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LA SINGULAR ELECCIÓN DE DIOS

 

(Isaías 48:10)

 

Al leer este pasaje bíblico: "He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción." Viene a nuestra memoria las diversas maneras de cómo Dios elige o escoge a una persona. En muchas veces la elección se da en situaciones tranquilas o de cierta comodidad. Otras veces, el llamado de Dios se da en medio de la soledad o de incertidumbre. Ejemplos tenemos de sobra en la Biblia y en el diario vivir de la fe. Llama la atención que, en este versículo, Dios hace recordar a Israel, y también a nosotros, que es él quien purifica nuestras vidas para un propósito. Él nos elige o escoge en medio de la aflicción, de la prueba, del dolor, de la desgracia. Muchas veces no logramos entender por qué pasamos aflicciones y el por qué no recibimos la ayuda oportuna de Dios en medio de nuestra aflicción.

 

Si uno hace una comparación entre el proceso de purificación de la plata y la purificación de nuestras vidas, sin duda que hay una gran similitud. La plata, como metal, para ser purificada debe entrar a un horno de fuego de alta temperatura. Luego el orfebre sostiene la pieza de plata sobre el fuego, la deja calentar intensamente; debe sostenerse en medio del fuego donde las llamas arden con más fuerza, para así sacar las impurezas. El platero no sólo debe estar sentado sosteniendo la pieza de plata, sino debe mantener sus ojos fijamente en ella mientras está en el fuego, si la plata fuese dejada más de lo necesario sería destruida. Ahora, ¿cómo saber si ya está listo y refinado? Cuando el platero pueda ver su imagen reflejada en ella. Algo similar ocurre con nuestras vidas. Muchas veces pasamos dificultades muy dolorosas y pruebas terribles de soportar, es como si nuestras vidas pasasen por un fuego intenso. Pareciera que sucumbiremos en medio del proceso de purificación. Sin embargo, Dios está purificando nuestras vidas en medio de las dificultades a través de ese fuego purificador, el cual nos causa mucho dolor. 

 

Él está ahí en medio de todo esto, como el platero, observando nuestro proceso de purificación a través del fuego y no permitirá que éste nos destruya pues a su tiempo nos sacará, si nos mantenemos firmes en su voluntad. Aunque parezca que todo está perdido, Él tiene el control de la situación. Dios tiene sus ojos puestos en nosotros y nos está observando hasta que vea su imagen reflejada en nosotros. Cuando pasamos el proceso de purificación, el Señor nos elige como metal precioso para ser sus siervos o discípulos y hacer su voluntad. Esto nunca debemos olvidar ni dudar, que Dios siempre vendrá a nuestro pronto auxilio (Salmo 46:1) y que nada ocurre sin su control.  

 

Aquí podemos dar nuestros testimonios personales de cómo el Señor nos llamó de en medio de la aflicción. Tal vez estábamos pasando una aflicción muy dolorosa y no comprendíamos por qué nos sucedía aquello. De pronto, el Señor intervino en nuestra aflicción y nos dio el gozo y la alegría de su salvación. Recién comprendimos que Él tenía un plan para nuestras vidas. Que era necesario pasar esta prueba para quedar purificados y estar listos para estar al servicio de su Reino. Sólo Dios sabe cuántas aflicciones y pruebas hemos pasado en nuestro diario caminar, hasta que Él nos llamó para ser sus discípulos. Al final Dios tiene su singular manera de elegir a sus siervos. Muchas son las personas que podrían dar sus testimonios personales de cómo Dios los eligió.  

 

Que el Señor nos ayude a comprender que no siempre las aflicciones son castigos de Dios, sino una forma de pulir, purificar nuestras vidas. Estemos listos para ser purificados por el Señor y ser útiles para la Misión. Amén.  

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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