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 CINCO PASOS PARA UNA EVANGELIZACIÓN EFICAZ

(Juan 4:1-42)

 

Durante mucho tiempo solemos escuchar que para realizar una eficaz tarea de evangelización y discipulado entre las personas, es necesario reunir primeramente una serie de requisitos que garanticen el resultado esperado. Entre ellos: planificar la actividad con mucho tiempo, tener un buen presupuesto económico, recursos humanos y equipos de audio, personal preparado para la consejería, contar con un profesional evangelista, realizar talleres de capacitación para la evangelización, entre otros. De esta buena intención, que de hecho es bueno contar con tales recursos, al hecho real hay una distancia enorme. La experiencia sobre este asunto nos dice que la iglesia muchas veces toma mucho tiempo en tomar decisiones y lo que resulta al final de cuentas es que dichos proyectos no se hacen realidad.

 

Ante esta situación que es muy común en muchas iglesias, descubrimos en la lectura del pasaje bíblico sobre la mujer samaritana un hermoso ejemplo de un tipo de evangelización al paso realizada por Jesús. Es necesario tener en cuenta que por mucho tiempo el enfoque que se ha dado a este texto ha sido enfatizar sobre la condición moral y espiritual de la mujer samaritana y la actitud de Jesús para con ella. Muy poco hemos reflexionado acerca de la acción evangelizadora de esta mujer luego de haber sido redimida por el Señor Jesús.

 

Para nuestro estudio propongo obviar algunos detalles del texto, conocidos de sobra por todos, y enfocar la reflexión en cinco aspectos que vienen a ser los pasos para una evangelización eficaz. Desde ya tomamos nota que la mujer samaritana en su encuentro inesperado con Jesús tomó las siguientes actitudes:

 

1.       Escuchó atentamente las Buenas Nuevas de Jesucristo, el Mesías;

2.       Dejó su cántaro a los pies de Jesús;

3.       Se fue de inmediato a la ciudad;

4.       Contó a la gente lo que había escuchado de Jesús;

5.       Muchos creyeron por la palabra de la mujer y su testimonio.

 

Sugiero que para toda evangelización y discipulado tengamos en cuenta estos cinco pasos, los cuales son básicos y sencillos. Para lograr el resultado esperado no se necesita planificar la actividad con mucho tiempo, tener un buen presupuesto económico, recursos humanos y equipos de audio, personal preparado para la consejería, contar con un profesional evangelista, y un taller de capacitación para la evangelización. Sólo basta tomar la actitud de esta mujer una vez que hemos conocido el mensaje de salvación de nuestro Señor Jesucristo y le hayamos aceptado como nuestro Señor y Salvador personal.

 

Dispongamos nuestra mente y espíritu para analizar paso por paso cada actitud de esta primera misionera de la iglesia primitiva.

 

Primer paso: Escuchó atentamente las Buenas Nuevas de Jesucristo, el Mesías (v. 26).

 

La mujer samaritana escuchó atentamente todo lo que Jesús le estaba diciendo y supo mantener un diálogo alturado con Él. Ella le presentó sus preocupaciones y esperanzas. Aceptó su condición de pecadora ante las preguntas de Jesús.

 

Este paso es importante tener en cuenta en la evangelización de las personas. Hoy más que nunca hay que presentar el Mensaje del Evangelio de Jesucristo en forma clara, oportuna y que lleve a toda persona a ser confrontada con la palabra de Dios.

 

Muchas personas desean escuchar algo nuevo, más allá de las palabras, quieren encontrar un sentido a sus vidas, llenar los vacíos existenciales, satisfacer sus necesidades materiales, saber qué va a pasar después de la muerte, etc. La mayoría de la gente siente un hastío al escuchar mensajes largos, muy elaborados y sin tener cuenta la situación de ellos. Son palabras que no trastocan la existencia del oyente.

 

Un ejemplo a tener en cuenta es el del propio Jesús, quien supo dialogar con la mujer samaritana, obviando una serie de situaciones culturales y sociales. Fue al grano en su conversación, le planteó su condición social y espiritual a través de un gesto amical: “dame un poco de agua” La sorpresa de esta mujer es comprensible ante este vínculo que establece Jesús. Este pedido se convierte en el punto de partida para darse a conocer cada uno. Él es quien pide el agua para calmar su sed, ella tiene el recurso material para sacar el agua del pozo; y Él tiene el recurso espiritual del cual ella pedirá. Es ahí donde Jesús le plantea su condición moral y espiritual, de una manera sutil le pide que llame a su esposo para darle el agua viva. Ella comprende que esta solicitud le va a traer problemas serios si oculta su verdadera situación de pecado y prefiere decirle la verdad al Señor, le manifiesta su condición de adulterio. Hasta aquí ella se encuentra vacía, desilusionada. Había estado tratando de llenar su vida con el amor de un hombre, ahora estaba involucrada en una relación pecaminosa, tras cinco matrimonios fracasados. Esta mujer había hundido su balde una y otra vez en el pozo del amor humano para lograr un bienestar personal, pero todas las veces se marchaba sedienta del pozo. Ante Jesús se encontraba una mujer con el alma destrozada y marginada por la sociedad.

 

La mujer samaritana ya ha tomado nota que está delante del Mesías, el Salvador. Ante esta realidad no pierde el tiempo para pedir esa agua que Él solo pueda dar, es decir, quiere también ser beneficiaria de la salvación.

 

Esta confrontación es necesaria realizar a toda persona en la evangelización, se debe llevar a la persona a su verdadera situación ante el Señor Jesucristo. Aquí debemos dejar que la Palabra de Dios y el Espíritu Santo sean quienes hagan la labor del convencimiento.

 

Segundo paso: Dejó su cántaro a los pies de Jesús (v. 28a).

 

Ella al escuchar que Jesús es el Mesías, el Salvador, no dudó un solo segundo para dejar su cántaro a los pies de él y salir corriendo del lugar. Ya no le importaba lo que dijeran de ella, dejó atrás sus preocupaciones, sus temores, sus angustias, su vida disoluta. Ahora quería dar a conocer a todos su nueva realidad, había encontrado la salvación. Ese cántaro representaba todo aquello que era una carga y que llevaba consigo todos los días, sin lograr encontrar esa paz interior.

 

En la evangelización podemos encontrarnos con personas que están dispuestas a dejar su cántaro a los pies de Jesús, luego de escuchar el mensaje de Salvación y recibir al Señor en sus corazones. Todos sus pesares, dolores, cargas, culpas, angustias, preocupaciones, pecados, son puestos en las manos del Señor Jesucristo. ¡Son liberados y redimidos! ¡Solo por gracia! ¡Viven desde ese momento una vida en plenitud!.

 

Otros, sin embargo, no están dispuestos a dejar nada, quieren la salvación de sus vidas, pero sin pagar ningún precio. Prefieren vivir sus vidas sin ningún cambio, asistir a alguna iglesia de una manera rutinaria, cumplir con las obligaciones administrativas, pero nada más.  Han tomado nota de la existencia de Dios y su gran amor, pero sólo ha sido grabado en sus memorias, mas no el corazón. No quieren ser confrontados con el mensaje de salvación que les invita a cambiar la manera de vivir equivocada. Ahora bien, para lograr el cambio en esas personas es necesario que sepan que hay que cambiar de rumbo, dejar de hacer aquello que no les llevó a nada. Es decir, deben arrepentirse de todos sus pecados y aceptar al Señor Jesucristo como su Señor y salvador.

 

Este aspecto debemos tener en cuenta en la evangelización, para no permitir que a  nuestras iglesias se acerquen personas sólo porque el evangelio es algo interesante para ellos o puedan sacar algún beneficio material. Debemos recordar que en la iglesia estamos los que hemos sido pecadores y ahora somos redimidos por el Señor Jesucristo. ¡He ahí la diferencia!.

 

Tercer paso: Se fue de inmediato a la ciudad (v. 28b).

 

El paso siguiente que da esta mujer pecadora luego que ha escuchado el mensaje de salvación y ha sido redimida por la gracia del Señor Jesucristo, es salir de inmediato a su ciudad con el propósito de contar a otros lo que le había sucedido con ella. Aquí destacamos la actitud de ir a otros y contar su experiencia salvífica a sus vecinos de la aldea. Es bueno tener en cuenta este aspecto en toda acción evangelizadora. Ella no se quedó con dicha experiencia para sí misma, sino quiso compartirla a viva voz a los demás.

 

Uno de los problemas a enfrentar en la evangelización actual es la actitud que muchos toman después de tener su experiencia personal de conversión: quedarse donde están o callarla simplemente. No son capaces de compartir las buenas nuevas a otras personas que necesitan de la redención divina y que no saben a donde ir o no tienen quien se las de a conocer. ¡Cuántas ciudades, pueblos y barrios aún no han escuchado las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús!

 

Para resolver este problema, muchas iglesias recurren a especialistas profesionales en la evangelización, en la visitación y en el discipulado. Se confía en que esas personas son las únicas en lograr el cumplimiento de la Misión. Sobre este asunto, muchas veces se despilfarra cualquier cantidad de dinero para pretender realizar campañas de evangelización y traer más personas a la iglesia.  Olvidándonos que esta tarea es de cada creyente y que el Señor Jesucristo nos dio la Gran Comisión (Mateo 28:19-20).

 

Cuarto paso: Contó a la gente lo que había escuchado de Jesús (v. 28c-30).

 

Es muy importante tomar nota que la mujer samaritana arriesgó su vida al ir a contarle a los hombres que había conocido a otro hombre, pero que éste, a diferencia de los otros, le había dicho quien era. Sin duda que la noticia era un poco peligrosa, ya que a esta mujer la conocían muy bien y sabían en que andaba. Pero a ella no le importó lo que dijeran de su vida anterior. Ahora ella tenía una gran noticia y quería compartirla con sus vecinos del pueblo. Ella les dijo a todos: “Me dijo todo lo que he hecho”. Jesús no era un hombre más en su vida, era aquel que le había dicho con claridad que su situación era de pecado y que estaba dispuesto a perdonarla y darle el agua viva de la salvación. Ella escuchó atentamente el mensaje redentor de Jesucristo y no perdió la oportunidad de estar frente al Cristo, el Mesías.

 

Esta actitud es buena tenerla en cuenta en la evangelización de las personas, saber compartir con otros la experiencia personal de la salvación. El testimonio personal ayuda mucho a que lo que decimos sea creíble. No bastan sólo las palabras. La mujer samaritana fue creída por sus vecinos, debido al testimonio que en ese momento estaba dando. Si cada uno de nosotros pudiéramos contar a otros nuestra experiencia de conversión y diéramos verdadero testimonio de la misma, muchas personas vendrían a los pies del Señor y serían redimidas. Aquí reside el secreto del éxito de la evangelización.

 

Quinto paso: Muchos creyeron por la palabra de la mujer y su testimonio (v. 39-42).

 

El resultado de esta acción de la mujer samaritana fue eficaz, ya que muchos vinieron a Jesús por la palabra de ella y su testimonio. Comprobaron en el mismo lugar que Jesús era el Cristo, el Salvador del mundo. Casi todo un pueblo se volvió creyente en Jesucristo, las personas le siguieron y ya no necesitaban que le contaran las buenas nuevas, sino que lo habían comprobado estando cara a cara con el Señor.

 

Es urgente alcanzar a muchas personas a través del mensaje de salvación de Jesucristo para que sean liberadas de sus cargas y de la opresión espiritual y social en que viven. También es una realidad evidente que los medios de comunicación son muchos y a la vez poderosos para llegar a cada hogar. Sin embargo, hoy en día, el tema de la evangelización y crecimiento de la iglesia sigue siendo un asunto ajeno a cada creyente en particular.

 

Pareciera que la tarea de evangelizar tiende a estar en manos de expertos o profesionales, con grandes presupuestos y de recursos musicales apropiados. Se ha olvidado que la evangelización es una tarea personal, en todo tiempo y lugar. Mientras no haya ese convencimiento, la misión encomendada por nuestro Señor Jesucristo, quedará siempre inconclusa, a la espera de algún iluminado o iluminada.

 

Tengamos en cuenta la experiencia de la mujer samaritana y de otras personas, que cambiaron su propia historia y la historia de otros, sólo con comunicar el mensaje de salvación con los pocos recursos que tenían en el momento.

 

Que el Espíritu Santo nos guíe en este proceso de proclamación de la Palabra de Dios a muchas personas y nos permita sembrar la semilla en cada corazón de mármol o doliente. Roguemos al Señor de la Vida que nos ayude a seguir cumpliendo con la Gran Comisión, con amor y vocación. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

      


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