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19/5/01

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Las respuestas de las urnas

Mikel Agirregabiria. Publicado también en  "La Estrella Digital",...


Desearía desgranar respuestas a varias preguntas, concretamente cinco, en torno a los resultados electorales del pasado domingo. Son reflexiones de urgencia, pero ratifican creencias muy asentadas y que no son de antesdeayer. Pasemos a dichas cuestiones.

1. ¿Quiénes hemos ganado?

Hemos ganado todos, ha ganado la ciudadanía vasca. Hemos demostrado que el electorado vasco tiene principios, tiene solidez, tiene memoria y no es manipulable. Los datos finales acreditan que no hay grandes alteraciones de las opciones ciudadanas. Simplificando mucho, la interpretación básica demuestra que se producen trasvases entre quienes se sienten nacionalistas vascos (paso de votantes por obliteración de EH hacia PNV-EA y en menor medida hacia IU) y un leve desplazamiento de votantes españolistas o constitucionalistas (que nadie se sienta ofendido), por seguidismo y subordinación del PSOE hacia PP.

Todas las salvas de artillería mediática, la marea de votos que se iba a producir, la victoria de la ‘‘pseudolibertad’’ que se anunciaba interesadamente por parte de los menos acreditados democráticamente ha quedado en agua de borrajas. Aquí es muy difícil engañar al electorado. La sal gruesa empleada con chascarrillos como ‘‘Partido NaZionalista Vasco’’ no es verosímil para una sociedad que sabe quiénes bombardearon Gernika, símbolo no sólo de nuestra identidad sino emblema mundial de la democracia, y un electorado que no puede olvidar cómo los culpables atribuyeron bajo su feroz propaganda el hecho a las víctimas durante décadas.

El votante vasco nunca ha oscilado al ritmo de la coyuntura vigente como en otras latitudes. Aquí no todos fuimos republicanos, ni luego casi todos franquistas, ni más tarde casi todos de UCD, ni ayer casi todos del PSOE, ni ahora casi todos del PP. Nuestras ideas parecen mucho más arraigadamente firmes. Aquí surgió un nacionalismo vasco centenario, un socialismo centenario, y entre nosotros no se puede producir un sprint mediático y chalanero que voltee una votación, como tampoco ocurrió en el caso histórico del ingreso en la OTAN.

Nos va a costar convencer a quienes, entre nosotros, todavía defienden la violencia. Pero lo conseguiremos. Nuestra primera meta es que ese electorado de EH, manteniendo los ideales que juzguen legítimos, renuncie a procedimientos antidemocráticos. El despertar de EH a la acción política normalizada, sin atisbo de amenazas ni coacciones, puede convertir a esta tierra en la Arcadia feliz.

2. ¿Qué significa ganar?

El significado de ganar las elecciones recibe en Euskadi una interpretación que debe ser matizada. Por las razones esgrimidas en la respuesta anterior, aquí no manifiesta cuál es el sentir del momento. No expresa que ahora todos nos sentimos muy nacionalistas vascos y poco nacionalistas españoles. No, ganar aquí, representa que somos tan plurales en nuestras convicciones como siempre lo hemos sido, y que nos congratulamos de nuestras opciones diversas y plaurales, y que nunca aceptaremos que nos interpreten un puñado de extraños dirigentes políticos y mediáticos por mucho poderío que reúnan (para desgracia de los españoles que no lo vean así).

El pueblo vasco ha hablado, con mayor participación que nunca, con mayor responsabilidad que jamás, en medio de un bullicio de insensatos que pretendían confundirnos o al menos aturdirnos. Hemos ganado porque no lo han conseguido. Hemos ganado porque hemos sabido escuchar y ver nuestra realidad circundante, lo logrado entre todos y todas, y no las mentiras arrojadas por quienes ni nos conocen ni quieren conocernos (pero esto es su problema, más que el nuestro).

Quienes hemos ganado aquí, sólo deseamos que en el Estado también sepan ganar. Que también acrisolen sus creencias, que se vean menos supeditados a los vaivenes del momento. Las mentiras no pueden engañar a todos durante todo el tiempo. La buena fe de la ciudadanía no es objeto de sospecha, pero a veces sí puede serlo su madurez y su solvencia frente a la manipulación mediática, tan poco acreditada democráticamente en España ­en líneas generales­.

3. ¿Qué hemos ganado?

Nos hemos ganado el derecho a decidir sobre nuestro futuro. Aquí no me refiero a opciones políticas concretas, que también, sino a la gratificante certidumbre de que somos adultos, constituimos una social adulta, para elegir prudentemente lo que consideremos mejor entre todos.

Conscientes de nuestra fortaleza, que proviene paradójicamente de nuestra pluralidad y del reconocimiento de nuestros problemas (la violencia primeramente), hemos de felicitarnos porque estamos en disposición de mejorar nuestra sociedad a partir de nuestros propios recursos humanos. No necesitamos salvadores, no creemos que existan salvadores; sólo hay personas que queremos, podemos y sabemos cómo superar las dificultades pendientes. El diálogo humano, que hasta eso se ha querido maltratar, y la defensa a ultranza de los derechos humanos de todos son el único camino. Esa vía la hemos de recorrer todos los vascos juntos.

El electorado vasco ha sabido apreciar que aquí todos los partidos democráticos luchan contra el fanatismo que representa ETA, pero que parece más eficaz los métodos que preconizan el diálogo sin exclusiones que el que apuesta por más represión y enfrentamiento interpartidista, si no por la fractura social abiertamente.

4. ¿Para qué hemos ganado?

Hemos ganado para asumir nuestras responsabilidades, como no puede ser de otra forma. Para seguir trabajando día a día, cada persona desde su posición, con su leal entender, pero buscando la cooperación y el interés mutuo. Los matices que nos separan a la ciudadanía vasca, son eso: matices. El patrimonio común compartido es inmenso. La historia nuestra está repleta de modelos de colaboración entre nacionalistas vascos, socialistas, republicanos...

La pluralidad no es algo que nos asuste en Euskadi. Vivimos en una encrucijada del mundo, entre culturas poderosas sobre las que queremos apoyarnos. La cultura española, la francesa, y unidos por el mar la anglosajona y americana. Y nuestra propia cultura, nuestra idiosincrasia derivada de un lenguaje ancestral y vivo. Los vascos somos pocos, lo sabemos, pero hemos recorrido el mundo, lo hemos circunnavegado, nos hemos instalado entre culturas próximas con las que nos hemos fertilizado, hemos sobrevivido durante siglos y sinceramente, creo que seguimos disfrutando de buena salud, sobre todo si apostamos por la vida, lo que abarca desde el rechazo de la violencia a políticas sociales y educativas de defensa activa de la familia. Los vascos hemos sido testigos y protagonistas de la historia de la humanidad, y queremos seguir siéndolo y legando a la historia universal nuestra aportación desde la humildad y el trabajo cotidiano.

5. ¿Por qué hemos ganado?

En mi opinión hemos ganado porque somos personas antes que vascos, y somos demócratas antes que nacionalistas, socialistas, populares o lo que sea. Hemos ganado porque no podía ser de otra forma, porque Euskadi es una democracia consolidada.

Por último, ‘‘last but not least’’, si algún sector merece el reconocimiento público tras la dura campaña electoral desatada, aparte de algunos buenos políticos de casta y con visión de futuro, es el mundo educativo y cultural vasco. La tradición educativa vasca, con personajes señeros como San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, es referencial en continentes muy lejanos. La diversidad y profundidad de nuestro sistema educativo ha logrado alcanzar cotas muy destacables en las dos últimas décadas. Quedan pendientes muchas tareas para el futuro inmediato, que se presenta muy esperanzador.

La comunidad escolar, madres y padres, profesorado, alumnado..., ha sido objeto en los últimos meses de un ataque criminalizador indiscriminado, furibundo e insensato. Una vez más ha quedado demostrada la lucidez y prudencia de la sociedad que ratifica que sus decisiones en opciones educativas y lingüísticas no son pasajeras ni efímeras, que aspira al plurilingüismo contemporáneo, a la integración social, a la modernidad tecnológica y a la educación en valores, respondiéndolo así con firmeza en las urnas, arropando a quienes han reconocido que esta sociedad vasca está mejor preparada que nunca para asumir su propio destino.

Mikel Agirregabiria es educador

  

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