17 de marzo

1 de noviembre del 2002

La negociación del ALCA, un camino lleno de piedras

Alejandro Blanca
Ciberoamérica, México

El debate sobre el ALCA se traslada a Ecuador. En medio de un clima adverso, negociadores de los países de América Latina, Estados Unidos, Canadá y el Caribe, excepto Cuba, buscan acuerdos para establecer mecanismos que permitan acelerar el proceso de integración comercial para convertir al continente en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto impulsado por Washington para crear un gigantesco mercado de 800 millones de personas.

A pesar de la presión para lograr acuerdos concretos en la Duodécima Reunión del Comité de Negociaciones Comerciales (CNC) que tiene lugar en Quito, Ecuador, la reunión se desarrolla en medio de un moderado optimismo, aunque entre las delegaciones persisten serias dudas sobre el éxito de las negociaciones. Los viceministros de Comercio Exterior de América, que se encuentran en Quito desde el lunes pasado, coinciden en que los subsidios en agricultura y las medidas antidumping aplicadas por el gobierno estadunidense obstaculizan el proceso de integración del ALCA.

Los funcionarios deben preparar en estos días una declaración que será analizada el viernes durante la cumbre de Ministros de Comercio del continente. Mientras tanto, en las calles de la capital ecuatoriana, miles de personas -estudiantes, indígenas, sindicalistas y activistas de todo el hemisferio- manifestaron su rechazo al proyecto comercial regional, el cual, señalan, empobrecerá aún más a las naciones latinoamericanas y caribeñas, afectadas por la ejecución durante más de 10 años de políticas neoliberales. Los manifestantes están en varios puntos de la ciudad, por lo que Quito está prácticamente paralizada. Además, en dos universidades privadas se lleva a cabo el foro de oposición al ALCA Otra América es Posible, en la cual participan delegados de Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador.

Desacuerdos entre negociadores

El subsecretario de Asuntos de Integración de Brasil, Clodoaldo Hugueney, aseguró que las negociaciones se desarrollan con cierta dificultad y reconoció que el proceso está estancado. El tema agrícola, por ejemplo, "es extremadamente importante para el Mercosur (Mercado Común del Sur integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y queremos obtener avances porque el tema está rezagado en el contexto de las negociaciones del ALCA".

El diplomático ecuatoriano Roberto Betancourt -presidente saliente del Comité de Negociaciones Comerciales, órgano que a partir del viernes próximo será encabezado por Brasil y Estados Unidos- reconoció que la eliminación de los subsidios y de las medidas antidumping han sido los asuntos más complejos de resolver.

Sin embargo, esp! era que durante la semana se apruebe el Programa de Cooperación Hemisférica, diseñado para facilitar la integración de los países de menor desarrollo. El subsecretario de Relaciones Económicas de Argentina, Daniel Polski, por su parte, señaló: "Como se diría en términos boxísticos, estamos haciendo las primeras fintas. El documento central de esta reunión (Declaración de Quito), deberá tomar en cuenta alternativas de solución para los desacuerdos sobre los subsidios agrícolas". Sin embargo, Polski reconoció que existen otras dificultades. "Los países tendrán que presentar antes del 15 de febrero sus ofertas y las propuestas sobre la metodología de incorporación dentro del ALCA, lo que todavía no ha sido definido", señaló el funcionario argentino.

A pesar de los desacuerdos, prevalece en la reunión de Quito la seguridad de que todo se arreglará y las negociaciones llegarán a feliz término.

Para el funcionario estadunidense Peter Allgeier, delegado en esta reunión, el debate sobre los subsidios agrícolas "no tendrá efectos considerables en el proceso de negociación y no va a afectar la fecha de llegar a un acuerdo ALCA". Pero las dudas podrían evitar que algunos países se adhieran al pacto comercial. El canciller ecuatoriano, Heinz Moeller, criticó las negociaciones y advirtió que si no existen buenas condiciones su país no formará parte de ese acuerdo. "No estamos obligados a ser parte del ALCA ni a comprometernos con él, mucho menos en condiciones que no sean convenientes a los intereses de Ecuador", dijo el canciller. Específicamente, Moeller se refirió al hecho de que a las naciones en desarrollo se les exija desmantelar los mecanismos de protección a sus productos, mientras que en los países en desarrollo no se emprenden las mismas acciones.

"Si los países desarrollados no reconocen con toda claridad las asimetrías económicas y de desarrollo que tenemos y no conceden un tratamiento especial y diferenciado a economías como la ecuatoriana, es evidente que no podrá haber ALCA", añadió el canciller.

Por su parte, el ecuatoriano Gustavo Pinto, presidente del VII Foro Empresarial de las Américas, que reúne a unos 900 empresarios de todo el continente, manifestó que "el objetivo es avanzar al 2005 y luego al 2015 cuando inicie la aplicación de los procesos del ALCA y luego para hacer los ajustes que tengan que hacerse más adelante". Para Pinto, el proceso es "irreversible y las únicas salidas a las desigualdades entre las economías es ser competitivo". Sin embargo, agregó, "el objetivo principal tiene que ser el bienestar de los pueblos, no solamente el poder negociar más y mejor y con mayores facilidades, el objetivo es el ciudadano americano".

El empresario añadió que "todos los ciudadanos están aquí representados, tienen que estar en nuestras mentes, en nuestros corazones, día a día, en nuestras decisiones y en el trabajo que tenemos que hacer. Sin no se les considera, las negociaciones son inútiles". Esta es, sin duda una declaración políticamente correcta para el auditorio globalifóbico presente en las calles de Quito.

Carrera de obstáculos

Los ministros de Comercio deberán superar obstáculos clave está semana para forjar acuerdos técnicos que liberen el camino para que la zona de libre comercio de las Américas entre en vigor a finales de 2005. Washington aseguró que el encuentro ministerial será el umbral de la "fase final" de las negociaciones, en la que Estados Unidos y Brasil, las dos mayores economías del continente, compartirán la presidencia de las conversaciones en sus últimos tres años.

No obstante, señalan especialistas, las negociaciones podrían ser tortuosas y estar plagadas de escollos. Brasil no está de acuerdo totalmente con EEUU sobre el enfoque del ALCA y preferiría una unión sudamericana para evitar lo que el presidente electo, Luiz Inacio Lula da Silva. ha calificado de "la anexión de Latinoamérica a EU". Brasil también está indignado por una reciente alza a los aranceles del acero que aplicó el gobierno estadunidense, así como por los nuevos subsidios al sector agrícola en ese país.

Otros latinoamericanos, como el presidente argentino, Eduardo Duhalde, han expresado escepticismo sobre el plazo para derribar las barreras comerciales desde Alaska hasta La Patagonia, mientras la región se esfuerza para superar sus problemas económicos y su incertidumbre política.

Argentina está aún debilitada por un complicado proceso de renegociación de su gigantesca deuda externa y en Venezuela, Hugo Chávez, quien se opone al proyecto del ALCA, sobrevivió a duras penas en abril pasado a un breve golpe de Estado y no logra estabilidad en su país. En una carta enviada al CNC, el gobierno de Venezuela indica que el ALCA "implica un nu! evo tipo de normativa supranacional que afectará nuestra soberanía, una situación que, según la Constitución Bolivariana, requiere de un plebiscito". Ante este panorama, Chávez presentó dos propuestas de enorme impacto en el seno de las negociaciones del ALCA: por un lado, hacer públicos los actuales borradores de las negociaciones y por el otro postergar la entrada en vigor cinco años, llevándola al 2010.

Michael Shifter, de Inter-America Dialogue, aseguró que "el gobierno estadunidense está tratando obviamente de colocar estas conversaciones en una luz positiva, pero hay aún muchos temas fundamentales que no han sido resueltos.

Aún no está nada claro si habrá un acuerdo en los temas básicos de comercio. El gran interrogante es Brasil".

No se espera que la llegada de Lula a Planalto altere mucho la ya fuerte postura del gobierno brasileño. Para que una zona de libre comercio de las Américas sea posible, Brasil ha exigido que Estados Unidos abra a la competencia sectores protegidos, como el azúcar, el acero y los cítricos. Gran parte de la ciudadanía brasileña también está en contra del pacto comercial, como lo demuestra una consulta realizada en agosto pasado por organismos civiles y la Iglesia Católica, según la cual unos 10 millones de votantes están en contra del ALCA.

Los expertos coinciden en que no puede haber una Zona de Libre Comercio de las Américas sin Brasil, y no está claro si Washington puede reducir los aranceles clave con suficiente rapidez.

De hecho, la postura estadunidense respecto a la resistencia del gigante sudamericano se hizo más severa durante la campaña presidencial brasileña, que finalizó el pasado 27 de octubre. El representante de Comercio, Robert Zoellick, dijo recientemente que si Brasil no desea comerciar con Estados Unidos podía escoger "otra dirección, como la Antártida, y nosotros podríamos buscar otros caminos, como Asia". En referencia a Zoellick, Lula respondió tajantemente que no contestaría "al sub del sub del subsecretario (de Comercio) estadunidense".

Dadas las dificultades con las que se ha topado para sacar adelante al ALCA, Estados Unidos busca cerrar acuerdos bilaterales de libre comercio con países más dispuestos, como Bolivia, Perú, Chile, con Centroamérica y con el Caribe. Estas economías más pequeñas ya disfrutan de algunos privilegios comerciales. En tanto, México, que según cifras oficiales ha visto aumentar sus exportaciones en un 200 por ciento como resultado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), modelo para desarrollar el ALCA, parece tener una posición ambigua. El diario El Comercio, de Ecuador, sostiene que si bien el gobierno mexicano "no se opone a la zona de libre comercio de las Américas, tampoco se siente entusiasmado de ver que se otorguen beneficios exclusivos a otras naciones latinoamericanas".

Temores

Entre la sociedad civil prevalece la aversión a este proyecto comercial. Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, quien se unió a las jornadas de resistencia contra el ALCA en Quito, aseguró que "el acuerdo va a destruir la capacidad productiva de nuestros pueblos, de las industrias nacionales y va a generar una dependencia; es una nueva forma de colonización. El ALCA no es solo un acuerdo regional, sino una política general y hegemónica para América Latina. En ese contexto, Ecuador se verá involucrado en un conflicto regional, con la Base (militar) de Manta". Cabe recordar que esa base, ubicada en el Pacífico, cerca de la frontera con Colombia, fue cedida al ejército estadunidense en 2000 para que pudiera intervenir desde ahí en la ejecución del Plan Colombia.

El ex presidente de Costa Rica Rodrigo Carazo señaló que "los latinoamericanos tenemos que defendernos, no solo para negociar en condiciones adecuadas s! ino para que se levante el velo del secreto con el que se ha negociado en el pasado el sistema de libre comercio".

En declaraciones al Canal 8 de la televisión local, aseguró que "Estados Unidos subsidia sus exportaciones con mil millones de dólares diarios y nosotros no los podemos hacer, cómo vamos a competir en semejantes condiciones. Lo que hemos hecho hasta el momento es ceder mercado nacional a cambio de nada, no exportamos nada y ellos nos exportan de todo".

Por su parte, el dirigente cocalero y diputado boliviano Evo Morales, cuyo partido se convirtió en la segunda fuerza electoral en los pasados comicios presidenciales, afirmó, "estoy seguro que las políticas de libre importación no dan ninguna solución para las mayorías en toda Latinoamérica. Si actualmente las condiciones de las industrias, la pequeña empresa, la agricultura de nuestros países ya están padeciendo los efectos de las políticas vigentes, peor será si s! e ingresa al ALCA, que es la manifestación más extrema del neoliberalismo. En todo caso, finalizó Morales, "lo importante es el comercio justo".

Las organizaciones ciudadanas, entre ellas la Alianza Social Continental, una enorme red de ONG de todo el hemisferio, tienen sus propias dudas sobre varios aspectos del proceso de negociación del ALCA. Entre ellos se destaca el alto grado de reserva en los pasos que se van dando, pues no se tiene acceso a los documentos de negociación ni se conocen las propuestas de cada país. Luego de varios años de presión, en 2001 se logró que se hicieran públicos los borradores del cuerpo principal del tratado, pero nada se ha avanzado desde entonces. A esas criticas se suman varias otras, tales como la necesidad de incorporar medidas de protección ambiental y social, los reclamos de regular las inversiones, la posibilidad de otorgar t! ratos diferenciales para las economías más pequeñas del continente y la necesidad de proteger actividades críticas como la suficiencia en alimentación.

Al respecto, Eduardo Gudynas, colaborador del sitio alternativo de información La Insignia, señala que "a nivel de los cuestionamientos existe un cierto consenso en considerar que la actual propuesta del ALCA es negativa para los países de América Latina. Los temores mayores se centran en que formaliza mecanismos de decisión económica, especialmente ligados a las inversiones, que quedan en manos de empresas supranacionales. Los Estados perderán todavía más capacidad de poder establecer sus propias normas y regulaciones".

Añade que, mas allá de esos puntos que generan temor, "la agenda ciudadana se diversifica ampliamente. Se ha avanzado mucho a lo largo de los años y casi todas (las ONG) aceptan que es necesario otro proceso de integración alternativo para América Latina. Pero no existe consenso en cómo avanzar en esa integración, y si bien circulan algunas propuestas sobre los contenidos de ese camino, no han sido suficientemente estudiadas ni debatidas".

Gudynas concluye que "el encuentro ministerial que semanas atrás parecía solo un trámite, en pocos días se ha convertido en un escenario de enorme complejidad. Habrá que ver cómo reaccionan los gobiernos y la forma en que la sociedad civil aprovecha estas nuevas circunstancias".

Ante este panorama, no sería raro que la falta de consenso entre las delegaciones negociadoras y la presión de la sociedad civil alteraran la agenda del ALCA. Pero en el actual contexto, la prioridad de la guerra contra Irak y contra el terrorismo ha desplazado de la agenda de Estados Unidos el tema de la integración comercial. Por lo menos así lo demuestra la resistencia a modificar la perniciosa política de subsidios agrícolas que aplicó el presidente George W. Bush con fines electorales contra viento y marea, aún cuando es una decisión que está provocando desequilibrios en el comercio mundial.

Tomado de La Insignia


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