EL SOCIÓLOGO Y LA BUROCRACIA PÚBLICA
EN LA EPOCA DE
LA APERTURA DEMOCRATICA
Autor: Dr. Xavier Gamboa Villafranca.
Publicado en la Revista Comunidad,
Cuaderno de difusión cultural de la Universidad Iberoamericana. Vol. 55, febrero de 1976. México DF.
2)El Sociólogo y la Burocracia
Pública en la Época de la "Apertura Democrática”.
3)Alternativas de desempeño profesional del sociólogo
en México.
4)Alternativas de práctica política del sociólogo
a)Sociólogos que tienen una práctica
política totalmente incorporada.
b)Sociólogos
que tienen una práctica política utópica
c)Sociólogos
que tienen una práctica política semidesincorporada
d)
Sociólogos que tienen una práctica política totalmente desincorporada
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Villafranca
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En este trabajo se intenta
caracterizar el papel del sociólogo colocado en el aparato burocrático del
Estado Mexicano en la época de la "apertura democrática". A su vez,
esto implica, en primer lugar, precisar -fundamentalmente a través del amplio
espectro de alter- nativas abiertas por la práctica científico-social y por la
práctica laboral-formal- el concepto de desempeño profesional del
sociólogo en la burocracia; en segundo lugar, considerar que la contingencia
específica representada por la apertura democrática, en un marco de extensión
generalizada de las relaciones sala- riales al ámbito del "trabajo
intelectual", posibilita formas concretas -diferentes, respecto a
las anteriormente existentes- de la práctica política que se encuentra
implícita pero necesariamente conectada a toda práctica científico-social.
De acuerdo con estos objetivos,
el documento se ha dividido en tres partes, En la primera de ellas se presenta
un esbozo de las alternativas de desempeño profesional del sociólogo en México.
La segunda parte versa sobre las modalidades que puede adquirir -de acuerdo al
grado de incorporación- la práctica política del sociólogo. Por último, en el
tercer apartado se efectúa la relación entre los conceptos de práctica
científico-social, laboral-formal y política.
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El
Sociólogo y la Burocracia Pública en la Época de la "Apertura
Democrática”.
Alternativas de
desempeño profesional del sociólogo en México.
En la actualidad, al pensar
en el papel del sociólogo en México, parece estar bastante arraigada la
tendencia a hacerlo en términos de nociones generales: es decir, como si a todo
científico social le estuviera reservado, en la realidad de su ejercicio
profesional cotidiano, un mismo "rol" o una única
"función". Aparente de que este rol singular casi nunca se precisa de
manera exhaustiva, una concepción semejante implica hacer a un lado los numerosos
matices -cualitativamente diferentes- de ti- pos de desarrollo profesional,
dando lugar a planteamientos, programas y resultados no siempre acertados,
especialmente cuando el supuesto de su existencia efectiva se convierte en el
marco de referencia obligado para situar la acción del científico social en una
dimensión teórico-práctica. Por tanto, es justamente la ubicación del ente
abstracto-ideal representado por el sociólogo, lo que conduce a afirmar que -en
cuanto a su ubicación en la estructura de clases- es burgués, pequeño burgués,
proletario o constitutivo de una "clase política" y que en términos
de su práctica política es revolucionario, conservador o apolítico.
De la misma manera que la
ciencia social ha logrado, por ejemplo, desterrar el concepto general de campesino
como identificado con una sola clase social, Llegándolo a considerar
actualmente como un término que de hecho abarca áreas a lo largo ya lo ancho
del conjunto de la estructura de clases (pues en él se encuentra, desde el
campesino-empresario capitalista hasta el campesino-jornalero sin tierra([i]),
aquí se apunta que el hecho de pensar en el sociólogo en términos indivisos
resulta inoperante en el presente, cuando se da un incremento de la gama de
labores posibles -producto de una mayor división del trabajo
intelectual-social-, en el marco de un ensanchamiento formal del
horizonte político.
Es necesario distinguir al
sociólogo que desempeña su actividad profesional en la burocracia pública de
aquel que ejerce su profesión fuera del ámbito de ésta. En este último caso
encontramos, generalmente, al sociólogo-empresario (contratista, y similares) y
al conjunto de profesionales que trabajan a su servicio : al sociólogo que no
desempeña su actividad profesional y al sociólogo-escritor independiente([ii]).
Esta distinción no contiene
por sí misma elementos explicativos; cobra sentido cuando se la considera en
relación con dos diferenciaciones que emanan del hecho de tomar en
consideración la especificidad del trabajo ejecutado por el sociólogo. La
primera de ellas, surge del hecho de que el trabajo realizado ocupa lugares
diferentes dentro del área de la práctica científico-social : la segunda tiene
que ver con la ubicación, en términos burocrático-administrativos, de la
práctica laboral formal.
En cuanto a las alternativas
de desempeño profesional de acuerdo al lugar ocupado por el trabajo realizado
-en el área de la práctica científico-social-, es necesario distinguir, a su
vez, al sociólogo que produce: a) conocimiento en forma de "materia
prima"; b) conocimiento parcial o totalmente elaborado; y, c) conocimiento
no relacionado con la ciencia social. Esta última apreciación permite percibir
que un sociólogo productor de "materia prima", puede fungir
,básicamente([iii]) como:
encuestador, entrevistador, recopilador de in- formación documental, elaborador
de cédulas de entrevistas, cuestionarios y/o censos, codificador de información
recopilada, procesador (estadística y similar) de información recopilada,
analista de información recopilada.
El sociólogo que produce
conocimiento parcial o totalmente elaborado, puede ser ayudante o auxiliar de
investigador, investigador a cargo de un estudio específico, investigador a
cargo de un programa que involucra a varios estudios específicos. Por último,
el sociólogo que no produce algún tipo de conocimiento científico-social,
generalmente queda incluido en programas de reclutamiento de personal,
sensibilización, "conscientización" y/o promoción social, trabajo
social.
Por lo que se refiere al
desempeño profesional de acuerdo a la ubicación de la práctica laboral-formal,
-en el marco de una organización administrativa-, el sociólogo puede ser
oficinista, auxiliar, jefe de departamento o asesor, director. En otras
palabras, el científico social puede ser empleado, funcionario bajo,
funcionario medio y funcionario alto; en la burocracia pública, en particular,
parece ser que le están significativamente abiertas las tres primeras
alternativas.
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Alternativas de
práctica política del sociólogo ([iv])
A estas alturas, la
tendencia hacia la asalariarización del llamado "trabajo intelectual"
aparece como irreversible([v]).
En la dimensión que aquí interesa, cada vez es más reducido el número de
sociólogos que subsisten de manera relativamente independiente de una
organización administrativa -sea ésta gubernamental o no-. Esta es la razón
principal por la que, en este apartado, se esbozarán algunas ideas sobre las
alternativas de práctica política que parecen presentársele principalmente a
los científicos sociales que se encuentran incrustados en organizaciones
burocrático-administrativas. Es decir, se trata simplemente de dilucidar las
posibilidades de acción político que el sociólogo burócrata afronta, de manera
implícita o explícita([vi]),
en el desempeño de su práctica laboral-formal y de su práctica
científico-social.
De entre las variadas
categorías que podrían usarse para analizar la práctica política del
sociólogo-burócrata, se utilizaron inicialmente las categorías dicotómicas:
práctica política incorporada al Estado-práctica política desincorporada al
Estado. Con objeto de incluir aquellas alternativas intermedias que no caben en
una u otra -o que abarcan partes de ambas-, posteriormente ha sido necesario
ampliar esta categorización, hasta quedar en la forma siguiente: práctica
política totalmente incorporada; práctica política semidesincorporada; práctica
política totalmente desincorporada; práctica política utópica([vii])
.La caracterización hipotética de cada
una de estas categorías es la siguiente:
Sociólogos que tienen una práctica política totalmente incorporada.
A reserva de que los
resultados emanados de una investigación directamente orienta- da hacia el
conocimiento en torno a esta categoría indiquen lo contrario, es posible
afirmar que en este caso se encuentran una buena parte de los sociólogos. En
ella se incluyen los científicos sociales que realizan, tanto una práctica
científico-social incorporada, como una práctica laboral-formal incorporada. Es
decir, está constituida por aquellos que aceptan íntegramente -sin cuestionar
la esencia- las directrices de la institución "a que pertenecen" (en
cuanto a temas de investigación, opción teórica, metodología, categorías, su-
puestos, variables, hipótesis, técnicas, consumo de resultados y, en ocasiones,
normas conducentes a la obtención de resultados predeterminados), sin que el
ejercicio de su práctica laboral-formal se traduzca en medidas significativas
de presión -individual o colectiva; efectiva o inefectiva; económica o
política- dirigidas hacia la impugnación de los estratos superiores de la
institución en que "prestan sus servicios" (y, menos aún, hacia la
afectación de los intereses de la totalidad o de fracciones de la clase
dominante de la sociedad global). Generalmente, los conflictos y las
manifestaciones de inconformidad de este grupo de sociólogos, estriban en que,
en forma individual y respetando estrictamente las jerarquías
administrativas, tiene lugar la solicitud de mayores salarios, mejores
prestaciones y más privilegios, ante "las autoridades superior”-.
En esta categoría se
incluyen aquellos que, en la forma y en el fondo, realizan una práctica
política desincorporada del Estado.. Es decir, está constituida por los
sociólogos que realizan, tanto una práctica científico-social desincorporada,
como una práctica laboral-formal desincorporada.
Los sociólogos incrustados
en el aparato burocrático del Estado que tienen esta práctica política
desincorporada, generalmente tienen contados sus días en la organización a
partir del momento en que empiezan a realizarla. La razón de ello consiste, no
tanto en que el ejercicio de la práctica científico-social desincorporada
traiga problemas a la organización([viii]),
sino en que una estructura burocrática (caracterizada fundamentalmente por
rígidas relaciones de supra-subordinación y por una aguda centralización del
poder) no puede tolerar -casi por definición- la existencia de una práctica
laboral-formal([ix]) que en
buena medida se coloca más allá del ámbito de su control. La respuesta
generalmente no se hace esperar; en el menos grave de los casos, la re- presión
aparece en la forma de despido, privando de esta manera al
intelectual, incluso de la posibilidad de efectuar una práctica
científico-social cualquiera (sea ésta incorporada o desincorporada) al
interior de la organización.
Sociólogos que
tienen una práctica política utópica
A diferencia de aquellos que
participan de una práctica política semidesincorporada, quienes tienen una
práctica política utópica efectúan una práctica laboral-formal desincorporada,
sin llegar a alcanzar una práctica científico-social verdaderamente
desincorporada. Esto generalmente es sintomático de la existencia de un
principio de inconformidad que se traduce en un rechazo emotivo -generalmente
por los sociólogos que fungen como empleados o funcionarios bajos, y que
producen conocimientos en forma de "materia prima" -de la forma de
realización de las labores y de su ubicación global en la estructura
organizacional, en una situación en que la ciencia social realizada por ellos
no llega realmente a rebasar -o, en algunos casos, apenas si llega a hacerlo-
los marcos de la ciencia social incorporada y que, por ende, resulta adecuada
para la racionalización del Estado mexicano. En esta forma, caen en la utopía,
en buena medida como autojustificación, de que el esgrimir una posición de
enfrentamiento frontal -en circunstancias en que ésta es frecuentemente
aplastada por la maquinaria organizativa- a las normas institucionales, por sí
misma, los coloca como revolucionarios. Los resultados
generalmente son los mismos, en cuanto a su permanencia en la burocracia, que
en el caso anterior: el sociólogo con una práctica política utópica
generalmente es expelido de la institución para la cual labora.
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El
sociólogo en el aparato burocrático: Relación entre sus prácticas
científico-social, laboral-formal y política.
Llegado este punto, es
preciso proceder ahora a relacionar los elementos que más arriba se han
brindado aisladamente, con objeto de elaborar planteamientos hipotéticos,
respecto al papel del sociólogo que labora en el aparato gubernamental de
un Estado nacional, en una coyuntura formal de transición hacia mayores niveles
de democracia integral". Posiblemente no sea una exageración afirmar
que la actuación de los sociólogos que tienen esta práctica política
corresponde estrictamente (y en ocasiones va más allá) a la programación
"ético"-profesional de que fueron objeto en el transcurso de sus
estudios universitarios (especialmente, en el caso concreto de la UNAM., si
éstos fueron cursados con anterioridad al movimiento estudiantil de 1968) y que
encaja perfectamente en el conjunto de relaciones intraburocráticas.
c) Sociólogos
que tienen una práctica política semidesincorporada
Esta categoría incluye a los
sociólogos que tienen una práctica laboral-formal fundamental mente
"incorporada", en tanto que su práctica científico-social es
"desincorporada". Pero, a su vez, el Conocimiento científico social
"desincorporado" puede ser un subproducto de la realización de la
práctica laboral- formal incorporada, o bien -al contrario- la práctica
laboral-formal puede ser el resultado parcial de una práctica científico social
desincorporada y racionalmente planeada con anterioridad([x]).
En otras palabras, el sociólogo tiene una práctica política semidesincorporada
cuando: i)realiza un trabajo laboral formal -relacionado directa o indirectamente,
con la investigación científico social- en donde tiene las posibilidades y la
visión de ir aprovechando una parte de sus experiencias y resultados,
generalmente a futuro, en investigaciones diferentes a las realizadas para la
institución, y con una base teórico-metodológica también distinta a la
formalmente esgrimida ante la organización para la cual trabaja;
o, ii) realiza la planeación sistemática -incluso llegando hasta la elaboración
de esquemas o diseños de investigación- de una serie de investigaciones a
largo, mediano y corto plazo, que son de su interés([xi]),
de tal forma que pueda proponer a la organización en que labora acciones que
estén contenidas en la dimensión de su trabajo laboral-formal pero que son de
utilidad directa para los fines de los estudios por él planeados previamente (y
diferentes a los que manifiesta- mente plantea).
La práctica política
semidesincorporada del sociólogo incrustado en el aparato burocrático del poder
-en cualquiera de sus dos modalidades, aunque la segunda implica una mayor
desincorporación que la primera- se, realiza cuando se dan, por lo menos, las
siguientes condiciones: relativa independencia de acción del sociólogo;
capacidad crítica del científico social; relaciones intraburocráticas no
demasiado rígidas; relativamente baja posibilidad de que la organización
burocrática otorgue una rotunda negativa a las propuestas de trabajo
formalmente incorporado. Surge este tipo de práctica en los momentos en que el
sociólogo -de manera individual o colectiva- no tiene la fuerza suficiente al
interior de la organización -ni tiene los nexos necesarios con las fuerzas
sociales ubicadas al exterior- como para lograr que su práctica
científico-social realmente desincorporada se traduzca en una práctica
laboral-formal explícitamente desincorporada. Este caso se analizar enseguida.
d) Sociólogos
que tienen una práctica política totalmente desincorporada.
un buen arranque consiste en
relacionar entre sí a los dos componentes principales de las alternativas de
actividad profesional del sociólogo; esto es, en vincular sus alternativas de
práctica científico-social con las de práctica laboral-formal. Sintéticamente,
el plantea- miento sería el siguiente:
a) En la burocracia pública,
el sociólogo que trabaja a nivel de empleado tiende a fungir, principalmente,
ya sea como productor de conocimiento científico-social en forma de materia
prima, o bien como productor de conocimiento no directa- mente vinculado con
las ciencias sociales,
b) En la esfera de los
funcionarios, a mayor "elevación" del rango ocupado por el sociólogo,
es posible prever una progresiva tendencia a desvincularse de su participación
di- recta en la producción de conocimiento científico social, e incluso a
perder totalmente el vínculo con la ciencia para dedicarse a actividades de
otro tipo, que redunden, generalmente, en beneficio de su movilidad
política vertical.
b.1) El sociólogo que funge
como bajo funcionario puede participar indistintamente en la producción de
conocimiento en forma de "materia prima", parcial o totalmente
elaborada, o desvinculado de la ciencia social. Ello depende fundamental- mente
de los objetivos del organismo para el cual trabaja.
b.2) Cuando el sociólogo ha
alcanzado el status de funcionario medio, es factible pensar que
sólo excepcionalmente se dedicará a la producción de materia prima; tenderá más
-él, o con su equipo- a producir conocimiento científico parcial
o total mente elaborado o a la realización de actividades no incluidas en las
ciencias sociales.
b.3) Los casos en que el
sociólogo llega a ser alto funcionario del aparato burocrático del Estado
distan mucho de llegar a ser la regla general. Sin embargo, cuando llega a
verse en este caso excepcional, el sociólogo se desvincula totalmente de la
producción de conocimiento científico, a cualquier nivel, para convertirse
básicamente en un engrane más de la maquinaria corporativa del Estado.
Los puntos anteriores,
vistos gráficamente, adoptan la forma siguiente:
Alternativas de práctica laboral formal Productor |
Alternativas de práctica
científico-social |
||
Productor de materia prima |
Productor de conocimiento parcial o totalmente elaborado |
Ejecutor de actividades no directamente vinculadas con las ciencias
sociales |
|
Empleado |
XXXXXXXXX |
|
XXXXXXXXX |
Funcionario Bajo |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
Funcionario Medio |
XXXXXXXXX |
|
XXXXXXXXX |
Funcionario Alto |
|
|
XXXXXXXXX |
Una vez relacionados entre sí los dos elementos principales de las alternativas de desempeño profesional del sociólogo-burócrata, es necesario vincular éstas con las alternativas de práctica política. Respecto a la relación entre su práctica política y su práctica científico-social, es posible plantear las siguientes hipótesis:
a) El sociólogo que, como resultado de su trabajo formal en la burocracia pública, produce conocimiento parcial o totalmente elaborado, puede cubrir cualquiera de las cuatro alternativas de práctica política. El desempeño de una de ellas depende de la interrelación específica entre las características personales del sociólogo y de las circunstancias que lo rodean en la organización burocrática.
b) Cuando el sociólogo
burócrata produce. fundamentalmente conocimiento científico-social en forma de
"materia prima" cuando realiza actividades no directamente
relacionadas con las ciencias sociales, pare- ce que existe una mayor tendencia
hacia la realización de una práctica política totalmente incorporada o de una
práctica política utópica, que hacia aquella que es semidesincorporada o
totalmente desincorporada.
Gráficamente, las dos
hipótesis anteriores emanan del siguiente cuadro:
Alternativas de práctica
científico- social |
Alternativas
de práctica política |
|||
Totalmente incorporadas |
Semidesin-corporada |
Totalmente desincorporada |
Utópica |
|
Productor de materia prima |
XXXXXXXXX |
|
|
XXXXXXXXX |
Productor de conocimiento parcial o totalmente elaborado |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
Ejecutor de actividades no directamente vinculadas con las ciencias
sociales |
XXXXXXXXX |
|
|
XXXXXXXXX |
Por último, atendiendo a la
relación entre la práctica política y la práctica laboral-formal del sociólogo,
las hipótesis que es posible establecer son las siguientes:
a) El sociólogo que labora
formalmente a nivel de empleado puede tener una práctica política que quede
incluida en cualquiera de las cuatro alternativas posibles. Su participación en
una de ellas depende, tanto de la especificidad de las relaciones
intraburocráticas en que se halla inmerso (grado de rigidez, nivel salarial,
etc.), como de sus características personales (valores, capacidad analítica y crítica,
etc.).
b) Por su parte, el
funcionario bajo general- mente tiene una práctica política total- mente
incorporada, semidesincorporada, o -en casos extremos- totalmente desincorporada;
normalmente no realiza el tipo de práctica que aquí hemos denominado utópica.
c) Al funcionario medio
generalmente se le presentan dos alternativas de práctica política: permanecer
totalmente incorporado al Estado o real izar una de las dos modalidades de
práctica política semidesincorporada. La elección por una u otra, en caso de
que se dé en términos "conscientes", de- pende más de las
características personales que de características de la organización.
d) El alto funcionario
generalmente no tiene otra alternativa que realizar una práctica política
totalmente incorporada. En este caso, se encuentra limitado completamente por
los intereses creados y las presiones político-económicas acumuladas en el
transcurso de su movilidad.
e) En general, existe
hipotéticamente una tendencia conforme a la cual, a una mayor posición
laboral-formal del sociólogo incrustado en la burocracia pública, corresponde
una menor posibilidad de ejercicio de práctica política desincorporada.
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_______________________________________________________
A
Manera de conclusión:
Recapitulemos las
principales ideas manejadas hasta ahora:
a) La categoría de el
sociólogo, por sí misma, es conceptual mente imprecisa cuando se
intenta dilucidar, por ejemplo, la cuestión de. su papel en la burocracia
pública.
b) Para precisar el anterior
concepto es de utilidad partir del hecho de que no existe una sola
“función", asignada por igual a todos los sociólogos burócratas, sino que
ésta se diferencia, por lo menos en cuanto a las alternativas de su práctica
laboral-formal, de su práctica científico-social y de la práctica política
directamente vinculada a ambas.
Gráficamente, las anteriores
hipótesis se desprenden del siguiente cuadro :
Alternativas de práctica laboral formal |
Alternativas
de prácticas políticas |
|||
Totalmente incorporada |
Semidesin-corporada |
Totalmente desincorporada |
Utópica |
|
Empleado |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
Funcionario Bajo |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
|
Funcionario Medio |
XXXXXXXXX |
XXXXXXXXX |
|
|
Funcionario Alto |
XXXXXXXXX |
|
|
|
c) Cuando se relacionan las
alternativas de práctica científico-social del sociólogo burócrata con las
alternativas de su práctica laboral-formal, es posible plantear la hipótesis
gruesa de que a mayor status laboral- formal corresponde una
menor posibilidad de realizar trabajo directamente vinculado con las ciencias
sociales.
d) Al vincular las
alternativas de práctica política del sociólogo burócrata con sus alternativas
de práctica científico-social, es posible plantear que el productor de
conocimiento científico parcial o totalmente elaborado tiene abiertas las
cuatro posibilidades de práctica política, en tanto que el sociólogo que
produce "materia prima" o que realiza actividades desvinculadas de
las ciencias sociales tiene una doble alternativa de práctica política o
totalmente incorpora- da o utópica.
e) La relación establecida
entre las alternativas de práctica política del sociólogo burócrata con sus
alternativas de práctica laboral-formal permite establecer la hipótesis de que,
a mayor status jerárquico del científico social, corresponde una
menor posibilidad de ejercer una práctica política desincorporada al Estado
Mexicano,
XAVIER GAMBOA VILLAFRANCA- Estudiante de
Sociología, Escuela de Ciencias Políticas y Socia-les, UNAM.
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[i] Pare. J: "El capital comercial en la agricultura mexicana", Historia y Sociedad, No.4, Invierno 174. Págs. 82-84.
[ii] Naturalmente, en este caso también se encuentra el sociólogo-militante o activista.
[iii] Se hace referencia aquí al desempeño de la actividad que ocupa la mayor parte del tiempo del científico social.
[iv] Se hará aquí referencia específica a la práctica política ligada al trabajo profesional del sociólogo: esto es, no se considera aquella práctica que pueda desempeñar en algún otro "papel" social.
[v] Para una lúcida interpretación al respecto, véase: Mandel, E. : La proletarización del trabajo intelectual. UNAM., México. Edición Mimeográfica.
[vi] Es vasta la literatura que trata sobre las implicaciones políticas implícitas en las ciencias socia- les. Consúltese, por ejemplo, a Fals Borda, O.: Ciencia propia y colonialismo intelectual. Edito- rial Nuestro Tiempo. México. 1970.
[vii] Es importante explicitar el carácter histórico de estas cuatro categorías: éstas son realmente existentes y, de hecho, las tres últimas son posibilitadas en buena medida por la coyuntura actual de "apertura democrática" del Estado Nacional Mexicano.
[viii] De hecho ésto, justamente, a menudo funciona como uno de los señuelos principales para la cooptación de sociólogos por parte del Estado.
[ix] Un análisis detallado llevarla a la consideración de las maneras conforme a las cuales se realiza esta política desincorporada: individual- colectiva; "gremial"-extragremial; a través de la presión de fuerzas internas; mediante la presión de fuerzas externas; con presión de fuerzas in- ternas y externas. El grado de cooptación, negociación o represión que emplee la organización -as( como el tiempo que tarde en manifestar- se- dependen en buena medida de la forma que adopte esta práctica.
[x] En esta segunda posibilidad, los resultados de la práctica laboral-formal son un subproducto de la práctica científico-social desincorporada.
[xi] Es necesario aclarar que se analiza aquí específicamente el caso en que el interés personal del sociólogo se identifica -de una u otra forma- con la transformación del modo de producción dominante: ello no obvia, sin embargo, el hecho' de que existen científicos sociales con intereses diferentes a los que manifiestamente hacen concordar con los de su organización, pero que no necesariamente dirigen hacia el logro de un cambio social radical.