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HACIENDO UN ALTO EN EL CAMINO

 

(Marcos 6:30-44)

 

En este relato bíblico podemos ver que Jesús está en plena actividad, cumpliendo la misión. Sus discípulos llegan donde él para reportarle todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. Muy seguro que estaban extenuados y no habían comido algo. En esas circunstancias, Jesús les dice que mejor se vayan a un lugar desierto y descansen un poco, para seguir realizando la tarea. Ellos hacen lo que Jesús les ha dicho y se van solos en una barca a un lugar desierto. Es hora de hacer un alto en el camino. Sin embargo, la gente ve que ellos se están yendo y Jesús se queda solo y lo abordan de inmediato. Era mucha gente que venía a buscarlo, desde muchos lugares lejanos. Los discípulos aún siguen lejos del lugar y en lugar desierto. Es difícil estar solo y sin que nadie se acerque, cuando hay necesidad. En nuestro ministerio pastoral, suele suceder lo mismo. ¡Hay mucha necesidad!

 

Jesús no ha tenido tiempo para descansar, al ver a la gente, que eran como una multitud, tuvo compasión de ellos y decide hacer un alto en el camino para enseñarles muchas cosas, ya que consideró que ellos eran como ovejas sin pastor que los pudiera guiar. A Jesús no le importaba el tiempo que pudiera estar con ellos. Para él, le era de sumo interés consolar y enseñar a la gente, ya que no había quien lo hiciera. Cumplir la misión no tenía un tiempo determinado para terminarla. De pronto los discípulos llegan de su descanso y ven a Jesús con la multitud y que él no había podido descansar como ellos. Entonces, ellos le piden a Jesús que los despida, ya que el lugar es desierto y la hora es muy avanzada. Pero hay algo más, ellos no han comido y están hambrientos, y hay que dejarlos ir para que compren pan en los campos y aldeas cercanas. Ésta es una propuesta meramente humana y sin compasión. No hay ningún interés de parte de los discípulos de ayudarles a conseguir el pan. Ellos solos deben buscarse el pan. En el cumplimiento de la misión, siempre hay un alto que hacer para atender a aquellos que necesitan una ayuda de parte nuestra.  

 

A esta propuesta de los discípulos, Jesús les pide ellos den de comer a la multitud hambrienta. Sin duda que este pedido los agarra de sorpresa y le preguntan cómo se puede dar de comer a tanta gente si sólo tienen doscientos denarios. Está claro, que ellos no tienen ninguna solución al respecto. En el camino siempre hay algo que surge en forma inesperada y hay que buscar una salida a esa situación. Muchas veces la solución no está en nuestras manos, sino en las manos de Dios. En el éxodo, en el desierto, el pueblo tenía hambre y Moisés no pudo darles de comer, hasta que Dios intervino y proveyó el maná. Sólo el Señor puede hacer grandes maravillas en favor de las personas que necesitan de su favor. Ante esa situación de impotencia de parte de los discípulos, Jesús les pregunta cuántos panes tienen. Sólo cinco panes y dos peces, responden ellos. ¿Qué se puede hacer con ello? ¿Cómo podrá comer la gente en ese momento, en un lugar desierto y ya casi es de noche?  

 

Para Jesús, ésta es una oportunidad para dar a conocer su poder y su misericordia en favor de la multitud. Él manda a sus discípulos que los hagan recostar por grupos en la hierba. Los grupos se logran formar de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. Todo está listo. Ahora Jesús va a realizar el milagro de dar de comer a una multitud hambrienta, casi lo mismo que sucedió en el éxodo, en el desierto. El maná lo dará tomando lo que la comunidad tenía, cinco panes y dos peces. Lo que es imposible para el hombre, para Dios no es imposible. Jesús en una actitud de adoración y agradecimiento a Dios, toma los cinco panes y los dos peces, y levantando sus ojos al cielo, los bendijo y se los dio a sus discípulos para los repartan entre la gente. Todos comieron y se saciaron, hasta sobró una buena cantidad. Doce cestas llenas se lograron tener. En el relato se informa que los que comieron eran cinco mil varones. Si se contara a los niños, jóvenes y mujeres, la cantidad sería mucho mayor. El milagro de la alimentación se ha realizado en medio del camino, haciendo un alto, para atender una necesidad urgente de la multitud. Sólo la misericordia del Señor puede suplir cualquier necesidad.

 

Que el Señor nos ayude a estar atentos ante las necesidades de las personas, en medio de la misión a realizar. Que podamos tener compasión y misericordia ante tanta necesidad. Que podamos tener la capacidad de hacer siempre un alto en medio del camino. Amén.  

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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