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El resultado de la santidad es la prosperidad

(Job 1.1-5.8)

Muchas veces nos preguntamos si la pobreza o la prosperidad tiene alguna relación con nuestra santidad de vida. Para unos, sí; para otros, no. Es mi intención en esta reflexión demostrar que nuestro estado de pobreza o de prosperidad sí tiene relación con nuestra santidad de vida.

He tomado el ejemplo de Job. La Biblia nos dice que Job era un varón que vivía en Uz, ciudad que habría estado ubicada al este de Palestina (v 3), en la vecindad del desierto de Arabia, más precisamente al sur de Damasco y quizás en la proximidad de Edom (vs 15, 17; los sabeos eran los habitantes de Seba, bien al sur de Edom, y los caldeos cruzaban el desierto de Arabia y hacían incursiones en la región edomita). Las referencias en este libro y los datos proporcionados por Josefo y por Ptolomeo confirmarían esta ubicación (cf Lm. 4:21). En síntesis: aunque actualmente no se la pueda identificar con ninguna localidad conocida, parece que Uz se encontraba cerca del desierto de Siria, en la Arabia septentrional, y no lejos de Edom. Esta referencia es importante para indicar que estamos hablando de un personaje real, de un lugar histórico real y de una condición real de Job. Ahora bien, también se describe cuál era la condición de este varón: perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Dios en su diálogo con Satanás lo reafirma (v. 8). Pero además de eso, Job era próspero. Aquí podemos relacionar que la vida en santidad de Job le generaba prosperidad o en otras palabras, bendición.

Tal era la santidad de Job, que cuando sus hijos celebraban un banquete, él los santificaba y ofrecía holocaustos por cada uno de ellos, temprano por la mañana, por si acaso sus hijos habrían pecado y blasfemado contra Dios en sus corazones. Esto lo hacía todos los días. ¡Qué santidad plena! Job es resaltado por ser perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. De ahí que podemos deducir que la prosperidad, riqueza o bendición estaba estrechamente relacionada con su vida de santidad diaria. Él es colocado como un ejemplo de lo que es vivir en santidad de vida. Este es un relato milenario, no es un asunto reciente. Entonces cuándo preguntamos por qué no tengo bendición, o prosperidad, o riqueza, la respuesta debe ser, porque no estamos viviendo en santidad de vida y hemos dado lugar a que Satanás nos destruya, destruya nuestra casa y nos quite lo que Dios nos ha dado. ¡Sin santidad de vida no hay bendición! El mensaje de este texto bíblico es que muchas veces nos dejamos quitar la bendición de Dios porque damos lugar a Satanás y dejamos de lado las cosas de Dios y no vivimos según su mandato: santidad.

Ahora bien, ¿cómo recupero mi estado de santidad de vida para recibir la bendición de Dios? es una pregunta que seguramente nos hacemos diariamente. La respuesta está en la persona de Job, él vivía en perfección, era recto, temeroso de Dios y estaba apartado del mal. De ahí que el fruto o resultado de ese estado de vida era la prosperidad, o riqueza o bendición. Satanás sabe muy bien que ésta es la fórmula de la prosperidad y por eso nos persuade a alejarnos de Dios y vivir una vida no de acorde con el mandato de Dios. Recordemos que Satanás le objeta a Dios la santidad de Job, argumenta que lo hace por interés porque recibe de parte de Él todo. Bueno, bien sabemos que Dios permite poner a prueba a Job para demostrar que no es así, que la santidad de Job no es una postura, es una opción de vida. Al final de la historia bien sabemos lo que pasó. Job pasó la prueba, Satanás no pudo quebrarlo ni destruirlo, y como resultado recibió más de lo que tenía.

Entonces, que nos queda por hacer si nos hemos alejado de Dios, si estamos sumidos en la pobreza, cuando todo va de mal a peor, donde no hay bendición personal ni bendición en casa. La única opción es volver al camino de santidad, re-sembrar santidad para gozar de las bendiciones de Dios. Hay que sacar todo pecado que nos ha alejado de Dios, arrancar la mala hierba que no ha permitido que florezca una flor de esperanza. Pedir perdón a Dios y empezar de nuevo el camino de santidad. Ahora bien, no es fácil hacerlo de la noche a la mañana, hay un proceso, en la medida que vamos viviendo este estado de santidad, pidamos el auxilio del Espíritu Santo y veremos que poco a poco las bendiciones de Dios van llegando a nuestra vida , a nuestra casa y aún lo que Satanás nos arrebató, pronto el Señor nos los devolverá en demasía.

Que el Señor nos ayude a poner en práctica la santidad en todos los aspectos de nuestra vida y podamos gozar y disfrutar las ricas bendiciones que Él nos dará. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


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