Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

 

DEL SUFRIMIENTO A LA ALEGRÍA

 

(1 Samuel 1:1-28)

 

El relato que tenemos como reflexión en esta oportunidad, es la historia de una mujer fiel al Señor y que está pasando por una angustia y tristeza. El personaje es Ana, quien no puede tener hijos y pasa por la afrenta de su esposo y vecinos del pueblo. Esta historia es similar a muchas mujeres estériles, privadas del privilegio de alumbrar una nueva criatura. Su sufrimiento se acentuaba cada vez más cuando su esposo no la tenía en cuenta y era sujeta de burla de la otra mujer. Sin embargo, ella no ha de desfallecer y acudirá al Dios Todopoderoso para pedirle ayuda y bendición.  
 

Elcana, su esposo, al ver el sufrimiento y lloro de su mujer trata de consolarla al hacerle ver que él vale más que diez hijos. Su pregunta agudizará más su dolor, ¿acaso el esposo puede reemplazar el gozo y la dicha de una mujer de ser madre? Sin duda que no. Hay una situación de desesperación y angustia de parte de Ana. Nadie puede solucionar su problema, ni la medicina de su tiempo, más aún, ni el sacerdote del templo. ¿Cuántas mujeres hoy en día sufren esta misma situación?.

 

Pero, el relato nos va a llevar a una experiencia donde la fe jugará un rol muy importante en la vida de Ana. Ella ha tomado la decisión de ir al templo de Dios para llorar su amargura y tristeza, poner en las manos del Señor su problema. Con lágrimas en sus mejillas ora con mucha fe al Dios Todopoderoso y en pleno lloro hizo el siguiente voto, diciendo: "Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza". Fijemos la atención en la persona de Ana, ella no recurre a métodos extraños o consultas a curiosas o parteras para salir de su infertilidad. ¡Ella recurre a su Señor! Aunque no tiene nada para ofrecer, sin embargo, le promete al Señor dedicar su único hijo que tendría. Es un acto de fe. ¡Cuántas mujeres necesitan aprender de Ana!

 

Mientras Ana está en una experiencia de fe, a solas en el templo con su Señor, a su alrededor otra situación está ocurriendo. Elí el sacerdote del templo considera que ella debe estar borracha, drogada tal vez, u otra cosa fuera de lo común. No puede comprender que esta sierva del Señor está en un estado de espiritualidad tremenda ante el Dios de la vida. Muchas veces nos suele suceder a nosotros cuando estamos en plena comunión con nuestro Señor, nos consideran locos, fuera de sí, esquizofrénicos, fanáticos u otra cosa parecida. No logran comprender la dimensión de nuestra fe y nuestra comunión con el Señor de nuestra existencia. Muchas veces cuando nos encontramos en el límite de nuestra fe, recurrimos a Dios y derramamos nuestro espíritu atribulado, angustiado y atormentado, para entregar nuestras vidas y nuestras cargas a sus pies. Ante esta crisis, los incrédulos se burlan de nosotros.

 

Después de esta situación embarazosa para Ana, hay un momento de paz, de tranquilidad, de confianza; tiene la certeza de que  Dios la ha escuchado. Ella está segura de que su Señor no le fallará, confía de tal manera que ahora ya no siente tristeza. Ha de saber esperar, aguardar la respuesta del Creador. El rey David en uno de sus salmos nos dice: "Pon tu camino en Jehová, confía, él hará, guarda silencio y espera" (Salmo 37:5.7). Hoy en día, muchos de nosotros clamamos a nuestro Señor a través de su Hijo Jesucristo, pero no sabemos guardar silencio y esperar su voluntad. Nos desesperamos, queremos ya la respuesta, obligamos a Dios a actuar ahora, a nuestro tiempo. Ana esperó y aguardó la respuesta. No le puso tiempo a su petición. Escuchó el consejo del sacerdote. ¡Qué ejemplo de humildad!

 

El tiempo de Dios, es su tiempo y no el nuestro. Él responderá y actuará; El Señor ha escuchado la petición de Ana, no se ha olvidado de ella. Él nunca se olvidó de sus promesas hechas a sus escogidos o a quienes vinieran a Él. Nunca abandonó a su suerte a Noé, a Abraham, a Moisés, a David, a Isabel, a María, a Jesús, a Pablo, a Pedro y a otros siervos más. Jesús nos ha prometido que todo lo que pidiéramos en su nombre al Padre nos será concedido (Mateo 7:7-8; Juan 14:13-14; 15:16; 16:23.24.26). Ana y Elcana son bendecidos, reciben la respuesta. Ana concebirá un hijo y éste será la respuesta de su oración. ¡Y así fue! Ana está gestando un niño dentro de sus entrañas estériles. ¡Es el milagro de Dios! El sufrimiento se convierte ahora en alegría, la tristeza en gozo. Es la acción redentora del Señor. ¡Qué alegría tener un bebé entre las manos! Dios bendice a quien es fiel y confía plenamente en Él.

 

La respuesta de Ana no se hace esperar, cumple su promesa, lleva a su hijo Samuel al templo y lo dedica a Dios. Aquí se resume toda la enseñanza de este relato: bendición recibida y promesa cumplida. Nos quedamos con el testimonio de esta sierva del  Señor: "¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová".

 

Finalmente, este relato ha sido tomado de la vida real de hace muchos siglos y ahora nos enseña una experiencia de fe. Hoy en día, hay muchas mujeres que no tienen el privilegio de ser madre y viven un tormento, no sabiendo a quien recurrir. Por demás consultan a curanderos, parteras y hasta han llegado a aceptar una solución a su problema: la probeta, la mamá de cristal. Pero a pesar de ello, aún encontramos mujeres como Ana y otras de la Biblia, que nos enseñan que la solución a este problema se encuentra en las manos de Dios, a través de la fe y la confianza. La fe de ellas aún siguen conmoviendo al mundo y a la ciencia. El poder de Dios se hace manifiesto en todo momento, convierte nuestro sufrimiento en alegría. ¡Esa es la gran novedad del reino de Dios!

 

¡Qué el Señor bendiga a todas las madres del mundo, cualquiera sea su situación y condición!. Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


Copyright © 2000-2010 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. All rights reserved. Todos los derechos reservados.