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ALTO A LA MINERA SAN XAVIER

DESFILADERO

Jaime Avilés

Represión estratégica en SLP

Marcelo de los Santos, gobernador a sueldo
Fox-Cárdenas Jiménez, la alianza para 2006

SAN LUIS POTOSI, 20 DE MAYO. Lejos de ser una medida caprichosa, adoptada en represalia por la publicación de alguna noticia incómoda, el boicot económico e informativo decretado recientemente por el gobierno panista de Marcelo de los Santos Fraga contra La Jornada San Luis forma parte de una estrategia basada en la represión de las organizaciones agrarias y populares para lograr dos objetivos en el corto plazo: el desarrollo de cuatro megaproyectos delirantes y la conservación de la Presidencia de la República en manos de los rancheros salvajes del Bajío.

Casi un año y medio después de haber asumido el cargo que hoy ostenta, Marcelo de los Santos ha trazado con gran claridad el camino que va a recorrer de ahora en adelante en San Luis Potosí, en estrecha alianza con las corrientes ultraderechistas de Querétaro, Jalisco y Guanajuato, que están listas para lanzar la candidatura presidencial del ex gobernador jalisciense, Alberto Cárdenas Jiménez, tras el derrumbe estrepitoso de Santiago Creel.

Con el respaldo entusiasta de Cárdenas Jiménez y, detrás de éste, la plena simpatía de Vicente Fox, De los Santos Fraga confía en que más temprano que tarde se pondrán en marcha los trabajos de la Minera San Xavier, que a grandes rasgos pretenden volar con dinamita el Cerro San Pedro -emblema del escudo de armas de la ciudad-, explotar de tal forma una mina de oro y plata a cielo abierto y separar los preciosos metales mediante un procedimiento llamado de lixiviación, que supone el uso de cianuro mezclado con agua en una superficie de cemento al aire libre y a unos metros de la carretera que baja a la capital o sube a la Sierra de Alvarez.

Todos los estudios de impacto ambiental coinciden en que la demolición del cerro, a razón de decenas de toneladas diarias en el curso de varios años, provocaría una nube permanente de polvo y ocasionaría gravísimos daños a las estructuras de las casas y edificios de la ciudad, por no mencionar que la mezcla de cianuro y de agua generaría cotidianamente vapores letales.

Por monstruoso e increíble que parezca el proyecto, De los Santos Fraga asegura a quien desee escucharlo que la minera es inofensiva, que los supuestos daños son "mentiras de la oposición" y que bajo su mandato entrará en funciones al costo político que sea, porque el progreso no puede ser detenido por la ignorancia del vulgo. Lo que el hombre no dice -tampoco hace falta, pues lo sabe todo el mundo- es que, desde el momento en que Minera San Xavier llegó a San Luis Potosí, don Marcelo entró a su servicio como contador público, tarea que ahora desempeña su hijo, Marcelo de los Santos Anaya.

Una isla en el desierto

El segundo delirio que está en curso no es de la autoría de don Marcelo sino del mismísimo Vicente Fox, pero el gobernador lo ha asumido como propio. Se trata de la llamada Megaduana, nombre que los rancheros neoliberales han asignado a la idea de crear una Zona de Libre Comercio, así, con mayúsculas, en los ejidos de La Pila y El Terrero, contiguos a la mancha urbana de San Luis, habitados por ejidatarios que han sufrido en carne propia los efectos de la contrarreforma agraria de Carlos Salinas de Gortari, agilizados -¿o debiera escribir "agudizados"?- por las políticas campestres de Fox.

Bajo el Programa de Certificación de Derechos Ejidales, invención del foxismo con propósitos claramente saqueadores, los campesinos de La Pila y El Terrero actualizaron sus títulos de propiedad sobre las parcelas que heredaron de sus padres y, una vez terminado el trámite, fueron informados de que al tenor del artículo 127 constitucional "modernizado" por Salinas de Gortari, podían vender sus tierras porque, a-for-tu-na-da-men-te, ya no tenían en contra ese molesto impedimento de la ley.

No fueron pocos, en consecuencia, los ejidatarios de El Terrero y La Pila que cambiaron sus milpas por dinero, aunque muchos más, todavía, se oponen al despojo y de ese modo retrasan la inauguración de la Megaduana que, para describirla con sencillez, no sería sino un paraíso fiscal, una sucursal de las Islas Caimán, en medio del semidesierto potosino.

Peyotes contaminados y agua global

El tercer megaproyecto es, rectifico, una reciente y pujante realidad que nada bueno depara a los potosinos de a pie y mucho menos al entorno natural que habitan. Bajo la administración de don Vicente Rangel, un sujeto que no goza de la confianza de nadie por su prestigio de fraudulento, hace tiempo pita y pita un misterioso ferrocarril que va y viene de Estación Watley (cerca de Real de Catorce, 150 kilómetros al norte de la ciudad de San Luis) a la frontera de Estados Unidos.

Este trenecito es el protagonista estelar de una empresa llamada Ferropuerto, que de aquí a la frontera se dedica al transporte de mercancías procedentes de las maquiladoras de esta región, pero de regreso vuelve repleto de desechos industriales, agropecuarios y quirúrgicos. En otras palabras, lleva tecnología y manufacturas de óptima calidad y retorna cargado de basura química y fisiológica, misma que no tiene un destino claro, pero, según suponen grupos ambientalistas de la entidad, es enterrada en el desierto bajo dudosas condiciones de seguridad, que cuentan, por supuesto, con el aval de Alberto Cárdenas Jiménez, el inefable secretario foxista del Medio Ambiente, que se hace de la vista gorda porque, como en muchas empresas locales más, don Marcelo de los Santos ha sido -y sigue siendo mediante su hijo homónimo- contador público del Ferropuerto.

¿Existe alguna diferencia ética entre Diego Fernández de Cevallos, presidente del Senado que aprovecha su cargo para ganar negocios en los tribunales, y Marcelo de los Santos, que gobierna en beneficio de las empresas que directa o indirectamente le pagan un sueldo? La pregunta es oportuna porque de los cuatro megaproyectos que tutela el Ejecutivo estatal ninguno es más vasto ni más ambicioso que el del Pujal-Coy, en el corazón de la Huasteca potosina, donde con recursos del Banco Mundial están en construcción dos termoeléctricas, una en Tamuín y otra en Tamazunchale, pero el combustible que desean utilizar para calentar el agua y producir el vapor que moverá las turbinas es nada menos que carbón de coque, un material supercontaminante que, desde luego, una vez más recibirá el aval de Cárdenas Jiménez.

Presos politicos necesarios

Desde que se recibió como contador público, Marcelo de los Santos trabajó para las empresas y los gobiernos de la clase política local. Cobró celebridad como auditor externo que jamás encontraba anomalías en los reportes de ingresos y egresos de patrones y amigos. A fuerza de acumular secretos administrativos y fiscales, aprendió a aumentar sus exigencias y llegó al punto en que se sintió listo para empuñar con su propia mano el mango de la sartén. Esto ocurrió en 1998, cuando externó su intención de ser candidato del PRI a la gubernatura, un puesto que debido a viejos compromisos contraídos desde los tiempos de Salinas le arrebató Fernando Silva Nieto.

Enojado por el desplazamiento se mudó al PAN, que asumió y apoyó su candidatura instantáneamente y, dice la voz popular, lo condujo al triunfo. No obstante, la maquinaria priísta le asignó la victoria a Silva Nieto y don Marcelo decidió convertirse en activo opositor. Tres años después se postuló como presidente municipal de San Luis Potosí y arrasó en las urnas. Entonces, con astucia, optó por el populismo y todos los viernes al caer la noche se encargó de montar un templete en la plaza de armas y contratar por igual a trovadores y orquestas que le permitían mostrarse en compañía de su esposa, Guillermina Anaya, como un jubiloso bailarín, cada vez más cercano a su pueblo.

Fue por esta vereda por donde llegó a la gubernatura el tercer día de 2004 y sin dilaciones echó a andar su proyecto, preparando el terreno en dos parcelas: cultivar excelentes relaciones con los medios informativos de la entidad -de lo que se encargó su directora de Comunicación Social, María Luisa Paulín, utilizando una partida mensual secreta, según explicaron a este enviado diputados del PRD- y, al mismo tiempo, desatar la represión selectiva contra las organizaciones populares y agrarias, con el claro propósito de colocarlas a la defensiva como medida de contención.

Pese a que más de 50 luchadores fueron detenidos en los cinco primeros meses del año, en las cárceles potosinas se encuentran como presos políticos sólo cuatro dirigentes: Primo Dothé Mata, del Frente Ciudadano Salvador Nava Martínez, de Tamazunchale; Víctor Ramírez Santiago, del Frente Campesino de Lu-cha por la Tierra, de la Huasteca; Acacio Ramírez Ramírez, del grupo La Concepción, de Ciudad Valles, y el líder de la Coordinadora del Movimiento Amplio Popular, Miguel Angel Wong Soto.

Según diversas fuentes consultadas, todos ellos están tras las rejas para que sus bases se desgasten en la defensa jurídica y no avancen en otras formas de lucha (lo que en realidad está por verse), pero a quienes don Marcelo les tiene más ganas es a los activistas del Frente Amplio Opositor, que han vapuleado legal y políticamente a la Minera San Xavier, la más absurda y obscena de las pesadillas panistas y foxistas.

Lugar declarado "inhóspito" para el ejercicio de la prensa crítica, San Luis Potosí aparece como un enclave estratégico en las ambiciones de los rancheros salvajes del Bajío que aspiran a quedarse, al menos otro sexenio, al frente del país. ¿No es ésta una razón de peso para reclamar enérgicamente el derecho de los medios informativos locales a ejercer una vigilancia periodística estrecha y atenta, sin boicots ni censuras preventivas?

 

El neopanismo arrasa con la riqueza de SLP

El gobernador De los Santos avala que Minera San Xavier envenene mantos freáticos

JAIME AVILES ENVIADO

 

Maquinaria de la minera, en el municipio del Cerro de San Pedro FOTO María Melendrez Parada

San Luis Potosí, SLP, 25 de mayo. Un tráiler se detiene a la orilla de la carretera que viene desde Tamaulipas y el chofer que salta de la cabina sin apagar el motor, barbón de tres días, en camiseta sin mangas y pantalones vaqueros, se acerca a las mujeres que venden cactos centenarios, polluelos de halcón y de búho, pieles de zorro y de zorrillo, y carne y aceite de víbora de cascabel.

Por la forma en que se dirige, tomando del codo, a doña Higinia Maldonado, para conversar con ella a la sombra del huizache de más allá, se nota que el hombre sabe a qué ha venido. De un grito, la señora llama a su nieta, una muchacha de 16 años con zapatos de plástico, y ésta y el navegante del desierto van hasta un jacal de ramas desde donde, esculcando entre unos bultos, salen con una culebra dorada que se retuerce en las manos de la jovencita.

-Ora la va a matar porque quiere beberse la sangre bien fría para volver a agarrar fuerzas pal manejo -me explica doña Higinia bajo los múltiples trapos de colores que la protegen a medias de la inclemencia del sol.

La escena transcurre a las afueras de Charco Cercado, ejido ubicado 90 kilómetros al norte de la capital potosina, no lejos de otras aldeas bautizadas en los años 20 del siglo XX con nombres admirables como La Terquedad, San Juan Sin Agua, Norias del Refugio, Norias de los Angeles o El Peyote, a las que ya regresará esta crónica. Mientras tanto, a sólo 20 kilómetros al este de la ciudad de San Luis, en el municipio de Cerro de San Pedro, la empresa Minera San Xavier mantiene cerrados todos los negocios del pueblo para rendir a sus habitantes por hambre.

Sí, porque en 1995 un grupo de cerranos, como se autodenominan los nativos, estaba construyendo un hotel de 26 habitaciones que por medio del turismo iba a reanimar la economía de la zona, en esos momentos muerta de muerte natural, después de 400 años de explotación del subsuelo. Pero en 1996, con la anuencia del presidente Ernesto Zedillo, y el permiso de Julia Carabias, titular de lo que entonces era la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap), Minera San Xavier se apoderó del cerro con el insólito fin de dinamitarlo durante ocho años para quitarle 80 mil toneladas de peso, hasta crear un cráter de mil metros de diámetro y 250 metros de profundidad, desde donde resultaría mucho más barato y sencillo descender a las entrañas del desierto en pos de nuevos yacimientos de oro y de plata.

Además, gracias a una práctica absolutamente nociva que está prohibida en muchos lugares del planeta, la empresa obtendría esos metales preciosos utilizando el método de la lixiviación, que se puede explicar con facilidad pero que nadie en su sano juicio aceptaría sin horrorizarse. Una vez que el material ha sido desgajado del monte y triturado y cribado en los molinos y filtros correspondientes, se le extiende a lo largo de un patio de arcilla y se le cubre con una mezcla compuesta por un gramo de cianuro por cada dos litros de agua, que desde luego emite vapores tóxicos y se infiltra al subsuelo.

De acuerdo con el ingeniero Mario Martínez Ramos, uno de los ambientalistas más destacados en la lucha contra la Minera San Xavier, si el proyecto se llevara a cabo "de las 80 mil toneladas que pretenden arrancarle al cerro serían aprovechables aproximadamente 32 mil, mismas que en el proceso de lixiviación tendrían que ser tratadas en su conjunto con un total de 32 millones de litros de agua y 16 toneladas de cianuro", explica. "Al final de la etapa de ocho años que solicita la empresa habría una nueva montaña de 80 millones de toneladas de material saturado de cianuro a una distancia de nueve kilómetros de la capital de San Luis", agrega con la vehemencia de quien a pesar de los años que lleva en esta lucha no deja de asombrarse ante la magnitud de los daños potenciales.

Un millón de metros arrasados

Como primera medida para comenzar a perseguir sus fantásticas ambiciones, en 1996, cuando llegó a la región, Minera San Xavier adquirió todas las cuevas donde aún se buscaban la vida los últimos 60 gambusinos de la localidad y, al mismo tiempo, compró el hotelito que ya estaba en obra negra sobre el terreno de don Jesús de Alva y lo clausuró al instante, pero lo más grave no es que se adueñara de 290 hectáreas de tierra ejidal mediante un falso contrato de arrendamiento, ni que tuviera el descaro de clausurar los caminos que desde el virreinato comunican al pueblo con las comunidades aledañas, sino que aprovechando un titubeo de las autoridades federales, contra las que ha perdido todas las batallas jurídicas, arrasara con una superficie de un millón de metros cuadrados y causara la muerte de una población de bisnagas, órganos y garambullos, entre las que había numerosas cactáceas con 200 y 300 años de antigüedad, cuya pérdida representa un ecocidio.

Desde el inicio del proceso y ante la magnitud de la agresión, los cerranos dieron la voz de alarma en la capital del estado y pronto, a sugerencia de los representantes locales del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), formaron el Patronato Pro Defensa del Patrimonio Cultural e Histórico del Municipio del Cerro de San Pedro AC, que tuvo la virtud de procurar y obtener la solidaridad de otras organizaciones, como la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, los sindicatos de Teléfonos de México y General Tire y muchos grupos ecologistas de Canadá y Estados Unidos, para fundar más tarde la Alianza Opositora a Minera San Xavier, que en 2003 se convirtió en Frente Amplio Opositor.

Las sábanas del gobernador

En el curso de esta lucha se extinguió la negra noche del priísmo, llegó el "gobierno del cambio", encabezado por Vicente Fox, que no iba a cambiar nada, y el despropósito de la Minera San Xavier conservó el apoyo pleno de la Presidencia de la República, de lo que ahora se llama Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y del gobernador potosino en turno, hasta hace año y medio Fernando Silva Nieto, y ahora el neopanista Marcelo de los Santos, contador público que llevó los libros de la empresa desde 1996 hasta que asumió el poder en noviembre de 2003, hombre que está dispuesto a impulsar la contaminación con cianuro de los mantos freáticos de la ciudad de San Luis Potosí, la polución constante del aire con el polvo de los explosivos y las explosiones, así como el derrumbe de un sinfín de edificios históricos, declarados monumentos nacionales por el INAH, que de milagro se mantienen en pie en las apretadas callejuelas de Cerro de San Pedro, donde abundan las casas particulares que desde el siglo xvii fueron repujadas dentro de las cuevas naturales, donde antes de la invasión europea moraban ocasionalmente los grupos nómadas de la nación chichimeca.

Resuelto a declararle la guerra al ambiente, De los Santos, paradojas de la vida, es también el jefe de una familia obsesionada por la limpieza, que vive en una mansión donde sus finas camisas tienen que ser lavadas a mano y las sábanas en que duerme deben ser cambiadas dos veces por semana "cuando son blancas", según testimonios recogidos por este reportero entre Esmeralda, Concepción, Guadalupe y Cristina, las cuatro ex empleadas de la residencia oficial quienes el 1º de abril pasado, y al igual que el chofer Lázaro, fueron despedidas porque exigieron su derecho a sindicalizarse, otro tema sobre el que también regresará esta crónica.

La firma impulsora del proyecto nunca ha extraído metal; vive del lucro accionario

 

Minera San Xavier, un negocio ''eminentemente especulativo''

Sistemático acoso del gobernador De los Santos a las agrupaciones opuestas a sus planes

JAIME AVILES ENVIADO

 

El ingeniero Mario Martínez Ramos explica el proceso de lixiviación del oro y la plata, con el cerro y el templo de San Pedro al fondo FOTO Mauricio Palos Gutiérrez

 

San Luis Potosí, SLP, 26 de mayo. Minera San Xavier, empresa que se ostenta como ciento por ciento "mexicana" -de lo que no existe evidencia alguna-, es subsidiaria de la firma canadiense Metallica Resources Inc., inscrita en las bolsas de valores de Toronto y de Nueva York, pero de acuerdo con la agencia Reuters, "desde que fue constituida, en 1977, jamás ha producido un solo gramo de mineral en ningún lugar del mundo".

 

Es un negocio ''eminentemente especulativo'', afirma el ambientalista Mario Martínez Ramos, integrante del Frente Amplio Opositor (FAO) que desde 1997 ha luchado para impedir la demolición del Cerro de San Pedro y la consiguiente catástrofe ecológica para el valle donde se asienta la capital de San Luis Potosí. ''El ejemplo más reciente (de que no se trata de un proyecto productivo) es que el 15 de octubre del año pasado, al rendir su primer informe de labores ante el Congreso del estado, (el gobernador) Marcelo de los Santos anunció que la Secretaría de la Defensa Nacional acababa de otorgarle el permiso de uso de explosivos a la empresa. Al día siguiente, las acciones de Metallica Resources en Toronto y Nueva York subieron 16 por ciento".

 

''De eso viven'', agrega el ingeniero Martínez. ''Suben las acciones, las venden carísimas, toman las utilidades y las desinflan para volver a comprarlas. En el caso que menciono, la Defensa efectivamente les concedió el permiso y la minera usó los explosivos para dinamitar un millón de metros cuadrados destruyendo miles de cactáceas protegidas. Pero cuando nosotros contratacamos jurídicamente, demandando por desacato al general Clemente Ricardo Vega García, quien firmó el permiso de explosivos, la Secretaría de la Defensa reaccionó cancelándolo el 24 de diciembre y con eso las acciones de Metallica Resources volvieron a caer."

Al igual que los abogados Carlos Covarrubias y Enrique Rivera, y muchos activistas más pertenecientes al FAO, el ingeniero Martínez Ramos, quien nació en Cerro de San Pedro y es descendiente de una familia de antiguo abolengo en esa población, está en la lista de "enemigos favoritos" del gobernador De los Santos, cuyo aparato de "procuración de justicia" se ha dedicado a crear las condiciones apropiadas para encarcelarlo.

''Aquí en San Luis Potosí, gritar consignas de protesta contra el gobernador se llama 'ultraje a la autoridad'. Si lo haces en compañía de otras personas se llama 'asociación delictuosa'. Y si a esto te agregan, basándose en puros rumores, la acusación de 'robo calificado', la represión política se disfraza de combate a la delincuencia", expone didácticamente el abogado Carlos Covarrubias Rendón, para ilustrar cómo han sido puestos detrás de las rejas los principales dirigentes del Frente Campesino de Lucha por la Tierra, el Frente Ciudadano Salvador Nava Martínez, el grupo La Concepción de Ciudad Valles y la Coordinadora del Movimiento Amplio Popular, que luchan por causas sociales.

Aporta el abogado Enrique Rivera:

"A las organizaciones agrarias, que se oponen a los grandes proyectos del gobernador, les tienen detenidos a los líderes para que las bases se concentren en defenderlos, perdiendo el tiempo en juicios interminables, con lo que se colocan a la defensiva. Pero en el caso del Cerro de San Pedro la represión que intentan lanzar contra nosotros parece más bien una venganza, porque hemos derrotado a la Minera San Xavier en todos los frentes jurídicos y confiamos en que esto no variará hasta que (la empresa) se vaya de San Luis, no sabemos cuándo".

La directora del colegio

Un grito parte en dos el silencio matutino de la Plaza de los Fundadores, en el centro de esta ciudad, hendido por los pregones de don Rodolfo Banda Cruz, decano de los voceadores potosinos, ex jefe de circulación del periódico El Ciudadano que dirigiera aquí José Alba, y máximo promotor callejero de la versión local de La Jornada:

-¡Marcelo de los Santos reprime a la prensa libre! ¡Mitin de protesta en la Plaza de Armas! ¡Lea el discurso de La Chaneca!

Se refiere, claro está, al acto público del martes 17 de mayo, en el que participaron Berta Maldonado, Bulmaro Castellanos Magú, Julio Hernández López y otros periodistas, así como Gabino Palomares, quien tres décadas después sigue siendo el cantor de nuestros días. Pero, acucioso e incansable, el voceador comenta ahora un artículo impreso en páginas interiores, relativo al diputado del PAN que formó parte de la sección instructora de la Cámara de Diputados y votó por el desafuero de Andrés Manuel López Obrador:

-Conozca quién es Alvaro Elías Loredo, ¡el potosino que vendió su alma al diablo!

El hombre recita las noticias a todo pulmón detrás del cuarteto que formamos don Carlos López, veterano activista de las luchas ciudadanas en la entidad; el ingeniero Martínez Ramos, la señora esposa del voceador y este reportero, caminando que vamos por la calle de San Francisco hasta el vehículo en que viajaremos hasta el Cerro de San Pedro. Cuando la camioneta sale de la ciudad, el pintoresco voceador alude a las dos puntas de su historia en este oficio.

-Llevo 50 años en el periodismo -asegura con sencillez-, pero nunca me había topado con un energúmeno como el presidente municipal de San Nicolás Tolentino, don José Asunción Pérez, del PAN, que me amenazó con golpearme por vocear que le echó a perder un pozo profundo a su cuñado por venganza.

La charla da un giro y toma el derrotero de las barbaridades panistas que ha habido en el gobierno de De los Santos, entre las cuales destaca, y por mucho, la que se anotó la esposa de Francisco Antonio Rubín de Celis, titular, nada menos, de la Secretaría de Educación local.

-La señora es dueña del exclusivo Colegio del Real y expulsó a una niña porque sus papás se divorciaron, dizque para que no diera mal ejemplo a sus compañeritas. Y no conforme con eso, la boletinó para que no la admitieran en otros colegios de riquillos, como el Motolinia, el Sagrado Corazón y el Potosino.

36 millones de años

Todo yacimiento mineral, rico en metales preciosos como el oro y la plata, fue en su juventud un cono volcánico. El Cerro de San Andrés ''hace 36 millones de años hizo erupción y la lava que no fue liberada se convirtió, a través de un proceso de siglos, en lo que dio origen a la riqueza de esta región'', cuenta el ingeniero Martínez Ramos.

Estamos en el atrio del templo de San Pedro Apóstol, que data del siglo XVII, y hacia arriba el horizonte es una mole de roca volcánica, tierra opaca y manchones grises, perforada por grandes agujeros, bocas que fueron de minas inmensas como La Victoria, 5 de Mayo, El Charape y otras. En 1590 este lugar era el escondite natural de las tribus chichimecas que llevaban 40 años guerreando con los españoles en el desierto entre Saltillo y Querétaro, a lo largo del famoso camino de la abundante plata que brotaba a chorros de las montañas de Zacatecas. Pero aquí, en el Cerro de San Pedro, que adquirió ese nombre porque lo descubrieron los españoles Pedro de Anda, Pedro Benito, Pedro Caldera y Pedro Arizmendi, se refugiaban los guachichiles (cabezas de pájaro rojo), una de cuyas mujeres era madre del capitán mestizo Miguel Caldera, que por su naturaleza bicultural y bilingüe estaba logrando la pacificación de estas comarcas.

En 1592, cuando terminaron las hostilidades, los conquistadores iniciaron la explotación de las cuevas, que se prolongaría hasta nuestros tiempos. En 1928, el cerro fue concesionado a la American Smelting Company, que exprimió las vetas hasta 1948, en que se "secaron" las minas, y los habitantes, que se quedaron a la espera de mejores tiempos, terminaron vendiendo los cables del teléfono y las tuberías del drenaje y el agua potable para subsistir, mientras 60 gambusinos arañaban las últimas migas de oro y de plata.

En ese olvido permanecía el pueblo fantasma cuando, en 1996, auspiciada por Ernesto Zedillo y la "ambientalista" oficial, Julia Carabias, irrumpió la Metallica Resources Inc, y detrás de ésta la Minera San Xavier, con el desquiciado propósito de dinamitar el cerro, borrarlo del mapa y separar sus componentes bajo una mezcla de agua y cianuro, un disparate sobre el cual una vez más regresará esta crónica.

 

Desvía De los Santos a la tv dinero para infraestructura

El Programa de Acciones en SLP, "caja chica" del gobernador panista

JAIME AVILES ENVIADO

San Luis Potosí, SLP, 27 de mayo. Para adquirir en Televisa los derechos de la Semana de la Comunicación 2005 (con el ultraconservador ex presidente del gobierno español José María Aznar incluido en el paquete), el gobernador neopanista de San Luis Potosí, Marcelo de los Santos Fraga, desvió alrededor de 30 millones de pesos del Programa de Acciones Concertadas, destinado exclusivamente a la construcción de obras de infraestructura.

Para que esta ciudad fuese la sede del concurso Nuestra Belleza México, otro producto comercial de Televisa, recurrió al mismo expediente, invocando el pretexto del "fomento al turismo", sin atender las denuncias del diputado Eduardo Martínez Benavente de que el Programa de Acciones Concertadas es la caja chica del Ejecutivo local para pagar los servicios de organizaciones sociales "amigas", como Antorcha Campesina, grupo de choque contra la oposición.

Para colocar a la entidad que administra en el primer plano del panorama deportivo nacional, De los Santos remodeló el estadio 20 de Noviembre a un costo aparente de 14 millones de pesos, que en realidad podría ascender al doble, y en un acto de nepotismo encubierto logró que su hijo Marcelo de los Santos Anaya fuese nombrado presidente del equipo Tuneros, que desde el año pasado compite en la Liga Mexicana de Beisbol ocupando con asiduidad un lugar en el sótano de la tabla.

Lo extravagante de este caso fue el argumento que De los Santos invocó para no licitar la concesión de las obras remodeladoras, que le fueron asignadas a la constructora GECSA, de la familia Johnson. De acuerdo con el informe que el 31 de enero de 2004 publicó el Periódico Oficial del Estado, la decisión se tomó para "evitar la alteración del orden social por parte de los aficionados al beisbol y de la población en general" si por causa del papeleo burocrático se retrasara el remozamiento del estadio, y eso dejara a Tuneros fuera de la temporada que estaba por comenzar, expectativa que en realidad no le quitaba el sueño ni impacientaba a nadie.

Ternura navideña

Pero de todas las medidas que tomó De los Santos para "mejorar" la imagen del estado, ninguna fue tan visionaria como la que dictó la mañana del 25 de diciembre pasado, cuando mandó desalojar por la fuerza a los vendedores de alimañas del desierto, que se encuentran hace muchas décadas a la orilla de la carretera que va de San Luis Potosí a Matehuala, a la altura del kilómetro 80, donde se asienta el ejido Charco Cercado.

La señora Higinia Maldonado López, los ojos claros, roja y dura la agrietada piel de los pómulos, hablando con labios secos y pocos dientes, cubierta de harapos de la cabeza a los pies, aún recuerda la inesperada visita de las camionetas blancas y de los hombres que repartiendo empellones comenzaron a empacar las víboras y los pájaros y los cactos en venta, acatando la doctrina social del gobernador para quien "eso no es pobreza, es espectáculo".

-Nomás vimos que nos estaban robado y nos fuimos encima de ellos. ¡De aquí no salen, desgraciados!, les gritaba yo, tapándoles el camino con mi cuerpo...

Otros vendedores bloquearon la carretera, amenazando con crear un conflicto mayor, y desde la casa de gobierno, en la colonia Lomas de San Luis, llegó la instrucción de dejarlos tranquilos y devolverles sus cosas. A doña Higinia, sin embargo, lo que más le duele es que a mediados de 2003 De los Santos, personalmente, le prometió ayuda. Claro, el hombre estaba en plena campaña electoral, todavía no declaraba que los habitantes de Charco Cercado prefieren "teatralizar" su miseria porque eso les deja más que el trabajo en el campo.

-Ese hombre para acá ya no vuelve, porque sabe que lo agarramos y lo sentamos en una espinera como esa...

-La mano de la indignada mujer apunta a una inmensa y redonda bisnaga, salpicada de gruesas espinas en forma de estrella, que debe tener entre 200 y 300 años de edad y que, según doña Higinia, vale 100 pesos, como casi todas las mercancías de su negocio.

Desde el fondo de una estrecha jaula de alambre oxidado, con los delgados barrotes torcidos por las abolladuras, miran fijamente los ojos amarillos de un búho que todavía no termina de emplumarse; una liviana pelusa le recubre la panza y el buche, mientras que en torno de sus garras, que ya muestran filos prominentes, hay cabecitas de ratones negros que le han servido de almuerzo.

-¿Cuánto vale este pájaro?

Doña Higinia informa con desdén:

-350...

Aves de pico amarillo

Otra mujer, de cutis un poco más saludable -no se adivinan en el rostro manchas que podrían ser cancerígenas-, se acerca con una cajita de la que extrae un ave del tamaño de un bolillo.

-Esta es águila -dice y tasa, respondiendo a mi curiosidad-: 250 pesos.

-¿Y éstos que son? -pregunto en cuclillas frente a una más de estas calamitosas jaulas en la que cuatro aves de pico amarillo se amontonan y aletean sobre costras de excremento, azules las patas, moradas las cuencas de los ojos, gris, todavía sin pluma, duro como una pelota de golf el prominente buche.

-Halcones -dice la nieta de doña Higinia, una muchachita de 16 años, calzada con zapatos de plástico y un deshilachado vestido de ciudad, que no deja de coquetearle al fotógrafo, para el cual sacará un ejemplar y lo hará posar ante su cámara como un muñeco, insistiendo en que el muchacho se lo compre por el mismo precio que el búho: 350 pesos.

Las jaulas forman una torre lamentable a la vera de un palo muy alto, de cuya punta cuelga un mecate de cinco metros de largo que va hasta la punta de otro palo igual de alto. Del mecate penden muchos frascos de vidrio, llenos de una sustancia amarilla, que parecen análisis clínicos de orina, pero en realidad contienen grasa de víbora de cascabel. Y amarradas, flotando verticales entre los potes, hay por lo menos dos docenas de víboras de cascabel, abiertas en canal y secadas con sal y humo, que en la cola conservan los numerosos anillos que delatan su prolongada y venenosa existencia.

-¿Cuánto? -digo apuntándoles con la pluma atómica.

-Cien pesos la que quieras...

-¿Y el aceite?

-Cien pesos...

-¿Y las plantitas?

-Cien pesos...

-¿Y las bisnagas?

-Todo a cien pesos...

Sedientos

Una troca repleta de extraterrestres -hombres, mujeres y niños con el rostro quemado de insolación y trapos de todos colores en torno de la cabeza y del cuerpo- sale de la carretera y se detiene ante el puesto de doña Higinia. El chofer levanta la tapa del motor y le echa agua con una botella de plástico, después de susurrarle algo a la anciana. Esta camina, seguida por mí, hasta la parte posterior del vehículo donde, por la cara externa de la caja de carga, cuelga una víbora de panza blanca y piel tibia, el fundillo hinchado y sucio de caca y una mancha roja donde tuvo la cabeza.

-¿A cómo? -pregunta la vieja.

Uno de los hombres que atestan la camioneta, parado y asido a un tubo del que se aferran muchas manos, lanza una oferta.

-Cincuenta pesitos, doña -dice con humildad.

-Veinte -replica la vendedora que se niega a comprar.

-Cuarenta -rebaja el de arriba.

-No -la mujer se retira, segura de sí, agitando la mano con desánimo.

-¿De dónde vienen? -pregunto.

-De San Juan Sin Agua -contestan los sedientos.

Ellos son la prueba de que el gobernador tiene razón. Habla Fausto, un muchacho de 15 años, que está a punto de terminar la preparatoria (de sólo dos años) en el ejido El Huizache, donde la escuela se llama "José Feliciano Torres Peláez", que es también el nombre del comandante de la Policía Federal Preventiva que la fundó y la dirige.

-Venimos de pizcar tomate -dice Fausto-. Trabajamos de las ocho de la mañana a las cuatro de la tarde y nos pagan 80 pesos al día, pero no nos dan de comer. El año pasado nos daban 50 pesos y un taco.

-¿Y qué es mejor?

-Irse a Estados Unidos...

Acusa ONG al gobierno de Marcelo de los Santos de tolerar delitos de Minera San Xavier

En aumento, prostitución, venta de drogas y falta de apoyo al agro en San Luis Potosí

Señalan que el gobernador "tiene a su hijo trabajando como contador" de esa empresa

JAIME AVILES ENVIADO

San Luis Potosí, SLP, 28 de mayo. Don Macedonio Moreno, anciano ejidatario del municipio de Guadalcazar, también está molesto con Marcelo de los Santos. Seis meses atrás, él y su esposa recibieron en su casa de Charco Cercado la visita de una trabajadora social y poco después una camioneta del gobierno del estado les dejó una estufa de gas, que no duró mucho tiempo. A las pocas semanas, "cuando mi viejita murió, regresaron por el aparato, y dijeron que si me iba a vivir con mis hijas a La Terquedad, me lo devolvían. Yo les dije que no, yo aquí estoy bien; para mí se la clavaron esos ladrones".

Charco Cercado recibió sus títulos agrarios en 1925, pero no fue capaz de retener a sus ejidatarios, que en su gran mayoría emigraron a Estados Unidos. Hoy no tiene 300 habitantes; muchos trabajan en la pizca del tomate; otros siembran sus tierras que, dice don Macedonio, "nomás dan maicito: el frijol crece alto, pero no echa vaina", y algunos más se acogen al programa de reforestación del semidesierto, que les paga 150 pesos semanales por plantar nopal de hoja lisa.

-¿Y usted por qué no se mete a eso?

Don Macedonio habla con calma, aprovechando la plática al final de la tarde para desgranar algunas de las numerosas mazorcas que guarda en cubetas y costales junto a la cama matrimonial de la única habitación de su casa de viudo.

-Yo prefiero trabajar mi labor; a los del nopal primero los llevan a tomar clases y todos se duermen de tanto que les explican...

Blanca pero sucia, como percudida; seca pero dura, invadida por los pescuezos de las palmas reales, con sus penachos rubios que se comen como el huazontle en esta época del año, la tierra del altiplano potosino se extiende entre dos cadenas montañosas a lo largo de la carretera que avanza rumbo a la frontera norte del país. Pero 60 o 70 kilómetros más adelante, allí donde principia el tramo que va de Matehuala a Saltillo, los merenderos donde se detienen a comer los traileros se han transformado en expendios de drogas lícitas e ilícitas -anfetaminas para no dormirse, mariguana y coca para la recreación-, y todos los indicios sugieren que se trata de un negocio de la policía estatal que ha motivado la presencia del Ejército.

En la capital del estado, mientras tanto, según datos del Frente Amplio Opositor (FAO), el número de pandillas ha crecido de 140 a 400, el robo de autos se ha duplicado, pasando de dos a cuatro cada día, y el consumo de cocaína, ácidos y metanfetaminas se ha elevado exponencialmente entre los jóvenes, creando una situación nueva que puede provocar desagradables sorpresas, como ocurre, desde hace un tiempo relativamente breve, en la mancha urbana de Monterrey, ahora poseída por el frenesí de la narcoviolencia.

"Negocio" de lujo

Pero aquí, donde bajo los auspicios de las autoridades neopanistas se ha producido un auge de la prostitución de lujo, con sexoservidoras procedentes sobre todo de Argentina, Ucrania y Hungría, que pululan por los salones de table-dance de la periferia de la ciudad, cobrando tarifas internacionales -de 200 a 400 dólares por encuentro- que superan con mucho el poder adquisitivo de los sectores medios de la población, el desempleo, como en el resto de la entidad, es "inferior a la media nacional", lo que de todos modos no impide que San Luis Potosí sea, después de Zacatecas, Michoacán, Oaxaca y Puebla, el quinto proveedor de mano de obra o "expulsor de fuerza de trabajo" a Estados Unidos.

"Hay problemas que no están detectados precisamente", afirma el ingeniero Mario Martínez Ramos, en las oficinas del FAO, sitas en el corazón del barrio de San Sebastián donde, cuando se pacificó esta región a finales del siglo XVI, se alojaron los grupos guachichiles, habitantes originales del desierto. "Por ejemplo, en el campo no hay control sobre los trabajadores que vuelven de Estados Unidos infectados de sida y contagian a sus compañeras; tampoco hay estudios que expliquen por qué se ha incrementado casi en 50 por ciento la muerte por cáncer. Y es lógico, al gobierno sólo le importa la riqueza rápida y fácil, por eso han tolerado que la Minera San Xavier haya cometido tantos delitos en el Cerro de San Pedro, sin haber recibido hasta ahora el menor castigo", dice el ambientalista mostrándome un expediente.

Leo: "Compra de terrenos municipales y fincas abandonadas mediante contratos fraudulentos; firma de contratos de arrendamiento de tierras del ejido de Cerro de San Pedro con falsos ejidatarios; destrucción de edificios clasificados como históricos por el INAH con base en esos documentos espurios; muerte de cientos de cactáceas clasificadas como protegidas en peligro de extinción; compra fraudulenta de dos manantiales, motivo por el cual huyó de México William C. Dodge, ex gerente de la minera; cierre de caminos vecinales que por más de 400 años fueron usados por los pobladores de La Zapatilla, Cuesta de Campa, Portezuelo y Cerro de San Pedro; invasión de terrenos nacionales, al apropiarse de 318 hectáreas que abarcan el derecho de vía del ferrocarril Potosí-Rioverde; instalación de una malla ciclónica que envuelve el poblado por el norte, oriente y poniente, dándole el aspecto de un campo de concentración e impidiendo el libre tránsito de las personas".

Don Mario añade:

-Minera San Xavier presume de que ha dado 4 mil consultas médicas con el apoyo del doctor Pedro Ramos Gómez, que se ostenta como "médico general", cuando su cédula profesional, la número 0160542, lo avala como dentista.  Y cerrando el expediente, que se sabe de memoria, como que él mismo lo recopiló, menciona que además la empresa tiene pendientes juicios por fraude, despojo, asociación delictuosa, falsedad en declaraciones y alteración de los permisos de uso de suelo, y concluye: "Lo escandaloso es que nada de esto le inquieta ni le preocupa a Marcelo de los Santos; para eso tiene a su propio hijo trabajando como contador de la minera. ¿Qué podemos esperar de un gobernante así?"

Retrato de una primera dama "muy buena gente"

La esposa del gobernador de SLP metía mano a sueldos oficiales de empleados domésticos

JAIME AVILES ENVIADO

San Luis Potosí, SLP, 29 de mayo. Para doña Guillermina Anaya, esposa de don Marcelo de los Santos Fraga, la residencia oficial del gobernador del estado es "una casa normal" donde los empleados "no toman vacaciones", pero como ella es "tan buena gente" ofreció darles cinco días de descanso pagado cada año, al mismo tiempo que metía la mano en los sobres oficiales del salario de sus domésticas y asignaba a cada quien lo que ella consideraba justo.

Sin embargo, cuando las cuatro mujeres decidieron afiliarse al Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores del Gobierno del Estado, porque deseaban obtener las prestaciones que señala al respecto la ley, doña Guillermina y su cónyuge las despidieron por "malagradecidas", adjetivo al que hicieron también acreedor a un chofer que "una vez desbieló una camioneta y no le cobramos nada", como recordó el mandatario en recientes declaraciones de prensa.

La Jornada habló con Esmeralda Torres, planchadora; Concepción Rodríguez, cocinera; Cristina Rosas y Guadalupe Hernández, recamareras, y Lázaro Silva, chofer, quienes desde el primero de abril están en pie de lucha, acampando ante el palacio de Gobierno, la casa de Gobierno y el rancho de Vicente Fox, con una sola exigencia: que los reinstalen en sus puestos. He aquí sus testimonios.

Retrato de familia

Morena de ojos grandes, cabellera negra, mente rápida, ideas claras y canas prematuras, Esmeralda Torres, madre de un bebé de brazos, permanece en una carpa frente a la puerta del palacio donde despacha su ex patrón.

-Yo estuve con ellos ocho meses en la casa particular y año y medio en la casa de gobierno, pero mi mamá les trabajó 17 años. Mi mamá iba todos los días, pero los sábados se quedaba muy tarde porque cocinaba y les servía a los que llegaban a comer. Nunca llevaban amigos, no era una familia de mucha vida social. Yo entré en abril de 2003, cuando mi mamá se salió, cansada porque le pedía favores a la señora, un préstamo pues, y ella ni le contestaba y, como mi mamá ya estaba vieja, se enojó y se salió.

-¿Ellos cuántos son?

-Ellos son ellos dos, el señor y la señora, y siete hijos, cuatros mujeres y tres hombres, pero ahorita sólo viven con ellos dos solteros y un niño, hijo de una muchacha que es madre soltera. La mayor es Guille, como la señora; luego Marcelo, como el señor; después vienen Cecilia, Claudia, Carlos, Alejandra, la mamá del niño y Fernando, pero Carlos se va a casar en agosto. Yo entré porque mi mamá tenía una amiga que vendía productos de belleza que dejó pendientes con la señora; entonces yo fui a recogerlos, nada más fui a eso. Vente, me dijo la señora, y me fui a trabajar con ella, aparte ya nos conocían.

-¿Se les subieron los humos cuando don Marcelo ganó las elecciones?

-No, seguían siendo iguales. Eran sencillos, sólo el carácter lo tienen prepotente, lo que ellos dicen así es; la señora al momento de platicar con nosotros como que la calla a una, no le da chance de decirle nada. Y cuando se fueron a la otra casa se puso más estricta.

-¿Cómo era tu trabajo?

-Yo les trabajaba igual que mi mamá, de entrada por salida; entraba a las 9 de la mañana y salía a las 12, una de la tarde, y los sábados me quedaba hasta 7, 8 de la noche. Pero cuando nos mudaron (a la casa de gobierno), la señora me pidió que cubriera el horario de las ocho horas, que porque nos iban a pagar con tarjeta y más sueldo. Entonces me daban 600 por semana, que era el sueldo de mi mamá, y los sábados empecé a entrar a las 12 y salir a las 7 de la noche.

-¿Te aumentaron el sueldo, como te habían prometido?

-Cuando ganaron las elecciones, pero todavía vivían en la casa particular, a la señora le llegaban los sobres de la nómina de nosotras, se los mandaba doña Cora (Cora Elena Rangel Montes), la administradora de la Casa de Gobierno, pero no nos daban copia, no nos dejaba ver cuánto nos tocaba de sueldo; ella sacaba el dinero y nos daba lo de siempre. Y cuando nos mudaron (a la residencia oficial) duramos dos meses con el mismo sueldo: mil 200 por quincena. Entonces yo le recordé a la señora lo que me había dicho y me subió a 900 por semana y me aplicó el turno de ocho horas. Luego ya nos informaron que ése no era el sueldo que nos correspondía como empleadas de gobierno, que eran 2 mil 400 a la quincena. Incluso una compañera le decía: "¿No nos va a subir?" Y ella decía: "Ya les estoy dando bastante".

Esmeralda recuerda con molestia:

-Sí, pero (en la Casa de Gobierno) mi trabajo aumentó: yo hacía el asador, el cuarto de máquinas, la oficina de la administradora, el cuarto de lavado y un patio, aparte de lavar y planchar. Porque yo lavaba a mano y a máquina: toda la ropa de la señora a mano, y a mano todas las camisas del señor, y cuando me quedaba los sábados hasta muy tarde, ya que la cocinera se iba a medio día, también tenía que darles de comer. Hasta eso, ellos comían normal, nada sofisticado.

¿Bocoles? Jamás

María Concepción Rodríguez Capuchino, cocinera de oficio, es la más campesina de las cuatro mujeres despedidas. Y va directo al grano.

-Yo duré con ellos cuatro años y medio en la casa particular, y año y medio en la Casa de Gobierno. Me tocaba hacer la comida y la cocina y el despacho del señor y un salón donde se reunían los viernes con sus hijos, nunca con amigos. Ese era mi trabajo. Me quedaba a dormir toda la semana, salía el sábado a las 3 de la tarde y regresaba al lunes a las 9 y media, porque soy de Villa Arriaga, del rancho San Luis Gonzaga, a dos horas de aquí; allá están mis papás.

-¿Cómo eran contigo?

-El no era disgustado para comer; de hecho nunca tuve trato directo con él, sólo con la señora. Cuando ganaron nos dijeron que nos iban a traer a la Casa de Gobierno y así fue. Hacía la comida, el antecomedor, el pasillo, la frutería, que es un cuarto donde hay refrigeradores y repisas para toda la verdura.

-¿Cuál era su guiso favorito?

-No, nada. Pura comida sencilla.

-¿No pedían manchamanteles, guisado de boda, cosas potosinas, bocoles?

-Nada de eso; nomás sopita de fideos, albóndigas, carnita asada...

-¿Y bocoles?

-Bocoles, jamás.

Una casa normal

Continúa Esmeralda:

-Yo no me atrevía a pedirle más a la señora y doña Cora decía que no nos podía subir porque no estábamos en el contrato colectivo. Pero trabajábamos todos los días festivos y nos pagaban lo mismo, y cuando ayudábamos en eventos tampoco nos daban extra, siempre cobrábamos nada más lo de la quincena. Cuando la cocinera empezó a pedir vacaciones, doña Cora se lo contó a la señora Guillermina y ella nos reunió y nos dijo que en ninguna casa se daban vacaciones y que ésa era una casa normal, pero como ella era tan buena gente nos iba a dar cinco días por año pagados. A mí no me los dio porque estaba embarazada y, cuando le pedí vacaciones antes de parir, me dijo pero cómo, si ya te vas a ir a descansar dos meses, me dijo, dos meses, cuando por ley son tres meses, 40 días antes y 40 días después.

De campaña en campaña

Guadalupe Hernández Hernández también es morena, pero finita, de manos pequeñas y huesos frágiles, madre de un niño en edad prescolar, que pasa las noches con ella en una mínima tienda de campaña a la puerta de la residencia oficial del gobernador.

-Yo conocí a don Marcelo en su campaña, porque estuve trabajando con él en su casa de campaña desde la precampaña. Cuando ganó las elecciones fui con una persona a ver a su hija Alejandra y ella me recomendó y me pusieron de recamarera en la casa particular en noviembre de 2003. Era de entrada por salida, de 8 de la mañana a 4 de la tarde, y si tenían evento me quedaba más tarde, hasta las 6 o 7.

-¿Cuál era tu trabajo?

-Yo hacía de todo: en la cocina lavando trastes, arriba hacía cuatro recámaras y un gimnasio donde limpiaba la bicicleta y la caminadora del señor; limpiaba vidrios, pero ventanales, ¿eh?, no ventanitas. Cada día tenía que tender cinco camas y se cambiaban las sábanas dos veces por semana cuando eran blancas y cuando eran a colores una vez.

-¿Qué clase de gente es?

-Son personas sencillas, pero como todo el mundo tienen sus ratos de carácter. Yo no tenía mucha confianza con ellos. Llegaba a las 8 de la mañana cuando el señor se iba a trabajar y la señora también. La señora Alejandra se llevaba a su hijo a las 8 y media, entonces tampoco la veía. Son muy estrictos, quieren que todo esté muy limpio, me imagino que así los han de haber criado...

Una suposición sobre la cual, para terminar, mañana volverá esta crónica.

Penetra la trasnacional Manpower en oficinas del estado con ayuda del gobernador

"Estamos en lucha; no nos humillarán", dicen empleados de Marcelo de los Santos

JAIME AVILES ENVIADO

San Luis Potosí, 30 de mayo. Ex chofer, no del gobernador, no de la esposa del gobernador, sino de la casa del gobernador, mandadero motorizado en pocas palabras, Lázaro Silva Padrón, de 42 años de edad, nacido en Santa María del Río, hijo de campesinos, hombre muy retraído, no se siente culpable en absoluto por haber desbielado una camioneta del neopanista Marcelo de los Santos Fraga.

-Yo trabajé 18 años y medio en la casa particular -se refiere a la mansión de la familia De los Santos Anaya- y año y medio en la de Gobierno. Al principio lavaba los carros y arreglaba el jardín; era un jardín grande, bonito, con muchos arbolitos. Llegué para cubrir a un muchacho que se fue por ochos días de permiso pero nunca regresó. Yo me entendía con la señora, nunca hablaba con el señor. Cuando entré tenía 24 años, era soltero, sin novia; de manejar sabía poco.

Ahora, desde que fue despedido, al igual que sus compañeras, por tratar de afiliarse al Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores del Gobierno del Estado (Sittge, que encabeza la feminista Francisca Reséndiz), Lázaro protesta acampando frente al rancho de Vicente Fox en Guanajato, en compañía de la cocinera Conchita Rodríguez, pero es entrevistado en San Luis, ante la residencia oficial del Ejecutivo potosino, adonde ha venido a solidarizarse con las recamareras Cristina Rosas y Guadalupe Hernández.

-¿Y tú en qué trabajabas?

Lázaro emite una respuesta, que resulta sorprendente, luego de sacarle las palabras con tirabuzón.

-No era una sola cosa, o sea, como a usted que lo mandan a una cosa y se regresa a escribir, lo mandan a otra cosa y se regresa a escribir, así me regresaba yo al jardín. O sea que hacía un poco de jardín y un poco de mandados; que vete a comprar, que vete a pagar la luz. Entraba a las siete de la mañana y salía a las tres de la tarde, y el sábado me quedaba más tiempo. En 1995 me casé, pero no me dieron vacaciones ni nada; hoy tengo una niña de nueve años. Cuando se vinieron a la Casa de Gobierno me trajeron con ellos. Los problemas empezaron el 1º de abril (de 2005), cuando nos corrieron.

-El gobernador dice que desbielaste una camioneta y que no te la cobró, de puro buena gente.

-¿Y por qué me la iba a cobrar? La camioneta traía aceite, traía agua. Yo estaba trabajando...

Queríamos prestaciones

Pendiente de que su pequeño y travieso hijito no se baje del camellón de la avenida Sierra Nevada, frente a la mansión oficial de don Marcelo, la recamarera Cristina Rosas, para alivio del chofer que se muestra cada vez más tímido, entra al relevo, aunque no por mucho tiempo.

-Yo me contraté directamente aquí, en la Casa de Gobierno, como empleada de intendencia a finales de 2003 y me sindicalicé en abril de 2004. O sea que fui la primera del grupo que se atrevió. Pero no me dieron Seguro Social ni nada; fue hasta que quise ir a consulta que me di cuenta de que no (tenía ese derecho). Me lo dieron en agosto, y luego el pleito con la señora para mí fue igualito que para las demás y para Lázaro, ¿verdad, Lázaro?

Lázaro sonríe, asintiendo, pero Conchita Rodríguez, la cocinera, informa.

-Yo me afilié (al Sittge) porque no tenía las prestaciones que me tocaban. Nomás llené la solicitud en noviembre, el 8 de noviembre (de 2004), pero lo único que me dieron fue el Seguro Social. Por eso me quitaron el trabajo.

Añade la recamarera Lupita Hernández:

-Yo duré con ellos de enero de 2004 al 1º de abril de 2005, el día que nos corrió doña Guille. El problema surgió por el dichoso contrato.

-¿Cuál dichoso contrato?

Explica la planchadora, Esmeralda Torres, que acampa también ante el palacio de gobierno.

-Cuando la señora -se refiere a Guillermina Anaya, esposa de Marcelo de los Santos- se enteró de que estábamos en el sindicato, me llamó de su casa, me dijo que fuera a verla. Era el 14 de febrero (de 2005) y pensé que me iba a dar un regalito para mi bebé. Pero me dijo: '¿Que fuiste a decirle al sindicato que te debo vacaciones?' No, le dije, fui para ver lo de la guardería, pero ahí vieron que me faltan días de incapacidad, porque si me alivié el 3 de enero me tocaba volver hasta el 3 de marzo, pero doña Guille dijo que me tocaba regresar el 14 de febrero; estaba muy molesta, como celosa del sindicato.

"Como yo quería seguir trabajando con ella, dejé que me regañara. Me dijo: 'en el sindicato sólo aceptan personal de base y tú eres de confianza'. Yo le dije que estaba bien y me mandó con el chofer a mi casa porque ya era tarde, estaba haciendo frío y el bebé se podía resfriar. Y volví a trabajar el 3 de marzo.

-Pero entonces, ¿cuál fue el problema del dichoso contrato?

Planchas y te vas

Sentada de espaldas al edificio de granito y cantera que los españoles empezaron a construir en el siglo XVII y que los mestizos concluyeron a mediados del XX, Esmeralda abre aún más sus grandes ojos y recuerda.

-La señora nos despidió el 1º de abril. Ya estaban tramando algo. Doña Cora -se refiere a Cora Rangel Montes, administradora de la Casa de Gobierno- nos empezó a pedir papeles, sobre todo del Seguro Social...

-Tal vez lo hizo para buscar pruebas y acusarlas de algo -se le plantea.

Esmeralda no se detiene a pensar en ello.

-El 31 de marzo doña Cora nos pidió que firmáramos el contrato con Manpower -se refiere a la empresa que De los Santos introdujo ya en varias dependencias oficiales-, pero no quisimos. Y no quisimos porque el contrato era por 30 días y se firmaba cada mes. Esa noche, doña Cora y doña Guille estuvieron discutiendo, y al día siguiente doña Guille me habló muy amable para que le planchara su traje sastre que se iba a poner. Entonces doña Cora me ordenó que fuera a su oficina, que porque doña Guille quería decirme "unas palabritas".

"Y llegó doña Guille y nos dijo otra vez del contrato de Manpower, que era bueno y que esto y lo otro, y me veía y me traspasaba con los ojos, y me decía: 'tú, Esmeralda, si no estás a gusto, pues ya te puedes ir'. Y le dije: 'cómo no, usted dígame hasta cuándo vengo', y dijo: 'le voy a preguntar al oficial mayor -se refiere a Humberto Pichardo-, a ver qué razón me da'. Nos fuimos y a la media hora bajo y le pregunto a doña Cora: 'qué le dijo, pues', y dice: 'mira, sí, dice don Humberto que te vayas pero que termines tu quehacer', y como ese día me tocaba planchar, todavía alcé la ropa -la guardó en un clóset- y salimos juntas Lupita y yo.

"Ya después regresamos ahí, a la Casa de Gobierno, en marcha de protesta, y José María, el hijo de la señora Alejandra -se refiere a la hija menor del gobernador, que es madre soltera-, nos vio y nos dijo: 'ya ven, muchachas, las corrieron por irse al sindicato'. Es un niño muy despierto y muy bueno.

Lupita Hernández ratifica lo dicho por Esmeralda.

-La señora Cora me dijo que necesitaba firmar cada 30 días y yo dije que no. Ella dijo que eran órdenes del señor gobernador, y me dijo: 'Lupita, el señor cuando estaba en campaña no ofreció ningún puesto de trabajo, deberías estar agradecida'. Entonces dijo que iba a preguntarle al oficial mayor, y Esmeralda bajó y le dijo que nos fuéramos.

"Y luego a mí me dijo: 'vete con el representante del sindicato si quieres, pero acaba tu quehacer'. Terminé todo y me retiré como a las dos de la tarde; nos fuimos Esmeralda y yo. Desde ese día no nos han pagado un centavo."

Malagradecidas

Habla Francisca Reséndiz, secretaria general del Sittge:

-Manpower se dedica a la recontratación. No da prestaciones y le quita responsabilidades al patrón. Es trasnacional. Han afiliado a mucha gente, a todos los intendentes del palacio de gobierno y a empleados de varias secretarías, y los hacen trabajar de ocho a ocho sin pagar horas extras.

"Es una forma de debilitar a los sindicatos, pero el beneficio es para los directivos de Manpower, que aprovechan sus influencias para colocar a sus protegidos en puestos importantes."

-¿Qué pueden esperar del gobierno estas compañeras y el chofer?

-Don Marcelo me dijo: 'demándame y cuando me ganes, me amparo, y cuando me vuelvas a ganar, me amparo otra vez, y no me doblas, Francisca, porque esas muchachas son unas malagradecidas y no las vamos a reinstalar nunca. Mejor diles que cobren su liquidación...'

-¿Y cómo la ve?

-El grupo está muy unido. Ya Lázaro y Conchita se fueron a la huelga de hambre y los llevaron a fuerzas a un hospital; ahora están en el rancho del presidente Vicente Fox. A Esmeralda ya la desalojaron una vez y ahí sigue. Estamos en lucha, no vamos a permitir que nos humillen a nuestra gente. Esas cosas tienen que terminarse para siempre aquí en San Luis Potosí.