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¿REFLEXIONES ARISTOTELICAS O

¿REFLEXIONES ARISTOTELICAS O

REALIDADES CONTEMPORÁNEAS?

 

Por Ricardo E. Polo

 

 

La feroz manera con la que nos ha invadido la "exogenidad" mediática, sin duda ha obtenido como resultado el envío al arcón de los recuerdos, de ciertos nombres que otras generaciones atesoraron para servirles de ejemplo.

Con la celeridad propia de esta era informática (o utilizando como adjetivo aumentativo la velocidad de la luz), podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que cierto griego nacido en el 384 (A. d C.) en la polis Estagira, ubicada en la península Calcídica e hijo de Nicómano, llamado Aristóteles, en 1998 es materia de cenáculos en los que se lo predica o una referencia a la palabra entelequia creada por él y renovada luego por Leibnitz. Para el resto, tal vez, haya sido un dolor de cabeza en el secundario o mención del pensamiento griego en los fotocopiados apuntes contemporáneos.

Puesto que lo que tiende a la perfección o ya la ha alcanzado, no es otra cosa precisamente que la acepción de entelequia, suponemos que como quimera en su forma de ficción y no monstruosa, nos hace pensar que los males y realidades hoy más que virtuales, lo son sin haber logrado alcanzar el mérito de lo que pudo ser una predicción aristotélica.

En síntesis, vivimos tiempos en los que parece que debiéramos comenzar de nuevo.

Para los que algo saben de estas cosas y para explicar de algún modo a que puerto se intenta arribar, podemos decir que la coincidencia de la muerte de Platón (347/348 A. d C.) con la destrucción de Estagira por Filipo de Macedonia, fue un duro golpe para Aristóteles. Excelente discípulo del filósofo, sufrió en carne propia los enjuagues de la política. Su deseo de heredar a Platón en la Academia se frustró a causa de no habérsele concedido eximirlo de ser un meteco y para que la posesión de la propiedad quedara, mediante Espeusipo, en manos de la familia de Platón.

Pero la historia tiene aspectos genuinamente chismosos y alguien asegura que "no fue la crítica de las doctrinas fundamentales de Platón, lo que impidió a Aristóteles sucederle al frente de la Academia." (W. Jaeguer, Aristóteles, FCE-1983), dejando, claro está, planteada una cuestión de interpretación, muy semejante a las intrigas republicanas de nuestro tiempo.

Pero si cabe, minimizaríamos diciendo que continuaba en la doctrina y a través de su pensamiento, pensando en la oligarquía de los sabios, según el más puro sentido platónico.

 

Podemos coincidir plenamente con Antonio Alegre Gorri, profesor de historia de la Filosofía de la Universidad de Barcelona, cuando sostiene que "La politeia será la conjunción de las leyes para la feliz convivencia, leyes que son o bien escritas o bien consuetudinarias, esos usos sabios por antiguos". Y de los que Julián Marías habla cuando dice que "En esos usos, siempre antiguos, engendrados a lo largo del tiempo, que por eso se hacen obedecer y ejercen su imperio, reside toda la fuerza de la comunidad y con ella la seguridad de la vida humana".

Sin embargo y para formular una síntesis funcional de esta nota, diré que Aristóteles procuraba alcanzar un régimen factible de existir y perdurable. No aceptaba utopías ni regímenes perecederos. Y así fue como emergió la teoría del término medio, es decir, el régimen mixto y la clase media.

Serán casi 2300 años transcurridos desde que Aristóteles sostuviera que "Una República bien mezclada debe parecer ser a la vez ambos regímenes (democracia y oligarquía) y ninguno, y conservarse por sí misma y no por el exterior, y por si misma no porque sean mayoría los que quieren ese régimen (pues esa condición podría darse en un régimen malo) sino por no querer otro régimen ninguna de las partes de la ciudad en absoluto." (Política, VI, 9, 1294b 34-40).

Así quedaba planteado que la República es la expresión política de la clase media.

Luego, el proyecto político aristotélico decía que "La comunidad implica amistad... la ciudad debe estar constituida de elementos iguales y semejantes en el mayor grado posible, y esta condición se da especialmente en la clase media, de modo que una ciudad así será la mejor gobernada... Además, los ciudadanos de la clase media son los más estables en las ciudades, porque ni codician lo ajeno como los pobres, ni otros desean lo suyo, como los pobres lo que tienen los ricos, y al no ser objeto de conspiraciones ni conspirar, viven en seguridad." (Política, 1.295b)

Teniendo en cuenta el tiempo transcurrido y las particulares concepciones sociales de su época, pareciera un tanto ingenuo aquél proyecto a la luz temporal de nuestros días. Por lo conocido y por qué no, lo por conocer, en sustancia el filósofo calcìdico al menos había dado un gran paso en la clave de Sol con que inició su sinfonía.

Antes y después habrá transcurrido todo, hasta hoy. (1) De tomar la Historia como una "referencia", desde el año I de nuestra era, pasando por el negado profeta Jesús del mesianismo explicado por Maimónides (Epístola a los Judíos del Yemén) o las reincidencias posteriores con el profeta Mahoma o los Sabbatai Tsevi o Jakob Frank y Bar Kojba en su holocausto del Libro(2), hasta las utopías marxistas, hitlerianas o pseudo globalizadas en el mercadismo furibundo, al menos nos queda claro que según sean las leyes y estas cumplidas "como Dios manda", así será la solidaridad entre los hombres y la humanidad, tal. Y más allá del homínido conceptual.

Pero todo, con referencia a Aristóteles, durante 2300 años de vertiginoso ritmo progresivo de acumulación de repeticiones. Insistencias y "nuevas" antiguas versiones del sometimiento del hombre por el hombre.

Como este trabajo tiene la limitación de las páginas concedidas, sumada a las limitaciones de la propuesta, me voy a circunscribir a un aspecto del Capítulo Quinto de Política (Aristóteles, ob. cit.) En este capítulo, Aristóteles analiza las obras de otros autores, luego de impugnar en capítulos anteriores las dos repúblicas de Sócrates, consignadas en los Diálogos, de Platón.

Sostiene el filósofo que para "...algunos es cosa de suma importancia disponer bien lo que respecta a las haciendas, porque dicen que sobre éstas se promueven todos los alborotos". Sigue, expresando que el calcedonio Faleas, primero en introducir lo de la igualdad de las haciendas, sostenía que "...conviene que las posesiones de los ciudadanos sean iguales". Al respecto, señala Aristóteles que tal concepto "...no era difícil de introducir en las repúblicas que de nuevo se fundaban, aunque en las ya establecidas era irrealizable, aunque brevemente se podrían igualar con ordenar que los ricos diesen dotes y no las recibieran, y al contrario, los pobres las recibieran y no tuvieran que darlas".

 

Según opinaba Platón en sus libros de leyes, debía ser hasta cierto punto que los ciudadanos acrecentaran su patrimonio, pero que las limitaciones debían ser no permitir que se acrecentara "Cinco veces más que el menor fuese, y que esto fuese lo sumo que pudiera poseer cualquier ciudadano..."

Agregaba Aristóteles, del pensamiento de Platón, "Pero se ha de tener en cuenta con esto, como lo tienen estos legisladores, que los que ponen tasa en la posesión de las haciendas conviene que la pongan también en el número de los hijos. Porque si el número de los hijos excede de la cantidad de la hacienda, por necesidad se ha de quebrar esta ley, y además de redundar en daño de muchos ricos, que se volverán pobres. Y conviene procurar que estos tales no vengan a buscar novedades, constreñidos de la necesidad".

Al remozar nuestra lectura del tratado que nos concita, podemos lanzar la expresión tan proverbial en nuestras tierras: ¡sabias palabras, don Laguna!.

Sigue, preciso, nuestro evocado pensador: "Cuán importante cosa sea esto de la igualdad de los patrimonios para la conservación de la compañía civil ya lo entendieron muchos de los antiguos, como Solón, que lo dispuso así por Ley; y en otras tierras también sé prohibe que pueda cualquiera aumentar su hacienda según su voluntad".

Refiriéndose a los locrenses, cuyas leyes prohibían vender las posesiones solo si se demostraba que la desgracia obligaba a vender, señalaba Aristóteles la popularidad del gobierno republicano de aquellos "porque ya no se usa entre ellos elegir los cargos y magistrados conforme a cierta tasa de haciendas, sino que todos procuran tanta como los demás..." Si bien tomamos conceptos dentro del contexto, nos es lícito agregar que Aristóteles continúa analizando el tema y sostiene que "Consta, pues, que no basta que el legislador haga las haciendas iguales, sino que ha de procurar reducirlas a un medio. Además, aunque se les tase a todos la hacienda, no se ha de aprovechar nada, por más que se ha de procurar que la codicia no se enseñoree de los ciudadanos, para lo cual bastan las leyes suficientes".

Luego sostiene tal como lo dijera Faleas, "que en los pueblos haya igualdad en estas dos cosas: en la hacienda y en la doctrina".

Para redondear un poco este trabajo, lo finalizamos agregando que respecto de la doctrina, Aristóteles dice: "conviene que se declare cuál haya de ser, porque no es conveniente para el bien común que en la República exista una sola manera de doctrina y que todos aprendan la misma. Porque bien puede ocurrir que la doctrina de la República sea una misma y de tal modo que haga a los hombres aficionados a tener más de lo que tienen, tanto en dinero como en honra, o ambas cosas a la vez. Además de esto, riñen entre si los hombres, no solamente por la desigualdad de las haciendas, sino también por la desigualdad de las dignidades y honras; pero al contrario, por cada cosa de éstas. Porque la gente vulgar riñe porque no son iguales las haciendas, y los principales porque las igualan con otros en las honras".

Luego aparece en el libro lo que expresó al respecto, Homero: Honra procura el malo y el perfecto.

Pero lo tomamos como corolario.

Diremos respecto de lo expresado, que luego de conciliar nuestros cotidianos avatares y dar lectura a los antiguos filósofos como el que referimos, sentimos como si un alivio axial se derramara sobre tantas dudas e interrogantes contemporáneos.

Ellos hablaban en sus obras del pensamiento de "los antiguos". Y procuraban resolver sus propios interrogantes. Es decir, filosofaban. Pero, al menos uno sabe que lo irresuelto de la temática viene de muy lejos. Y que si los griegos no pudieron sino aportar el fruto de su pensamiento, no es menos cierto que a la luz de cómo andan las cosas en esta Gaia conflictuada, el resultado de lo aprendido no parece haber cambiado en nada el espíritu de quienes persisten en la insolidaridad y la desigualdad como proverbios.

La democracia, la República, la representación, la legitimidad, la igualdad ante la ley, la solidaridad, la libertad, los derechos humanos, la paz, el progreso, resultan, a la luz de las realidades, incluyendo las virtuales, idéntico enigma como el que desde lo remoto, Adánico o Noénico, persiste.

 

 

    1. Imposible hacer síntesis de la historia. La frase tal vez, intente lograrlo, si se toma como clave.
    2. Los Biblioclastas, el Mesías y el auto de fe, de Gérard Haddad. Edit. Ariel 1998.-