Proceso
Civilizatorio de la Cultura Dominante
Historia de Recintos en Extinsión
Candelario Reina
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El proceso de conformación de la cultura de nuestros pueblos
es fundamentada a través del saqueo de nuestras pertenencias
y de la negación de nuestras culturas
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En el proceso de la realidad, y en la historia, notamos con asombro
la transmisión de designios cimentados a través de la
cultura dominante y su semblanza. La cultura genocida de los pueblos
dominantes y el escaso conocimiento que de nuestros orígenes
tenemos nos conduce a la adopción de procesos civilizatorios
donde la verdad no participa de la vida de los pueblos.
Egipto, dividido en dos regiones y, organizado en dos reinos situados
al norte y al sur de la cuenca del Fayum, entra en la fase de un extraordinario
progreso al crear una técnica operativa de riego y domesticar
el caudaloso río Nilo. Innovación tecnológica que
permitió al Imperio Egipcio construir canales, fundar villas,
erigir templos; inventar un sistema de escritura, un alfabeto e idear
un calendario cuyas bases subsisten en nuestros días.
La ciudadanía, la cultura, la religión y la filosofía
egipcia en la época de los faraones se desarrolló durante
todo el transcurso de los reinos antiguos, medio y nuevo; deteniéndose
en el siglo XVIII A.C. por la invasión de los Hycsos. De principio
a fin esta civilización sustentó su economía en
la agricultura y en el inmenso desarrollo tecnológico que significó
domar el Nilo. La inmensa mayoría del pueblo vivía de
la tierra y trabajaba en ella; los artesanos y tenderos cambiaban sus
productos en los diferentes mercados de la época por artículos
de primera necesidad.
En esta milenaria experiencia se desarrollan actividades grupales y
comerciales que forjaron un gran ejército de mercenarios para
uso exclusivo de su defensa. Egipto en el ámbito social no fue
el resultado propiamente dicho de ningún proceso de urbanización
rigurosamente elaborado; ya que al ser una civilización de corte,
no desarrolló en mayor escala vida material o cívica;
registrándose en ella dos clases sociales: gobernantes y gobernados.
El Faraón como dios era un ser incomparablemente superior a cualquier
mortal, pero como gobernante, estuvo asociado a funcionarios en los
que confiaba las funciones ejecutivas del reino. La unificación
del norte y el sur en el imperio medio, fue lograda a través
de la guerra, dividiendo al pueblo en soldados, sacerdotes, siervos
reales, artesanos y esclavos, sometidos a la ley que emanaba del divino
Faraón.
Egipto carecía en esos remotos tiempos de jueces con deberes
exclusivamente jurídicos. El faraón en persona ejercía
el supremo dominio de la hacienda y de la administración de justicia.
Los alcaldes o gobernadores de las villas mayores, los escribas y magistrados
de los pequeños centros poblados, actuaban de administradores
y autoridades judiciales.
En el antiguo Egipto hubo dos grandes tribunales: uno en Tebas y otro
en Heliópolis, presididos por los visires del norte y del sur.
Destaca en una sociedad politeísta un magno rasgo que se apropió
de la existencia de la región. Este elemento, unidad de primer
orden en una región carente de lluvia; en la cual, el tiempo
transcurre en un cielo sin nubes desde la aurora hasta el poniente,
fue donde el Sol se convirtió en Dios supremo.
La supremacía de Osiris, su esposa Isis y su hijo Horus conduce
el devenir de un proceso sincrético mediante el cual, numerosas
creencias fueron fusionadas armónicamente a los estadios de vida
que pululan en nuestra historia.
Transitar posturas ingenuas y maldicientes hasta hacerlas cordiales
es práctica sagaz del relacionista público. Pretender
ahondar en las raíces de los hechos históricos hasta conformarlos
en recintos comprometidos de la opresión y los crímenes
de lesa humanidad, es tarea de cualesquier revolución.
Los distintos campos del conocimiento nos ocultan fríamente como
a lo largo de la historia los procesos de penetración y conformación
de las sociedades dominadas son fundamentados, sobre la base de la extinción
y el saqueo de todas sus pertenencias. Produciendo, así, paralelamente
a la transmisión de principios exógenos, elementos políticos
y culturales decretados para esclavizar a los pueblos. Claro está
que recurrir a las oscuras razones de la política y el poder,
nos permite perder la virginidad del buen vivir y faenar, para sufrir
y morir sin poder avistar una actitud de clemencia de los países
desarrollados.
Condición primaria de un proceso continental, Bolivariano, que
debe descubrir las mentiras impuestas a través de la negación
de la historia.
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