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b) La Burguesía no Acepta la Rienda Gubernamental

 

Un elemento del artículo:  Obstáculos Sociales para la Efectiva Dirección  Gubernamental en el Proceso de Salida a la Crisis: México, 1977., del Dr Xavier Gamboa Villafranca

 

b) La burguesía no acepta la rienda gubernamental

i) Esencial impotencia gubernamental para implantar compulsivamente sus planes

ii) La heterogeneidad del capital impide una respuesta única a los lineamientos gubernamentales.

iii) El gran capital ha fortalecido su posición política en el proceso de negociación ,de la política económica gubernamental

iv) Las controversias respecto al manejo del gasto público y de las empresas paraestatales

v)La situación económica actual impide que la burguesía invierta “productivamente”

vi) El carácter transnacional del gran capital como obstáculo a su mínimo control gubernamental

vii) La crisis en Estados Unidos como obstáculos a los planes del gobierno mexicano

 

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b) La burguesía no acepta la rienda gubernamental

 

La actividad de planeación del gobierno -y la progran1ación económica y social en particular- es planteada por López Portillo y su grupo como una medida para "concertar" la participación de "todos los sectores y de todos los factores", que impida que el aparato de gobierno sea "presa inerme juego ciego de las presiones socioeconómicas y patentice nuestra vocación para gobernarnos y gobernar 101; acontecimientos" (IX/2/77) .En el fondo, la planeación gubernamental aparece como una medida destinada a coadyuvar al mantenimiento de la autonomía relativa del Estado con respecto al capital privado; además la autonomía es precisamente una condición sine qua non para la existencia de la planeación gubernamental. Precisamente es la autonomía indispensable requerida para que el gobierno de este Estado pueda dirigir el proceso de "salida" a la crisis, normando la actividad de todos los sectores de la economía y de las clases y grupos soci31es respectivamente vinculados a ellos. En términos más concretos, la planeación implica que la burocracia pública tenga una mínima capacidad de actuación independiente real; la mínima para llevar a efecto la Alianza para la Producción.

 

El licenciado López Portillo ha afirmado que la Alianza para la Produc- ción "no implica el debilitamiento del Estado, como la malicia exhibicionista lo pretende, sino, por el contrario, su fortaleza" {IX/2/77) .En el marco de los acontecimientos presentes, la declaración del presidente de la República no deja de ser esencialmente la de objetivos por lograr, y hay indicios de que éstos están bastante alejados de su real consecución. La principal cuestión al respecto es si los grupos y fracciones más poderosos de la "iniciativa" privada no aprovecharán las contingencias, con perspectivas claras de empeoramiento, para minimizar la autonomía relativa del Estado y hacer que haya un cambio sustancial -todavía más a su favor- en el contenido de los planes y en la política económica del gobierno del Estado mexicano. En caso de que la respuesta sea afirmativa no se podrá menos que colocar en tela de juicio la mencionada afirmación presidencial, calificándola de optimista.

 

Desde la perspectiva del actual gobierno, la crítica verbal a la posición oficial no es solamente sana, sino indispensable (IX/2/77). Sin embargo la posición de la gran burguesía, cuando por diversas circunstancias el gobierno no ha accedido a la defensa o mejoría de sus intereses inmediatos, es una presión real -y, las más de las veces, efectiva-; es una acción político-económica (por realización o por omisión).. no una indefensa crítica intelectual o un mero enfrentamiento verbal. Contrario a la afirmación de López Portillo, en esa situación al Ejecutivo Federal no le queda sino "aceptar presiones" y actuar en consecuencia.

 

Es claro que el gobierno requiere -para la implantación de sus planes- de un margen de independencia que no tiene en la actualidad y que parece esmerado en conseguir (IV /27/77) .Ello es perceptible a través de varios indicadores; tomaremos un ejemplo. En el caso concreto de la producción de alimentos básicos, la premura por resolver los problemas, ha hecho que el aparato burocrático esté "quemando" las etapas -programadas por sus propios técnicos- de la Alianza para la Producción. En este marco debe considerarse el que, sin haber logrado aún los objetivos buscados, a fines de julio se anunciaba el paso a la segunda etapa de la Alianza. Conforme a ello, el gobierno divulgó ampliamente su suposición de que ya había sido lograda la "reorientación de la estructura productiva y de distribución", de manera que era ya posible el abastecimiento adecuado, al mejor precio posible, de los artículos "socialmente necesarios?'. Ahora sí, conforme al planteamiento oficial, una vez que la "reorientación" estaba hecha, se procedería a otorgar créditos selectivos para la fabricación de 26 productos alimentarios, que alcanzaría la suma de dos mil millones de pesos (VII/26/77) .Pero el hecho es que para principios de septiembre sólo un porcentaje bajísimo del número de bienes, cuya producción había sido acordada por el capital, estaba siendo efectivamente elaborado y distribuido en los términos pactados.

 

En el caso de los planes gubernamentales para la producción de artículos "socialmente necesarios", así como en la vasta generalidad de los pactos realizados entre gobierno y burguesía, el capital -a pesar de sus acuerdos formalmente iniciados en la práctica- no ha actuado (y todo parece indicar que tampoco va hacer en el futuro) conforme a los lineamientos del aparato burocrático (IV /27/77) .¿ Cuáles son los factores que explican esta reticencia de la clase del capital, en cuanto a los planes y perspectivas gubernamentales?

 

 

i) Esencial impotencia gubernamental para implantar compulsivamente sus planes

Un primer factor estriba en que los esquemas propios de la burguesía, respecto a las formas en que se debe asumir el proceso de salida a la crisis, no concuerdan totalmente con los manejados en forma directa por el aparato burocrático; por ello, se dan las presiones consecuentes, destinadas a lograr la total identificación de ambos. En estas circunstancias, el gobierno federal está en fuerte desventaja para imponer sus condiciones. Ello se debe a que, en la formulación de un plan que tenga posibilidades reales de implementación, el Estado tiene de partida- la limitante fundamental de contar con muy pocas facultades reales de intervención en materia económica. El gobierno del Estado mexicano, como el de todo Estado capitalista, carece de mecanismos realmente compulsivos que puedan obligar a determinada fracción o grupo del capital a orientar su producción en la dirección, con el volumen y en la calidad por él determinada (III/4/77) .Puesto en palabras del propio presidente:

 

El Estado se empeñará en resolver la crisis con todos los recursos que un sistema democrático tiene, sin violar cl esquema del Estado de Derecho, en el que se aplican las leyes que obligan y las que prohíben, y se aprovechan las facultades para convenir, estimular, desestimular y pensar (VIII/ 4/77).

 

Por la naturaleza de nuestro sistema de economía mixta, la acción del Estado debe ser esencialmente indicativa, orientando  mediante estímulos la participación del sector social y del sector privado en nuestra vida económica y combinando con ellos la inversión pública. Este plan indicativo de desarrollo deberá desembocar en un sistema de planificación en que el Estado, a través de un diálogo franco con productores y consumidores, canalice el esfuerzo de todo el país hacia las metas específicas que exige nuestro desarrollo (7/30/77).

 

Esta verdad fundamental es lo que hace posible que las diversas fracciones del capital se autoconciban en entera libertad para cumplir o no con el compromiso contraído en diciembre pasado con López Portillo; es lo que permite que rechacen totalmente el esquema gubernamental, que se sometan parcialmente a él, o que sólo actúen conforme a los planes manejados por ellas. Tienen la clara visión de que, en última instancia, no se les puede obligar realmente a hacerlo (VII/4/77).

 

Con base en esta verdad, la clase del capital puede efectivamente presionar y negociar a su favor la política económica del gobierno. Para muestra un botón: de las medidas recomendadas en junio por el presidente de la Comisión de Exportación de Valores Invisibles, y expresidente de la Bolsa de Valores de Londres, al gobierno mexicano, la primera -que estriba en el control de la inflación- estaba siendo implementada; la segunda --consisten- te en retardar la satisfacción de los requerimientos gubernamentales de capital para no dejar a un lado los del comercio y la industria- ya estaba llegando a su límite para esas fechas; la tercera --consistente en otorgar estímulos fiscales- estaba siendo ampliamente seguida, de hecho, porque al gobierno no le quedaba otro recurso, ya que las acciones en contrario eran "tiradas por la borda" por la presión de diferentes organizaciones de lucha del capital (VI/17/77}.

 

ii) La heterogeneidad del capital impide una respuesta única a los lineamientos gubernamentales.

La burguesía, por sus intereses económicos, está diferenciada internamente por: el monto de sus inversiones; el tipo de mercado a que se destina su producción; el grado de dependencia respecto al capital de las metrópolis internacionales; el nivel en que depende de la actividad gubernamental para su persistencia y expresión: el ( los) sector ( es} de la economía en que se ubica ; el grado de "verticalidad" en su composición; el tipo y monto de mecanización que utiliza; el grado de extensividad e intensividad en que utiliza fuerza de trabajo; niveles, de rentabilidad, productividad y explotación, etcétera. Por esta diferenciación interna, siempre habrá determinados ámbitos de las medidas globales contempladas en los planes gubernamentales, destinados a indicar el camino a seguir por la burguesía en su conjunto, que serán desatendidos en alguna medida por grupos o fracciones concretas de la clase del capital. Ante lo heterogéneo del capital, las "recomendaciones" presidenciales dirigidas al capital como conjunto serán seguidas por algunos de los sectores que lo componen y por otros no; ello estará en función de que estas recomendaciones beneficien o no a sus intereses.

 

Es con base a este contexto de real heterogeneidad del capital, que debe concebirse el que, en buena medida, las medidas gubernamentales en torno al crédito y en torno a la liberalización económica general no hayan redundado en los efectos formalmente esperados en cuanto a incrementar el volumen de inversión productiva. Desde la perspectiva gubernamental, la escasez de crédito y de recursos en general -en parte debido a que se ha llegado al nivel cercano al máximo posible del endeudamiento público, siempre representará el riesgo de que con ello se propicie el "círculo vicioso" de aumentos de precios y salarios, hasta llegar a lo alto de la espiral inflacionaria, que generaría aún más desempleo, menor producción y violencia (IV /21/77} .La burocracia, por tanto, ha tomado medidas para combatir la escasez de crédito: redujo, el encaje legal en marzo y en agosto, con el objeto, formal de que el sistema bancario privado contara con fondos que permitieran la canalización de crédito hacia actividades productivas y prioritarias; aumentó las tasas de interés a los ahorradores, con la finalidad de que la banca privada pudiera también disponer de mayores volúmenes de recursos destinados a apoyar las actividades recomendadas por -y pactadas con- el Ejecutivo Federal; a finales de agosto se decretó la liberalización de las tasas de interés bancario y financiero, con objeto de que la banca pudiera invertir con altas tasas de utilidades.

 

Sin embargo en este caso -como en muchos otros- de los intereses manifiestos del gobierno a las acciones reales de la burguesía hay un gran trecho. En primer lugar, falta todavía por ver si efectivamente el crédito será destinado, por la banca privada, precisamente a las actividades productivas o si, normado por el criterio de obtención de máximas ganancias, seguirán orientándose a la especulación (III/15/77) .Además, aun bajo el supuesto de que efectivamente el crédito tenga esta "orientación productiva" por parte de la banca, la perspectiva de la inflación y el desempleo hace que el problema de la liberalización del crédito no sea susceptible de considerarse globalmente.

 

Desde el punto de vista de la gran burguesía, si el crédito se libera en la medida necesaria para abatir el desempleo, se agudiza la inflación; y) por otro lado, si la inflación se "lleva a cero" aumenta el desempleo, porque automática. mente deja de haber inversión (VII/2/77) .Por tanto, el punto preciso a que el gobierno debe llegar para que el crédito sirva de "estímulo" real a la salida de la crisis -logrando que la clase del capital ( en su con junto) actúe conforme a los lineamientos de la Alianza para la Producción- es una cuestión difícil de lograr. Siempre habrá fracciones concretas de la burguesía que, o están en desacuerdo con la orientación "productiva" del crédito -y, por ende, intentan modificar el que el gobierno lo canalice en esta dirección-, o simple y llana- mente no lo utilizarán. Para determinadas fracciones de la burguesía, el crédito manejado así sencillamente no va de acuerdo con su percepción de las máximas ganancias.

 

iii) El gran capital ha fortalecido su posición política en el proceso de negociación ,de la política económica gubernamental

En realidad, la Alianza para la Producción fue inicialmente formalizada -en diciembre de 1976- mediante un acuerdo entre el gobierno federal y 140 empresas industriales, con las cuales se pusieron en marcha comités mixtos para concertar la estrategia de la Alianza. El gran capital, representado en estas 140 empresas, tiene así asegurado un papel "productivo" en el proceso de implantación de los planes gubernamentales. Pero, incluso cuando actúe en este nivel productivo, la expansión económica del gran capital -dejada sin control gubernamental- puede hacerse sólo a base de la progresiva destrucción de las empresas de pequeña y mediana dimensión. Sin embargo, por su papel absorbedor de mano de obra, el gobierno no puede permitir en principio la supresión de la pequeña y mediana empresa por el gran capital; por el contrario, en aras de la legitimidad, tiene que incluir medidas que le permitan sobrevivir, incluso encaminando en forma relativa grandes esfuerzos a apoyarla crediticiamente. De ahí que de hecho esté controlando la expansión del capital monopólico.

 

Esto genera fuertes contradicciones en la dirección y en la implantación de la política económica que asumirá el gobierno. Si apoya en forma decidida al pequeño y mediano capitalista, se reducirá el sostén relativamente sustancial que hasta ahora ha representado el gran burgués. Si suprime el control indirecto sobre la forma de expresión del gran capital, no sólo se echará encima el pequeño y mediano empresario, sino que se generarán índice de desempleo mucho mayores que los que hasta ahora se presentan. El punto requerido es harto difícil de lograr; en estas circunstancias, la reticencia tendrá que ser forzosa (bien sea por parte del gran capital, o por parte del pequeño y mediano empresario) , en cuanto a seguir los lineamientos gubernamentales.

 

Sin embargo hay indicios de que la contradicción se está resolviendo a favor del gran capital. Tomemos al respecto dos ejemplos. El 1° de septiembre López Portillo anunció que su gobierno "apoyó el establecimiento de la banca múltiple, lo que permitió abatir costos y elevar el nivel de competencia". Ello significa que el aparato burocrático ha asumido un papel activo en la integración vertical del capital: en el proceso de concentración monopólico de la fracción hegemónica de la burguesía. Este tipo de acciones a largo y mediano plazo debilitarán el papel del propio aparato gubernamental. Sus esquemas respecto al proceso de salida de la crisis, por tanto, se verán progresivamente identificados con los esquemas "puros" del gran capital. Habrá una cada vez mayor supeditación de la política económica gubernamental a estos intereses monopólicos.

 

El otro ejemplo respecto al fortalecimiento del gran capital en el proceso de negociación de la política económica del gobierno es el caso de la liberalización de precios en la industria automotriz. La reducción del mercado interno ha ocasionado el derrumbe de venta y un ritmo impresionante de despidos de personal (V /21/77) en la industria. Esto ha llegado a extremos tales que ya para junio del presente año la industria automotriz estaba en crisis abierta; en los primeros cuatro meses del año la venta de autos había disminuido en 36 po ciento, y la producción se había abatido 35 por ciento (VI/10/77). Ello daría lugar al decreto presidencial de liberalización dc los precios oficiales en la industria, anunciada por las dependencias gubernamentales directamente responsables de ello, como medida tomada a título de experimento. Sin embargo muchos de los objetivos manifiestos de la expedición de este decreto no han sido logrados en la práctica (VI/21/77) .Lo que sí parece ser claro es que el decreto de liberalización económica dc los precios de la industria automotriz indica que la burocracia está empezando a ceder abiertamente a las presiones cada vez más fuertes. de los grupos del capital monopólico transnacional y de diversas fracciones incrustadas en la maquinaria corporativa y en el propio aparato de gobierno (VI/20/77) .

 

iv) Las controversias respecto al manejo del gasto público y de las empresas paraestatales

íntimamente relacionada con la heterogeneidad del capital, se encuentra el hecho de que la posición de la burguesía, como conjunto, ante aspectos importantes del ámbito estrictamente gubernamental -como el ejercicio de su presupuesto y el manejo de las empresas del Estado-, no es uniforme; su respuesta a los respectivos planes gubernamentales tampoco lo es.

 

El monto, estructura, destino y fuentes de financiamiento del gasto público es de primordial importancia en el marco de la posibilidad de que el capital actúe o no conforme a los lineamientos, indicaciones, estímulos y desestímulos gubernamentales. Todos estos aspectos se convierten frecuentemente en el origen inmediato de contradicciones secundarias entre las diferentes fracciones del capital. Ello es así en virtud de que la política económica estatal ( en este caso particular, la posibilidad de liberar el gasto público) afecta de diferente manera a los diversos componentes sociales de la burguesía. El que el gobierno empiece a invertir o disponer de grandes magnitudes de su gasto público beneficia a los medianos y pequeños industriales ya los comerciantes, pero impide el proceso de concentración -basado en la incosteabilidad y cierre de las empresas de mediana y escasa envergadura- del gran capital industrial (VIII/9/77) .

 

Lo que la burguesía en general sí tiene claro es que la Alianza para la Producción) vista en cuanto objetivos y en cuanto a la forma pretendida de su operación, realmente representa la identificación de intereses que existe entre aparato burocrático y capital privado. Por esta razón, ante la retracción aguda de la inversión privada, el gobierno se podría ver compelido para que liberara su gasto, "no para sustituir la inversión privada, sino para estimularla" (VII/23/77) .

 

Sin embargo hay grupos y fracciones del capital que se identifican real- mente como proveedores de bienes y servicios del gobierno; una "burguesía que crece a la sombra del Estado". Éstos, en tanto el gasto público no se libera, pasan efectivamente por una severa crisis. Por esta razón, están interesados en la iniciación de las inversiones públicas en toda su envergadura (V /31/77) . La presión de estas fracciones de la burguesía estará siempre presente en la cuestión de la liberación del gasto público,. La posición contraria estaría representada por la aseveración de que, incluso con todo y "austeridad", el gasto público actual es inflacionario, pues significa un aumento de 46 por ciento ( a precios corrientes) con respecto al de 1976.

 

Hay una línea general en el actual régimen: no deteriorar las condiciones de vida de las clases explotadas más allá del máximo tolerable. "Las condiciones en que vive la clase trabajadora impelen al Gobierno de la República a acatar la responsabilidad de la estrategia económica sin demérito de su política social. Ninguna crisis puede variar esta estructura".[i]  Esta línea general es lo que ha llevado a influyentes sectores de intelectuales, de mediados de julio a la fecha, a llamar continuamente a una rectificación de la posición del gasto público; que pase de la actitud pasiva que hasta ahora ha mantenido, a convertir  de nuevo en estimulante de la inversión privada. Para ello se aduce que la rectificación del gasto público, aunada al abatimiento del circulante monetario ( de 80 mil millones de pesos en diciembre de 1976, a 71 millones en mayo de 1977) no ha conducido a la inversión en los sectores básicos de la economía (industria eléctrica, petróleo, siderurgia y la industria de bienes de consumo popular) (VII/15/77). Por lo que no se ha abatido el nivel de desempleo y continuara la inflación.

 

Cediendo a las presiones de las fracciones de la burguesía, que resultan beneficiadas con la liberación del gasto público y en el marco de referencia del deterioro progresivo de las condiciones de vida de las masas populares, finalmente altos funcionarios anunciaron -a principios de septiembre, que el gasto público se liberaría a principios de 1978. Ello es augurio de fuertes presiones del gran capital, cuando se intenta hacer efectivo.

 

Otro punto importante de presión de las diferentes fracciones de la burguesía, en el cual no siempre hay coincidencia, está constituido por la política gubernamental respecto a sus empresas (VII/ 17/77) .En este aspecto, el capital opera de manera semejante a la descrita en el caso del gasto público. Representando el hecho de que en este aspecto se cede a las presiones del gran capital, el anuncio final de la etapa de subsidios a las empresas en cuestión (VII/17/77) conducirá al cierre de buen número de ellas, con lo que la situación de desempleo y progresiva restricción del mercado interno se agudizará.

 

v) La situación económica actual impide que la burguesía invierta “productivamente”

¿El espíritu de sacrificio y respeto a los compromisos contraídos con el gobierno federal será tan fuerte como para hacer que los empresarios creen las industrias y empleos acordados? Todo parece indicar que no'. La inversión es movida por la ganancia. Ningún empresario ha llegado al extremo de afirmar que su apoyo a López Portillo implique el que deje de tener utilidades. Los comerciantes, por ejemplo, han señalado claramente hasta dónde llega su sacrificio: tener márgenes de utilidad razonables para que éstos no coadyuven a la inflación, "pero sin tener una utilidad que sea nada más justificación de los gastos de operación" (IV /28/77).

 

La ciencia de la economía ha demostrado que la inflación es una abundante fuente de acumulación y concentración de capital. Por ello, el problema más serio con que se topa el aparato burocrático para que efectivamente se den las medidas que ha planeado para combatir la inflación, es que el capital de  mayor envergadura obtiene ahí altos volúmenes de ganancias inmediatas extraordinarias. La gran burguesía está de hecho interesada en que contiene el aumento en los índices de precios (III/13/77) .Ante esta realidad concreta, las llamadas gubernamentales para que no se especule aludiendo a la conciencia moral, cívica y patriótica, no resultan más que plañideras inútiles. La reticencia de la inversión "productiva" privada redundará en que no solamente no se logrará aumentar en 5 por ciento la cantidad que del producto interno bruto se invierte, sino que incluso se tendrán dificultades para, sostener su nivel actual del 20 por ciento. ante este hecho real, las medidas gubernamentales antiinflacionarios de corto y largo plazo (V /8/77) son de dudoso éxito, pues simplemente no serán acatadas a profundidad. La negativa del capital a invertir productivamente, por tanto, conducirá al cumplimiento de la predicción de una de las principales instituciones privadas bancarias, en el sentido de que durante 1977 el crecimiento del Producto Interno Bruto podrá aumentar sólo 3 por ciento, para llegar al 5 por ciento durante 1979 y 7 por ciento para 1980 (VII/2/77).

 

Si se parte de que lo que persiguen los capitalistas -aquí y en todas partes-- realmente es la reproducción de su capital, resulta casi utópico pensar que retornarán todos los capitales sacados del país con anterioridad a la devaluación de 1976. Dada la ubicación del mismo, es muy probable que los empresarios que toman como excusa el no invertir hasta que regresen, se van a quedar mucho tiempo esperando (VII/21/77) .Una buena parte, en definitiva, no retornará (VI/21 /77), pese a que el contenido de los planes gubernamentales al respecto persigue lo contrario. En un marco general de falta de inversión, no adecuado nivel de gene- ración de empleos y persistencia de la inflación, el mercado continuará en su clarísima tendencia a la contracción, a pesar de los proyectos y planes gubernamentales para salir de la crisis. Una de las manifestaciones de lo anterior consiste en que se darán innumerables quiebras de pequeños y medianos capitalistas, y en que incluso el gran capital estará en dificultades -no insalvables. El caso de la industria siderúrgica es ilustrativo de esto último. Ésta se ha retraído, bajando en junio 9 por ciento el volumen de acero producido con relación a mayo, y en mayo se redujo 11.1 por ciento con relación a abril (VII/17 /77) .Sólo la Fundidora de Monterrey, durante 1977, perderá 1 300 millones de pesos.

 

En la crisis económica actual, cuando la inversión "productiva" se encuentra retraída y es substituida frecuentemente por la especulación, los intentos oficiales de fomentar -mediante la creación de un fondo de financiamiento de 11000 millones de pesos- la construcción de máquinas que fabriquen máquinas difícilmente pueden llegar a feliz término (VII/20/77) .

 

¿ Quién compraría los bienes de capital producidos?

Por todos los factores anteriores, la devaluación no ha tenido realmente los resultados programados por el gobierno. Las exportaciones han aumentado -en términos reales- en muy pequeña, escala: de septiembre de 1976 a marzo de 1977 los ingresos de divisas en pesos mexicanos aumentaron drásticamente, sólo que en dólares se redujeron ligeramente (VI/13/77) .Por el contrario, la flotación ha traído como consecuencia un fuerte proceso de "dolarización" de la economía del país (V/9/77) ; las medidas gubernamentales tendientes a evitarla parecen encaminarse a tapar el dique con un dedo.

 

La situación de la debilidad en la paridad monetaria se agrava por la presencia constante de la posibilidad de agudizamiento de la inflación. Si no se logra detener la inflación, habrá considerables bajas en el peso mexicano (III/2!77) .Representantes de consorcios de investigación del sector privado (IV/28/77) incluso han afirmado que la estabilidad monetaria débilmente alcanzada podría peligrar si, por alguna causa, la inflación durante 1977 rebasa el 20 por ciento" El presidente de la Federación de Cámaras de Comercio de Sonora ha señalado la posibilidad de que para fines del año actual la paridad del peso con respecto al dólar sea de 28.1 (VII/11/77) .El espectro de posibles nuevas pérdidas en la paridad mencionada es un factor muy poderoso que frena la inversión "productiva" privada; lo paradójico es que esta posibilidad es alimentada en la medida en que la burguesía no invierta en estos términos. Aunque los "lineamientos" gubernamentales así lo señalen, y por más "estímulos" y "facilidades" que se den, el empresario capitalista difícil- mente va a hacer lo contrario.

 

Los planes gubernamentales justificaban la devaluación del peso en el sentido de que ayudaría a sustituir importaciones. Ello hubiera sucedido, indudablemente, si el capital hubiera asumido en la realidad el papel que en abstracto le fue asignado en los planes gubernamentales. Como, no ha sido así, la "flotación" realmente ha desembocado en que los bienes que desde antes se importaban, continúen adquiriéndose en la actualidad, pero a precios mucho más elevados (VII/2/77). Dado el tipo de bienes que se importan, de hecho el decrecimiento del déficit de la balanza comercial (66.4 por ciento durante enero y febrero de 1977, en comparación con igual periodo de 1976) significa en la realidad una disminución en la adquisición de productos esenciales para la marcha de la economía. Éstos no se compran, no porque ahora se produzcan en el país los bienes que antes se importaban, sino simple y llana- mente porque se han abatido los niveles de los recursos necesarios para adquirirlos (III/25/77) .

 

Una buena prueba de que la reducción del déficit comercial no significa, en la coyuntura nacional y mundial actual, un signo de éxito de la política económica programada por el gobierno, estriba en que en la reunión de los "20", celebrada a fines de abril, la delegación mexicana afirmó que los países pobres importarían menos si los países industrializados no eliminan las barreras comerciales a los productos que exportan. En este argumento se utiliza la disminución de las importaciones como un indicador de empobrecimiento, no de progreso (IV/29/77).

 

En el marco de la crisis presente, no se puede estar demasiado seguro de que no redundarán en sentido contrario la anunciada eliminación de políticas proteccionistas y su sustitución por medidas que pretendidamente alienten la producción ( IV /17/77) , o de que los estímulos crediticios oficiales a las exportaciones permitan llegar siquiera cerca de las metas propuestas. Respecto a este último punto, el ejemplo de las metas del Fondo para el Fomento de las Exportaciones de Productos Manufacturados (FOMEX) es ilustrativo; en este caso concreto, las empresas que reciban crédito tienen el compromiso de duplicar sus exportaciones en el término de un año (VII/26/77) .

 

vi) El carácter transnacional del gran capital como obstáculo a su mínimo control gubernamental

El gran capital en México es fundamentalmente transnacional. Sí el capital extranjero afluye al país, es porque aquí tiene más posibilidad de crecer y multiplicarse que en su país de origen. Sólo bajo estas condiciones se presenta en el país. En el momento en que esta situación no se dé, el inversionista extranjero simplemente no exportará su capital al país, o sacará el que ya está instalado. Ello minaría en forma seria las bases de la posibilidad de efectivamente llevar a la práctica los planes gubernamentales o conformados en torno a la Alianza para la Producción (II/26/77) .

 

Esta situación, aunada a que se admita oficialmente que durante los próximos dos años será inevitable que el aparato gubernamental siga dependiendo en gran medida del financiamiento internacional para llevar sus continuos déficits presupuéstales (VII/14-/77), con lo que su grado de dependencia respecto al exterior crecerá aún más en términos políticos, se convierte en un factor de debilitamiento de la posición directiva del aparato burocrático del proceso de salida a la crisis. Si la burguesía "nacional" no responde realmente a las expectativas gubernamentales en cuanto a lo que debe hacer para salir de la crisis, con mucho menor posibilidad lo hará el gran capital transnacional. Estas fracciones del capital no sólo invertirán dónde, cuándo y en los volúmenes señalados como convenientes por sus intereses, sino que están en una excelente posición para presionar al gobierno con objeto de que éste se convierta en su fiel servidor.

 

Un ejemplo que aclarará este asunto. La necesidad estratégica del petróleo mexicano para la economía norteamericana hace que este sector sea uno de los más receptivos de inversiones de la burguesía de ese país, o incluso de su propio aparato gubernamental (V/21/77) .De hecho, un renglón en que los Estados Unidos no escatimarán el otorgar créditos al gobierno mexicano, es el del petróleo, porque éste representa una fuente de aprovisionamiento abundante y relativamente barata (VI/1/77). y es precisamente en este renglón que se presionará al gobierno, con el apoyo de la burocracia de la metrópoli internacional: se coadyuvará al logro de buena parte del contenido de los planes gubernamentales para salir de la crisis, evitando que haya deportación de braceros y oponiéndose al cierre de maquiladoras en el país, siempre y cuando haya petróleo mexicano que surta la economía norteamericana. Además, en este proceso de negociación el capital transnacional cuenta con el apoyo de la burguesía del país, porque ello va en beneficio de sus intereses, Curiosamente, en el renglón del petróleo también están vivamente interesados los capitalistas "mexicanos" ; los empresarios de Monterrey, por ejemplo, construirán el gasoducto sur-noroeste, de 1 200 kilómetros de longitud, que costará 22 000 millones de pesos, los cuales se obtendrán con financiamiento externo, principalmente de Norteamérica (VI/1/77),

 

Si la presión no resulta eficaz para el capital transnacional, simplemente congelará sus inversiones o -en el peor de los casos- se retirará del país. recuérdese al respecto que Henry Ford II, aduciendo el trato discriminatorio que recibe el capital extranjero en el decreto presidencial que establece la liberalización de precios de la industria automotriz, anunció que a partir de entonces las inversiones en México de la Ford Motor Company estarían paralizadas (VII/9/77) .

 

vii) La crisis en Estados Unidos como obstáculos a los planes del gobierno mexicano

La crisis mundial actual ha hecho que tomen medidas proteccionistas los aparatos gubernamentales de las principales metrópolis del capitalismo a nivel internacional. Ello hace suponer que el mercado norte2mericano no se abrirá a los productos mexicanos tanto como lo desearían el gobierno y las fracciones de la burguesía fundamentalmente orientadas a la exportación de sus productos. Esto, además, sucede en circunstancias en que el gobierno reconoce ( IV /1/77 ) que el más importante que la inversión directa estadounidense para salir de la crisis, es la certeza de contar con el mercado de Estados Unidos como asimilador de los bienes de exportación que se encuentra empeñado en estimular .

 

Para mayo del presente año la crisis de la economía norteamericana era tal que había 7 millones de trabajadores sin empleo, y el aumento de su Producto Nacional Bruto en el primer trimestre del año había sido menor del 4 por ciento, Ello determina, por un lado, el que se tomaran fuertes medidas proteccionistas: se eliminaron 63 productos mexicanos, la mayoría de manufactura, de la lista del Sistema Generalizado de Preferencias de los Estados Unidos, lo que significa que éstos pagarían a partir de entonces impuestos por su importación a ese país (III/25/77) .Además se sentaron las bases necesarias para posibilitar el regreso masivo de braceros mexicanos; para abatir el nivel de "negatividad", ante los ojos del gobierno mexicano, se hizo coexistir esta medida con un tibio proyecto, poco probable de aprobación por el Congreso norteamericano, y por el presidente en turno en los Estados Unidos (VIII/8/77) .Esto daría al traste con buena parte de los programas gubernamentales de México -al menos en lo qué toca al desempleo, para hacer posible la salida a la crisis. En este contexto de posible repatriación masiva, las medidas de emergencia tomadas por el gobierno mexicano para cambiar

 

el lugar de destino del 10 por ciento aproximado de la población total del país que habita en los Estados Unidos, que resultaría afectada --concreta- mente, los acuerdos tomados con el director de Industria y Turismo del gobierno del Canadá, en el sentido de abrir la contratación de trabajadores migratorios mexicanos en aquel país- serán un pobre sustituto de esta fuente de empleo (ll/27/77). La agravación del desempleo y desocupación se dejará sentir, particularmente, en el medio rural.

 

Además el gobierno tiene programado el que las maquiladoras representen un elemento más de alivio en la reducción del ritmo del crecimiento del desempleo. Sin embargo, en el contexto de la crisis norteamericana, siempre estará presente la posibilidad de su salida del país por la presión de los sindicatos norteamericanos sobre el gobierno estadounidense, independientemente de que su nivel de producción se mantenga a un nivel muy bajo, porque el funcionamiento pleno de ésta requiere de materias primas producidas en México por valor de 50 millones de pesos (III/4/77) ; volumen que actualmente no es satisfecho.

 

En síntesis, si los Estados Unidos persisten en su política Proteccionista, gran parte de las medidas incluidas en lo::, planes gubernamentales de salida a la crisis, en la Alianza para la Producción, en concreto, no solamente no surtirán efecto, sino que ni siquiera serán acogidas por el capital.

 

De esta manera, la posibilidad rectora del gobierno en la delimitación e implantación de sus planes para salir de la crisis se ve obstaculizada por la reticencia del capital privado para asumir en la realidad el papel que le es "señalado" e "indicado" por la fracción hegemónica de la burocracia pública. La burguesía, considerada en su conjunto, no responde a los "estímulos" y "desestímulos" que están formalmente incorporados en los planes gubernamentales. La presencia real de los empresarios en la Alianza para la Producción ha sido en muy pequeña escala (VI/ 12/77) .Por ejemplo, luego de más de 9 meses durante los cuales la clase del capital había estado esgrimiendo argumentos en torno a la necesaria "devolución de la confianza", sólo una cuarta parte de los capítulos privados retirados del país habían regresado (VII/9/77).

 

La burguesía, en términos generales, no ha respondido a los llamados a la inversión productiva, a pesar de todo tipo de facilidades otorgadas por el aparato burocrático (V /10/77) .El hecho es que son contados los empresarios que están dispuestos a "asumir el riego de generar confianza invirtiendo". Más bien la burguesía en general espera a que la confianza llegue a niveles juzgados por sus componentes como adecuados para invertir. Es decir, ,e percibe la obtención de confianza como una condición previa para invertir, y no al contrario; ésta es la lógica del capitalista. Esto, sin lugar a dudas, pone de cabeza, en el plano real-concreto, los planteamientos gubernamentales formulados en abstracto.

 

Pero no sólo eso; las fracciones más fuertes de la burguesía están emprendiendo medidas reales destinadas a hacer lo más racionales y eficaces posibles -dentro de su concepción y de acuerdo a sus intereses específicos sus actividades políticas. En este sentido, es importante señalar que algunos organismos de lucha del gran capital se encuentran enfrascados en la organización de unidades de análisis sociopolíticos, que estarán a cargo de politólogos, sociólogos y economistas. Las profundas implicaciones que ello re- presenta señalan una tarea impostergable a la ciencia social que aspira a conocer los cambios que se dan en la actualidad: el análisis profundo y sistemático de la actuación política de la burguesía en la presente crisis.

 

Ante la posición real de la clase del capital, el gobierno ha tenido que anunciar, reiteradamente, la postergación de la etapa de recuperación que per- mita la generación de empleos, el abatimiento sustancial y real de la inflación y el aun1ento de la producción piara el mercado interno y externo. En ocasiones incluso ha ido más allá: altos funcionarios de la burocracia han señalado que será responsabilidad de los sectores empresariales si -porque no cumplen con su parte en la Alianza para la Producción.- se limitan las posibilidades de crecimiento económico (VI/19/77) .

 

 

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[i] Informe presidencial, con respecto al de septiembre de 1977.