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Capítulo IX: El contexto de crisis en que se desarrolla el fenómeno del poder en el agro, durante 1977

 

Un elemento del libro: El Estado en el agro mexicano en el contexto de  crisis: 1977, del Dr. Xavier Gamboa Villafranca

 

Presentación

1) Problemas indicativos de la crisis en el país durante 1977.

2) Problemas indicativos de la crisis en el medio rural:

 

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Presentación

 

Se seleccionó la coyuntura del año 1977, para la enmarcación histórica-cronológica de la investigación. En el capítulo I, de este trabajo, se brindan algunas ideas del por qué de ello. En la dimensión económica, esta coyuntura es de crisis. Precisamente, la caracterización del momento como de crisis económica es lo que facilita el estudio del tema central.

 

Hablar de crisis significa tomar en cuenta sus determinantes y sus efectos. Lo que aquí se trata es de ver el contexto de crisis en que se da la actuación estatal en el agro. Se persigue, pues, percibir las manifestaciones de sus efectos en el medio rural. Un enfoque teórico sobre el asunto será confeccionado más abajo. Veamos, pues, lo que significa la crisis, en el año 1977.

 

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1)           Problemas indicativos de la crisis en el país durante 1977.

Durante el año 1977, la crisis en México se manifiesta objetivamente adoptando una amplia gama de modalidades; asimismo, es percibida, por los dirigentes de las diferentes fuerzas sociales, de múltiples formas171. En la realidad, se hace sentir bajo un conjunto extremadamente complejo de situaciones. Aislar sus manifestaciones individuales –que es precisamente lo que se intenta hacer en este apartado- sólo se justifica para fines analíticos.

 

En general, la crisis durante el año 1977 se manifiesta en la interrelación de problemas sumamente agudos, que: a) dificulten la organización económica global de la sociedad; b) detienen, ó llevan al mínimo absoluto, la continuación del crecimiento de los principales sectores productivos del país; c) obstaculizan la adecuación de los factores condicionantes del proceso productivo del país; d) impiden la satisfactoria resolución de las contradicciones que se manifiestan en el plano político-ideológico. En lo que sigue, se intentará esquematizar cada una de estas dimensiones de manifestación de la crisis.

 

1.1)           Se dificulta la organización económica de la sociedad:

 

La organización económica global de la sociedad se dificulta enormemente, ante todo porque los tradicionales cuellos de botella administrativos, con los que venía cargando tradicionalmente la maquinaria gubernamental y las empresas públicas, llegan a extremos insostenibles. De esta manera, la forma en que el sector público auto administre sus recursos de todo tipo llega a alimentar un progresivo y difícilmente reversible proceso de irracionalidad e ineficiencia en sus acciones de planeación, ejecución, evaluación y retroalimentación.

 

El estado parece entonces incapaz de organizarse internamente de manera coherente y eficaz. Además de la persistencia en la falta de coordinación interna y de la incapacidad para desterrar la corrupción, se da un muy intenso proceso de acotación en las alturas de la burocracia. Sucesos superestructurales determinan el surgimiento  de conflictos entre los altos estratos de la organización formal y real que debiera posibilitar el proceso de toma de decisiones del sector público. En su intento de paliar la situación, la burocracia pública emprende un proceso de desconcentración administrativa que lleva al acercamiento de la posibilidad de que ésta se traduzca en una diluida autoridad gubernamental, distribuida entre funcionario medios, en esferas en que objetivamente debiera presentarse una autoridad monopolística (deber ser, en cuanto conveniencia para el estado). Todo ello, en un marco en que los recursos dedicados al gasto público provienen de fuentes cada vez más difíciles de mantener como tales.

 

En parte por estas deficiencias en cuanto a su auto administración, y fundamentalmente como resultado de la existencia de presiones provenientes del medio ambiente externo a la burocracia, el aparato de gobierno tiene dificultades crecientes para delimitar, conformar y poner en marcha una política económica coherente que haga posible –ó que cuando menos coadyuve, indicando los caminos a transitar- el rápido abandono de la situación de crisis económica.

 

Existe una insuficiente flexibilidad de la administración pública federal, como para recomponerse en función de la verdadera absorción de las demandas provenientes de los trabajadores. La otra sumisa y dócil organización política de control sobre los trabajadores va a emprender una presión creciente, para que se inviertan, a favor del sector público y del sector social, los términos de la acumulación de capital en México. Las organizaciones de izquierda, también en este sentido, van a pugnar por tornar en realmente eficientes los mecanismos destinados a la protección económica de las masas populares.

 

A su vez, los dirigentes de las organizaciones de lucha directa del capital se lanzan contra el ejercicio de varias de las mas importantes atribuciones legales del gobierno en materia de regulación política y económica. Estas organizaciones ejercitan presiones para que se constituyan, con lo que sus dirigentes consideran adecuados alcances, dependencias gubernamentales que atiendan directamente sus asuntos. En síntesis; se trata del intento de adecuar exclusivamente el contenido de la política económica global a los intereses concretos de los diversos grupos del capital privado.

 

Por otro lado, se agudizan las luchas dentro de la propia burocracia pública, por obtener una mayor presencia política en el proceso de formulación e implantación de la política económica. Se emprende una reorganización de actividades claves de la economía, que implica un proceso de reacomodo de fuerzas. Este reacomodo trae consigo pugnas por la obtención de la hegemonía interna en los nuevos organismos.

 

La manifiesta incapacidad para implantar la política económica global, se deja sentir nítidamente en el caso de la política económica específicamente referida al exterior. La peculiar vinculación existente entre las distorsiones del aparato productivo interno y el vuelco dado por el sistema capitalista internacional, van a ser los principales  factores obstaculizantes de la formulación de una política exterior eficiente. Emergen dificultades con el gobierno norteamericano, desprendidas de la existencia de grandes mantos de hidrocarburos en México. Por otra parte, el proteccionismo del gobierno de EU, y los serios problemas que afronta el capitalismo a escala mundial, toman de sorpresa a la burocracia pública del estado mexicano. La política exterior mexicana, demasiado pragmática y poco fundamentada, en el conocimiento fidedigno de la realidad interna y externa, se muestra incapaz de salir lo más airosa posible de la coyuntura. La actuación de poderosas fuerzas del estado norteamericano frenan las acciones gubernamentales dirigidas a reducir la dimensión de sus más cadentes problemas. Se acrecientan las deficiencias en las modalidades y ritmos de la inversión extranjera en México.

 

1.2)           Bajos niveles de crecimiento de los principales sectores de la economía.

 

1.2.1) Sector Agropecuario y forestal:

 

La crisis significa también el estancamiento –y en algunos casos el decrecimiento absoluto- del ritmo de incremento de los principales sectores productivos. En el caso del sector agropecuario y forestal, la improvisación en el proceso de planeación, construcción y operación de obras y servicios del gobierno y de los capitalistas privados, coloca muy lejos las metas de autosuficiencia  de alimentos y materias primas industriales. El ritmo de crecimiento de la producción de bienes agropecuarios y agro industriales exportables es detenido por la agudización de las crisis periódicas de la economía mundial (que determina amplias fluctuaciones en los precios de las exportaciones), y por el hecho de que los países altamente desarrollados han industrializado también su medio rural, tornándose en fuertes exportadores de bienes agrícolas y ganaderos.

 

Estos factores, aunados a la ausencia de adecuados mecanismos de industrialización y comercialización de materias primas y alimentos básicos, al enorme rezago en materia de reparto agrario, al muy elevado índice de desempleo y migración, a la fuerte presencia del minifundismo y a la gran desconfianza y recelo de los grupos sociales privilegiados del campo respecto al rumbo impreso a la reforma agraria, van a configurar grosso modo las condiciones  en que se presenta la crisis en el agro mexicano durante 1977. sobre esto se profundizará más abajo.

 

1.2.2) Sector Pesca:

 

En el sector pesquero, la crisis va a cobrar la forma de un general desaprovechamiento de recursos. No existe un real plan de desarrollo del sector lo suficientemente eficaz como para superar los agudos problemas de bajos volúmenes  de captura, distribución, industrialización y comercialización de las especies animales y vegetales marinas. El inadecuado uso de los equipos e instalaciones existentes, sumado a su insuficiencia numérica, determinan el que la producción no contribuye sustancialmente a resolver el problema de la cantidad y calidad de alimentos de las masas trabajadores del campo y las ciudades.

 

1.2.3) Sector Industrial:

 

la crisis también se manifiesta en el sector industrial. En primer lugar, adquiere la forma de la existencia de un mercado interno sumamente estrecho, condicionado por la elevación en el ritmo de desempleo. En el medio rural, especialmente, enormes contingentes de la población rural están fuera del mercado. El problema del mercado interno no se puede resolver vía el incremento de las exportaciones de productos industriales, porque es precisamente en este renglón en que el mercado internacional se ha tornado particularmente proteccionista. Es por ello que la crisis también se va a manifestar en una balanza de pagos sumamente deficitaria.

 

La estrechez del mercado interno y las dificultades de acceso al externo, conducen al hecho de que sea muy baja la efectiva utilización de la capacidad instalada en la industria, ya que escasas inversiones se dirijan a crear nuevas unidades ó a hacer más eficientes las ya existentes. El mejoramiento en las tasas de productividad se obtiene a costa del desplazamiento de mano de obra y a través del ahorro de la fuerza de trabajo utilizada. Cada vez se torna más crítica la problemática emanada de la cadena falta de mercado-abatimiento de la producción-desinversión-desempleo-aumento de la falta de mercado.

 

El petróleo, considerado como el factor-milagro que permitirá salvar la economía del país, se enfrenta a los obstáculos vinculados con la existencia de procesos irracionales que determinan el que proveedores nacionales no puedan satisfacer –por ejemplo- la demanda de bienes de capital, proveniente directa ó indirectamente de la expansión petrolera y petroquímica.

 

En las ramas del sector industrial que podrían mantener un más ó menos adecuado ritmo de crecimiento, los problemas a través de los cuáles se manifiesta la crisis, cobran la forma de obsolescencia de la planta instalada, y de insuficiencia en el abastecimiento de materias primas, energéticos, refacciones y financiamiento, además, inadecuados niveles de investigación sólida en materia de desarrollo industrial; especialmente, ello se manifiesta en la falta de estudios de mercado, capaces de prever los puntos álgidos de las contradicciones en la demanda de productos industriales.

 

La deformación de la estructura productiva-industrial es ya grotesca. No se trata sólo de la irracional utilización de la planta industrial, en cuanto a equilibrio regional se refiere. También se torna demasiado flácida la de por si floja relación existente entre éste y otros sectores de la economía. Por otra parte, los altos grados de concentración económica de la actividad coloca en graves aprietos al proceso de supervivencia de la pequeña y mediana industria, principal absorbente de la fuerza de trabajo empleada en el sector industrial.

 

1.2.4) Sector Comercio:

 

la crisis también se manifiesta en el ámbito del sector comercio. El sistema comercial es tan obsoleto, que constituye una de las principales fuentes del encarecimiento de productos básicos y del inoportuno e insuficiente abastecimiento de materias primas y productos terminados. Existe una infraestructura física, insuficiente e inadecuada para satisfacer las necesidades de comercialización. En comparación con las difíciles condiciones en que se desenvuelve el mercadeo, existe una generalizada escasez de recursos humanos calificados para planificar, implantar, operar, evaluar, controlar y retroalimentar programas de comercialización. Ello determina el que la crisis se manifiesta en: a) altos niveles de importación de artículos suntuarios innecesarios; b) excesivo e inadecuado sistema de proteccionismo oficial; c) irracionales hábitos de consumo de las mayorías del país, implantados a través de la comunicación de masas; d) excesiva intermediación innecesaria de productos vegetales y animales del campo; e) corrupción, improvisación y desorganización en los procesos de inspección oficial en materia comercial.

 

1.2.5) El sector Turismo:

 

El sector turismo se enfrenta también a serios problemas. Existe una muy generalizada coordinación efectiva del aparato gubernamental con el capital privado en la formulación e implantación de una política  de organización, vigilancia y fomento turístico. Las tarifas y la calidad de servios turísticos no son verdaderamente controladas. Las masas populares sólo excepcionalmente participan en el turismo; sus necesidades son mucho más apremiantes. Se realiza una inadecuada promoción interna y externa de demanda de servicios turísticos. Las zonas de interés turístico no reciben el cuidado necesario para su conservación, mejoramiento, protección y aprovechamiento. Hay una tendencia generalizada dirigida hacia la falta de cumplimiento en materia de compromisos contraídos en cuanto a programación ó desarrollo turístico se refiere. Los polos de desarrollo turístico, generalmente no se encuentran ubicados en las zonas mas pauperizadas del país.

 

Además de esta descoordinación público-privada, acontecimientos ubicados en el exterior del sector también agudizan los crónicos problemas.

 

Los efectos de la crisis sobre los trabajadores, determina el surgimiento de brotes de violencia espontánea. Se torna excesiva la vigilancia policíaca y militar, lo que resulta lesionante de la actividad turística.

 

1.3) Disfunciones en los mecanismos que condicionan el proceso productivo.

 

Además de manifestarse en la agudización de los problemas que directamente impiden que se lleve a cabo la racional organización económica de la sociedad, y que se mantenga un adecuado ritmo de crecimiento de los principales sectores de la economía, la crisis denota su presencia también en obstáculos para el funcionamiento de los proceso que condicionen indirectamente el proceso productivo mismo.

 

En primer lugar, surgen serios problemas vinculados con la infraestructura material y humana necesaria para lograr la plena integración física del país. Durante 1977, se está dentro de un período de relativo estancamiento en el desarrollo de las comunicaciones terrestres, de telecomunicaciones, transporte aéreo, marítimo, carretero y ferroviario. Los canales de distribución del aparato productivo se ven, así, seriamente menguados. Existen grandes cuellos de botella en el auto transporte carretero y urbano y en el transporte ferroviario de pasajeros y carga, así como una escasa coordinación entre la operación marítima, el transporte terrestre y los servicios portuarios. La marina mercante del país es del todo insuficiente.

 

Este estancamiento está determinado en gran medida por el hecho de que la expansión de obras y servicios en la materia requiere de altos presupuestos, no disponibles  en la situación de crisis, ya que además del bajo presupuesto público, a menudo se requiere de la importación de equipos especiales de alto costo.

 

En segundo lugar, la crisis se va a manifestar aquí en problemas relacionados con la existencia y condiciones de los asentamientos humanos del país. En general, existe un muy débil arreglo social del territorio nacional; irracional distribución de la población a lo largo de la superficie; escaso número de polos de atracción demográficos; nula regulación del crecimiento ó decremento cuantitativo de los asentamientos humanos; fuerte concentración, en el valle de México, de las dependencias gubernamentales; corrientes incontrolables de migración rural-urbana; inadecuadas condiciones sociales, físico-ambientes y de servicios urbanos, en la mayoría de las ciudades del país; insuficiencia de vivienda adecuada, para las masas trabajadoras rurales y urbanas del país. El proceso de descentralización del gobierno federal, emprendido como medida  emergente para ordenar el territorio nacional, es del todo incipiente; se lleva a cabo sólo en la medida requerida para mantener el símbolo de movimiento.

 

En tercer lugar, la crisis se va a dejar sentir en el conjunto de factores condicionantes del proceso productivo, que se vinculan con educación, ciencia y tecnología. Grandes núcleos de población, carecen de enseñanza primaria. Enormes grupos sociales permanecen marginado del proceso del milagro económico, por lo que no son beneficiarios de la distribución de la cultura y de la educación. La investigación, la creación artística y la cultura no se difunden al grueso de la población. Cuantiosos volúmenes de recursos presupuestarios son desperdiciados: la investigación y la docencia permanecen altamente desvinculados de los requerimientos específicos de los sectores productivos y de las necesidades concretas de las masas populares.

 

1.4)           Insatisfactoria resolución de las contradicciones sociales, en el plano político-ideológico.

 

Las anteriores manifestaciones de la crisis –bajo crecimiento de los sectores productivos del país, débil organización económica de la sociedad e inadecuado funcionamiento de los factores condicionantes del proceso productivo mismo- son básicamente económicos. Sin embargo, la crisis va a tener también una forma no estrictamente económica de manifestarse. Multitud de problemas van a impedir la razonable solución de las principales contradicciones sociales del país. Los obstáculos políticos e ideológicos a los planes y al modelo de desarrollo del capital privado y público van a cobrar proporciones significativas. La crisis, pues, se manifiesta también en el plano superestructural.

 

La contradicción capital-trabajo se expresa crudamente, en el contexto de crisis del año 1977. La armonía y la conciliación entre los factores de la producción está lejos de dar visos de ser perenne. Concretamente, durante el año se agudiza la hasta entonces lenta pero progresiva erosión del apoyo de las masas trabajadoras al estado mexicano. El derecho constitucional al trabajo tiene su plena vigencia únicamente en el papel; enormes contingentes de trabajadores del campo y de las ciudades carecen de empleo remunerador. Las condiciones materiales de vida de los trabajadores y sus familias son intolerables. El salario mínimo nominal, cuya aplicación no se ha generalizado, entre otras cosas debido a la escasa cobertura real de las autoridades e instituciones encargadas de formular e implantar la política laboral, se deteriora progresivamente; en el marco de inflación galopante, cada vez alcanza menos para cubrir las necesidades elementales de alimentación, vestido, vivienda, transporte, cultura, educación y recreación. La cobertura de la seguridad social alcanza a una proporción no mayoritaria de la fuerza de trabajo; su ausencia es particularmente notoria en el medio rural. No son aras las violaciones a los preceptos constitucionales  y a los de la ley federal del trabajo, en los procesos de revisión de contratos- revisión de contratos colectivos, ó en las relaciones individuales entre empleados y empleadores.

 

De manera especial, el funcionamiento del ámbito superestructural va a resultar afectado por la crisis económica, debido a que la acentuación del proceso de deterioro de las condiciones de vida –especialmente en aspectos de salud y nutrición- de las masas populares del país va a contribuir a desmitificar la imagen socialmente generalizada en torno al sistema. Se logran demasiado lentos avances en materia de mejoramiento y saneamiento del ambiente, que es uno de los principales factores que determinan la no total erradicación del país de los principales males endémicos. Hay un escaso número y equipamiento inadecuado de hospitales y centros de salud, especialmente en el medio rural; ello es producto del déficit monetario, permanente y progresivo, de la mayoría de las instituciones de salud y seguridad social. La situación empeora por la descoordinación existente entre las dependencias e instituciones del sector público, encargadas de la materia. La cobertura de los servicios de prevención, curación y rehabilitación de enfermedades llega a un bajo porcentaje de la población, entre otras cosas porque hay escasez e inadecuada distribución de profesionistas, técnicos y auxiliares requeridos para la implantación de los planes y programas. La tasa de crecimiento demográfico continúa con su ritmo ya tradicional; los logros reales en materia de su disminución son apenas perceptibles, y están aún lejos de llegar al 1% anual. La población de edad avanzada es desvinculada de las actividades productivas, debido al permanente crecimiento de la fuerza de trabajo desempleada ó subocupada.

 

Existe una cada vez menor disponibilidad de alimentos per cápita producidos en el país. Las deficiencias alimentarias y nutricionales, en amplias capas de la población, aumentan. Capas enteras de la población son suprimidad como consumidores de productos otrora considerados como nutricionalmente fundamentales: carne, por ejemplo.  A la vez, hay grandes dificultades para que productos marinos y acuícolas lleguen a sustituir a la agricultura como principal actividad generadora de alimento en México. Por otro lado, se da una escasa cobertura de los mecanismos gubernamentales y privados –nacionales y extranjeros destinados a paliar emergentemente los ínfimos niveles nutricionales de las clases trabajadoras, rurales y urbanas. La situación tiende a empeorar: el incremento nominal de salarios mínimos es neutralizado, a las pocas semanas de implantado, por la agudización del proceso inflacionario.

 

Pero la crisis económica va a repercutir además en el ejercicio de la función política global de la sociedad mexicana. Y a llegado al punto de vicios descarados en el desarrollo de procesos electorales, lo que determina una peligrosa (para el estado) tendencia al incremento del abstencionismo electoral. Existe una pésima imagen pública de los diversos niveles de gobierno, lo que lleva al temor, proveniente de sectores sociales privilegiados, ante procesos –muy escasos, por cierto- formalmente conducentes a revitalizar la vida democrática del país. El tradicional armonioso vínculo entre el poder ejecutivo federal y los gobernadores de algunas entidades federativas. Se manifiesta la existencia de una fuerte inconformidad social en las filas del movimiento organizado, pro-estatal, de trabajadores, ante la abierta política de restricción de aumentos salariales y ante la perenne excusa de anteponer los intereses generales de la nación a los intereses de la clase trabajadora. Ante  problemas como el de la inflación y el del insignificante abatimiento  de los niveles de desempleo, surgen fuertes conflictos en los niveles directivos del movimiento organizado de los trabajadores. Grupos políticos de izquierda y de derecha –pequeños numéricamente, pero con un gran potencial de crecimiento y actuación- no tienen acceso a los caminos institucionales que permitan la manifestación  de sus demandas y la lucha legitimada por llegar a sus principales objetivos. El proceso de obtener para ellos una mayor representación genera conflictos en el ámbito del estado. Las organizaciones políticas de apoyo estatal, espoleadas por el robustecimiento potencial del sindicalismo de izquierda, intentan ganar más posiciones dentro del encuadramiento estatal. Emprenden la lucha para que sus militantes ocupen altos puestos en la burocracia central y en los poderes ejecutivos de las diversas entidades federativas clave; batallan por convertirse en la vanguardia de las luchas reivindicativas de las masas populares del país.

 

Lo anterior conduce al incremento de la desconfianza empresarial. Se genera un proceso dirigido hacia el avance político del sector privado. Las organizaciones de lucha directa de la burguesía intentan ganar terreno político. Mantienen sólido dominio sobre los medios de comunicación masiva, truncan proyectos destinados a tornar más funcionales los mecanismos de arbitraje estatal en casos de conflicto social, pretenden entablar una más directa liga con el poder legislativo. A pesar de todo esto, emergen fuertes conflictos dentro de estas mismas organizaciones; surgen fisuras en su interior, aun cuando durante mucho tiempo habían sido prácticamente monolíticas. Algunas incluso se colocan en peligro de dividirse y/ó de abandonar las filas de las organizaciones mayores a que pertenecen.

 

Como contra respuesta, los dirigentes de los trabajadores organizados aumentan la presión: demandan la expulsión de los empresarios del partido mayoritario y del gobierno. Las contradicciones secundarias, en el plano superestructural, dentro del propio estado, se acrecientan. En regiones clave del país, una cruenta lucha se desata entre los organismos que representan directamente al capital, y los trabajadores organizados. Ello limita enormemente la capacidad de negociación de la burocracia central. Se plantea una tendencia hacia el aglutinamiento de mayor fuerza política, en manos de las instancias responsables del ejercicio de la fuerza pública.

 

La inconformidad social sigue adquiriendo la forma de brotes esporádicos y localizados de violencia. Todo lo anterior conlleva la posibilidad de que la estabilidad política se termine. Consecuentemente, el ejercicio de la función militar y paramilitar adquiere mayor importancia. Se llega a un peligroso ritmo de utilización de los cuerpos represivos, para permitir el desempeño económico y político-ideológico del estado. Surgen algunas tendencias hacia el excesivo fortalecimiento del sector militar, en detrimento de las funciones civiles. Sin embargo, ha disminuido el consenso popular en torno al ejercicio de la fuerza pública, ante el público reconocimiento del incremento del espionaje policiaco-militar proveniente de Norteamérica. La fuerza pública de tierra, no obstante, aumenta en cantidad y pertrechos, en tanto que la de mar no cumple  ni de lejos con su función de vigilancia del mar territorial, costas nacionales y zona marítima exclusiva.

 

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2) Problemas indicativos de la crisis en el medio rural:

 

2.1) El significado global de la crisis en el agro.

 

El contexto de crisis en general, pues, durante el año 1977, está significado ante todo por la agudización de los problemas que obstaculizan la adecuada auto administración del sector público y que impiden la delimitación e implantación de una política económica interna y externa más ó menos racional. En una palabra, la crisis significa ante todo la compleja interrelación de los crecientes obstáculos para llevar adelante la organización  económico-global de la sociedad mexicana a estadios superiores de desarrollo capitalista.

 

Esta incapacidad conduce a la detención del crecimiento del sector agropecuario y forestal, del industrial, comercial, pesquero, y turístico. Pero la crisis es porque, incluso los aspectos que se pudieran considerar como condicionantes del proceso productivo, también parecen caminar en reversa. La infraestructura material y humana necesaria para la movilidad de la fuerza de trabajo y para que el proceso de distribución de mercancías sea eficiente, está muy lejos de llenar su cometido. Los sectores productivos subsisten a pesar de las deplorables condiciones de las comunicaciones y los transportes. La distribución y las condiciones de las localidades, carecen de racionalidad rectora. La educación, ciencia y tecnología tienen enormes lagunas.

 

La crisis durante 1977 no significa sólo estancamiento de los sectores de la economía, irracional política económica interna y externa, disfuncionales procesos auto administrativos del gobierno y sus empresas, ineficaz sistema de integración territorial del país, pésimas condiciones de los asentamientos humanos y enormes rezagos en materia educativa. La crisis también va a tener referentes al nivel de lo político y lo ideológico. No se va a manifestar solamente en el plano económico. Va a hacerse presente a través del alto grado de deterioro en las condiciones materiales de vida de las masas rurales, por deficiencias en los sistemas de salud pública y seguridad social, lo que quita grandes dosis de consenso a la imagen social de un estado benefactor-revolucionario. Los conflictos entre capital y trabajo van a ser cada vez más abiertos, y su resolución, consecuentemente, menos sujeta a procesos de negociación-corrupción entre dirigentes de trabajadores, va a estar a la orden del día, sólo que ante el peligro de estallamiento de violencia, la función militar y paramilitar –dentro de ésta- cada vez va a ser más importante.

 

Todo lo anterior es a lo que se hace alusión, cuando aquí se afirma que el fenómeno del poder en el agro se encuentra inmerso en un contexto de crisis durante el año 1977. pero, cuál es la significación que cobra la crisis general, en el caso específico del medio rural?

 

Lo indicado más arriba, en cuanto a lo que significa la crisis para el país en 1977, va a tener vigencia en el medio rural. Las deficiencias estructurales señaladas, así como su impacto en la dimensión superestructural, se van a sentir de manera particularmente agudas en el campo mexicano. Sin embargo, aquí cobran una especificidad concreta, que es menester señalar. La agudización de la irracionalidad global, presente en la división de la producción social en el agro, va a determinar el crecimiento de las contradicciones secundarias, el desplazamiento del vértice de la contradicción principal y el que la manifestación abierta de la lucha de clases sobre tintes diferentes.

 

Ante todo, la crisis en el agro significa la existencia (y los efectos) del estancamiento de los márgenes de actuación del estado en el agro, en materia de política económica. En general, la improvisación en el proceso de planeación, construcción y operación de obras y servicios, se traduce en que la producción se encuentre alejada del logro de autosuficiencia de alimentos, materias primas industriales y bienes exportables. La escasez de estrategias congruentes, entre las diversas entidades del sector público involucradas en el campo, combinadas con la desorganización económica y política de los productores directos y con la capital, van a determinar un general incumplimiento de los compromisos contraídos, como medidas emergentes, entre el gobierno y otras fuerzas sociales.

 

A pesar del SAM y de la ley de fomento agropecuario, la falta de información estadística fidedigna, coherentemente manejada, sobre la marcha de las actividades económicas y sobre los recursos físicos y humanos de las distintas zonas y regiones del país, aunado a la falta de decisión política, va a constituirse en un complejo conjunto de factores determinantes de la incapacidad gubernamental para encontrar una salida eficaz a la crisis agrícola. Todo ello hace difícil el que se tomen medidas efectivas para conservar los recursos renovables y no renovables; no se detiene el galopante proceso de degradación de tierras y aguas. El equilibrio ecológico está ante un peligro de envergadura nunca antes enfrentado. Como corolario de todo lo anterior, las actividades económicas emprendidas en el medio rural van a ser sumamente susceptibles a los efectos de fenómenos meteorológicos adversos.

 

Denotan una baja en sus rendimientos las unidades económicas agropecuarias. Ello constituye otro indicador de la presencia de la crisis económica en el agro. La producción de alimentos básicos va a ser mucho menor que el incremento de la población. La producción para el mercado externo no crece lo suficiente como consecuencia de la crisis de la economía mundial, que determina amplias fluctuaciones en el precio de las exportaciones. Además, los productos exportados no son precisamente los de mayor valor agregado. El área bajo cultivo, especialmente la dedicada a  granos básicos, continúa su tendencia decreciente. En tanto que los distritos de riego siguen requiriendo de enormes subsidios públicos, en las vastas superficies de agricultura de temporal se denota una generalizada ausencia de obras hidráulicas, crédito y técnica y capacitación para la producción: el funcionamiento de los distritos de temporal deja mucho que desear. La producción y utilización de semillas, ganado y variedades forestales mejoradas no rebasa el tradicional límite del 30% del total de unidades económicas. Persiste una enorme incidencia de plagas y enfermedades en los procesos  productivos  y distributivos. La agricultura y ganadería denota, en general, altos niveles de ineficiencia. La ausencia de adecuados mecanismos frena el proceso de industrialización y de moderna comercialización de las materias primas. Consecuentemente, las actividades de las unidades agro industriales y agro comerciales observan decrementos considerables.

 

Las condiciones materiales de vida de la población rural configuran un cuadro de miseria y opresión. Ello es consecuencia, principalmente, de las elevadas proporciones de los habitantes del campo que están, abierta ó disfrazadamente, desempleados. Dada la inadecuada distribución geográfica de la población rural del país, el desempleo determina el incremento en las tasas de migración rural-urbana y rural-rural. En el contexto de la inflación, los enormes contingentes de población flotante están sometidos a condiciones degradantes de vida.

 

Las masas trabajadoras del agro, en general, tienen escaso acceso a mecanismos de información sobre sus derechos jurídico-legales fundamentales. Consecuentemente, no son infrecuentes los casos en que los conflictos sociales del medio rural se resuelven, no por la vía conciliatoria, sino por medio de la represión física y abierta.

 

Existe un enorme lastre administrativo en materia agraria. Las medidas formalmente emprendidas para reducirlo, no resultan tan eficaces como se había prometido. Ello se debe, entre otras cosas, a la alta centralización en los procesos de toma de decisiones y de acción, en cuestiones de reforma agraria. Además, los recursos humanos gubernamentales enfrascados en ello denotan insuficiencia e inadecuación en cuanto a equipo de trabajo; aunado a ello, su acción corresponde a una, no funcional distribución físico-geográfica. De esta manera, continuándose una relativa baja correspondencia entre la distribución social de tierras y aguas, y los preceptos legales relativos.

 

Ante el más mínimo viso de expansión ó intensificación, surge la desconfianza y el recelo de lo grupos sociales privilegiados del campo que están vinculadas a la posesión de la tierra. Los pequeños propietarios se sienten amargados e inseguros, y alegan la inexistencia de grados suficientes de la seguridad  requerida para incrementar sus inversiones y, por lo tanto, su producción. Estas presiones reducen el grado de autonomía relativa del estado.

 

2.2) Crisis y diferenciación social en el medio rural.

 

Del apartado anterior, se desprende que la crisis actual en el medio rural, significa globalmente; a) incapacidad gubernamental para encontrar una salida rápida y eficaz al abatimiento de los índices de crecimiento del sector, constitutivos de la llamada crisis agrícola; b) muy bajos rendimientos de las unidades económicas agropecuarias, agro industriales y agro comerciales, tanto de las destinadas al mercado interno, como al mercado externo; c) condiciones degradantes de vida de las masas populares, tanto de la desempleada y subocupada, como de la migrante; d) fuertes desigualdades sociales, indicadas por ilegales posesiones de tierras y aguas y por un enorme lastre en materia de reparto agrario, determinadas por el ritmo, intensividad y direccionalidad tradicionalmente impuesto a la reforma agraria; e) desconfianza proveniente de los grupos privilegiados del agro, ante medidas gubernamentales diversas.

 

El intento de determinar el significado de la crisis en el medio rural será más útil para la definición del quehacer de la SRA, en la medida en que el análisis sea capaz de ubicarla dentro del conjunto de condiciones que rodean a los actores sociales que ahí tienen su ámbito de acción concreto. Un hecho cualquiera deviene problema sólo cuando afecta los intereses de tal ó cual capa, sector, grupo, fracción ó clase social. Es por ello que el interés por delimitar el contexto de crisis rural, en que se desenvuelve el funcionamiento del poder estatal, necesariamente conduce al intento de vincular los significados de la crisis, con la diferenciación social existente en el campo mexicano para 1921: ¿Qué es lo que significa la crisis para cada una de las principales categorías  sociales del agro? A esto se dirige, precisamente, el presente apartado.

 

Son múltiples las concepciones acerca de la diferenciación social en el campo mexicano. Los trabajos de Pozas, Stavenhagen, Martínez Ríos, Armando y Roger Bartra, Luisa Paré, Gómez Jara, entre otros, han permitido considerables avances en la materia. Es posible afirmar, sin embargo, que a pesar de los adelantos no hay actualmente un total consenso al respecto. No es lugar aquí para extenderse en el tema. Únicamente estableceremos que la aproximación de Roger Bartra, en cuanto a cuáles son las clases sociales del agro de nuestro país, sirve para nuestros fines.

 

Es en función de esta conceptualización, que en lo que sigue se intentará detectar el contexto de crisis en que se desarrolla la acción de planeación y ejecución de la acción estatal orientada al desarrollo del agro, y en el que surgen los principales obstáculos a ella. Concretamente, se trata de percibir lo que significa la crisis para:

 

a) la burguesía que actúa en el agro:

a.1) Gran burguesía agraria:

-Terrateniente-tradicional;

-Agro industrial;

-Agro comercial

 

a.2) Mediana burguesía agraria

a.3) Burguesía agro política

a.4) Burguesía comercial-rural-parasitaria

 

b) El campesinado:

b.1) Campesinado acomodado

b.2) Campesinado medio

b.3) Campesinado pobre

 

c) El proletariado rural

 

una síntesis de lo que significa –a nivel económico, en lo político y en cuanto a lo ideológico- la crisis para cada una de estas categorías sociales, se presenta en el siguiente cuadro (cuadro 1).

 

2.2.1) Lo que significa la crisis para la burguesía que actúa en el agro.

 

Para la burguesía rural, la crisis en el campo mexicano se manifiesta principalmente en los altos niveles de pérdida de coherencia y lógica en la estructura económica. Las irracionalidades al nivel de la división de la producción social en el agro, se dejan sentir de manera sumamente aguda en los procesos de producción, distribución y comercialización.

 

El empeoramiento de las deficiencias estructurales tiene su manifestación en la forma en que la burguesía rural mantiene el control de la superestructura. Desprendidas de éstas, las modalidades de ejercicio del poder político del capital sufren transformaciones. Se acentúan las contradicciones secundarias en el seno de la burguesía agraria. La desadecuación entre relaciones de producción y fuerzas productivas determina modificaciones en la dirección y radicalidad de la lucha de clases. La ideología pierde amplias porciones de terreno, en su perenne combate de la conciencia social desmistificadora. Los sistemas ideológicos instituidos pierden eficiencia.

 

Cuadro 1: crisis y diferenciación social, agro mexicano durante 1981(burguesía rural).

 

Significado

Clases

Fracciones

De la crisis

Gran burguesía agraria

Terrate

niente

Tradicional

Agro

Industrial

 

Agro

Comercial

 

Significado

Económico

Pérdida definitiva de los remanentes de factores que le permitían formar parte de la burguesía

Escasez de abastecimiento de materias primas y subutilización de la capacidad instalada

Estrechamiento del mercado interno y estrangulamiento de las exportaciones

Significado

Político

Expulsión, vía supresión, del bloque de clases dominantes

Predominancia económica, no traducida en hegemonía política

Estrecho espacio jurídico-legal, necesario para su expansión

Significado

Ideológico

Tierras afectadas proporcionan sustentación de la imagen pública de vigencia del reparto agrario

Insuficientes dosis consensuales respecto a una mayor presencia del capital transnacional-monopolista en el campo

Imagen difundida respecto a su actuación, no los diferencia respecto a los comerciantes parasitarios

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuación del primer cuadro

Moderna burguesía agraria

Burocracia rural

Comerciantes parasitarios

Inflación incrementa fuertemente sus costos de producción; inminencia de afectación por lucha reivindicativa del proletariado rural

Pérdida de vigencia de las bases del modelo de desarrollo del agro mexicano

Establecimiento de mecanismos operativos para su supresión en el futuro inmediato

Sus intereses, sólo marginalmente considerados, en planes globales de burguesía agro política

Necesidad de dirigir procesos de supresión de burguesía Terr-Trad. Y comerciantes parasitarios172

Expulsión, vía supresión, del seno de la burguesía rural

Bajos niveles de legitimidad de la persistencia de la tenencia de la tierra en propiedad

Existencia de mecanismos políticos e ideológicos que no corresponden a la realidad objetiva

Ideología que los señala como culpables del proceso de alza de los precios de alimentos básicos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuadro 1: crisis y diferenciación social, agro mexicano durante 1981(campesinado y proletariado).

 

Significado

Clases y fracciones  de la crisis

Campesinado

 

Acomodado

Medio

Significado económico

Insuficiente aumento, precios de garantía de productos alimenticios básicos

Bajas posibilidades de movilidad vertical de ascenso; altas posibilidades de descenso

Significado político

Caciques son golpeados, como parte del proceso de búsqueda, implantación y vigencia de nuevos mecanismos más eficientes, de control político

No acceso a posiciones de poder político

Significado ideológico

Trabajos jurídico-legales para convertir al ejido en pequeña propiedad, y a la pequeña propiedad en receptora de inversiones de otros sectores de la economía

Claridad en cuanto a que reforma agraria no válida. Citación de anomia social: desmitificación de valores de la P.A., pero no sustentación de valores conducentes a pensamiento social del proletariado

 

 

 

Significado, clases y fracciones de la crisis

Campesinado

 

Pobre

Proletariado

Significado económico

Tremendo deterioro en condiciones materiales de vida

Desempleo, permanente ó estacional, que no se satisface en el campo ó en las ciudades

Significado

Político

Insuficiente representación de sus intereses, a través de instituciones y organizaciones vinculadas con el estado

Escasos mecanismos de comunicación social, con la burguesía agro política y con organizaciones de izquierda

Significado ideológico

Reforma agraria  sólo excepcionalmente posibilitará ampliación de parcelas ó ejidos

Reforma agraria sólo excepcionalmente significa reparto de tierra inicio proceso de desvinculación de ideología en la materia, promovido por el estado

 

 

La crisis significa, para la fracción terrateniente-tradicional de la gran burguesía agraria, la supresión de las bases sobre las que fincaba su poder económico y político. Las innovaciones institucionales de fines del sexenio anterior la habían debilitado grandemente. Es durante 1977-1980 que, conforme a un proceso espoleado precisamente por el contexto de crisis, se emprende su exterminio total. Las superficies de tierra ilícitamente detentadas por los remanentes de esta otrora poderosa fracción de la burguesía rural, son utilizados por la burguesía agro política para mantener viva la imagen de un régimen presidencial aun empeñado activamente en el reparto agrario. En síntesis, esta fracción es expulsada, vía supresión, del bloque de la gran burguesía agraria.

 

Pero, en tanto que la crisis representa el debilitamiento y práctica eliminación de la fracción terrateniente-tradicional de la burguesía rural, ésta va a dejarse sentir en el ámbito de la moderna burguesía agro industrial en una generalizada escasez de abastecimiento de materias primas. El capital fijo de la planta agro industrial va a permanecer en gran medida subutilizado. El incremento de la plusvalía absoluta, va a estarle limitado a esta fracción burguesa  por el contenido de los diferentes  ordenamientos jurídico-legales que, en principio, norman su actividad económica. El aumento en la plusvalía relativa, el otro gran camino que tiene este tipo de capital para incrementar sus utilidades, se torno también difícil. Ello demanda una mayor utilización de la capacidad instalada subutilizada, ó la adquisición de mejores formas de mecanización; las condiciones del mercado, en ambos casos, hacen que ello no le sea redituable.

 

Los problemas económicos que significan la crisis, se traducen en que la fracción agro industrial busque la expansión de los que sus dirigentes y miembros individuales generalmente consideran como inadecuado espacio jurídico-legal. Para remediar en buena parte los cuellos de botella que se le presentan a las empresas agro industriales, los dirigentes del capital pugnan porque el capital transnacional-monopólico pueda tener una todavía más fácil entrada y acción en el medio rural. Sin embargo, ello demanda; a) aumentar el consenso social y la legitimidad respecto a la actuación transnacional en el agro: b) traducir su predominancia económica  en la hegemonía política dentro de la gran burguesía rural. Es en este camino que sus dirigentes emprenden la lucha.

 

 El impacto de la crisis en la fracción agro comercial de la gran burguesía rural va a ser muy similar al ocurrido con la burguesía fundamentalmente agro industrial. El capital fijo permanece subutilizado, en tanto que existe  la misma esencial insuficiencia en cuanto al espacio jurídico-ideológico necesario para su expansión. A pesar de que el control básico de los procesos de comercialización de bienes de exportación y de materias primas industriales está en manos de esta fracción de la gran burguesía rural, su eficiencia va a estar marcada por los límites desprendidos de la estrechez del mercado interno y del mercado externo.

 

Junto con la fracción agro industrial, la burguesía agro comercial detenta la hegemonía al interior de las clases dominantes en el medio rural. Ambas fracciones son las menos golpeadas por la crisis. Durante 1977-1980, su lucha va estar esencialmente dirigida a aumentar el espacio jurídico necesario para su expansión. Va a emprender una tenaz lucha –que resulta eficiente- para golpear, no tanto a la burguesía terrateniente-tradicional, sino a la atrasada y atrasada fracción comercial. En este proceso en la burguesía agro política ó burocracia rural, va a encontrar un poderoso aliado.

 

A su vez, la mediana burguesía agraria también es golpeada por la crisis. Los propietarios de empresas dedicadas al cultivo agrícola y/o a la producción de ganado, son testigos de una disminución en el proceso conforme al cual se convierte la plusvalía obtenida en capital. Esta fracción, dedicada a la producción de bienes de exportación ó que constituyen materias primas industriales, tiene serias dificultades para mantener tasas de ganancias igual ó superior a la media. La inflación incrementa fuertemente sus costos de producción, y los precios de muchos de sus productos finales, especialmente los destinados al mercado interno, están controlados por diversas instancias gubernamentales, debido al temor de la burocracia agro política de que el alza de precios incontrolada se traduzca en la generación de altas dosis de inconformidad social. A su vez, la producción de componentes de lo que en algunos casos se ha dado en llamar agricultura de lujo se ve seriamente menguada por la reacción de granjeros norteamericanos, que presionan al estado del vecino país del norte para que se torne muy proteccionista  en las importaciones de este renglón. La elevación de salarios mínimos rurales determina el que la expansión de las empresas agropecuarias –cuando la hay- se desprenda de la aplicación intensiva de capital, en vez del incremento de la fuerza de trabajo empleada directamente en la producción.

 

Los intereses de la mediana burguesía agraria –que, como ya se ha dicho, está fundamentalmente dedicada a la producción de materias primas industriales y bienes agrícolas y ganaderos  de exportación- son solo marginalmente considerados en los planes globales de la burocracia rural. Por esta razón, su lucha en el plano superestructural se encamina primordialmente hacia  la obtención de una mayor  presencia de sus representantes en el escenario político-ideológico. Sus líderes van a tratar de hacer ver que lo verdaderamente importante no es sólo lograr que la burguesía agro política satisfaga los requerimientos de las fracciones agro comercial y agro industrial, que detentan la indiscutible hegemonía al interior de la gran burguesía rural, sino también la satisfacción de los requerimientos de los empresarios agrícolas y ganaderos: protección y garantías en materia de tenencia de la tierra, por ejemplo. En regiones críticas, incluso toman directamente en sus manos las armas, para asegurarlo. Luchan contra la expansión de la influencia  directa de la maquinaria estatal en la producción agropecuaria. En general, sostienen activamente el proceso ideológico de difusión de la imagen de empresarialización, como el único camino posible para salir de la crisis de producción de vegetales y animales.

 

La burguesía agro política –ó burocracia rural- se enfrenta también a problemas cuya agudeza los convierte en parte de lo que aquí se ha denominado contexto de crisis en el medio rural. El año 1981 significa, para sus dirigentes: la existencia de fuertes problemas en el funcionamiento del esquema de desarrollo basado en la dualidad agricultura capitalista-agricultura campesina: deficiencias en la dinámica y en la eficacia de los mecanismos de control político e ideológico sobre las masas trabajadoras del campo; su actuación como principal factor generador de la agudización de las contradicciones secundarias preexistentes en el seno de la burguesía rural; la impresión de un ritmo y modalidad diferentes a la lucha de clases en el campo; el tener que ceder importantes posiciones, en el proceso de implantación de sus esquemas de desarrollo, a las fracciones hegemónicas de la burguesía que actúa en el campo.

 

En términos generales, la burocracia pública vinculada con el campo, va a estar activamente comprometida en la implantación de un modelo de desarrollo rural que favorezca ampliamente a las fracciones agro comercial y agro industrial de la gran burguesía agraria, que suprima a las fracciones terrateniente-tradicional y comercial-parasitaria de la burguesía  que actúa  en el campo y que dañe lo menos posible los intereses de la fracción rural que produce bienes agropecuarias de exportación ó que sirven como materia prima industrial. Este esquema en sí mismo, genera fuertes contradicciones secundarias en los grupos del capital  rural cuyos intereses resultan afectados. Ello explica, en gran parte, la oposición a la ley de fomento agropecuario.

 

Simultáneamente, el esquema en que se empeña la burguesía agro política pretende que sea el campesinado acomodado y medio el que continúe produciendo –con la participación de volúmenes crecientes de importaciones- los bienes alimenticios básicos de las masas populares del país. Como condición, ello demanda la conversión de las unidades productivas, en poder ó posesión del campesinado, en auténticas empresas agropecuarias. El campesinado pobre deberá, conforme a este modelo, convertirse en proletario permanente, en tanto que el proletariado actualmente existente deberá abandonar toda pretensión de adquirir tierras en proporciones significativas. La urgencia de la situación económica  en el campo, determina  el que se inicie un proceso de sustancial modificación de los valores fundamentales de la reforma agraria. Ello conduce a la pérdida  de grandes dosis de legitimidad en su actuación, a los ojos de un campesinado pobre y de un proletariado agrícola en que tenía sólida raigambre la imagen de que reforma agraria igual a reparto de tierra. Esto resta efectividad a la acción de una burocracia rural que busca extender su base social de apoyo para emprender eficazmente la solución de las contradicciones secundarias en el seno de la burguesía del campo: por ejemplo, no va a contar con el apoyo requerido para suprimir terminantemente a los comerciantes atrasados-parasitarios. Pero, lo mas importante es que este viraje en la reforma agraria va a significar el que  las luchas  sociales  en el campo sean cada vez más proletarias y menos campesinas; se imprime una modalidad diferente a la lucha de clases, para la cual la burguesía  agro política no está preparada.

 

El análisis objetivo de la coyuntura política del año 1981 revela que, para los fines globales del estado en el agro, es necesario que la burocracia rural ejerza la hegemonía al interior de la gran burguesía agraria. Sin embargo, en cierto sentido, la crisis del proceso de delimitación de la direccionalidad del esquema de desarrollo, precisamente con las fracciones de la burguesía que intenta fortalecer. Sólo marginalmente es que en este proceso se encuentra presente la organización –incluso la organización de apoyo pro estatal- de los campesinos y proletarios agrícolas. Es por ello que el contexto de crisis del año 1981 parecería significar, para la burguesía agro política, que está ubicada en el umbral del proceso de pérdida del control exclusivo de la superestructura.

 

La burguesía agro política está ante la existencia de formas de control político e ideológico sumamente desgastadas. Ello se da, incluso, en su pronto dominio interno. La burocracia rural capta, durante 1980 niveles de salarios y de ingresos ilícitos en volúmenes nunca antes vistos. Sin embargo, a la vez que esto ocurre en las alturas de la burocracia, sus bases son influenciadas por un proceso de marxisticación del pensamiento (social existente, de manera que va perdiendo eficiencia la influencia de la suerte de enajenación presente en la mentalidad burocrática, conforme a la cual los estratos mas bajos de ella acaban por creer terriblemente en la bondad de sus propios medios. La marxisticación del pensamiento social en las bases de la burocracia rural, pues, se convierte en un factor adicional que resta eficacia a los mecanismos de control superestructural empleados por el estado.

 

Por otra parte, la crisis va a amenazar con la eliminación, a una de las fracciones de la burguesía rural que había podido mantenerse a pesar de su carácter retardatario: los intermediarios parasitarios. La burguesía comercial-atrasado-parasitaria es, para el fenómeno de la distribución de mercancías en el agro mexicano, lo mismo que la fracción terrateniente-tradicional al proceso productivo moderno de bienes agrícolas y ganaderos. En ambos casos, su presencia es anacrónica, por lo que la agudización de las tradicionales deficiencias en el ámbito económico acelera el proceso de su destrucción. En  un ambiente en el cual esta fracción resalta como uno de los principales factores determinantes del alza de precios, la burguesía agro política va a intentar aglutinar fuerzas sociales de apoyo para golpearla. Sin embargo, no es tan exitosa en ello como para suprimirla de una vez por todas; se limita a establecer los mecanismos operativos que permitirán –en principio- suprimirla en el futuro inmediato.

 

2.2.2) Crisis y Campesinado.

 

Para las masas campesinas, el contexto de crisis va a significar ante todo, un tremendo aceleramiento en el proceso de deterioro de sus condiciones materiales de vida. En el campesinado se manifiestan fuertes convulsiones que van denotando  una clara tendencia hacia el rompimiento de la cohesión social, sobre la cual se venía fincando la estabilidad política en el agro. Para 1981, es claro que la superestructura ha evolucionado con demasiada lentitud, en comparación con la base objetiva; se da una pérdida de vigencia de los valores-bondades de la reforma agraria, conduce a que  en el campo se den procesos que corresponden a la búsqueda de nuevos canales de representación política del campesinado, ante  lo que para ellos significa una muy clara demostración de ineficiencia de los tradicionalmente empleados. Consecuentemente, las luchas campesinas van a adquirir una forma diferente, y van a partir de mejores bases organizativas, aún cuando en este renglón existan enormes lagunas en cuanto a lo que resta por hacer.

 

-De manera que, durante este año, se acentúa el proceso, comandado por la burguesía agro política, de actualización de la superestructura. Disminuye la eficiencia de los añejos planteamientos ideológicos en torno a la situación actual y a las perspectivas del campesinado.

 

En este marco general, la crisis va a tener significados un tanto cuanto diferentes para cada uno de los estratos constitutivos del campesinado. ¿Qué significa la crisis, para el campesino pobre?

 

La escasez de alimentos, la inflación de los rubros de satisfactores  de necesidades vitales del campesino pobre en condiciones verdaderamente insoportables. Es por ello que el contexto de crisis significa, ante todo, muchos mas problemas para la subsistencia del campesinado pobre.

 

Pera 1981, las relaciones de producción capitalista están ya tan arraigadas, que el campesino pobre es ya prácticamente un proletario total, aunque sólo una parte del año está verdaderamente empleado. Continúan los campesinos luchando, a través  del expediente de la ampliación de sus parcelas y ejidos, pero de antemano la posibilidad de obtenerla aparece como lejana. Es por ello que sus miembros, en 1981 tienen ya una clara percepción del abandono definitivo de la situación que les posibilita ser al mismo tiempo productores y dueños de los medios de producción.

 

Ello, en un marco en que, por un lado, las organizaciones de izquierda emprenden una lucha teórica desideologizante que identifica la lucha por la tierra como la lucha contra el capital y en que, por otra parte, la burguesía agro política propaga la imagen de la necesidad de emprender la proletarización-descampesinización –empresarialización del medio rural, configura un complejo sistema de contradicciones en el plano superestructural. El balance global arroja como resultado el que los componentes del campesinado empiecen a perder la fé en los valores incluidos durante décadas en la ideología de la reforma agraria. Los dirigentes tradicionales del campesinado pobre ven cada día con mayor claridad la necesidad de representarse políticamente a sí mismos, no a través de los mecanismos que han servido como vínculo con los dirigentes estatales.

 

De esta manera, la crisis significa, para el campesino pobre: a) enorme deterioro de sus condiciones materiales de vida; b) ineficiencia en la lucha por ampliar el tamaño de las unidades productivas con las cuales está vinculado a través de relaciones de propiedad ó posesión: c) no obtención de fuentes definitivas –no temporales- de empleo asalariado; d) interrupción de la creencia en los valores sustantivos de la reforma agraria; e) necesidad de encontrar canales a través de los  cuales se representan verdaderamente sus intereses; f) influencia creciente de la concepción  que desde fuera de los márgenes del estado mexicano, plantea que la lucha por la tierra es una lucha anticapitalista, en tanto que la burguesía agro política trata de vender la imagen ideológica de que la proletarización del campesino pobre representa el medio para el mejoramiento sustancial de sus condiciones de vida.

 

El mismo fenómeno esencial de falta de vigencia de la creencia social en la reforma agraria, va a aplicarse también a ese grupo social, en permanente movilidad, constituido por el campesinado medio. A diferencia del campesinado pobre, enfrascado en la producción de auto subsistencia, el campesinado medio comparte con el acomodado la responsabilidad de producir alimentos básicos destinados al consumo de las masas populares del país. Durante 1981, las crecientes dificultades para mantener a la familia campesina media, causadas por la inflación, los coloca en un proceso de progresiva pauperización e inclusive proletarización; sus miembros perciben que es cada vez menos factible su conversión en campesinos acomodados. Día a día se afianza el proceso conforme al cual se acorta la distancia social que lo separa del campesinado pobre y del proletariado rural, en tanto que se acrecienta la que media entre él y el acomodado.

 

A los ojos del campesino medio y de sus representantes, la ilusión desprendida de los ritos y de las ceremonias emprendidas por la burocracia rural ya ha quedado al descubierto. El trasfondo de la reforma agraria sale a la luz del día; sus valores han quedado desmitificados. Sin embargo, el campesino medio no sustituye estos valores por los fundamentos del pensamiento social proletario. Surge, en este estrato, una verdadera situación de anomia social.

 

Veamos ahora lo que significa la crisis para el campesinado acomodado. Es éste el principal productor de alimentos básicos de consumo popular. Su producción es distribuida precisamente por la fracción-atrasada-parasitaria (recuérdese que ésta cumple la misma función que la moderna burguesía agro comercial respecto a la distribución de los bienes producidos por la mediana burguesía agropecuaria, dirigida a la exportación y a ser consumida por las empresas agro industriales) un significado económico: sus posibilidades de ahorro resultan seriamente abatidas, debido a la existencia de un insuficiente aumento en los precios de garantía de estos productos. Este hecho determina el mantenerse al mismo nivel en la escala social; sus miembros perciben, inclusive, mas posibilidades de descenso que de ascenso.

 

La crisis también tiene un significado político, para el campesinado acomodado. Tradicionalmente, esta fracción había estado ligada al poder de los caciques, representantes directos de la mediana burguesía agraria. Sin embargo, este proceso –que les permitía el acceso al poder-, para 1981 se  encuentra ya caduco, debido a que la complejización de la problemática social determina el que la burguesía agro política inicie la búsqueda de nuevos y más eficientes mecanismos de control  social. Los medios de comunicación de masas y formas sofisticadas de ejercicio del poder, han demostrado ser más eficaces en la tarea de mantener la estabilidad política en el medio rural que los dos mecanismos de poder del estado en el campo: el control vía cacique, y el control  mediante la religión.

 

En este contexto, en que su función económica se ve obstaculizada por el impedimento de alza de precios de los alimentos básicos producidos, y en que su acceso a una de las formas de poder tradicional se ve interrumpido un sector importante del campesinado acomodado no encuentra terreno propicio para lograr uno de sus mas caros objetivos: la privatización de los terrenos ejidales. Desde tiempo atrás, venía siendo una de sus metas, pues se consideraba que ello automáticamente elevaría las inversiones y la productividad de los predios en posesión de ejidatarios acomodados. De esta manera, la crisis también tiene un significado ideológico para el campesinado acomodado-ejidatario: la existencia de trabajo jurídico-legales para convertir al ejido en pequeña propiedad.

 

2.2.3) Proletariado y Crisis.

 

Ante todo, la crisis en 1981 representa, para el proletariado rural, niveles nunca antes vistos de desempleo, permanente ó estacional. Sus miembros no encuentran trabajo asalariado remunerado, en los volúmenes requeridos, ni en el campo ni en las ciudades. Al igual que lo acontecido con el campesinado pobre, los jornaleros agrícolas y trabajadores asalariados de empresas agro industriales ó agro comerciales, tienen un progresivamente decreciente acceso a salario remunerador, bienes materiales, servicios esenciales y alimentos. Por ello, en el caso de los proletarios del campo ocupados, la tasa de explotación aumenta; el excedente producido y no pagado permanece igual ó aumenta, en tanto que se constriñe el salario.

 

A pesar de las opresiones existentes para igualar los salarios mínimos rurales y urbanos, los salarios reales están sumamente deteriorados. Ello, no obstante que los salarios mínimos nominales se incrementan. La crisis tiene, para el proletariado rural, también una significación política. Tradicionalmente, esta clase social había tenido escasa comunicación social, tanto con la burguesía agro política, como con las organizaciones de izquierda; esta situación persiste aunque con modificaciones  tendenciales importantes, durante 1977-1980. En el contexto de crisis de este año, la gravedad de la situación condiciona el que, proveniente del estado, se capte la posibilidad de que la contradicción principal deje de consistir en la existente entre campesinado pobre y medio versus mediana burguesía agraria, para transformarse en la caracterizada por la existente entre proletariado versus mediana burguesía agraria, gran burguesía agro industrial y gran burguesía agro comercial. Esto plantea la necesidad, a los ojos de la burocracia rural, de emprender nuevas tareas.

 

La principal de estas tareas estriba en sentar las bases para la implantación y el funcionamiento de mecanismos de control sindical, al servicio del estado, que permitan el control sobre los trabajadores. Es decir, auspicia el estado una alianza obrero-campesina y un sindicalismo rural, capitaneado y controlado por la propia burguesía rural. Se plantea, pues, la necesidad del ingreso del proletariado en el escenario político de alcance, no sólo local y regional, sino nacional, pero controlado y dirigido por el estado mexicano en su conjunto. Es por todo ello que la crisis, a nivel político, significa para el proletariado el inicio del proceso de establecimiento  de estrecha comunicación social con la burguesía agro política y con la burocracia gubernamental en general.

 

Sin embargo, entre un factor adicional en la escena: las organizaciones de izquierda. Es un hecho que los jornaleros agrícolas adoptan cada vez menos la posición del campesinado. En esta situación, y en un contexto global caracterizado por las medidas  que toman los dirigentes estatales a nivel nacional –principalmente la reforma política- las organizaciones ubicadas a la izquierda, fuera de los márgenes de encuadramiento estatal, expanden su acción. Los líderes de estas organizaciones plantean estrategias y tácticas que les permitan sacar el mayor provecho político sobre el hecho de que no existe control político-partidario, sindical ó asistencial, del proletariado rural.

 

Para la clase obrera ubicada físicamente en el medio rural, el contexto de crisis de 1981 también va a traer consigo el convencionamiento de que la reforma agraria no significa más el reparto de tierra. Esto marca el punto de partida, a pesar de que la reforma agraria no significa más el reparto de tierra. Esto marca el punto de partida, a pesar de que persiste la lucha por la intensificación de la reforma agraria y por la obtención de tierras, de un proceso de creciente eficacia de la lucha reivindicativa emprendida por los trabajadores del agro. Continúa la lucha por la tierra, incluso indicada por la participación simultánea de importantes contingentes proletarios en comités agrarios (dedicados a demandar y solicitar tierra) y en sindicatos rurales (con la meta de obtener mayores salarios, jornadas de ocho horas, seguridad social, etc).

 

Sin embargo, es posible afirmar que la crisis –y sus efectos- agudiza la visión política y torna más racional la consecuente acción de los dirigentes de las organizaciones –pro estatales ó no- de trabajadores. Se desarrolla y difunde una concepción más objetiva de la realidad social, de la coyuntura política y de las condiciones de la realidad social, de la coyuntura política y de las condiciones de la lucha. Incluso los dirigentes de organismos  de trabajadores de apoyo proestatal tienden cada vez menos a guiarse por estereotipos promulgados por la reforma agraria, ó por la ideología estatal en su conjunto. La lucha teórica, desideologizante, pasa así a convertirse en el fundamento sobre la cual se fincará la lucha económica y la lucha política del proletariado rural en el futuro inmediato.

 

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171 Véase apéndice “C”: paradigma de problemas indicativos del contexto de crisis en que se desarrolla el fenómeno del poder en el agro.

172 Desplazamiento del vértice de la contradicción principal en el agro; aspecto para el cual no se estaba preparado.