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"NOMBRE DE JESUS"

"NOMBRE DE JESUS" Y

"REY FELIPE"

las dos ciudades australes

más antiguas del mundo

Reseña Histórica de Sarmiento de Gamboa

Por Ricardo E. Polo

 

Ahora, la más antigua es Ushuaia. Nacida a fines del siglo pasado. Pero en los albores de los grandes descubrimientos y a costa de horrorosos sacrificios, los grandes navegantes españoles acometieron hazañas increíbles. Una de ellas es la de Sarmiento de Gamboa, que fundó aquellas ciudades a fines del siglo XVI en el Estrecho de Magallanes. En el confín de nuestra Patagonia. Esta es una síntesis de esa historia.

 

 

 

El primero en llegar hasta los 50 a 52 grados de latitud Sur, fue Américo Vespucci, tal vez también el primero que avistó las Malvinas y la Patagonia. Tiene en su haber, el que pusieran su nombre al Nuevo Continente y lograr que sus contemporáneos quisieran desentrañar el misterio austral y desafiar lo absolutamente desconocido.

Hacia allí navegó Fernando de Magalhães, quien descubrió el estrecho del Atlántico al Pacífico que lleva su nombre; muerto trágicamente durante el viaje, lo suple Juan Sabastián Elcano. Y este completa en 2 años, 11 meses y 17 días la circunnavegación de la Tierra, por primera vez, regresando a España con 18 desarrapados marinos, de doscientos sesenta y cinco que zarparan de Sanlucar de Barrameda, el 20 de septiembre de 1519.

Luego vinieron: el Capitán General Frey García Jofre de Loaisa; Don Simón de Alcazaba Sotomayor; lo harán mas tarde las expediciones organizadas por Gutiérrez Vargas de Carvajal, obispo de Plascencia, con una flota al mando de don Alonso de Camargo; Don Juan Bautista Pastene; Fernández Ladrillero y Sir Francis Drake, redescubridor del Estrecho de Magallanes, corsario inglés enviado a destruir y saquear las posesiones españolas. Y a consecuencia de sus desaguisados, la intervención de Sarmiento de Gamboa, designado por el Virrey del Perú don Francisco Toledo, como Capitán Mayor y Jefe de la Expedición despachada desde El Callao, para, entre otras misiones, atrapar al pirata que incursionaba en el Estrecho.

De aquel navegante español, es de quien nos vamos a ocupar en esta nota.

HAZAÑAS

 

Digamos primero que muy poco se difunde hoy día sobre las hazañas de aquellos audaces marinos. Poco de las tragedias que se desencadenaban en los remotos días de fines del Siglo XVI. Hoy por hoy, apenas si se tiene conciencia de la absoluta precariedad de las "naos", "galeones" y barcos en los que los navegantes incursionaban por mares, costas y tierras desconocidas. Y de sus inmensas penurias.

Con esta nota intento motivar la reflexión. Precisamente para lograr que nuestros jóvenes puedan ponderar el ejemplo de tantos "esfuerzos" y "sacrificios"; conocer su magnitud y poder tener parámetros para medirlos y medirse.

Sarmiento de Gamboa no era profeta en su tierra. Fue militar, marino, escritor de elocuentes relatos y autor de una "Historia de las Indias". Durante sus múltiples aventuras en el Nuevo Mundo, parece que "...era la misma persona que el Santo Oficio de México castigara con azote público en la Plaza de Puebla de los Ángeles, antes del año 1557 y la misma que el Santo Oficio de Lima condenara al destierro en 1578 por hacer anillos astrológicos y prácticas cabalísticas misteriosas". Este, natural del Reino de Galicia era hijo del gallego "don Bartolomé Sarmiento y de doña María de Gamboa, de la vizcaina ciudad de Bilbao..." (1) Menuda mezcla para definir un genio...

Su destierro en el Virreinato del Perú y la fama que adquirió por sus trabajos de todo tipo, llevó al Virrey don Francisco de Toledo a encomendarle la tarea de preservar como marino, la paz en las costas del Pacífico. Pero el 10 de octubre de 1579 nuestro personaje a bordo del "Nuestra Señora de Esperanza", junto a la nave "San Francisco", inicia un viaje que hará que su nombre quede atrapado a la historia del Estrecho de Magallanes.

Las instrucciones recibidas del Virrey fueron celosamente guardadas en su memoria y decían: "...tomareis posesión en nombre de su Majestad de todas las tierras de las provincias y partes donde llegaredes..." Cosa que cumplió acabadamente, con la firme intención de poblarlas y fortificarlas para obtener el dominio de ambos océanos a través del Estrecho... Además del intento de atrapar a Drake. (2)

Genial y estratégica decisión. Inglaterra por entonces elucubra el dominio del Estrecho, paso obligado hasta entonces para unir el Atlántico y el Pacífico, enviando a Sir Francis Drake para explorarlo, investigarlo, abordar barcos españoles, saquearlos, destruir todo asentamiento en esas latitudes, y en fin, menoscabar el poderío ibérico en el Nuevo Continente que ya lleva el nombre de Américo Vespucci...

En dos meses, Sarmiento de Gamboa reconoce costas y aguas de la región chilena hasta el paralelo 52 de latitud; Verifica miles de isletas, islas y peñones. Separada por una tormenta la "San Francisco" de la nave capitana, el almirante Villalobos de Figueroa, a su mando, llega hasta los 56 grados de latitud sur comprobando que nada había de la legendaria Tierra Australis...(3) que hasta entonces era un misterio.

No podemos relatar pormenorizadamente las increíbles aventuras del navegante durante la expedición... Digamos simplemente que no encontró a Sir Francis Drake, a la sazón a cientos de millas al Norte del Pacífico, saqueando y destruyendo.

Gamboa, luego de capear tremendos temporales; horrísonos bramares del mar, al decir de Espronceda; soportar inmensas olas y demostrar su tozudez y valentía en aguas del Pacífico sur, logra embocar la entrada occidental del Estrecho de Magallanes y repite la travesía de Oeste a Este que hiciera en su momento Fernández de Ladrillero.

Contra toda adversidad, investiga, realiza relevamientos, escudriña, consigna cabos, caletas, angosturas, islas, todo lo que ve mientras navega hacia la boca del Estrecho. El 24 de febrero de 1580, dice la crónica "...Sarmiento admiraba desde la proa y a través de la boca oriental del Estrecho, el abierto y azul Mar del Norte: Solo faltaba pasar entre el Cabo de la Virgen María –que así llamó al de las Once Mil Vírgenes- y el cabo del Nombre de Jesús, un poco mas lejos, a la derecha, flanqueado por el cabo de Sancti Spiritu para hender "Nuestra Señora de Esperanza" las aguas del océano azul...", el Océano Atlántico.(3)

Mucho, muchísimo ocurrió luego, cuando cumplida su misión a fines de marzo debe poner proa a España. Hubo de todo. Desembarcos, peleas, motines, ajusticiamientos, aventuras, hazañas, asombros. Finalmente el 15 de agosto de 1580, seis meses después, unos pocos arriban a España, "...cuarenta hombres habían cruzado el Estrecho, de ellos nueve se habían separado para regresar al Virreinato del Perú, dos fueron desterrados y uno muerto por garrote vil en Cabo Verde... de los que desembarcaron en suelo español había un mulato y <tres indios del Estrecho>, que después de este viaje excepcional volverían a embarcarse para iniciar la segunda de las grandes empresas descubridoras y colonizadoras de Sarmiento de Gamboa"... motivo de esta nota.(4)

2da. parte

Como ya hemos dicho, no es posible relatar todos y cada uno de los detalles de los episodios vividos por el navegante español. Desearía incentivar la curiosidad de los lectores en la búsqueda de los legendarios episodios vividos por ese personaje. Ese es, entre otros, mi propósito.

Sin embargo, vale relatarles por qué y cómo fundó las ciudades del "Nombre de Jesús" y "Rey Felipe", que fueron las primeras y más australes del mundo, ubicadas en la margen Patagónica del Estrecho de Magallanes.

Para ello es necesario mencionar que el 6 de febrero de 1580 durante sus relevamientos del Estrecho, Gamboa desembarcó en una bahía al sur de Punta Santa Ana y tomó posesión de esas tierras "en nombre del Rey". Cumplió así con el mandato del virrey del Perú.

Ya en España y luego de múltiples pero no estériles luchas, consigue convencer al Rey, en Badajoz, de "...poblar y fortificar el Estrecho de Magallanes, con elementos y armas que sean necesarios para asegurar el cierre del tránsito de naves enemigas".(5) No olvidemos la decisión de Inglaterra de "piratear" las posesiones españolas en aquellas latitudes, seguramente para lograr el control del tráfico marítimo y las riquezas del "Nuevo Mundo".

Lo cierto es que se implementa una expedición de veintitrés barcos; tres mil personas integradas por colonos, soldados, marinos, treinta mujeres y veintitrés niños... El Rey nombra Jefe de la Expedición al general Diego Florez de Valdés, (con la disconformidad de Gamboa), a éste lo nombró Gobernador del Estrecho y a Alonso de Sotomayor gobernador de Chile.

No estaba tan equivocado Gamboa en sus temores respecto de Valdés. El 25 de septiembre de 1581, por su orden y contra toda lógica "meteorológica", zarpan desde San Lucar de Barrameda. Ni bien se hacen a la mar, las tempestades dieron por ciertos los pronósticos agoreros. El 9 de octubre, luego de varios días de increíbles tragedias, habían naufragado cuatro barcos, entre ellos la histórica "Nuestra Señora de Esperanza", nave que fuera la capitana del navegante y que ya no retornaría al Estrecho. Murieron ahogadas 171 personas. Pero entre muertos, heridos y fugados, son contabilizadas 800 bajas.

El 9 de diciembre de 1581, dos meses después, zarpan rumbo a Cabo Verde. Pese a su importancia, los bastimentos, pólvora, ropas y armas, eran lenta pero inexorablemente hurtados por muchos pillos abordo de los barcos, mermando la carga. Gamboa lucha contra esto, vanamente. Sus planes peligraban. También en las Islas hubo deserciones, bajas y problemas. Pero finalmente el 2 de febrero de 1582, 16 navíos zarpan rumbo a Río de Janeiro.

Arriban el 25 de marzo. El calor, las enfermedades y la gente abarrotada en las naves, es causa de muchas muertes. También deserciones, robos, luchas contra el gusano que trepana la madera de las naos, y discrepancias entre Gamboa y el general Valdés. Doscientos cincuenta muertos durante la estadía. Entre ellos, los tres "Indios del Estrecho". Parten finalmente rumbo al austro el 2 de noviembre de 1582, luego de más de 200 días en la Bahía de Río.

Mientras navegan hacia el Río de la Plata, son informados por Fray Juan de Rebadeneira, al que cruzan en alta mar, que el pirata Fentón ha abordado sus naves, las ha saqueado y robado documentos del Rey de España dirigidos al Virrey del Perú, en los que se le informa de las intenciones de fortificar el Estrecho. Los ingleses habían tomado la decisión de ir a Oriente por él... Malos augurios para la expedición.

Pero sus males no terminan. Sotomayor, designado gobernador de Chile decide desembarcar en Buenos Aires con sus tropas y dirigirse marchando a Chile. No desea seguir por mar y piensa que no ha de ser peor hacerlo por tierra. Quedan cinco naves con las que zarpan hacia el sur. El 17 de febrero de 1583 están en la boca del Estrecho. Sobreviene nuevamente la adversidad. Vientos contrarios, fuertes marejadas los alejan. No pueden entrar al Estrecho. Ante tantas dificultades, Valdés, impaciente, ordena regresar a Río y de allí a España. Lo hacen sorteando dificultades y padeciendo penurias.

En Río reciben bastimentos pues el Rey no los ha olvidado. Provisiones y cuatro buques mas se incorporan a la flota diezmada. Sin embargo, Valdéz insiste, desiste y regresa a España. Asume entonces Sarmiento de Gamboa. Persistente, audaz, curtido, hidalgo, tenaz, seguro de su sino. Varios meses le llevan reorganizarse. El 2 de diciembre abandona Río con 538 expedicionarios y cinco buques. Esta vez si, el 1 de febrero de 1584 logran entrar al Estrecho y llegan hasta la segunda angostura, de la que son llevados en retroceso, por la marejada, hasta Cabo de las Vírgenes. Allí desembarcan. Es el 4 de febrero. Gamboa con un grupo de capitanes, tripulantes y colonos, con una gran cruz de madera y en emotiva ceremonia, espada en mano y todas las galas, toma posesión de las tierras, enarbolando el pabellón del Rey Felipe.

Deseo que los lectores mediten. Aquellos desventurados habían salido de España dos años y medio antes. Rumbo a remotas regiones desconocidas e inhóspitas. Y con múltiples desgracias a cuestas. Naufragios, intrigas, enfermedades, en especial el escorbuto; traiciones; motines; deserciones; inmensos sacrificios. Sin otros medios de comunicación que el barco y la buena suerte. "A la buena de Dios", como dirán los castellanos. Hombres simples. Alejados de sus hogares por años y sin saber a ciencia cierta de su posible regreso. Con la visión de cientos de muertos. Terribles tormentas. Confiados solo a sus fuerzas; conocimientos precarios, su fe en Sarmiento de Gamboa y con el objetivo de cumplir el mandato del Rey.

FUNDACION DE LAS CIUDADES

Sin embargo, a pesar de terribles vientos y temporales propios del lugar, (tal como son hoy día) el 11 de febrero de 1584 el navegante español funda, a tres kilómetros de lo que hoy es Cabo de las Vírgenes, en el Valle de las Fuentes (Boca Oriental del Estrecho de Magallanes), la ciudad "Nombre de Jesús", primera y más austral del mundo.

Según lo relata Antonio Alvarez en su "Crónica de la Patagonia y Tierras Asutrales", de inmediato se "traza la planta urbana y se adjudican los solares; con barro, maderas y arbustos, levantan viviendas, la Casa Real y la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación. Pero sorpresivamente tres naves se pliegan al capitán Diego de la Ribera, (amotinado contra Gamboa) se marchan a España y abandonan en Cabo Vírgenes a trescientos treinta y ocho desdichados, malamente vestidos y peor calzados, con provisiones insuficientes, sin abrigos ni frazadas. Entre ellos, hay trece mujeres y diez niños... y quedan con un solo buque: el "Santa María de Castro"...

De allí en más son horrendas las múltiples odiseas ocurridas a quienes fueran los primeros pobladores europeos de nuestra Patagonia, en aquellas remotas regiones australes.

Sarmiento de Gamboa comprende que la naturaleza del lugar (ciudad "Nombre de Jesús") no podrá sostener a tanta gente. Entonces recuerda Punta Santa Ana, ubicada a 80 leguas de distancia, lugar muy acogedor, del que tomara posesión en 1580. Ordena que la mitad de la población se traslade al lugar. Un centenar a pie y 50 a bordo del "Santa María de Castro". Quince días tardan los de a pie. Hay incidentes con los indios y la desaparición misteriosa de algunos hombres. Finalmente, luego de muchas vicisitudes, el 25 de marzo Gamboa arriba al lugar y funda la ciudad "Rey Felipe".

Lo hace en una caleta de Bahía Buena, al Norte de Punta Santa Ana. Allí procede a construir alojamientos, depósitos y entre muchas otras obras, construye la Iglesia de la Encarnación y proporciona madera para la tablazón y leña, que extrae de un monte cercano. Pero no está pródigo en alimentos. Ni los tiene.

Aunque entre sus provisiones trae semillas que darán sus frutos, no cabe duda que ello significa esperar... Mientras tanto siembran y crían alguna hacienda, gallinas y cerdos. Pero algunas sombras se ciernen sobre la aparente tranquilidad. La soledad, el desamparo, la incomunicación, el miedo, la desconfianza, son algunas de las razones que inducen al motín. No pasa algún tiempo sin que se produzca y es reprimido con el ajusticiamiento de los cabecillas.

Agreguemos que los minuciosos planos de las fortificaciones a construirse, ya no existían; los proyectos para las balsas con cañones para proteger los pasos y las cadenas de madera y de hierro destinadas a impedir el avance de buques enemigos, un sueño irrealizable; todo fue una desgraciada utopía. Sin embargo, Gamboa persistió en fundar sus proyectadas ciudades-fortaleza. Lo hizo. No importa lo precario y fallido. Imperó su voluntad por sobre la adversidad. Ejemplo de hombría, tenacidad y orgullo. No importó cuánto sacrificio para lograrlo.

Fundada la ciudad de "Rey Felipe" el 25 de marzo de 1584, Gamboa, con los escasos recursos que aún le quedaban después de todas sus odiseas, persiste en el propósito de consolidar los asentamientos planeados.

Suponemos qué angustias padeció por sus precariedades materiales. El hambre acechaba con fuerza a esos sacrificados aventureros a miles de leguas de sus hogares y sin otra esperanza que la esperanza misma y la fe que a pesar de todas las tragedias, tenían en sus corazones.

El lugar en el que funda la ciudad, que más que eso tenía el propósito de ser un baluarte, crece de inmediato a causa de la madera que el frondoso bosque cercano les suministra. Construyen viviendas, un cerco perimetral y algunas fortificaciones artilladas. Son demarcados los solares, el depósito de municiones, las chozas, la herrería y hasta el Cabildo y un pequeño hospital... Las tareas se distribuyen y comparten. Unos forjan, otros edifican y... labran la tierra en la que siembran hortalizas y ¡ hasta trigo crece...!

Se instala la ciudad con frente al mar y también la ilusión de una fortificación para la protección del Estrecho, que quedará a cargo de un veterano artillero de Flandes y de Italia, el alférez Francisco de Garnica...

Pero una cosa es lo que anhelaba el bravo Sarmiento de Gamboa y muy otra la que pensaban sus subordinados...

Ya desde su salida de la ciudad Nombre de Jesús, se aventaba la conjura.

La tripulación del "Santas María de Castro" se hallaba subvertida. La disciplina y la moral muy cuestionadas. Pero Gamboa se entera y adopta una drástica decisión. En la picota, fue clavada la cabeza del piloto de nao Antonio Rodríguez; Juan Alonso, Francisco Gutierrez de Godoy y otros conspiradores fueron juzgados y presos. El descontento en la ciudad es grande. La creencia de que el clima sería benigno, había sido una quimera. La nieve, el frío, los vientos y la inmensa soledad descorazonaban a esos españoles cuyos sacrificios parecían inútiles. Además, el temor a los salvajes se acrecienta a medida que se suman las evidencias de su asechanza en las inmediaciones.

El ya Gobernador del Estrecho convence, organiza, adopta decisiones, inflama de promesas y pasión a los pobladores. Pero todo es inútil... debe regresar. Nombra Corregidor y Alcalde Mayor al capitán Juan Juarez de Quiroga y el 24 de mayo zarpa con su nao rumbo a ciudad "Nombre de Jesús", en momentos de un eclipse total de Luna, del que todos creen es un mal presagio...

Arriba a la ciudad y debe ajusticiar a Sebastián Salvador, causante de otro motín en ciernes. Durante su ausencia, cuarenta hombres despachados por el teniente Biedma en busca de Gamboa, debido a su tardanza, desaparecen en el trayecto hacia el Oeste. Por otra parte, otros cuarenta hombres al mando del maese de campo Iñiguez han partido a reconocer el Río Gallegos, remontándolo hasta sus fuentes. Libran una batalla con los indios Patagones. Muere un español y cae un cacique. Regresan maltrechos y temerosos. No obstante, Sarmiento de Gamboa logra cohesionar a sus hombres y a los colonos. Y procura sobrevivir...

Resuelve entonces regresar a España en busca de bastimentos y ayuda para las ciudades del Estrecho. Veía sus bastiones endebles y precarios. Había imaginado fortalezas seguras y eficientes, pero solo ha conseguido increíbles precariedades. Pero con una visión geopolítica extraordinaria.

Finalmente zarpa rumbo al Norte. Superando tempestades, vientos, oleaje y grandes dificultades el 29 de junio de 1584 arriba al puerto de Santos. Fueron treinta y cuatro días de navegación durante los cuales los marinos comieron gatos, ratones y hasta cueros que se hallaban a bordo del "Santa María de Castro". Sin embargo, Gamboa registra minuciosamente todas las alternativas del viaje, los accidentes geográficos y hasta consejos sobre el viaje desde el Estrecho hasta Río de Janeiro.

Las autoridades lusitanas en el entonces incipiente Brasil, reconocen y admiran la tarea de Gamboa. Lo abastecen de alimentos, cadenas, pólvora, armas y bastimentos y le brindan el aliento... que el navegante no precisa. Su fe, su constancia, su decisión inquebrantable de "cumplir con la palabra empeñada" lo son todo para él. Y eso, además, inspira a quienes lo siguen.

Zarpa otra vez rumbo al Estrecho. Abastecido, con madera para construcciones, con más bríos. Pero en las inmediaciones de Bahía, una tempestad destruye la "Santa María de Castro" que se hunde con toda su carga de esperanza. Sarmiento de Gamboa junto a un fraile abrazados a una tabla, se salva con la ayuda milagrosa de un negro. Algunos tripulantes murieron y las pérdidas fueron totales.

El 3 de octubre de 1584, luego de grandes peripecias entre jesuitas y nativos, logran regresar a Bahía cuyo gobernador los conforta y ayuda y nuevamente socorre a Gamboa. Este le regala un navío ("patacho") de 60 toneladas en el que cargan harina, vestimentas, y bastimentos generales, entre ellos maderas de Brasil y el 13 de enero de 1585 zarpan nuevamente rumbo al Estrecho de Magallanes.

Las desgracias de este osado marino español, fanáticamente decidido a concretar sus sueños, cumplir con el mandato recibido y auxiliar a sus hombres, siguen y lo persiguen. Al llegar a los 33 grados de Latitud Sur es sorprendido por una tempestad que le hace escribir: "...tan espantable, que fue juzgada por la más terrible que hubiésemos visto, que todos los elementos andaban hechos un ovillo..." Según lo menciona Jorge Taiana en su libro La Gran Aventura del Atlántico Sur, "Con las velas arriadas flotaron a palo seco en la mar gruesa: arrojaron carga por la borda, primero los cueros y el ganado, al ultimo y a toda prisa, los objetos apilados sobre cubierta: la harina, las herramientas, la ropa..."

Finalmente, Gamboa debe regresar, destruido, abatido con una tripulación de hombres desnudos y descalzos, con la desesperanza en su corazón; con el convencimiento de que alguna extraña fuerza se opone a sus propósitos. Pero en un último esfuerzo contra toda lógica, nuevamente intenta retornar al Estrecho. Pero ahora, el "patacho", generosamente abastecido una vez mas por los lusitanos no le responderá, como no lo harán sus tripulantes que instigados por el desánimo, las penurias y un deseo ferviente de regresar a España, se amotinan.

Sarmiento de Gamboa, espada en mano, hiriendo e imponiendo su autoridad, desarma el motín, encarcela a los culpables, pero finalmente entiende que debe regresar a España, que su barco no volverá al Estrecho y que toda razón le impone el retorno y hallar la forma más apta de auxiliar a quienes, en el mayor de los desamparos, se encuentran en las dos ciudades australes que él ha fundado.

3ra. parte

El 22 de junio de 1586 emprende su regreso a España. Aún no han terminado sus desgracias. En el viaje su nave es atacada por tres navíos piratas ingleses, al mando del corsario Widhorn, quien lo aborda, piratea y además, lo tortura al igual que a sus oficiales, para lograr obtener un presunto oro y plata que traerían... A buen puerto iban por leña... Según su propio relato, cuando los piratas descubren de quién se trata, lo llevan de inmediato a Inglaterra. Sarmiento de Gamboa escribe: "llegamos a Plemua postrero de agosto (1586); estuve aquí preso y desnudo hasta el 11 de septiembre, y este día llegó hasta aquí el general Joán de Aquines, con 22 naos... había cuatro días que un corsario inglés, llamado Telariscandi, había partido para el Estrecho..."

Aquellas palabras tan solo significaban que el 11 de septiembre había arribado a Plymouth la flota de John Hawkins y el terrible corsario Thomas Cavendish navegaba hacia el Estrecho... Imaginemos el tremendo dolor que estaría experimentando el Gobernador del Estrecho... Cuánta su desgracia, qué inmensa su soledad e incierto su destino...

Sin embargo, conocida la identidad del navegante español, Sir Walter Raleigh favorito de la Reina y ella misma, con la natural especulación política que es de imaginar, lo dotaron de finos ropajes y excelente trato y luego de otorgarle pasaporte, mil escudos y muchas perlas de la India, al igual que papeles y mapas sustraídos por los piratas, el 30 de octubre de 1586 y con todos los honores imaginables, lo envían de regreso a España, ahora como embajador de paz ante el Rey Felipe II.

Arribado a Francia y en camino a los Pirineos para llegar a España, lo atrapa "un capitán de Bandona, vizconde de Bearni y arcabuceros". No podemos contar en esta nota las increíbles tribulaciones del navegante, ahora prisionero en Francia a merced de las intrigas palaciegas del castillo de La Rochelle. Solo diré que fueron trece meses "en tinieblas infernales" y según sus propias palabras "me tapiaron entre cuatro murallas, metido en un infierno terrible, sin luz ni día ni claridad..."

La Reina de Inglaterra no abandona al temerario marino, que a la sazón y en defensa de su Rey a quien los franceses ofendían de palabra y que a pesar de hallarse prisionero e inerme, los reta a duelo... Mezcla de gallego y vasco, no puede con su sino... La Reina pide por él.

Pero serán necesarios primero mil escudos, que luego serán quince mil y cuatro caballos, para impedir que Gamboa fuera decapitado, muerto a golpes y estocadas o arrojado al río. Finalmente el Rey Felipe II, enterado de todo, paga el rescate pedido y Gamboa emerge del fantasmal castillo de Mont-de-Marsan y retorna finalmente a España.

Diremos que desde el mismo momento en que pisó su tierra, imploró al Rey y a quien quisiera escucharlo, el envío de ayuda a sus "vasallos", sus "hijos" del Estrecho, que habían quedado desamparados y a la "buena de Dios..."

Luego vendrán la derrotada y destruida "Armada Invencible"; los ingleses dueños del mar y hoy, entre amarillentos y centenarios documentos de la época, emerge, retorna como un fantasma el nombre de Sarmiento de Gamboa como asignado a las "tareas de protección" de los, diríamos, desamparados buques españoles que osaban transitar los mares en posesión de Inglaterra... Poco sabemos de qué intereses influyeron para "olvidar" a quienes habían quedado abandonados en las remotas comarcas australes...

Finalmente, nadie sabe ni cómo ni cuándo murió este increíble marino, gobernador del Estrecho de Magallanes y fundador de las dos ciudades más australes del mundo... Ni qué fantasmas rondaban su mente cuando seguramente en muchos de sus sueños y pesadillas, recordaba a sus "vasallos" perdidos...

 

Final, final

Mientras tanto y luego de la partida de Gamboa hacia España en agosto de 1584, 193 pobladores de "Nombre de Jesús" arriban luego de haber caminado millas y millas, a la ciudad "Rey Felipe" en la convicción de hallar junto a sus pobladores, mejores condiciones de vida, pues las suyas eran desesperantes.

Cómo serían las cosas allí, que el teniente Andrés de Biedma, ordena el regreso de 200 de los soldados nuevamente a "Nombre de Jesús", antes que verlos caer de hambre.

Los que quedan en "Rey Felipe" intentan ponerse a salvo y para ello construyen dos pequeñas embarcaciones en 1585. Pero es inútil, no servirán sino para acelerar su fin...

Según se ha sabido, a fines de ese año todavía vivían allí quince hombres y tres mujeres, que aguardaban ya casi sin esperanza alguna, el paso por el Estrecho de algún barco. En un momento dado deciden ir a "Nombre de Jesús" y mientras lo hacen deben enterrar por el camino, cadáveres de sus camaradas. En la ciudad ya no hay nadie. Por fin, en total y absoluto desamparo, esas dieciocho almas ven en enero de 1587, las anheladas figuras de los buques que habrán de rescatarlos... Pero son en realidad tres navíos ingleses al mando nada menos que del terrible pirata Tomás Cavendish...

Este, ofrece a tres de los españoles sacarlos de allí. Aceptan y uno regresa para darles la noticia a los sobrevivientes. Pero los piratas, imprevistamente, zarpan y se marchan dejando a catorce hombres y tres mujeres en el mayor desamparo y desesperación. En aquellas tremendas soledades... Se dice que lo ocurrido fue a causa de los vientos favorables que se desataron y llevaron a Cavendish a levar anclas, sin piedad alguna para los desesperanzados sobrevivientes de "Nombre de Jesús".

Poco después arriba con su flota pirata a ciudad "Rey Felipe". Allí, contempla los estragos de la soledad, el clima, la desgracia, el abandono y la miseria. Un cadáver pende aún de la horca, otros yacen en descomposición en las chozas. (id.)

Nada ha quedado del sueño de Sarmiento de Gamboa. Los piratas destruyen lo que queda, rapiñan enseres, cadenas y se llevan la artillería, destinada precisamente a impedir lo que ellos ahora están haciendo. Finalmente, como una ironía despiadada, Cavendish rebautiza la ciudad y coloca una leyenda que la define como él la ve: "Port Famine", Puerto Hambre y poco después, cumplida su obra, al lograr cruzar el Estrecho, se lanza a nuevas correrías por el Océano Pacífico.

De los 17 desgraciados sobrevivientes que quedaron en "Nombre de Jesús" en el mayor de los desamparos imaginables, solo uno sobrevivió, el que fue recogido por el pirata Andrew Merrick a fines de 1590, pero para ahondar aún más la desgracia de aquellos sacrificados hombres, murió durante el viaje.

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Cavendish, luego de sus correrías por los mares del mundo, regresa nuevamente a nuestras costas. Con cinco naves y cuatrocientos hombres, luego de realizar incursiones en las costas Africanas y en Brasil, decide atacar Buenos Aires. Pero malos aires para él, los embates del mar y sus tormentas lo hacen desistir y en viaje hacia el Estrecho desembarca en Deseado y en abril de 1592 intenta entrar en el Estrecho. Como ha ocurrido con tantos navegantes, las tormentas y marejadas se lo impiden y luego de un amotinamiento intenta regresar a Inglaterra, pero muere durante el viaje.

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Así, con este final, final; dueños ya los ingleses de los mares del mundo, la hazaña de Sarmiento de Gamboa, pese al fracaso de fortificar el Estrecho de Magallanes con las dos ciudades mas australes del mundo, se advierte como una de las más extraordinarias de los marinos españoles.

Como bien hemos señalado, estos hechos tan poco difundidos y apenas sintetizados en esta nota, para la gloria de nuestros antepasados, también son oscuros para la propia gloria. Porque estas cosas ocurrieron en nuestras latitudes y forman parte, sin duda alguna, del acerbo histórico de la Patagonia. Y debiéramos incorporarlas como tales.

Pero, como corolario de esta nota, advierto que el primer Gobernador del Estrecho y al menos sus circunstancias, pudieran ser paradojas en el decurso de la historia.

Jorge Taiana, en su libro La Gran Aventura del Atlántico Sur, dice: "Si el fanatismo y el apetito por los rescates que caracterizaron a los hugonotes (franceses) estos no hubiesen apresado y retenido a la persona de Sarmiento de Gamboa, en las proximidades de los Pirineos, muy cerca de la frontera salvadora, otro habría sido, probablemente, el curso de los acontecimientos españoles. Quizá con la oportuna intervención del navegante hispano, el conde de Nottingham no habría derrotado a la Armada Invencible en 1588, por la sencilla razón de no haberse producido la famosa batalla naval..."

Nada menos. Y a causa de las vicisitudes de quien fuera gobernador del Estrecho de Magallanes y fundador de las ciudades más australes del mundo. don Sarmiento de Gamboa.

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(1), (2), (3), (4) La Gran Aventura del Atlántico Sur, de Jorge Taiana, editorial El Ateneo.

(5) Crónica de la Patagonia y Tierras Australes de Antonio Alvarez