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Émile Durkheim

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Teoría General de la Religión - Concepto de Religión  
Para Durkheim, la esencia de la religión es la división del mundo en fenómenos sacros y profanos. No es la creencia en un dios trascendente: hay religiones, aún superiores, sin dios. La mayoría de las escuelas del budismo no profesa la fe en un dios personal y trascendente. Tampoco la religión se define mediante las ideas de misterio o de lo sobrenatural, que sólo pueden ser tardías. En efecto, lo sobrenatural existe sólo en relación con lo natural, y para tener una idea clara de lo natural, es necesario pensar ya de mo­do positivo y científico. La idea de sobrenatural no puede ser an­terior a la idea, aún tardía, de un orden natural.

La categoría de lo religioso está constituida por la distinción bipartita del mundo entre lo profano y lo sacro. Lo sacro está formado por un conjunto de cosas, de creencias y de ritos. Cuando estas cosas sacras mantienen entre sí relaciones de coordinación y de subordinación, para formar un sistema de cierta unidad, que a su vez no corresponde a ningún otro sistema del mismo género, el conjunto de las creencias y los ritos correspondientes constituye una religión. La religión supone por lo tanto lo sacro, luego la organización de las creencias relativas a lo sacro, y finalmente los ritos o las prácticas que derivan más o menos lógica­mente de las creencias.

"Una religión es un sistema solidario de creencias y de prácticas relativas a las cosas sacras, es decir separadas, prohibidas, creencias y prácticas que unen en una misma comunidad moral denominada iglesia a todos los que adhieren a ellas" (Les Formes élémentaires de la vie religieuse, pág. 65).

Se agrega la idea de iglesia al concepto de lo sacro y al sistema de creencias para diferenciar la religión de la magia, que no implica necesariamente el consenso de los fieles en una iglesia.

En general, después de afirmar que la esencia de la religión está en lo sacro Durkheim no tiene mayor dificultad en señalar las deficiencias de la interpretación animista. En efecto, en rigor ésta puede explicar la creencia en un mundo de los espíritus; pero el mundo de los espíritus no es el mundo de lo sacro. Lo esencial, a saber lo sacro, permanece sin explicación. Ni las fuerzas naturales, ni los espíritus o las almas que flotan alrededor de los vivos son sacros por sí mismos. Sólo la sociedad es una reali­dad sagrada para sí misma. Pertenece al orden de la naturaleza, pero la sobrepasa. Es al mismo tiempo causa de los fenómenos religiosos y justificación de la distinción espontánea entre lo profano y lo sacro.

Durkheim opone así la verdadera esencia de la religión, que salva a su objeto, y las seudociencias que tienden a disolverlo.

El objetivo de la teoría de la religión de Durkheim es fundar la realidad del objeto de la fe sin admitir el contenido intelectual de las religiones tradicionales. Esta últimas están condenadas por el desarrollo del racionalismo científico, pero éste permite salvar lo que aparentemente destruye, mostrando que en defi­nitiva los hombres jamás adoraron otra cosa que su propia sociedad.

Durkheim pasa de la definición de la religión por lo sacro a la concepción según la cual no hay diferencia fundamental entre el totemismo y las religiones de salvación, y llega a sugerir que toda religión consiste en adorar a la sociedad.

La religión no es sólo el núcleo primitivo donde se originan, por vía de diferenciación, reglas morales y reglas religiosas en sentido estricto; es también el núcleo primitivo donde se origina el pensamiento científico.

La sociedad hacia la cual se dirige la adoración religiosa ya no es una realidad concreta, sino una realidad ideal que representa lo que hay de ideal y perfectamente realizado en la sociedad real. Pero en ese caso, la sociedad no justifica la idea de lo sacro; es la idea de lo sacro, conferida la espíritu humano, la que transfigura a la sociedad, del mismo modo que puede transformar cualquier realidad. Durkheim afirma que la sociedad crea religión cuando está en efervescencia. Se trata aquí simplemente de una circunstancia concreta. Se coloca a los individuos en un estado psíquico tal que sienten fuerzas impersonales, al mismo tiempo inmanentes y trascendentes, y esta interpretación de la religión se reduce a una explicación causal, de acuerdo con la cual la efervescencia social es favorable a la aparición de la religión. Pero nada queda de la idea de que la interpretación sociológica de la religión permite salvar el objeto de ésta, demostrando que el hombre adora lo que merece ser adorado. Y aún es un error hablar de la sociedad en singular, pues de acuerdo con el propio Durkheim sólo hay sociedades. Desde luego, si las sociedades son el objeto del culto, sólo existen religiones tribales o nacionales. En este caso, la esencia de la religión sería inspirar a los hombres una fanática adhesión a grupos parciales, y consagrar la adhesión de cada individuo a una colectividad, y al mismo tiempo su hostilidad a otra.

Afirmar que el objeto de los sentimientos religiosos es la sociedad transfigurada, no es salvar sino degradar la experiencia humana que la sociología quiere explicar.