La estructura sectorial del Partido Revolucionarlo Institucional en la lucha político-electoral de 1987-1988
Un artículo del
Dr Xavier Gamboa Villafranca 1
Referencia Bibliográfica:
Gamboa Villafranca, Xavier: “La
estructura sectorial del Partido Revolucionario Institucional en la lucha
político-electoral de 1987-1988”, Las elecciones federales de 1988 en México,
Universidad Nacional Autónoma de México. México, DF. 1988
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Villafranca
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1) La firma de .la cuarta etapa del PSE, destinada a imperar durante el último trimestre del sexenio de MMH, atiza (en un triple sentido) la hoguera:
I). Los líderes
de la estructura sectorial (con la notable excepción de la dirigencia nacional
de la CNC) acrecentan su ventaja respecto al salinismo.
II) Se reducen
los niveles del combate entre los tres sectores básicos del PRI ante la
temporal supresión del motivo de éste, constituido por la competencia en
pos de los espacios políticos constituidos por puestos parlamentarios de
alcance federal.
III) Los
dirigentes nacionales centran su atención en evitar que el próximo régimen (sea
quien sea el Presidente) se vea tentado efectivamente a cambiar la estructura
sectorial del Partido Revolucionario Institucional, desplazando a. -los
actuales líderes por otros más “proclives” al titular del poder Ejecutivo en el
sexenio 1988-1994.
2) La lucha
entre la estructura sectorial (que en un principio, involucraba sólo a la CTM,
pero que paulatinamente va involucrando al sector obrero en su conjunto y,
después al sector popular e incluso al sector campesino) y Carlos Salinas, se
había venido manifestando claramente con un año de antelación a los comicios
del 6 de julio de 1988. Ya en julio de 1987, era claro el propósito de
modernización del PRI, expresado en las resoluciones de la XIII Asamblea Nacional
Ordinaria. Sin embargo, los líderes de la estructura sectorial, desde el principio,
expresaron su desacuerdo con la conceptualizaci6n que al respecto manejarían,
posterior- mente, algunos de los seis "posibles precandidatos" de
este partido. Cerradas las posibilidades de "adelantarse" (dar
"madruguete", en léxico político práctico', y leyendo adecuadamente
las señales de por dónde vendría "la decisión", desde principios de
agosto se deslindan de cualquier responsabilidad y de hecho dejan "en el
PRI" la selección.
Al día
siguiente del "destape" del 4 de octubre, empieza la lucha de los
líderes del movimiento obrero por evitar que, seguir la consigna de
modernización y democratización del PRI, significara que los sectores se
autoelimaran.
En un
principio, la CNOP y la CNC no perciben este peligro, porque sus líderes están
más comprometidos con su movilidad vertical ascendente que con los grados de
fortaleza o debilidad de la organización a la que pertenecen; ya que lo primero
no depende de lo segundo (al contrario de lo que acontece con el sector obrero
y con el resto de las organizaciones que componen el sector campesino del PRI,
pues en esos casos el destino de los líderes si depende de lo que acontezca con
su respectiva organización). Sin embargo, incluso para ellos, pronto se toma
claro que sus "méritos" (su experiencia política) no serían tomados
en consideración en la próxima administración de persistir la tendencia
denotada por el proceso "democratizador" y de llegar a la presidencia
Carlos Salinas de Gortari. Queda claro, a partir de mediados de noviembre,
cuando en Nuevo Laredo, CSG, habla de "modernizar" y
"democratizar" los liderazgos formales e informales, públicos y
privados; cuando, además los "estrategas" de CSG plantean y ejecutan
una campaña de proselitismo interno que no considera importante
"convivir" con los sectores del PRI.
El asunto
se perfila aún más, cuando a principios de diciembre, en Santiago Ixcuintla,
Nayarit, Salinas se refiere a la necesidad de que el PRI acepte la
"diversidad de con- ciencias" y de "afiliaciones
políticas". En San Juan del Río, Qro., prosigue el precandidato priísta su
aclaraci6n: se manifiesta contra el sistema de "cuotas", para repartición
de espacios políticos. A finales de febrero, se difunde el hecho de que es el
equipo salinista (y no el presidente de la República), en concertaci6n con el
CEN del PRl, quien "palomea " las listas de candidatos a diputados
federales y senadores (por el Partido Revolucionario Institucional) y que, al
hacerlo, tiene interés en suprimir (o por lo menos reducir) las cuotas,
particularmente las del movimiento obrero cetemista. Las listas, que salen a
cuenta- gotas durante marzo, reflejan que los sectores no salen bien librados.
y al mes siguiente, por si alguna duda hubiera, Salinas anuncia (casi explícitamente,
en un recorrido por el DF) que su prop6sito no es sólo evitar que los sectores
continúen ocupando importantes segmentos del conjunto de puestos de elecci6n
popular, sino que incluso pretende que queden reducidos a la nada en cuanto a
su presencia en el poder ejecutivo federal (concretamente, en su gabinete). A
mediados de mayo se declara, ya sin ambajes, enemigo del Estado
participativo-corporativo (desde Chalco, Edo. Méx.) y propone una democracia
participativa en su lugar .
A una semana de
celebrarse los comicios (durante la última semana de junio) se vuelve común el
que intelectuales y comunicadores pro-salinas difundan un mensaje: CSG se
enfrenta a la burocracia sindical y campesina, en su lucha contra el pasado y
contra el Estado medieval. A mediados de agosto, ya no queda lugar a dudas,
tanto del enfrentamiento estructura sectorial versus grupo salinista,
cuanto de que éste se halla dispuesto a llevar a sus últimas consecuencias sus
planteamientos relativos a los líderes tradicionales del PRI: en la integración
de las comisiones de trabajo para elaborar el programa de gobierno salinista
(reconocidos públicamente como el "pie de cría" del gabinete
presidencial deseado por ellos como futuro) solo por cubrir formalismos se
incluye a miembros del sector obrero, por ejemplo.
3)
Como ya se había dicho, desde antes del "destape", el movimiento
obrero no se declara (en un principio; por acción y, después, por omisión)
partidario de Carlos Salinas. Con posterioridad al destape, y conforme (en las
etapas de proselitismo interno, precandidato y candidato) el salinismo va
aclarando sus pretensiones respecto a la estructura sectorial, las respuestas
que desde los centros de mando de ésta surgen, denotan una progresiva
radicalización. Ya para enero, difunden la ideología de que la derecha y la
izquierda coinciden en querer acabar, tanto con la institución presidencial,
cuanto con los mecanismos corporativos; pues ambos factores son los que les
impiden su ascenso al poder. Hacen coincidir la posición salinista con la de la
oposición y logran hacer compañero de viaje al presidente de la República
mismo. En febrero, influyentes editorialistas critican que sea el IEPES (en lo
que pudiera considerarse, sostienen, el intento de prolongar el papel de los
científicos del porfiriato) la instancia del PRI que lleve el peso básico de la
campaña de Carlos Salinas, y no la estructura territorial y sectorial de este
partido.
A mediados de
abril, destacados miembros de la corriente progresista del régimen, dejan claro
que la plataforma electoral del PRI es especialmente débil en lo concerniente a
los sectores (campesino, obrero y popular), porque no fueron incorporados los
planteamientos que al respecto hicieron sus dirigentes oportunamente. Los
líderes nacionales se dejan ver poco, en actos y eventos del CEN de) PRI, de
importancia para el candidato presidencial, cada vez con más frecuencia, a
partir del inicio del segundo trimestre del año. Los actos de apoyo de la
estructura sectorial, supuestamente masivos, denotan fallas de organización y
logística cada vez menos explicables, bajo una lógica estrictamente técnica.
Elegantemente, a Carlos Salinas se le retira la invitación para que presida el
desfile del lo. de mayo. Las brigadas de promotores del voto sólo existen en el
papel, en los diarios, en la propaganda y en algún acto aislado. A un mes del
día de los sufragios, la "Reunión Nacional de Movilización Electoral"
(6 de junio ) resulta en un fracaso tal, que ante la opinión pública quedó
clara la posibilidad ( con legalidad y legitimidad) de que se cumpliera el compromiso
formal de los líderes de la estructura territorial del partido, en el sentido
de que movilizarían a sus bases para otorgarle 20 millones de votos al
candidato del PRI.
4) En
la coyuntura postelectoral (en la que el supuesto triunfo electoral de Carlos
Salinas de Gortari es eficientemente impugnado en el terreno político,
jurídico, ideológico y legal, por la oposición) la displicencia y "falta
de entusiasmo" que la estructura sectorial del PRI mostró en la campaña y
el día mismo de los comicios, se torna en franca animadversión. Presionada la
dirigencia nacional por )a continuación de una política económica que vulnera
severamente la estructura sectorial del PRI (y sin percibir que la situación
vaya a cambiar a su favor, sino al contrario, durante la próxima administración
presidencial, de seguir las tendencias) empiezan a cuestionar severa y
realmente, la objetiva conveniencia de que Carlos Salinas sea el próximo
presidente de la República. Se empeñan los líderes nacionales (obviamente sin
admitirlo en público) en la búsqueda de una solución "decorosa" que
implique garantizar que el PRI continúe en el poder, pero sin que ello
signifique la destrucción de su estructura sectorial. En esta tarea se
enfrascan, a finales de agosto, cuando está por iniciarse el proceso de
calificación (por el Congreso de la Unión) de las elecciones presidenciales.
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