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LA NUEVA CREACIÓN EN CRISTO

 

(Juan 20:1-18)

 

Este relato empieza muy temprana la mañana, en plena oscuridad del día. Se está en proceso de pasar de la oscuridad a la luz. Es interesante ver que en el relato sólo hay dos personajes en el huerto: Jesús y María Magdalena. Estos hechos nos llevan a comparar la Creación. Consideremos lo siguiente,  en el primer día Dios creó la luz, separando la luz de las tinieblas (Gen. 1:3-4). Luego Dios crea al hombre y a la mujer, en este caso Adán y Eva, y los coloca en el Edén para que gocen de la vida eterna (Gen. 2:19-23). Pero ellos desobedecieron a Él y cayeron en desgracia (Gen. 3:1-24). A partir de ahí empezó la caída del ser humano. Ahora, en este nuevo día, hay algo nuevo para la humanidad: la resurrección de Cristo, el nuevo Adán. Si antes Adán nos condujo a la muerte, ahora Cristo nos conduce a la vida plena. Eva en el Edén representó la caída, ahora María Magdalena representa el anuncio de la Buena Nueva. Es un acontecimiento que tiene su paralelo en el Antiguo Testamento. 

 

El sepulcro vacío es la confirmación de que Cristo ha resucitado y ha vencido a la muerte. Este hecho es el fundamento de nuestra fe cristiana. Es el triunfo de la vida sobre la muerte. El poder de Dios se ha hecho manifiesto, ha levantado de los muertos a Cristo, su Hijo. Es el mismo Dios que vence con poder a las fuerzas naturales y enemigas, una vez más. Es la confirmación de que para Dios no hay nada imposible (Ge. 18:14; Mt. 19:26; Lc. 1:37). Ahora bien, la presencia de María Magdalena, representa el hecho de ser la primera mujer en recibir la gran noticia, ella recibe ese privilegio de ver al resucitado, el nuevo Adán. Su paciencia y fe en el Señor han dado sus frutos, no ha sido en vano esperar, el tiempo de Dios. Al igual que la mujer samaritana, ella se convierte en la portadora de una Buena Nueva para sus compañeros y desde luego para la humanidad: ¡Jesús ha resucitado! ¡Vive!   

 

No hay duda que la resurrección de Cristo es el inicio de una nueva era para la humanidad, desde ahora en adelante sólo por la fe en él la salvación es posible y ya no en la ley. Nuestra fe cristiana está fundamentada en el Cristo resucitado que venció la muerte y a Satanás, esa es nuestra esperanza. Es la primicia de su segunda venida. Ahora Cristo está vivo y presente entre nosotros, camina en medio de nuestra ciudad, sufre con los que sufren, consuela a los entristecidos, nos acompaña en el cumplimiento de la Misión, su Espíritu está en medio guiándonos. Sin duda que esta buena noticia genera alegría gozo en las personas, tal como lo fue para los discípulos y no permitió que se quedaran callados. Por eso la Iglesia sigue anunciando que Cristo vive y resucitó entre los muertos para generar nueva vida a los que en Él creen y le siguen.

 

Hoy en día cada uno de nosotros somos testigos de que Cristo vive, porque antes estábamos muertos en vida pero al oír el Evangelio de Jesucristo y recibirlo como nuestro Señor y Salvador por fe, volvimos a nacer, pasamos de muerte a vida. Él ha resucitado en nuestro corazón también. Los cristianos y cristianas somos nuevas criaturas llenos de gozo y de esperanza. Jesucristo nos ha redimido para ser sus discípulos en este nuestro tiempo y realidad. No tememos ya a la muerte, ni a las tentaciones de Satanás, caminamos confiados de que Cristo está con nosotros todos  los días hasta el fin del mundo. Su doctrina no fracasó, sigue vigente sus enseñanzas hasta ahora y para siempre.

 

Confiemos que el Señor está con nosotros y que nos dará la alegría necesaria para seguir viviendo y cumplir con la Misión hasta que él venga, a pesar de que el enemigo nos pone trabas y nos tienta para separarnos del amor de Dios. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


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