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LA UNIDAD: REQUISITO PARA LA MISIÓN

(Juan 17:20-26)

 

En esta breve cita bíblica podemos notar las dos preocupaciones que tiene Jesús. La primera, Jesús no sólo está interesado por sus discípulos actuales, sino que también su preocupación es por los nuevos creyentes en Él, es decir, por todas aquellas personas que han de creer en Él por medio de la prédica de las buenas nuevas de sus actuales discípulos. La segunda, es la unidad que debe haber entre ellos, así como la hay entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

 

En realidad, estas líneas vienen a ser la oración de Jesús por todos sus discípulos, actuales y futuros. Refleja en ella el gran amor que tiene por toda la humanidad.  No quiere que estén desamparados en el cumplimiento de la Misión. Él ha estado con ellos un buen tiempo y los ha preparado, pero ha llegado el momento de reunirse con su Padre. Les recuerda una vez más que la tarea principal a realizar es proclamar la buenas nuevas de salvación.

 

El núcleo de la oración de Jesús es la unidad. Ésta es requisito fundamental para cumplir la Misión y para ello deben estar unidos, más allá de cualquier circunstancia. No es una unidad basada en cuestiones humanas, sino que esta unidad está sustentada en el amor a Dios y el amor entre ellos mismos. Éste debe ser el mejor testimonio ante el mundo. Jesús ya ha dado testimonio de esa unidad con el Padre.

 

En la Biblia encontramos una serie de ejemplos referentes a la unidad: Jn. 10:30; 17:11b; 17:21; Hch. 2:41-47; 4:32-37; 1 Cor. 1:9; 6:17; Gál. 3:28; Ef. 4; Fil. 1:5; 1 Jn. 1:3.6-7; 3:1.11.14-18; 4:7-21.

 

Es por eso que en cualquier iglesia o comunidad de fe donde reine otro espíritu que no sea esta perfecta unidad, no debería ser considera la iglesia del Señor, porque atentan contra el Evangelio de Jesús. El odio, la venganza, la indiferencia, las murmuraciones, la falta de solidaridad con los que sufren o los marginados; son algunos ejemplos de esa falta de unidad. De ahí que podamos afirmar que la falta de unidad entre los creyentes genera la división.

 

Y sobre este punto, Jesús mismo nos advierte sobre las consecuencias de la división (Luc. 11:17). Por otro lado, el apóstol Pablo ruega a los hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo, que hablen todos una misma cosa y que no haya divisiones entre ellos, sino que estén perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer, ya que Cristo ¿acaso está dividido? (1 Cor. 1:10.13). Entonces, ¿de dónde proviene la división?. El profeta Isaías refiere que la división es producida por nuestras iniquidades y esta división se ha hecho entre nosotros y nuestro Dios, y que nuestros pecados han hecho ocultar de nosotros su rostro para no oír  (Is. 59:12).

 

Una medida drástica propone el apóstol Pablo ante cualquier brote de división en la iglesia "al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio" (Tit. 3:10-11). De lo contrario ¿de qué valdrá ganar más almas para Cristo si en el seno de la iglesia hay división? El nuevo creyente al darse cuenta de este escándalo, prefiere retirarse, decepcionado por el mal testimonio de los creyentes, y no volver nunca más. Es la negación del Evangelio.

 

Hoy más que nunca se hace necesario vivir en paz y en perfecta unidad para seguir predicando el glorioso evangelio del Señor Jesucristo y que con nuestro testimonio diario -ya sea en casa, en la escuela, en el trabajo, en la universidad, en el barrio, en donde estemos- podamos acercar a muchos más a ese reino de Dios que Jesús inauguró. Preparemos nuestra mente y espíritu para que el Espíritu Santo nos una más y más, así como sucedió en Pentecostés. Amén. 

 

Para Reflexión:

 

-  ¿Cómo se manifiesta la unidad en la iglesia?

-  ¿Cuáles son las causas de la división en la iglesia?

-  ¿En la actualidad somos instrumentos de unidad en el cumplimiento de la Misión?

-  ¿Estamos orando por la unidad del pueblo de Dios?

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

      


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