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Max Weber

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Ética de la responsabilidad  

La ética de la responsabilidad (Verantwotungsethik) es la que el hombre de acción no puede dejar de adoptar. Impone ubicarse en una situación, considerar las consecuencias de las de­cisiones posibles, y tratar de introducir en la trama de los acon­tecimientos un acto que culminará en ciertos resultados o deter­minará ciertas consecuencias que deseamos. La ética de la res­ponsabilidad interpreta la acción en términos de medio-finés. Si es necesario convencer a los oficiales de un ejército de que de­ben adoptar una política que no les agrada, se la explicará en un lenguaje que ellos no comprendan, o con fórmulas que toleran una interpretación rigurosamente contraria a la intención real del actor o al fin perseguido. Quizás en un momento dado resulte de todo ello cierta tensión entre el hombre de acción y los ejecutores; quizás estos experimenten la sensación de que fueron engañados, pero si tal fuese el único medio de alcanzar el fin perseguido, ¿se tiene derecho de condenar a quien ha engañado por el bien del Estado? Max Weber gustaba tomar como símbolo de la ética de la responsabilidad al ciudadano de Florencia que, según decía Maquiavelo, prefirió la grandeza de la ciudad antes que la salvación de su alma. El hombre de Estado acepta utilizar medios reprobados por la ética vulgar para realizar un objetivo supra-individual que es el bien de la colectividad. Max Weber no elo­gia al maquiavélico, y una ética de la responsabilidad no siem­pre es maquiavélica en el sentido vulgar del término. La ética de la responsabilidad es simplemente la que se preocupa de la efi­cacia y por lo tanto se define por la elección de medios adapta­dos al fin que se desea alcanzar. Max Weber agregaba que nadie llega a las últimas consecuencias de la moral de la responsabilidad, en el sentido en que ésta representaría la aceptación de cualquier medio, siempre que en último análisis fuese eficaz. Citaba a Maquiavelo y el sacrificio de la salvación del alma en beneficio de la grandeza de la ciudad, pero también citaba a Lutero y su fa­mosa fórmula ante la Dieta de Worms: Hier stehe ich; ich kann nicht anders; Gott helfe mir, Amen ("Aquí me detengo, no pue­do proceder de otro modo; Dios me ayude"). La moral de la ac­ción implica dos términos extremos, el pecado para salvar a la ciu­dad y, en las circunstancias extremas, la afirmación incondicional de una voluntad, sean cuales fueren las consecuencias.