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Sucesión en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

 

Un artículo del Dr. Xavier Gamboa Villafranca

 

Referencia Bibliográfica:

Gamboa Villafranca, Xavier. “Sucesión en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales”, Excelsior, Sección Metropolitana. 12 de diciembre de 1987.

 

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La candidatura presidencial del PRI fue obtenida por el grupo más entusiasmante ligado al proceso de cambio estructural, entendido en los términos del Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988. Por lo tanto es de esperarse que, en caso de triunfar el PRI en los comicios federales de 1988, en el próximo sexenio continuará –actualizando la estrategia conforme a nuevas evaluaciones y nuevos diagnósticos- la esencia del propósito gubernamental de auspiciar la transformación cualitativa de la sociedad mexicana.

 

Bajo estas condiciones, la investigación científica y tecnológica tendría la responsabilidad de contribuir al fortalecimiento de los sectores social, público y privado, en tanto componentes de un conjunto total que estaría modificándose aceleradamente. A las ciencias sociales, en particular, les estaría reservada la función de presentar resultados sólidos, útiles para que fuerzas, corrientes y grupos claramente identificados resolvieran problemas específicos que se hicieran presentes, en su intento de ser partícipes del cambio.

 

Los científicos sociales tendrían, entonces, el reto de vigilar que sus propuestas de solución tuvieran el impacto deseable –fijado previamente- a nivel municipal, subregional, estatal, regional y nacional, traduciéndose en prácticas concretas que apoyaran el logro de una mayor democratización, mejores niveles de trabajo y vida y un progresivamente claro pensamiento social.

 

Para salir airosos del reto, se requeriría que los científicos sociales del país hubiesen sido formados en instituciones de educación media superior, superior y postgrado, que desprendieran  su acción diaria bajo la premisa de que sus egresados tendrían la obligación de nutrirse de la historia para ayudar a normar y transformar el presente en función del futuro deseable, libremente identificado de acuerdo a una concepción lo más plural posible. Tendrían que ser, en consecuencia, científicos sociales bien diferentes a los que aún ahora continúan produciendo las instituciones públicas. Debieran ser investigadores con una clara y racional posición de clase, capaz de conducir equipos interdisciplinarios de investigación con una actitud muy distante de la tecnofobia (terror a las matemáticas, la técnica y la tecnología) que en el presente caracteriza a buena parte de ellos, diestros en la identificación y delimitación de problemas de ciencia básica, y aplicada, hábiles negociadores de financiamiento necesario para la formulación y ejecución de proyectos que respondan a las necesidades de usuarios concretos, buenos conocedores de la teoría clásica, y de sus principales corrientes actuales, eficientes administradores y, sin lugar a dudas, excelentes aplicadores de métodos, procedimientos y técnicas convencionales, así como creadores de aportes originales a la metodología, a la teoría y el avance de la ciencia.

 

Dada la organización actual del subsistema nacional de docencia e investigación en ciencias sociales, el proceso de transformación necesariamente partirá de las instituciones de mayor tradición, arraigo, concepción crítica y recursos. De entre éstas, sobresale la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, responsabilizada de la formación de sociólogos, politólogos, administradores públicos, internacionalistas y comunicólogos.

 

La FCPS vive el último tramo de la lucha por la sucesión, ya que el 16 de enero de 1988 termina su período institucional de cuatro años el doctor Carlos Sirvent Gutiérrez, actual director de ella. Quien ocupe la dirección en esta dependencia universitaria, será el principal responsable de guiarla en el crucial año de elecciones federales de 1988, así como durante la primera mitad del próximo sexenio. Se trata del puesto clave, pues, para determinar si la facultad profundizará su participación en el proceso de transformación cualitativa de la sociedad mexicana, o si dará un salto atrás, para cerrarse en sí misma y constituir una auténtica torre de marfil descontaminada de la mundanal realidad y sin importar gran cosa qué recursos forma, para quién la forma, para hacer qué cosas y con qué perspectiva de clase social.

 

La lucha en la FCPS no puede ni debe ser considerada como mera lucha entre personas. Hay demasiado en juego, tiene que ser de concepciones, posiciones y compromisos académicos transparentes. Pero una cosa es clara: si el funcionario que asuma la dirección de ella no se compromete con la participación activa de la institución en el cambio, serán menospreciados sus egresados por el gobierno y sus aliados políticos, por la izquierda... y hasta por la  derecha; sociología y ciencia política de plano cerrarían sus puertas a las nuevas generaciones; y una concepción rígidamente tecnocrática se adueñaría de las carreras de administración pública, ciencia de las comunicación y relaciones internacionales.

 

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