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Introduccion



Es el término convencional que se utiliza para el período de la historia europea, que abarca desde el colapso de la civilización romana en el s. V hasta fines del s. XV.

Los límites cronológicos en la periodización histórica son artificiales pero necesarios para delimitar el estudio. Para dividir este extenso período se distingue la Alta Edad Media, entre los ss. V y XII, y la Baja Edad Media del s. XIII al s. XV.

El término se debe a los eruditos humanistas de los ss. XV y XVI, que se refirieron a esta época como «Medium aevum» (Medievo), pues se veían a sí mismos como los líderes del Renacimiento, exponentes de una nueva mentalidad, de una cultura y de una civilización que desde su punto de vista habían estado en la oscuridad, después del declive de la cultura grecorromana en Occidente. La Edad Media se entendía como un oscuro período de tránsito. A inicios del s. XVII se definió la Edad Media como el período histórico que abarca desde el fin de la Antigüedad clásica hasta el Renacimiento del s. XV, y fue un profesor de historia, C. Keller, quien en 1.688 publicó una obra en la que utilizaba el término. A finales del s. XVIII, los historiadores europeos empezaron valorar esta época de un modo distinto. Descubrieron que es el momento en que se formaron las naciones, influidos por los nacionalismos emergentes y las ideas del romanticismo.

La Edad Media está marcada por la emergencia de Europa como unidad sociocultural, el ascenso y posterior declive de una distintiva civilización cristiana y por el casi conseguido intento de la Iglesia de funcionar a la manera de un Estado mundial, sucediendo así al desaparecido Imperio romano.

En muchos aspectos los tiempos medievales nos parecen remotos y misteriosos, poblados de caballeros y damas, reyes y obispos, monjes y peregrinos. Pero las ciudades, los Estados, los Parlamentos, los sistemas bancarios y las universidades europeas tienen sus raíces en esa época, y buena parte del paisaje está todavía dominada por los grandes castillos y las catedrales medievales.

En el s. V el Imperio Romano se fue desmoronando ante el empuje de las tribus germánicas del norte que invadieron sus fronteras, destruyendo las ciudades y las rutas comerciales. Los sajones se instalaron en Gran Bretaña, los francos se apoderaron de las Galias (Francia), y los godos invadieron la propia Italia(ostrogodos) y España (visigodos). El año 476 perdió su trono el último emperador romano, Rómulo Augústulo. Estos siglos de desórdenes se han conocido con el nombre de “Tiempos Oscuros”, si bien no era una descripción acertada. Bajo el emperador Justiniano I, la capital bizantina de Constantinopla se convirtió en una de las ciudades más esplendorosas del mundo. En el s. VIII, el notable gobernante franco Carlomagno (747-814) logró reunir gran parte de Europa, fomentando la difusión de la cultura y el cristianismo en su imperio.

El rey cristiano Carlomagno ayudó al Papa a contener la invasión de Italia por los bárbaros; y el año 800 el Papa, agradecido, le coronó “Sacro Emperador Romano”. Europa estuvo amenazada por invasores durante los s. IX y X; los normando hacían incursiones en las costas del norte, y los fogosos magiares presionaban desde el Asia central. Pero gradualmente fueron surgiendo nuevas naciones. Las tierras de los francos se convirtieron en Francia; Alfredo el Grande (871-899) derrotó a los normandos y pasó a ser Rey de Inglaterra, y Otón I de Germania rechazó a los magiares

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