ALTO A LA MINERA
SAN XAVIER
Amenaza ambiental con Minera San Xavier
La trasnacional pretende usar cianuro para explotar
el simbólico Cerro de San Pedro y alrededores; la
capital potosina, en riesgo
Carlos Montemayor/ I
Hay vasos comunicantes entre los pueblos mineros.
Suelen ser muy semejantes el paisaje, los cerros, el
color oscuro de la tierra, el agua con flúor
abundante, el polvo grisáceo de los desperdicios
minerales, las frutillas de arbustos espinosos
enrojecidas o azuladas, las calles sinuosas y
atrayentes, siempre milagrosamente encima de la otra
ciudad subterránea de innumerables galerías y
túneles abiertos en pos de las vetas. Parte de los
habitantes también se desplaza en ocasiones de un
poblado a otro, ya sea porque se agotaron los
yacimientos, ya sea porque las compañías mineras
necesitan de un remplazo de trabajadores. A estos
rasgos se debe, quizás, que los pueblos mineros de
México me parezcan familiares, me recuerden la
atmósfera de Parral, me hagan sentir de nuevo la
nítida sensación de mi infancia en el rumor de
galerías, molinos, montes, conversaciones de mineros
bajando de los cerros.
San Luis Potosí ha sido uno de los estados que desde
mi niñez sentí más cercano. La American Smelting,
que en ese tiempo explotaba la principal mina de
Parral, explotaba otra en Charcas, en el estado
potosino. Amigos de mi padre, ingenieros y médicos,
iban y venían de un estado a otro trayendo, entre
algunas cosas espléndidas o inusuales, un magnífico
mezcal que ellos degustaban y que afortunadamente
ahora, para los amigos de mi generación, aún siguen
produciendo. A lo largo de muchos años he recorrido
diversas regiones de San Luis Potosí, tanto hacia la
Huasteca como hacia la Media Luna, zona deslumbrante
que tiene como eje a Rioverde. Pero el mundo minero
me absorbe.
El escudo de San Luis Potosí es muy ilustrativo del
destino minero del estado. San Luis, el rey santo de
Francia, aparece erguido sobre el cerro de la mina
que dio origen al primer asentamiento urbano de lo
que fue más tarde la capital del estado. Se trata
del Cerro de San Pedro. Así se llama también el
poblado, que no ha perdido su trazo original, que en
sí mismo constituye una riqueza arquitectónica e
histórica y no ha sido declarado patrimonio de la
humanidad, inexplicablemente. Hace una o dos semanas
recorrí el poblado, volví a ver las sinuosas calles
trazadas a finales del siglo XVI, contemplé a lo
lejos la mole generosa de los cerros que se suceden
envolviendo varios poblados. Contemplé a lo lejos
los cerros emblemáticos del escudo de San Luis
Potosí porque ahora están cercados. Cientos de
kilómetros de cercas de alambre han secuestrado la
cadena de montes emblemáticos ante los ojos de los
habitantes del municipio.
A finales del siglo XVI, el capitán español Miguel
de Caldera observó que varios indígenas huachichiles
que se acercaban a él portaban entre sus atavíos,
como ornamentos, objetos de oro. Uno de los nativos
le reveló que recogían el metal con las manos, a
flor de tierra, en la cima de un cerro. El capitán
Caldera envió a ese lugar de inmediato una avanzada
de españoles bajo el mando de Pedro de Anda. El 4 de
marzo de 1592 llegó la avanzada al cerro. A flor de
tierra, en efecto, encontraron oro y plata. La gente
comenzó a establecerse en la falda del monte y se
dio al poblado el nombre de Cerro de San Pedro.
En aquel entonces era muy rudimentario el sistema de
beneficio del mineral. Por la accidentada topografía
del terreno y por el agua insuficiente, la mayor
parte de la población decidió asentarse en el valle,
a escasos kilómetros del Cerro de San Pedro. El 3 de
noviembre de ese mismo año de 1592 se fundó el
pueblo de San Luis Minas del Potosí, hoy la ciudad
capital del estado.
Pues bien, desde hace algunos años una compañía
minera trasnacional ha comenzado a comprar cerros,
propiedades y terrenos de los poblados cercanos al
Cerro de San Pedro. Esta compañía, llamada Minera
San Xavier SA de CV, ha construido un nuevo
asentamiento para uno de los poblados y presiona a
los habitantes de la zona y a autoridades
municipales, estatales y federales con el propósito
de explotar los yacimientos que aún poseen los
cerros emblemáticos de esa capital. Si los
propósitos de la compañía Minera San Xavier se
llevaran a cabo, en ocho años el estado de San Luis
Potosí experimentaría cambios sustanciales e
irreversibles. Dos de estos cambios, que podrían
considerarse injustificables, serían una especie de
involución histórica. Primero, desaparecería el
Cerro de San Pedro y las elevaciones aledañas en
pocos meses. Es decir, tendrían que cambiar el
escudo del estado. Segundo, por el agotamiento de
los recursos acuíferos y el envenenamiento por
cianuro de suelos y atmósfera, en pocos años la
capital del estado, la ciudad de San Luis Potosí,
tendría que ser abandonada. ¿Acaso el precio de la
globalización es sacrificar así nuestras ciudades y
nuestra historia?
El sistema que Minera San Xavier pretende aplicar
durante ocho años para la explotación y beneficio de
mineral es el conocido como tajo a cielo abierto y
lixiviación a montones. Es un procedimiento que está
prohibido en muchos países por su gran poder
destructivo y contaminante. En México, varias
autoridades están dispuestas a aceptarlo. Pero,
claro, se trata a la vez de un método de operación
de alto rendimiento económico en el menor tiempo
posible y con mínima inversión.
Para entender a grandes rasgos algunos aspectos de
este sistema, comencemos por mencionar que Minera
San Xavier se propone utilizar 25 toneladas diarias
de explosivos con base en nitrato de amonio, diesel
y detonantes para tumbar el cerro en por lo menos 80
mil toneladas. De este material resultante serán
aprovechables, más tarde, aproximadamente 32 mil
toneladas. Ya trituradas, se depositarán en un llano
previamente tratado con arcilla para reducir la
infiltración del cianuro de sodio hacia el subsuelo.
Dieciséis toneladas de cianuro de sodio mezcladas
con 32 millones de litros de agua por el sistema de
aspersión bañarán el material triturado, provocando
así la separación y precipitación de los metales
contenidos. Este es el proceso conocido como de
lixiviación.
Las explosiones que se pretenden detonar cada día
deberán acabar aproximadamente con un kilómetro de
montañas. Luego las explosiones continuarían hacia
el subsuelo para producir un cráter de un kilómetro
de diámetro por aproximadamente 250 metros de
profundidad. Al cabo de los ocho años, que es el
lapso para el cual está diseñado el proyecto, en el
llano de lixiviación se habrá formado una montaña de
material saturado de cianuro de unos 80 millones de
toneladas.
Lo más significativo y, está por demás decirlo,
peligroso, es que tal montaña de material
contaminado quedará a 9 kilómetros de la ciudad
capital y muy cercana a otras comunidades. Además en
el ejido Palma de la Cruz quedarían otros 120
millones de toneladas de material con grandes
contenidos de sulfuros, que no podría ser lixiviable.
Un grupo de investigadores del Instituto Politécnico
Nacional, a petición del gobierno del estado,
analizó la manifestación de impacto ambiental
elaborada por Minera San Xavier. En su resolutivo
asentaron que no se cuenta con la capacidad técnica
ni económica para controlar las montañas de
materiales contaminados que generaría el proyecto.
Por tanto, como explicaremos en las próximas
entregas, la minera enfrenta, entre otros
obstáculos, la negativa de la Secretaría de la
Defensa Nacional de autorizar la explosión de tal
magnitud de detonantes y varias condicionantes de la
Secretaría del Medio Ambiente. A pesar de estas
negativas oficiales, la compañía presiona por
diversos medios legales y extralegales a otras
autoridades federales, estatales y municipales. Los
más inermes son, por supuesto, los habitantes mismos
de Cerro San Pedro, los de la capital de San Luis
Potosí y los de comunidades cercanas
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