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Coinciden investigadores de la UNAM. Casi imposible, la democratización del PRI: lo primero, reducir el poder presidencial

 

Entrevista, entre otros, al  Dr Xavier Gamboa Villafranca

Referencia Bibliográfica:

“Coinciden Investigadores de la UNAM. Casi imposible, la democratización del PRI: lo primero, reducir el poder presidencial”, El Financiero, Sección Nacional. 9 de mayo de 1988.    México, DF.  México.    

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La idea de que el PRI pueda democratizarse aparece ante los ojos de los estudiosos en materia política como un acto casi imposible, pues existen varios obstáculos que lo impiden.

 

El principal impedimento es la estructura sectorial y territorial viciada que ha permitido el crecimiento de poderes oligárquicos, algunos de los cuales no han brindado su apoyo total a Carlos Salinas de Gortari, cuya nominación como candidato a la presidencia de la república provocó una fuerte lucha interna, que a casi siete meses no ha concluido.

 

Según Gabriel Díaz, investigador de estudios políticos del CIDE, el PRI se encuentra ante presiones internas y externas para poder democratizarse. Los problemas más fuertes que enfrenta, en opinión de Alejandro Gamboa, de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, están dentro del mismo partido.

 

Los especialistas consideran que para modernizar la estructura del partido oficial debe reducirse el excesivo poder presidencial, sacrificándose el propio Salinas de Gortari (en caso de llegar a primer mandatario), formando un gabinete no de hombres del presidente, sino de representantes de grupos de poder.

 

De acuerdo con Gabriel Díaz, el hecho de que la democracia del partido oficial se de desde la cúpula  gubernamental, ya es problemático, pues esto solo refuerza la idea de subordinación del PRI hacia el Ejecutivo.

 

El especialista señala que hasta ahora el partido oficial se ha dedicado a legitimar lo que dice el presidente. El PRI no hace política, la hace el Ejecutivo y esto provoca que en muchas ocasiones el partido haga el ridículo ante la sociedad.

 

La relación tan cercana del partido con el presidente ha impedido el debate interno y el diálogo franco en el PRI, y en lugar de que signifique una presión al Ejecutivo, le sirve de legitimador de decisiones.

 

Por otro lado, en opinión de Xavier Gamboa, coordinador de un grupo de investigación de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, enfocado al análisis de la imagen pública de los partidos, la democratización del Partido Revolucionario Institucional tiene varias vertientes, que en grandes términos se podrían sintetizar en dos: la personalidad de Carlos Salinas de Gortari y la estructura política del partido.

 

Por lo que se refiera a la personalidad del candidato a la presidencia de la República, el investigador señaló que durante su campaña, Salinas de Gortari ha tratado de abanderar varias causas para fortalecer su imagen; sin embargo, las propias estructuras del partido se lo han impedido.

 

Dentro de estas causas se encuentran por ejemplo, la voluntad del aspirante para participar en el movimiento obrero del primero de mayo, así como el llamado, así como el llamado a que los propolos priístas a través de su organización interna se convertirán en vigilantes del comercio. En ambas ocasiones se les impidió realizar sus ideas. Paralelamente, la lucha preelectoral –en donde se soltaron el pelo los diferentes grupos priístas para seleccionar al candidato presidencial- no ha concluido. Se pensó que definitivamente con la designación de uno de los más fuertes contrincantes (Alfredo del Mazo) como embajador a un país europeo, terminarían las pugnas internas, pero éstas todavía continúan, considera el especialista. Es el propio sistema priísta el que no ha permitido a Salinas abanderar posturas que ayuden a mejorar la imagen del partido. La última lucha del candidato es la democratización del propio PRI, rubro en el que plantea una modernización total.

 

Para llegar a una democratización se requiere cambiar totalmente las estructuras territorial y sectorial del organismo político, dice Gamboa, en donde se han creado grandes y pequeños monopolios de poder que buscan provecho personal o de grupo, sin tomar en cuenta el futuro del propio partido.

 

En el punto de la estructura sectorial, basada en los tres grandes grupos de poder: campesino, obrero y popular (dentro de este último se incluye al empresarial, aunque no abiertamente), existe la arraigada idea que ésta sólo ha servido para conservar posiciones de sector o de grupo, por lo que para cambiarla se requeriría de un esfuerzo conjunto de los propios sectores, lo cual es muy difícil que ocurra.

 

La estructura territorial: comités directivos, estatales, distritales, sectoriales, municipales, y hasta llegar a los comités de manzana, se presenta una fuerte atadura a pequeños y grandes intereses que a veces son compensados mediante la fuerza política del Comité ejecutivo Nacional, ejercida por ejemplo a través de los delegados. En este caso existen cacicazgos y compromisos que en muchas ocasiones han inhibido la participación de nuevos miembros del partido.

 

Martha Singer, del departamento de Estudios Políticos del CIDE, coincidió también en que es difícil que pueda producirse la democratización interna del PRI, dada la estructura del partido en el poder, que se ha basado en la unilateralidad de las decisiones.

 

La investigadora señaló que las bases del partido oficial no son fácilmente caracterizables, ya que la mayoría de los miembros de este organismo político pertenecen a él por una coerción absoluta y sin voluntad propia. Explicó que hay tres formas de pertenecer al PRI: una de ellas es por voluntad propia y en espera de conseguir alguna nominación para cargos de elección popular: la segunda por pertenecer a algún sindicato o agrupación popular campesina afiliada al partido, y la tercera por pertenecer a una empresa ligada a los intereses del PRI la cual hace automáticamente de sus trabajadores partidarios priístas.

 

El caso es que mucha gente está en el partido revolucionario institucional y no sabe. Por estas razones, en la mayoría de los militantes de este partido no existe una convicción clara de su pertenencia al organismo ni de su interés por encontrar espacios para participar activamente en política. Aunque la membresía del partido es muy amplia (según el CEN del PRI, llegó a casi 16 millones en 1985), y el partido necesita de ella, su capacidad de decisión es muy limitada, opina la investigadora.

 

El especialista señala que hasta ahora el partido oficial se ha dedicado a legitimar lo que dice el presidente. El PRI no hace política, la hace el Ejecutivo y esto provoca que en muchas ocasiones el partido haga el ridículo ante la sociedad.

 

La relación tan cercana del partido con el presidente ha impedido el debate interno y el diálogo franco en el PRI. Paralelamente, la lucha preelectoral –en donde se soltaron el pelo los diferentes grupos priístas para seleccionar al candidato presidencial- no ha concluido. Se pensó que definitivamente con la designación de uno de los más fuertes contrincantes (Alfredo del Mazo) como embajador a un país europeo, terminarían las pugnas internas.

 

La estructura territorial: comités directivos, estatales, distritales, sectoriales, municipales, y hasta llegar a los comités de manzana, se presenta una fuerte atadura a pequeños y grandes intereses que a veces son compensados mediante la fuerza política del comité ejecutivo nacional, ejercida por ejemplo a través de los delegados.

 

“El caso es que mucha gente está en el partido revolucionario institucional y no lo sabe”. Por estas razones, en la mayoría de los militantes de este partido no existe una convicción clara de su pertenencia al organismo ni de su interés por encontrar espacios para participar activamente en política. Aunque la membresía del partido es muy amplia (según el CEN del PRI, llegó a casi 16 millones en 1985), y el partido necesita de ella, su capacidad de decisión es muy limitada, opina la investigadora.

 

Por otra parte, aseguró Martha Singer, el número de votantes que se registran en las elecciones no coinciden con la alta membresía que dice tener el partido oficial, lo cual se presta a muchas dudas sobre el número de simpatizantes que se adjudica el propio PRI. Según Martha Singer, la democratización del PRI puede darse con un cambio general del sistema político, y esto significa la independencia hacia el Ejecutivo.

 

La pregunta obligada, según los investigadores entrevistados, es que si el próximo presidente sale de las filas del PRI, ¿estará dispuesto a sacrificar el poder centralizado en su persona para darle a su partido la democracia que se pretende?, y por otro lado, ¿sería democrático, que la democracia llegara de arriba y no de dentro del mismo partido?

 

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