La nación
Imperial
Desafueros del Sistema de Poder que Esclaviza los Pueblos
Candelario Reina
****************
Entramado protegido por los medios de comunicación (partido político
ideal), organismos supranacionales (OEA, ONU, etc), paramilitarismo
(contra) y ejércitos de ocupación (Imperio).
****************
La tarea del ciudadano que intente verter en el sistema político
venezolano una reflexión a los cambios coincide en muchos puntos
con las dificultades que enfrenta la Revolución Bolivariana.
Las dificultades conformadas para detener los cambios sostienen que
la verdadera vanguardia será impopular en su propia época.
Y que además, será maltratada por las instituciones garantes
del orden existente de convenciones y tradiciones democráticas.
De este choque entre estilos discordantes y roles antagónicos
surge el desequilibrio de los contenidos culturales impuestos por las
razones económicas y políticas distintivas del sistema
democrático. Esto, a través de las experiencias generadas
por la voluntad del sistema de poder en Venezuela, confirma el plazo
extendido para derrocar a un gobierno legítimamente constituido,
por las instituciones y las organizaciones que seleccionan, adaptan
y articulan la opresión de los pueblos.
Son evidentes las razones de una “coordinadora democrática”
impuesta por los medios de comunicación y las instituciones que
suministran las analogías y los modelos de rangos económicos
y políticas superiores. Ello supone la confesión de la
interpenetración de la conciencia de los venezolanos en particular
y del mundo en general.
Confesar, como a diario confiesan los medios de transmisión masivos
su adhesión a un sistema de justicia, que victimiza a los malhechores
que destruyeron parte de la infraestructura de Petróleos de Venezuela,
caracteriza la defensoría de los derechos de los países
ricos sobre los países en vías de desarrollo.
En estas condiciones se maquillan de paro cívico, los crímenes
cometidos contra el pueblo venezolano. Y bajo estas premisas se constituye
la homogeneización de los privilegios neoliberales que practica
el sistema de poder.
Países como Colombia y Costa Rica acentúan su intervención
en la Revolución Bolivariana al acoger como perseguidos políticos
a malhechores confesos. Estados Unidos participa, por ahora, como financista
y dueño de los cortesanos y las instituciones involucradas en
el golpe de Estado político, económico y petrolero. España
y las comunidades eclesiásticas católicas erigen sobre
la Revolución Bolivariana cortes señoriales, dando lugar
a una cruzada que adversa la emancipación Latinoamericana.
En las instituciones mediadoras y los países conspiradores coexisten
dos culturas separadas abismalmente. Una es la cultura de nivel superior
que jamás se contradice. Entramado protegido por los medios de
comunicación (partido político ideal), organismos supranacionales
(OEA, ONU, etc), paramilitarismo (contra) y ejércitos de ocupación
(Imperio).
Cultura que niega la autonomía de los pueblos, inmovilizados
por los contenidos que honran las modalidades y los significados de
la dictadura de la sociedad occidental (Estados Unidos y Europa). Sobre
este universo de exclusión, la clase absoluta (sistema de poder)
limita el accionar de las masas (pueblos) a la subordinación
política y económica del Imperio. Otra es la cultura de
niveles inferiores creada y manipulada por la historia. En ella es permitido
leer, escribir y contar. Ellos son la ignorancia, la estupidez y la
grosería (Revolución Bolivariana) que muy a su pesar se
separa de la cultura dominante (sistema de poder) para elegir ser anticultura
de sus destinos.
En el proceso actual hay un camino que se debe transitar de lo subconsciente
a lo consciente para suturar los rasgos característicos que nos
impone la negación de nuestro pasado. Sin embargo la distinción
entre naciones sin historia (Latinoamérica, Asia, África)
y otras con historia (Estados Unidos y Europa) está vinculado
a la mecanización de la educación impuesta por la cultura
dominante para esclavizar nuestros pueblos.
PAGINA PRINCIPAL