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| Madurez emocional en el desarrollo infantil: la importancia de los padres en el proceso
Claudia Mendoza Ramirez
Durante mucho tiempo, el hombre a tratado de definir y aclarar un ideal de desarrollo, un ideal de madurez, visto en sus inicios como el cambio y la evolución física a la cual posteriormente se le anexarían otras cualidades y habilidades. Surgen así diferentes conceptos y teorías que tratan de englobar las características de un ser humano funcionando óptimamente, el cual no sólo poseía destrezas físicas, sino también destrezas en otros niveles, que le permitirían vivir en sociedad y funcionar efectivamente en ella. Es así como surgen los conceptos de madurez e inteligencia emocional, partiendo de los modelos postulados, en un inicio por el humanismo renacentista, cuyo concepto de madurez se hallaba firmemente representado por una personalidad moderada, respetuosa, autocontrolada, modesta, sabia y libre de avaricia y afán de prestigio. Posterior a ello, surge el concepto de autorrealizacoión, el cual parte del presupuesto de que el hombre lleva en su interior una inspiración a dirigirse hacia significados, valores y metas y a traspasar de este modo las fronteras existentes, lo cual equivale a una máxima realización de las potencialidades únicas e irrepetibles de la persona (Maslow, 1983) Con el paso del tiempo y el incremento de la s investigaciones en un afán por aclarar estos conceptos, surgen teorías más elaboradas como la de Steiner (1998), quien señala que la educación emocional y por la tanto, la madurez emocional, están conformadas por 3 capacidades:
Estas 3 capacidades juntas, nos permiten mejorar nuestro desarrollo personal y calidad de vida conjuntamente con la manera de relacionarnos con otros, además crean posibilidades afectivas entre personas, hacen más cooperativo el trabajo y facilitan el sentimiento de comunidad. Sin embargo, hoy en día es más probable encontrarnos con personas que sean en extremos sensibles y vulnerables o por el contrario, bastante rígidas e incluso hasta inflexibles, en el caso de las últimas, todo este esmero por evitar expresar y sentir emociones, podría tener su inicio en la infancia, cuando frente a situaciones dolorosas como el desinterés de nuestros padres, las burlas escolares y diversas tensiones emocionales, en los cuales se niega el afecto necesitado y sólo se proporciona para manipular nuestro comportamiento, en el cual se nos concede si somos "buenos" y se nos retira si somos "malos". Lo que nos va condicionando silenciosamente para ocultar lo que sentimos y deseamos. Para Steiner, la madurez emocional está dada por una capacidad que nos permite actuar de manera inteligente ante situaciones que podrían depararnos gran tensión. Para ello, debemos adquirir las siguientes habilidades:
Todo ello se puede lograr a través de un entrenamiento, el cual consiste en 3 etapas. Etapa uno: Abrir el corazón:
Etapa dos: Examinar el panorama emocional:
Etapa tres: Hacerse responsable:
Conforme han ido avanzando las investigaciones, también se ha formulado un concepto más elaborado, el de inteligencia emocional, siendo uno delos estudios más representativos el realizado por Bar – on, quien creó una escala para medir la inteligencia emocional basado en 5 componentes principales que a su vez se subdividen en 15:
Todos ellos, desarrollados apropiadamente, garantizarían a la persona el éxito en las relaciones interpersonales, lo cual se vería extendido a otras áreas de su vida como la familiar y laboral. Bar – on señala que en muchos casos, resulta más importante una inteligencia emocional alta que un coeficiente intelectual alto, ya sea para desarrollarse adecuadamente dentro de un ambiente laboral, así como para tomar importantes decisiones en la vida como la elección una pareja, entre otros.
La educación emocional se desarrolla mejor durante la infancia, época en la cual, la información se aprende a través del ejemplo. Durante este periodo crítico de aprendizaje, los niños establecen sus actitudes, pueden considerarse buenos o malos, hábiles o torpes, felices o infelices, etc. También en esta etapa, los niños adquieren hábitos emocionales que coinciden con la visión que tienen de ellos mismos, ser comportan siguiendo ciertas líneas y son tomados por los adultos como tales. La mayor parte de modelos de conducta, se aprenden de los padres y las demás personas que rodean al niño, conllevando a un determinado tipo de conducta cuya duración dependerá del tratamiento que se le de. En el cual, si los padres son maduros e inteligentes emocionalmente, el niño recibirá mensajes positivos que le permitan entender las consecuencias de sus conductas y por qué estas son o no favorables ; en caso contrario, si se es inmaduro emocionalmente probablemente se recurra a métodos tales como los gritos o agresiones físicas para corregirlos. Los niños se irán formando en la madurez emocional a medida que los padres la enseñen y la practiquen con ellos, teniendo en cuenta losa aspectos anteriormente mencionados, tales como abrir el corazón, evitar los juegos de poder (abusar de la autoridad, maltratarlos y manipularlos a través del miedo), ser sinceros, evitar el control excesivo (ser rígido), comprender los temores de los niños, alentar los recursos emocionalmente cultivados, enseñarles autodefensa emocional (decir lo que le gusta o desagrada – asertividad) y ser paciente. Además, los padres deben tener siempre presente, que los niños aprenden poco a poco y que ellos son la principal fuente de información, es allí donde radica la importancia de formarse y educarse para poder adquirir una mejor madurez emocional, que les permita transmitir todo ello a sus hijos, habilidades que no sólo le servirán para desenvolverse en la escuela y tener amigos, sino para toda la vida.
Bibliografía
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