MUJER AMADA
Bebe de mi manantial fresco y abundante,
sacia tu sed de amor y frases bellas,
rocia el templo que en ti cobijas
y déjate amar como Dios manda.
Si veo correr tu amor entre mis dedos
y el llanto vuelve a mi memoria,
te diré, mujer amada, espera
y prueba de este néctar que mi amor aflora
y no lo dejes correr hacia la nada.
Entre mis manos tengo un ramo de frescas rosas
listas para plantarlas en tu regazo,
dale la sabia que en ti derramas
y deja que este amor tenga una esperanza.
En el bello trino de los pájaros
y en el grito alegre de su hambrienta cría,
veo en ti, mujer amada, la fuente que mi deseo suspira.
Ese renacer que en tu corazón profesas
déjalo que crezca y viaje por tus venas,
no permitas que lo arranquen de tu alma
aunque esté en tierra lejana,
tenga muchas primaveras
y el brillo cenizo pinte la cima de la montaña.
El tierno anhelo de hacerte mía
y el regocijo de llenar todas tus entrañas
vivirá en mí, mujer amada, y ese capullo
que en ti abrazas explotará una mañana.
Autor: Roberto I. Salame
Cancion: El Guardespaldas