Los privilegios para los niños pueden ser una putada. Una putada gorda.
El privilegio de la educación que yo he tenido nunca podría haber sido tal si no es bien entendido, analizado y asumido. Creo que desde muy pequeño tuve la capacidad de pararme a ver, a escuchar y a querer entender las cosas. Solamente cuando conseguí mi zona autodidacta, pude entender profundamente todo lo que me había sucedido en los años de la infancia y de la adolescencia. Ejerciendo este flashback necesario para poder darle un arco de sentido a tu vida. Entonces dejas un poco de sentirte agobiado por todos esos privilegios que atan porque no encuentras la manera de compartirlos. Llega un momento en que los puedes compartir, regalar, explicar, contar a la gente. Si no hubiera comprendido con el tiempo, no me habría servido de nada esa información y me hubiese acomplejado, ofuscado, eclipsado.
Eclipsado entre mundos fuertes y antagónicos
Es que vivía en un mundo que era un choque de mundos. En mi casa además sucedían cosas que, probablemente, me han hecho demócrata, abierto y dialogante yo he visto sentados en la misma mesa a gentes de ideologías muy diferentes, de muy diferentes clases sociales. Intelectualmente opuestos y enfrentados. Y, sin embargo, con una complicidad por que tenían un punto de encuentro en la calidad humana. Me padre era obviamente un hombre derechas, muy de derechas, lo contrario de mi tío Domingo que era del partido comunista en el exilio, al contrario de Picasso y de mi madre y de toda la intelectualidad que acompañaba a mi madre.
Cuentan que el general Franco, tras verle en una corrida de toros, comentó a su padre que le habían llegado noticias de que en su familia había un comunista. "Está mal informado, mi general, hay varios", dicen que fue la respuesta de Luis Miguel Dominguín.¿Es cierta esa anécdota?
Sí, es verdad. Lo cierto es que a mi padre, como era uno de los personajes mimados de la época, Franco le permitió muchas bromas que no le permitía a nadie. Mi padre era un hombre con una inteligencia natural no sabía apenas escribir y, sin embargo, tenía una filosofía de la vida que le hacía brillar en cualquier tertulia de intelectuales. Probablemente porque aportaba esa gran sabiduría callejera, pero refinada por el trato con intelectuales. Eso le acercaba a lo que son las izquierdas, la intelectualidad, el pensamiento, lo que crea el progreso, todo lo más revolucionario. Él, por otro lado, tenía unas posturas, unas creencias distintas.
Y en la otra acera, tu madre
Mi madre era todo lo contrario. Ella venía de la primera generación de campesinos que después de la guerra se traslada a Milán. Una ciudad a la que conquista por su belleza y clase natural. Se hace la musa del neorrealismo o post-neorrealismo y se convierte en la novia de Italia. Es el momento de Visconti, Elsa Morante, Bolognini, Rosellini... Cuando Italia empieza a exportar una manera de entender la vida.
Vaya choque de trenes
Pues esas dos cosas, la derecha española y la intelectualidad italiana se juntaban en la misma mesa y convivían perfectamente. Eso yo lo he visto.
Tal vez porque el corazón y las ideas no van siempre parejos
Yo tengo grandísimos amigos que son del Barça (je je) y grandísimos amigos de derechas. Cuando era más joven y empecé mi actividad política, que era en el Partido Radical italiano, de la mano de Marco Panella y Emma Bonino, viví en casa de una mujer. Una abogada eminente y una de mis grandes maestras, que no podía ser más de derechas. Yo tenía pasión por esa mujer y los diálogos que teníamos eran siempre muy enfrentados pero muy constructivos. Esas cosas desgraciadamente no las ves en los parlamentos.
Tu padre y tu tío Domingo
Ese es otro ejemplo. Mi padre y su hermano se adoraban y mi tío conseguía que mi padre toreara para financiar revoluciones en sudamérica. Mi padre era consciente de lo que hacía. Y es que hay historias de vida que están muy por encima de las ideas.
¿Cómo ves tu generación pasados los 40 años?
Yo creo que somos los últimos románticos. La última generación que es capaz de pelear por una ideología. Porque las nuevas generaciones no son esclavas de las ideologías. Y creo que en parte está bien. Aunque a mí hace unos años me hubiera parecido una aberración pensar esto. Nosotros somos la última generación capaz de pelear por ideologías. De lanzarnos en misiones imposibles. Que hacemos de toda nuestra vida una ONG. Y los que no son así están muertos. Nos han tocado grandes conflictos, las drogas...
Teatro, cine, televisión, música, ¿el hombre renacentista o el hombre de los mass-media?
Ese es mi carácter realmente, el probar o picar de muchos platos. No concebiría tener una carrera solamente o hacer tan sólo música o cine o teatro. El hombre renacentista es un modelo que corresponde bastante a lo que es este fin de siglo y la entrada del siglo XXI. El hombre que, porque sus tiempos lo permiten junta el arte con la técnica y con la humanística. Todo se entrelaza y le sirve para cualquier profesión que tenga que desarrollar. En este momento se podría hablar de hombre multimedia porque, además de esto, se añaden otras artes como son los medios de comunicación y las nuevas tecnologías.
Suena el móvil. Es Joan Manuel Serrat que pregunta curioso por la repercusión de su actuación en "El séptimo de caballería". El programa, con estética cinematográfica y actuaciones en directo, está encantando a sus compañeros de oficio y a gran parte de la crítica y público. Ha tenido éxito la mezcla de cantantes y estilos, el mestizaje
La música es todo. Detesto el snobismo de aquellos que pretenden hacer todo a su gusto. Son una élite, una secta. Esos que dicen que solamente el rock es música. Esos que te cuentan que solamente el jazz es música. No acepto nada este tipo de comentarios. Dejar fuera el pop, la canción española, el folk, me parece que no es hablar de música.
¿La entrevista es más fácil con la complicidad del oficio?
Más difícil porque de entrada vienen relajadísimos. Saben que no se les va a poner entre la espada y la pared, no se les va a traicionar, que no se van a contar las historias de siempre. Se va a hablar de su trabajo, para empezar, cosa que en pocas entrevistas sucede. Ahora, cuando están en enorme confianza, hay momentos en los que yo tengo que desviarles porque son capaces de desnudarse tanto que se pondrían ellos solos en peligro. Ahí tengo que bandear las cosas y decir no, no, no. Esto lo sabemos tu y yo. Esto nos lo hemos contado en nuestras casas, pero no lo cuentes aquí. Y ese es el peligro mayor porque en la calentura del momento, en la confianza y en la complicidad, se pueden contar cosas íntimas de las que luego arrepentirse.
El programa ha sido muy bien recibido
Ha sido recibido como el maná porque date cuenta que lo que más le gusta a un músico es tocar y lo que más le gusta a un cantante es cantar. El sonido en vivo y el directo llevan a la emoción. Es lo que marca la diferencia con respecto a la perfección del soporte sonoro que, en todo caso, se utiliza solamente para oir. Los conciertos están llenos, a la gente le gusta ver y oir música en directo. Lo que pasa es que es muy complicado de hacer. Es mucho más cómodo y más rápido que llegues a una televisión, te pongan un play-back y cantes. Hace falta menos personal, menos maquinaria, menos de toso. En general, en la televisión, se han acostumbrado a no tener que complicarse la vida.
Y en el futuro ¿no te ves contando tus propias historias?
Es inevitable pero tengo que encontrar el momento. Tengo un par de historias. Pero, como todo lo que me va a provocar una revolución interna, siempre encuentro la excusa para plantarme. Sé que tiene que llegar y sé que es inevitable. También que me va a venir muy bien y me va a cambiar la vida, pero siempre encuentro algo para aplazarlo. No lo elimino, lo aplazo.
¿Cómo sería el cine dirigido por Miguel Bosé?
Yo creo que contaría las cosas como realmente me gusta escucharlas. Sin grandes complicaciones. Mi idea está rodeada de cuentos de vida. Me gustan las pequeñas grandes emociones, las sutilezas. Yo he crecido amando el cine de los cuarenta y de los cincuenta, que es el gran cine...
Por cierto el otro día leí que en una encuesta te colocaban como el hombre más deseado. ¿Cómo se te queda el cuerpo cuando lo lees en el periódico?
Se me queda un buen cuerpo. A mí el juego del deseo me parece un juego muy sano. Dentro de la tendencia a la solemnidad que hay en todo lo que es la vida el deseo es un recreo.