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'Tamarindos' - Mariel Chong Ll.

 

I. El pie en la espuma
¡Oh tamarindo del verdor primero

emergido del mar – el pie en la espuma – 

que los brazos levantas en la bruma,
de las islas, testigo prisionero!

¿Por qué el destino te tornó en alero

de salino elemento y pura suma
fuiste liquen y de errante pluma, 
tú desde la raíz, tan verdadero?

En los corales y perlas, sumergido

tu sueño fue. ¡Oh música marina
que por tu cauce vegetal asciende!

¡Oh ciega sangre que el sonido mina!

Bajo la undosa copa te sorprende 
el fruto de tu hermosura suspendido.


II. Sin tiempo ni memoria

¿Por qué morada de serena fuente

transitan tus raíces sin memoria,
oh tamarindo fantasmal? ¿Qué historia
alumbran las cenizas de tu frente?

¿Naciste erguido, paralelamente

a la linde de espuma transitoria?
Verde guardián de anunciación... ¿La gloria
tuviste de vivir sin accidente?

Del alba por la estela de su sueño,

fue el tamarindo sosegado por su dueño
de las olas tempranas, sin sentido

Fuego de mar navega por sus venas.

Pararrayo de nubes y de arenas, 
permanece en el Tiempo, indefinido


III. Un cántico celeste

¡Oh cielo que en tu copa se desata

y peina canas de inmortal reflejo,
hundido hasta tu sangre, en el añejo
fuego celeste que  tus huesos ata!

Tu cántico sereno, catarata

es de las hojas que, en su fiel bosquejo,
irrumpen al espacio cual festejo
de una estrella flamígera de plata.

Breve y eterna, matinal figura,

en que las rama, por nacer floridas,
tienen cautivo al cielo del follaje.

Mano de Dios, alumbra tu hermosura.

Tu corazón – ¡oh cántico sin bridas!—
feliz navega en puro vasallaje.