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    ¿ESTAMOS EN EL LUGAR CORRECTO Y HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS?

 

(1 Corintios 12)

 

Este capítulo es muy conocido en la vida de la Iglesia. Hace referencia a los dones espirituales que el Espíritu Santo otorga a la comunidad de fe. Hay dones, ministerios y operaciones, que son diversos, pero en todo ello, hay una unidad. No todos los integrantes de la comunidad de fe reciben los mismos dones espirituales, sino que son otorgados según la voluntad del Espíritu Santo. El texto nos da a conocer una lista de esos dones espirituales otorgados y que son para utilizarlos en provecho de la comunidad de fe. De ahí que es bueno preguntarnos: ¿Qué dones espirituales hemos recibido y qué estamos haciendo con ellos? Cada miembro de la iglesia debería preguntarse: ¿Estamos en el lugar correcto y haciendo la voluntad de Dios?

 

La lista de los dones es extensa en cuanto a los dones espirituales que se reciben de parte del Espíritu Santo, cada uno tiene un lugar y una función que cumplir dentro de la Iglesia. Esto implica que cada integrante de la comunidad de fe tiene dones específicos, tiene un lugar dentro de la estructura y una función que cumplir. El apóstol Pablo ilustra esta situación con una alegoría del cuerpo humano. Plantea que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, tal igual a Cristo. Añade que estamos unidos y bautizados por un mismo Espíritu, seamos judíos o griegos, esclavos o libres. De esto se desprende que todos estamos ubicados en un lugar específico de la Iglesia para realizar la voluntad de Dios. La pregunta que surge es si es que estamos en el lugar correcto y haciendo la voluntad de Dios.

 

Pablo, en esta alegoría del cuerpo humano, establece la función e importancia de cada miembro. Todos son importantes, sea el lugar en que se encuentren ubicados. Y si algún miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Esto es ser el cuerpo de Cristo. Nadie puede sentirse menos en la iglesia, ni dejar de cumplir con su función.

 

Planteado esto, cabe hacer una reflexión sobre nuestro rol en la vida de la iglesia. ¿Qué dones hemos recibido? ¿En qué consiste estos dones? ¿Estamos ubicados en el lugar correcto dentro de la estructura de la Iglesia? ¿De qué manera estamos ejerciendo estos dones? ¿Qué frutos estamos dando en el ejercicio de nuestros dones? ¿Estamos procurando tener los mejores dones? ¿Cuántos se han beneficiado con los dones de la comunidad de fe?

 

Roguemos al Señor para que los dones que hemos recibido los podamos ejercer en el lugar adecuado y a las personas necesitadas. Que sea la voluntad de Dios. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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