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    DIOS NOS ENCUENTRA PARA CONTINUAR LA MISIÓN

 

(1 Reyes 19:9-16)

 

Esta historia de Elías nos lleva a hacer una reflexión seria, acerca del cumplimiento de la misión encomendada por Dios. Elías había sido enviado por Dios al rey Acab para que dejara de adorar a Baal y hacer lo malo ante Dios. Acab fue testigo de los prodigios de Dios a través del profeta Elías. Pero, al contarle a su esposa Jezabel sobre todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas de Baal (18:20-40), ella entonces, envió a Elías un mensajero con una amenaza de muerte. Esta situación hace que Elías huya del peligro para salvar su vida. Elías como profeta tenía una misión que realizar de parte de Dios, tenía que anunciar a todos los israelitas que Dios no tolera la idolatría ni el pecado, de lo contrario vendría el castigo de Dios. No hay duda que Elías tuvo temor ante la amenaza de muerte de Jezabel y prefirió tomar la decisión de huir a otro lugar seguro, dejando la misión. Es muy probable que esto nos haya pasado a nosotros también, en el cumplimiento de la misión. Muchas veces buscamos refugiarnos en algún lugar seguro, antes que cumplir la tarea asignada por Dios.   


Elías pensaba que esta decisión era la mejor y huye a Beerseba, camina por el desierto, hasta quedar extenuado, no sin antes pedirle a Dios que le quite la vida. Elías está en peligro, considera que ya no vale la pena seguir viviendo, que todo está perdido. Olvida que Dios ha prometido estar siempre con nosotros en las buenas y en las malas. Cosa parecida, también nos suele suceder a nosotros en los momentos de angustia o de dolor. Pensamos que ya no vale la pena seguir viviendo en este mundo de pecado, de idolatría, de maldad, de corrupción, de muerte. Pareciera que todo está consumado. Sin embargo, Elías no está desamparado, de pronto un ángel se le aparece y le da de comer por dos veces. Luego camina por cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. ¡Cuántas veces el ángel del Señor ha venido a nuestro pronto auxilio en nuestro caminar! Una vez llegado al monte se metió en una cueva, pasando la noche. Ahora Elías pensaba que ya estaba seguro de todo peligro y que era hora de descansar. Había encontrado un refugio seguro y lejos del peligro. Al amanecer, vino a él palabra de Dios, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí Elías? El Señor encontró a Elías para que continuara con la misión encargada. Elías le da la excusa a Dios del por qué ha huido. Dios le pide a Elías que salga de la cueva y vea su poder. Luego de varias señales de su presencia, Dios le pide a Elías que vuelva por su camino a cumplir con la misión que le había dado. Ahora la nueva misión de Elías es ungir a Hazael por rey de Siria, a Jehú como rey de Israel y a Eliseo como profeta para que lo reemplace.       

 

Luego de leer esta historia de Elías, se nos viene a la mente la siguiente pregunta: ¿Cuántas veces nos hemos sentido como Elías? Ante situaciones como esta historia, muchas veces hemos escapado, nos hemos ocultado en la cueva para que nadie nos encuentre. La cueva representa ese lugar donde quisiéramos enterrar nuestros dones y talentos ante un momento de crisis, es ese lugar donde quisiéramos olvidar todo aquello que nos molesta. De alguna manera, la cueva representa el refugio que muchas veces buscamos fuera del Señor. Pero, no podemos quedarnos en la cueva por tanto tiempo, el Señor nos encuentra. Ante eso, tenemos que salir de la cueva para experimentar el poder de Dios en nuestras vidas. Tenemos que estar dispuestos a someter nuestra voluntad y poner ante Dios todos los temores, ansiedades, problemas y cosas que no nos permite ver más allá de lo que Dios quiere hacer con nosotros. Estar en la cueva no nos protege, más bien nos aísla del propósito que Dios tiene para con nosotros. Dios al encontrarnos en la cueva nos preguntará: ¿Qué haces allí?

 

Que este relato histórico, ocurrido hace miles de años, nos permita recordar que cuando el Señor nos da una tarea o misión, debemos de cumplirla, sabiendo que Él siempre estará con nosotros y no debemos huir de ello. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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