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Orisha mayor. Dueña del amor, de la feminidad y del río. Es el símbolo de la coquetería, la gracia y la sexualidad femenina. Mujer de Changó e íntima de Elegguá, que la protege. Siempre acompaña a Yemayá. Vive en el río y siempre asiste a las gestantes y parturientas. Se le representa como una mulata bella, simpática, buena bailadora, fiestera y eternamente alegre, con el persistente tintineo de sus campanillas. Es capaz de resolver, como de provocar riñas entre orishas y los hombres. En el diloggún habla por Oché (5), Unle (8), Ofún (10) y en Obara-meyi (6-6), donde fue coronada. Su color es el amarillo, pero también se le atribuyen los coralinos y verde acua. Su día es el sábado y sus números son el 5, 10, 15 y 25.Su receptáculo es una sopera multicolor, con predominio del amarillo, llena de agua de río con otanes. Los otanes deben ser recogidos al amanecer del fondo de un río, y se guardan en tinajas de barro. Sus collares llevan cuentas amarillas o de ámbar. Se le llama por Yalodde. Sus hijos son simpáticos, fiesteros, muy voluntariosos en el fondo con un gran deseo de ascensión social. Aman las joyas, los perfumes y la buena ropa. Son sensuales, pero se esfuerzan por no chocar contra la opinión pública, a la que conceden grandísima importancia.

 Sus collares llevan cuentas en número de cinco, amarillas alternadas con igual número de cuentas de color ámbar. Se le llama por Yalodde. Sincretiza con la Virgen de la Caridad del Cobre Patrona de Cuba; y se le celebra los días 8 de septiembre.
 


 

Pataki de Oshun


Oshun era vigilante de Obatalá. Obatalá vivía con su mujer, Yemú, y sus hijos Oggún, Ochosi y Elegguá. Oggún era preferido y sus hermanos tenían que obedecerlo. Oggún estaba enamorado de su madre y varias veces estuvo a punto de violarla, pero Elegguá siempre le avisaba a Oshun, quien venia y regañaba a Oggún. Entonces Oggún echó a la calle a Elegguá y le dio montones de maíz a Oshun para que no lo delatara. Oshun comía y luego dormía y Oggún podía disfrutar de su madre. Elegguá le fue con el cuento a Obatalá, que no lo quería creer, pero al otro día volvió más temprano. Obatalá vio a Oshun acostado y a Oggún abusando de su madre, y llegó a su casa furioso. Fue cuando Oggún se maldijo a si mismo y Obatalá le dijo a Oshun: "Confiaba en tí y te vendiste por maíz". Y nombró a Elegguá su vigilante. Desde entonces Oshun perdió el cargo.


   LEYENDA DE LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE
 


Dos hermanos, Rodrigo y Juan de Hoyos, viven en el año de 1620 en el hato de Barajagua, en el término real de la Minas del Cobre, provincia de Santiago de Cuba. Un día salen en su embarcación rumbo a la bahía de Nipe, en busca de sal. Los acompaña Juan Moreno, niño negro de unos diez años. Ya en la desembocadura del río Mayarí, se detienen en cayo Francés.
Mientras descansan, el mar se embravece, por lo que deciden esperar. Al amanecer del tercer día se tranquilizan las aguas, siendo el momento de reanudar el viaje luego de haber perdido tres días de espera. La barca navega con bonanza. Cuando apenas se han alejado del cayo, uno de ellos observa “algo” que flota sobre las olas... ¿algún naufragio? No lo divisan bien, aunque los rayos del sol iluminan el objeto.

Llenos de curiosidad, ponen proa hacia él y observan que es una imagen de la Santísima Virgen María. Se acercan y con gran amor y acatamiento la introducen en la barca. Sucede algo inaudito que llenó de estupor a los piadosos marinos.
Además del prodigio de no hundirse la imagen por su propio peso, contemplan, llenos de admiración, que ni siquiera el vestido de la imagen estaba mojado.

De regular estatura, el rostro algo moreno, los ojos dulces, majestuosos y vivos. En su mano izquierda sostiene un hermosísimo Niño Jesús, y en su derecha sustenta una cruz de oro. Sobre la tabla donde navegaba la venerada imagen, unas letras grandes y claras decían:

“Yo soy la Virgen de la Caridad”

 


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