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Actualidad

La crisis del sistema partidario se traduce en la crisis de representación. Léase por ello que los comicios importantes de los últimos años del Perú han sido disputados no por partidos políticos, sino por movimientos políticos que nacen y desaparecen como las pompas de jabón. Asociaciones poco serias dispuestas a representar sus propios intereses y no los de sus afiliados.

Buenos aires democráticos: Una Oportunidad más para los Partidos Políticos

Hace algunos años aprendí que el mejor maestro, la mejor forma de aprender era viviendo, y que unos minutos de vivencia tienen más valor pedagógico que horas de lecturas y conversación. Un buen ejemplo es aquel vuelco al valor intrínseco de la vida que lleva como bandera la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aquel que surgió después de las desastrozas y espantosas guerras mundiales. La vida siempre ha sido valiosa, pero tan sólo después de vivir la cima de la crueldad contra la humanidad volvemos los ojos al hombre y reconocemos su verdadero valor.

El Perú en los últimos años ha transcurrido por una severa crisis de vida democrática. No me refiero a la cuestión de la corrupción, sino a un problema derivado de él, pero con raíces propias. Estoy hablando de la crisis del sistema de partidos políticos.

Los partidos políticos son asociaciones de ciudadanos cuyo objeto es el ejercicio de los derechos políticos, participando en los asuntos públicos del país, dentro del marco de la Constitución y la ley, como diría Herny Pease. Pero no son sólo eso, tienen además otras características que lo definen y van de la mano con lo ya dicho. Marcial Rubio con Enrique Bernales en un libro muy interesante se aventuran a formular una lista de componentes indispensables de los partidos políticos:

1. Son aparatos de institucionalidad y vocación de permanencia.

2. Se dirigen al pueblo para captar su apoyo y acumular fuerzas de manera que puedan ejercer el poder del estado. En este mismo sentido son canal de participación del pueblo en el poder.

3. Trabajan llevando a cabo operaciones de generación, agregación, transformación y articulación de intereses a fin de lograr mayor representatividad y acumulación de poder popular.

4. Ejercitan una conducta democrática acorde con el sistema político predominante que, a su vez, retroalimenta y refuerza la democracia.

5. Orientan la conciencia política, tanto del pueblo en general como de sus afiliados, con sus propuestas ideológicas programáticas. 6. Participan en elecciones y todo tipo de votaciones, como medios eficientes de logro de poder y representación formal dentro del Estado. En este sentido, contribuyen a formar y expresar la voluntad popular.

Con una idea general de lo que es un partido político, pasemos a describir cual fue la crisis por la que pasaron estas entidades, para entenderla y con lo vivido corregir los errores cometidos, aprovechando el impulso que dan los aires nuevos que soplan por nuestro país.

Siguiendo a Francisco Miró Quesada Rada los factores que tejen la crisis que hemos vivido se pueden clasificar en endógenos y exógenos, dando como resultado lo que Martín Tanaka denomina "espejismo de representación", es decir los partidos políticos no son mecanismos de participación del pueblo en el poder, porque no representan sus intereses. Serio problema, ese de existir para representar y no tener gente que se sienta representada por uno.

Los factores endógenos (aquellos que se desarrollaron dentro de los partidos políticos) son los más perjudiciales, son los errores de los que más se tiene que beber para construir nuevas asociaciones libres de los lastres que devinieron en la crisis. Por cuestiones de espacio solamente enumeraré estos factores:

1. La personificación del liderazgo en un caudillo.

2. Ausencia de democracia para la toma de decisiones dentro de las propias asociaciones políticas.

3. Manejos fraudulentos y oscuros de los recursos económicos.

4. No hubo renovación interna ni capacidad para entender los cambios y plantear respuestas.

5. La reunión del partido exclusivamente para épocas electorales (electoralismo)

Por otro lado, desde fuera se elevaron factores exógenos que apuraron el paso por el camino de la autodestrucción que los partidos ya habían emprendido. Estos ingredientes son:

En primer lugar, la postura totalitaria del gobierno de turno. Aquella banda de delincuentes procuraba publicitar su discurso antipartidario, pues la democracia se alimenta de los partidos políticos y esto no era conveniente para ellos.En segundo lugar, encontramos factores de menor valor, pero que contribuyeron a avivar el incendio:

- Disminución del volumen de los trabajadores asalariados (tradicional base social del APRA y la Izquierda)

- La disgregación de importantes núcleos intelectuales del país.

- La Destrucción del tejido y la organización social afectan correas de transmisión o bases de apoyos en los que se sustentaron los partidos en su función de intermediación.

La crisis del sistema partidario se traduce en la crisis de representación. Léase por ello que los comicios importantes de los últimos años han sido disputados no por partidos políticos, sino por movimientos políticos que nacen y desaparecen como las pompas de jabón. Asociaciones poco serias dispuestas a representar sus propios intereses y no los de sus afiliados. Sobre la crisis podemos tomar como ejemplo extremo, pero acertadamente gráfico lo sucedido en las elecciones generales de 1995 donde ningún partido político tradicional, a excepción del Partido Aprista Peruano, consiguió el requisito mínimo de 5% de apoyo popular para mantener su inscripción en el Registro de Partidos Políticos.

Una sociedad sin instituciones de representación y participación política surgidas espontáneamente desde sí misma no puede vivir en democracia, porque ella se alimenta de los intereses de todos los grupos que conviven juntos. Si bien las minoría no deben gobernar, sus inquietudes no pueden ser ignoradas. Los partidos políticos representan a sus simpatizantes, y llevan sus intereses a discusiones donde se decide cómo gobernar. Sin partidos políticos otros grupos de poder asumen la labor de decidir la política del país y sucede lo que ha venido aconteciendo los últimos 9 años: Los gobernantes gobiernan para sí mismos, y no para el pueblo.

En los meses siguientes a habernos reiniciado en las prácticas democráticas los peruanos hemos vuelto a desconfiar en los movimientos políticos y candidatos independientes, y hemos puesto la vista en aquellos que llevaron al país al borde de la ruina: Los Partidos Políticos. Le hemos devuelto nuestra confianza, la cual años atrás perdieron peleando cada palmo. Figuras políticas como Alan García Pérez, Lourdes Flores Nano, Valentín Paniagua Corazao son personas que han hecho aparecer nuevamente en el escenario al Partido Aprista Peruano, Partido Popular Cristiano, Acción Popular. El sentir del pueblo ha cambiado y la crisis de representación empieza a disiparse. Para ello el expresidente Alberto Fujimori ha contribuido en abundancia. El desastroso manejo del poder durante sus gobiernos ha desprestigiado la figura de los independientes y los movimientos políticos, entes que a fines de los ochentas entraban a reemplazar a los desgastados partidos políticos tradicionales. Ahora la figura se ha invertido: son los partidos políticos los que reemplazan a los independientes, porque en ellos ya no se puede confiar.

Realmente lo que sucede no es así como se ha descrito, ya que hay independientes que con movimientos políticos (y no partidos) se mantienen en el panorama, como es el caso del actual Presidente Alejandro Toledo Manrique o el alcalde de Lima Alberto Andrade Carmona.

Los partidos políticos tienen en sus manos la oportunidad de aprender de sus errores y superar la crisis que por tantos años los ha tenido relegados a la existencia inútil. Deben aprovechar los nuevos vientos que soplan y reconstruir sus golpeados cuarteles. Deben, por el bien de la sociedad y la democracia, tomar este impulso caído del cielo para y evocarse a la construcción de nuevas lecturas de la sociedad, despojarse de intereses mezquinos y ser los instrumentos de representación y participación política que nunca debieron dejar de ser. Las condiciones que estamos viviendo son propicias para ese resurgimiento, y aunque los factores endógenos y exógenos no han sido plenamente superados, la consecuencia del problema: la crisis de representación, ha sido apaciguada. Ya, con la atención y los oídos abiertos para escuchar, los partidos políticos pueden convencer a la gente de que sus postulados representan sus intereses, cosa impensable hace unos años, cuando votar por un partido político era considerado por el imaginario popular un disparate.

Así, después de haber sufrido por más de una década la crisis de los partidos políticos, es momento de aprender de los errores vividos y tener la diligencia de no volverlos a cometer, por el bienestar de los partidos políticos y nuestra sociedad democrática.

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