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LA INTOLERANCIA EN VENEZUELA
Condiciones heredadas por nuestros pueblos
Candelario Reina
10 – 12 - 2002

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El melodrama de golpe de Estado petrolero y la intriga generada por los partidos políticos de oposición en Venezuela desde los medios de comunicación es la evidencia de una confabulación donde la democracia mantiene su engañifa de origen al declararse incapaz de generar bienestar a la gran mayoría de sus súbditos.

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La cultura de los filateros nace y crece de la mentira que envilece al hombre. Su realidad ordena las formas menos idóneas para el bienestar y el progreso en su estadio original.
La historia de siempre y los medios de comunicación modernos, esos autocrátor, liberados por ellos mismos de toda culpa, intervienen la inmanencia de la realidad, desarrollando paralelamente a la sociedad de la cual se lucran una cultura degenerativa de la vida y de su autonomía.
Latinoamérica vivió demasiado tiempo dormida y satisfecha con las leyes de la sumisión y la esclavitud que versionaron los fabricantes de nuestra historia. Los intereses de esos tracistas fueron conformados como continuidad del afán de lucro hilvanado por la cultura occidental inmediatamente después de arribo del genocida que llamaban Cristóbal Colón.
La barbarie establecida por el sistema de poder de aquel entonces, secuestró las culturas Amerindias y conformó la corrupción del conquistado al transferir el carácter, la moral y la conducta constituidas como proceso civilizatorio en Europa y Estados Unidos.
Esas fueron las condiciones heredadas por nuestros pueblos...

Por ejemplo: ¿cómo se modifica la cultura que perpetuó en el imaginario colectivo a una mafia designada como democracia? ¿cómo se puede compartir la conducta... que celebra la fuga de delincuentes como Carmona Estanga, Carlos Ortega, Juan Fernández y otros? ¿cómo se puede creer en las instituciones... que apoyan y absuelven a unos delincuentes que se asociaron para destruir a Venezuela?
En principio se oponen a cualquier cambio que beneficie a los excluidos. Ello supone un hecho retroactivo contrario a la efectividad sugerida por el desplazamiento de ellos como élite. Es indudable que en Venezuela la sociedad civil es la más connotada representante de un sistema de poder asomado ontogénicamente encima del usufructo de la miseria humana. Estupidez ésta de una exactitud primaria; relativa a la cultura como sujeto de libre apropiación.
El melodrama de golpe de Estado petrolero y la intriga generada por los partidos políticos de oposición desde los medios de comunicación es la evidencia de una confabulación donde la democracia mantiene su engañifa de origen al declararse incapaz de generar bienestar a la gran mayoría de sus súbditos. Esta reflexión devela las realidades que vinculan al sistema político democrático con la autocracia.
¿Será qué la desdicha de los pueblos es una desviación tácita y voluntaria, reconocida como una condición de la intolerancia asumida por la democracia a través de los medios de comunicación? Los venezolanos hemos tenido la malaventura de tener, desde nuestra fundación como nación, una sociedad civil con un perfil despectivo y dominador; organizada y regida por un principio director que manifiesta la expresión y los sentimientos que se distinguen del poder que no acepta concertación.
Es saludable aclarar que la ciudadanía en general no es un bien perteneciente al Estado venezolano, menos una propiedad particular de grupos que se disputan el poder. Pero aún siendo amigos como lo somos de la pluralidad y de la libertad, nos llama la atención, cómo la democracia queda sujeta a la manipulación política interesada de los medios, el día que se decide ejercer la ley en detrimento de los conspiradores que se desempeñan actualmente en la esfera de la oligarquía y la oposición.
La sociedad civil y sus representantes en los medios, reproducen hechos cotidianos como actos de salvajismo político, determinando que las relaciones entre el Estado y la ciudadanía puede y debe ser alterada para conducir el proceso revolucionario a un despropósito. En cualquier caso, apropiarse de nuestra conciencia negando la realidad de nuestra historia no valida el carácter democrático del proceso civilizatorio emprendido por la cultura occidental en nombre de la democracia.
La sociedad civil que representan los medios de comunicación no ha hecho otra cosa que usar sin piedad al ciudadano común. Nosotros los ciudadanos comunes, los no fundamentales, no tenemos como carácter una maldad tan superabundante como para corromper los destinos del país. El pueblo no va a destrozar el país, ni va a robar sus activos. Nuestro pueblo no tiene intereses políticos ni financieros en ninguna sociedad llamada civil y a los venezolanos no nos gustan los zetetes.
La sociedad civil, y sus representantes yacen perpetuados. Eso al menos piensan algunas de las marionetas surgidas del pial. En este sentido, la politización que planifican los medios sobre cualquier suceso de utilidad pública satisface la mangana que los ata y los fustiga.
La política es complicada y difícil, en ella la deshonestidad es un axioma cancerígeno negado en todas las instancias que aman a Venezuela

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