“Aplicar
los conocimientos adquiridos en favor de quien lo ha menester, procurando que la
Justicia se imponga siempre, si es necesario aún sobre el Derecho”.
Nací en Ciudad Victoria, Tamaulipas el día 26 de Septiembre de 1974,
soy el tercero de cuatro hijos y mis padres son el Señor Reynaldo Soto Flores
originario de la ciudad de San Carlos, Tamaulipas, y la Señora Bertha de los Ángeles
García Hernández, quien naciera en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
Mis tres hermanos son Reynaldo Soto García, el mayor, un destacado
Ingeniero Civil casado con la Señora Marilú Hernández Yépez, Manuel Humberto
Soto García el mas pequeño, quien en la actualidad estudia Sistemas
Computacionales en el Tecnológico de esta Ciudad, y Bertha de los Ángeles Soto
García (Beti), que falleciera el 12 de Octubre de 1979, siempre hemos estado
muy unidos y buscamos en todo momento aprender lo mejor de cada uno, respetamos
a nuestros padres pero cuando estamos en desacuerdo se los hacemos saber.
Después de crecer en su seno familiar rodeado de valores y de una
educación muy emotiva, habiendo acrecido mi círculo de amistades en la Iglesia
Católica, en el año de 1986 ingreso a una Institución Militarizada interesado
por aprender a hacer lo que veía en los Desfiles y fascinado con algo que después
me enterara le llamaban Tumblin, que es algo así como Gimnasia Militar. Esta
Institución llamada Pentathlón Deportivo Militarizado
Universitario, marca un parte aguas en mi vida, ya que es en donde
aprehendo los Principios Filosóficos y la Disciplina que rigen mi actual
proceder.
La formación que recibiera en esta Institución me sirvió para forjar
mi carácter, ahí comprendí que el Estudio era un medio para lograr con mi
esfuerzo que mi país creciera, que tenía que sobresalir en mi persona si quería
que México sobresaliera, que si quería vivir en plenitud, debía estudiar como
si fuera lo principal, que debía trabajar como si fuera el único responsable y
que debía amar como si dependiera de ello mi vida, recordando en todo tiempo
que esto no era un mérito, sino un elemental deber, así entonces emprendí mi
marcha hacia lo que pretendía ser, UN EXCELENTE ABOGADO, UN EXCELENTE PADRE DE
FAMILIA Y UN DESINTERESADO ALTRUISTA.
Estudiando la Preparatoria, conocí mas de cerca lo que era la Abogacía,
casi todos los maestros habían estudiado la Licenciatura en Derecho y pertenecían
además a Grupos Estudiantiles de la entonces llamada Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de Ciudad Victoria, dependiente de la Universidad Autónoma de
Tamaulipas. Cuando pregunté a uno de ellos porque mucha gente de Victoria
estudiaba Leyes me respondió “Y de que más puedes vivir en esta ciudad, si
solo puedes trabajar para el Gobierno o ser Comerciante”, sus palabras tenían
mucha razón, pero además yo pensé en algo mas, aquí radicaban los Poderes
del Estado, lo que devenía en la necesidad de realizar infinidad de Actos
relacionados con el Derecho, por otro lado, se aproximaba la firma del Tratado
de Libre Comercio y de esto emanaba un aroma de gran actividad comercial, lo que
desde luego debía de derivar en problemas que requerirían de la intervención
de especialistas en leyes, leyes mercantiles.
Dentro de las amistades aquellas que adquiriera producto de mi
convivencia en la Iglesia Católica, había un compañero que estudiaba Derecho,
este me platicaba lo divertido que era asistir a las diligencias judiciales, a
las cuales tenía que presentarse para aprobar ciertas materias, se encendía así
la chispa de llegar a ser Abogado, pero debía de buscar una opinión mas, se
trataba de mi futuro y no era algo que debía tomarse a la ligera, inicié
entonces una serie de entrevistas y diálogos con un Tío mío llamado Federico
Alfonso, el es Abogado, de los mas destacados en el País y además fungía como
Presidente de una Junta Especial de Conciliación, un señor bastante frío,
pero muy preparado y quien siempre encontraba una solución a las cosas, éste
me dijo que la Carrera que había escogido era muy bonita, pero que por tradición
se requería de saber y conocer de todo, “la gente que desconoce al Abogado
aprovecha cualquier titubeo que manifiestes para tacharte de ignorante y
burlarse de todos nosotros, aunque no seamos culpables de tu error”, esto
no era mas que un reto que implícitamente se me imponía, si quería ser como
él, como ellos los Abogados, debía tomar muy en serio las cosas, así decidí
estudiar Leyes.