sí mismo y cuando me siguen a mí, que lo interpreto, me siento interpretado. Ese pueblo que dicen que me sigue en realidad me empuja", era una de sus frases, que me parece muy bella. Fue un intelectual importante; estudió en la escuela positiva relacional paradigma del siglo XX. Hizo estudios con Enrico Ferri.

"Estuvo estudiando en Europa. Estudió elementos como singularidad física y astronómica. Sus tesis fueron aceptadas en la Academia de Bremen. Revolucionó los conceptos filosóficos y científicos de lo político. Era famoso a escala internacional. Pero él no quería exponer sus teorías sino ponerse al servicio del pueblo, poner los conocimientos al servicio del pueblo, hacerse oír. Sabía de lo que pasaba en Colombia: 10 o 15 familias eran y son los ciudadanos colombianos, los demás no tenemos derechos. Mi padre tenía voz, hizo sentir que era posible para todos tener esa voz y cuando lo mataron cada uno sintió que lo estaban enmudeciendo.

"En aquel momento mi generación así lo sintió. Yo viví con el síndrome de la orfandad, como todos, sin posibilidad de realizarse, la orfandad de poder hacer, de poder ser. La generación de mi padre tenía trabajo. Pero nosotros no podemos ser ciudadanos en nuestro propio país, sólo pueden los liberales oficialistas, los conservadores oficialistas.

"La marginación del gaitanismo fue terrible. Sólo se agrupa después alrededor del general Rojas Pinilla. Generaciones enteras han visto coartada toda posibilidad durante 50 años sin poder ser ciudadanos. Gaitán quería la voz para el pueblo y eso no podían aceptarlo los que condenan a ese pueblo a no ser ciudadano, a no participar. Como la memoria se construye fantasiosamente no hablan de la formación de mi padre, de su doctrina. El era un catalizador, un organizador, y por eso eran multitudes que lo seguían. Y por eso él se sintió muy dolido cuando en los años cuarenta la oligarquía, incluso de su propio partido, se dio cuenta de que no podía detenerlo y él sabía que estaba condenado".

-¿Cómo sería funcional políticamente aquella doctrina de Gaitán en estos tiempos?

-Aparece la globalización como hecho contundente que podemos transformar en continentalización latinoamericana. Necesitamos ser un bloque, pero no nos conocemos y sólo se ama lo que se conoce. Internet es muchas cosas, pero también una bendición, y es posible soñar con la patria grande virtual. No creo en las redes sino en la atarraya, porque la red es lineal con un punto central, es circular y cada punto de la red está equidistante del centro. En la atarraya todos estamos equidistantes. La atarraya, organización mucho más horizontal. Se acaban las jerarquías de partidos y los centralismos democráticos que terminan siendo la dictadura de unos pocos. Si la estructura no es participativa no se puede crear una sociedad nueva. Me sentía sola en la idea de una comunidad latinoamericana virtual. La democratización puede estar allí y no lo estamos viendo. No nos preparamos para que sirva a todos, para luchar por esa conquista de la humanidad. Entonces leo a Juan Luis Cebrián y siento que esto es importantísimo y que mucha gente de la izquierda no alcanza a entender esto.

-¿Qué quería Gaitán?

-No quería democracia representativa sino participativa. No puede convivir una democracia participativa con una democracia representativa. No son cambios constitucionales solamente lo que se necesita sino cambio de cultura. Eso decía Gaitán. El hablaba de democracia directa, poder moral, poder ciudadano. Ese poder ciudadano sobre tres poderes. Cuando pensamos que en todo barrio pobre hay un televisor y que en poco tiempo Internet se verá en televisión y tantos otros elementos tenemos que hacer algo con todo esto. Debemos hacer algo con lo que tenemos en mano y tener el valor como él lo tuvo de adelantarse a los acontecimientos, de ver hacia adelante, de soñar con los pies en la tierra que nos contiene.

Por todo esto y por sus propuestas audaces y revolucionarias de cambio, por su doctrina es que lo asesinaron, y por esa misma razón de las resurrecciones o de la no muerte, o de las transformaciones como ella las llama, Gloria Gaitán Jaramillo, que se reconoce polémica, sabe que su padre está en cada rincón de Colombia, en cada mesa de los pobres, en los oscuros pasadizos donde transcurren miles de niños de la calle y exige la liberación del cambio, "la revalorización y actualización de doctrinas que tengan su base en la realidad y en la vida misma y la ruptura con esquemas que esclavizan, la paz y la libertad, la democracia verdadera para Colombia". En el nombre del padre.

Stella Calloni
26 DE MARZO DE 2000


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