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¿POR QUÉ JESÚS ES EL CORDERO DE DIOS?

 

(Juan 1:29-42)

 

Cuando Juan identifica a Jesús como el Cordero de Dios en Juan 1:29 y Juan 1:36, lo hace en referencia a que Él es el perfecto y último sacrificio por el pecado de la humanidad. Ya el Antiguo Testamento, el cual contiene profecías concernientes a la venida de Cristo, nos dice que Jesús es como una “ofrenda por el pecado” (Isaías 53:10). De ahí a que todo el sistema sacrificial establecido por Dios en el Antiguo Testamento sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de Su pueblo (Romanos 8:3; Hebreos 10).

 

Es bueno saber que el sacrificio de corderos jugaba un papel muy importante en la vida religiosa judía y su sistema sacrificial. Por eso cuando Juan menciona lo del Cordero, la mayoría de judíos pensaron que se trataba de la fiesta de la Pascua que se realiza cada año. Recordar que la fiesta de la Pascua era una de las principales fiestas judías y una celebración en recuerdo de cómo Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. El hecho de matar al Cordero de la Pascua y poner su sangre en los postes de las puertas de las casas, para que el ángel de la muerte pasara de largo ante aquella gente “cubierta por la sangre” (Éxodo 12:11-13) es una verdadera ilustración de la obra expiatoria de Cristo en la cruz.

 

No quisiera extenderme mucho sobre el tema sacrificial, solamente quiero decir que la idea de un sistema sacrificial nos es extraña en nuestros días, pero el concepto del pago o restitución es algo que sí podemos entender fácilmente. Bien sabemos que la paga por el pecado es la muerte (Romanos 6:23) y que nuestro pecado nos separa de Dios. La Biblia enseña que todos somos pecadores, que ninguno de nosotros es justo delante de Dios (Romanos 3:23). Por eso, a causa de nuestro pecado, estamos separados de Dios, y somos culpables ante Él; Felizmente, la única esperanza que teníamos es que Él nos proveyera un medio para reconciliarnos con Él, por tal motivo Él envió a Su Hijo Jesucristo a morir en la cruz. Cristo murió para hacer expiación por el pecado y pagar el castigo por los pecados de todos los que creemos en Él.

 

Entonces, si Jesús es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, es así que a través de Su sacrificio, muerte en la cruz y Su resurrección, que ahora podemos tener vida eterna si creemos en Él. ¡Esta es la Buena Nueva de Salvación de parte de Dios!. (1 Pedro 1:18-21). Ahora bien, vale la pena preguntarnos: ¿Cuál es mi relación con Jesús? ¿Vive Cristo en mi corazón? ¿Tengo la seguridad de que Él ya perdonó todos mis pecados? ¿A quién acudimos cuando vienen las enfermedades, las dificultades, los temores, las crisis? ¿Cuál es nuestra actitud cuando nos enfrentamos a una tentación del diablo? ¿Somos valientes para decirle No? Lamentablemente, muchos cristianos olvidan que todo pecado tiene consecuencias, pequeñas o graves, que la paga del pecado es muerte. De ahí que muchos hoy en día viven las consecuencias de sus decisiones, de no obedecer los mandamientos de Dios y serle fiel. ¿Por dónde están? Están ahí a la vuelta de la esquina.

 

Como cristianos debemos tener en cuenta que Cristo vino para salvarnos, para perdonarnos, para cuidarnos, para sanarnos, para hacer que la vida sea mucho mejor, para tener una familia bendecida, para que el mundo viva en perfecta justicia y paz, para librarnos del enemigo, para caminar junto con nosotros y no dejarnos caer ante cualquier tentación del enemigo. Pero Jesús no solamente vino para salvarnos de las garras del pecado, sino que nos eligió para ser sus discípulos, Su pueblo, y ser copartícipes de Su plan redentor. (1 Pedro 2:9-10). ¿Cuántos hemos decidido seguir a Cristo y ser sus discípulos, compañeros de misión?

 

Que el Señor siga siendo, hoy en día, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y nosotros sus testigos. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


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