Por
David Velázquez y Margarita Mercado
Francisco
nació, supuestamente, el 20 de septiembre de 1923 en el Barrio San
Patricio de Ponce. Decimos “supuestamente”, pues era la época
en que, en el campo se acostumbraba a esperar que hubieran nacido varias
personas para bajar al pueblo a inscribirlos. (Algunos creen que nació
antes por lo mucho que lo han visto; la mayoría cree que nació
después por lo joven que siempre se ve: “se ve igualito”).
Aunque, también es posible que en realidad no se llame Francisco,
puesto que Amelia realmente se llamaba Carmela y Carmelo —Tío
Came — se llamaba Juan Bautista. Cosas de aquellos tiempos…
Hijo de Maximino (Papito) y Valentina
(Mamita), quienes debido a su pobreza no podían proporcionarle facilidades
de estudio, sólo pudo cursar los dos primeros años
de escuela elemental. La situación de sus padres lo obligó
a comenzar a trabajar desde niño en labores agrícolas para
ayudar al sostenimiento de su hogar.
Cuando tenía veinte años
se casó con Doña Amelia Mass (ya fallecida), una joven
del mismo barrio San Patricio. Fruto del amor de esa unión,
procrearon once hijos. A pesar de su amor por el campo — prueba de lo cual
es que siempre que puede se da una escapadita hacia allá–
en el 1946 bajó al pueblo buscando mejores oportunidades para él
y su familia. Su sed de saber –uno de sus motores permanentes en
la vida — lo llevaron a inscribirse en la escuela nocturna. El gran
sacrificio que tenía que hacer para estudiar mientras trabajaba
no representó barrera para que fuera desarrollando una amplia labor
cívico social en las diferentes comunidades donde le tocó
vivir. Desde temprano se destacó como dirigente en distintas
organizaciones; la Iglesia, la Sociedad del Santo Nombre, en diversas
cooperativas: de ahorro y crédito, de consumo y hogares, en
sindicatos y otros.
Su gran amor por el prójimo,
especialmente los más necesitados y — en específico — los
trabajadores, lo llevaron a adquirir más conocimientos en el campo
de las relaciones obrero patronales. Devoraba cuanto libro o documento
cayera en sus manos. Llegó a coleccionar decenas de libros
sobre diferentes temas. Aunque pocos los recuerdan, participó
en un programa radial que él mismo fundó en que se declamaba
y se discutían noticias literarias, otros de sus grandes amores.
Reclutado por el entonces Alcalde
y amigo personal, trabajó como subcomprador en la alcaldía
de Ponce en 1960, pero la lucha por los derechos de los trabajadores lo
llamaron y llevaron nuevamente al campo sindical. Tuvo la oportunidad
de hacer innumerables viajes (Venezuela, Brasil, Bruselas, Argentina, Colombia
y República Dominicana) y de participar en un sin fin de actividades,
conferencias, consejos, seminarios, siempre representando dignamente a
Puerto Rico,
Fundó la Federación
Puertorriqueña de Trabajadores, el Instituto Puertorriqueño
de Estudios Sociales, el Frente Unido de Trabajadores, la Cooperativa de
Ahorro y Crédito de La Milagrosa; el Movimiento de Orientación
y Acción Social (MOAS), fue cofundador de la Cooperativa de Hogares
Villa Esperanza, el socio #805 de la Cooperativa de Consumo (Supermercados
Coop). ¿Qué no ha hecho Francisco? Plomero, albañil,
agricultor, mecánico, compositor, poeta, inventor... Vendió
dulces y donas. Fue piragüero y quincallero. Todos recordamos
con mucho cariño la famosa Librería Aristos (“lo mejor” y
todavía miramos –a pesar del tiempo transcurrido — para saber quién
ocupó el local, cada vez que pasamos por la calle Mayor). Ha publicado
dos libros (Rayito de Sol, de poemas y el Diccionario
Laboral) y tiene varios más sin publicar.
Aunque tiene cientos de anécdotas
en su quehacer, son legendarias las siguientes: en 1951 comenzó
a organizar un sindicato para combatir las pésimas condiciones de
trabajo y los bajos salarios en la fábrica de Ponce donde trabajaba.
La gerencia de la fábrica trató de “comprarlo” ofreciéndole
un puesto administrativo a cambio de renunciar al liderato del creciente
sindicato.
Siempre claro en sus valores, rechazó
el ofrecimiento, lo que conllevó que lo despidieran de su empleo.
Los compañeros obreros exigieron y lograron — después de
doce días de huelga — que lo reinstalaran en su trabajo. Finalmente
lograron constituir un sindicato y Francisco fue electo presidente del
mismo.
Mientras trabajaba en ese lugar, sucedió
lo que uno de sus hijos llamaría muchos años después
un “golpe de suerte”. El hijo, entonces un bebé, se encontraba
gravemente enfermo. Francisco se dio un fuerte golpe en uno de sus
dedos, con lo que tuvieron que compensarlo económicamente.
Con ese dinero pudo comprar los medicamentos que probablemente salvaron
la vida de su hijo.
Todos recordamos con algo de pena
y mucho cariño la vez que estuvo varios años economizando
para comprarse una guitarra. El dinero lo obtenía con enorme
sacrificio haciendo labores penosas en la finca a cambio de unos pocos
centavos que el capataz le daba. Cuando, por fin pudo comprar su
anhelada guitarra, la amarró a un clavo con un cordel resbaloso
que se soltó. La guitarra cayó hasta el piso y se rompió,
causándole una pena tan grande a Francisco, que creemos que después
de todos estos años todavía le duele. Hace unos pocos
años comparte su vida con su esposa actual Benita.
Francisco, Pancho, Panchito, Paco,
Paquito, Pancho Man, abuelo, papi, padre, hijo, hermano, amigo...
O sus nombres de “Guerra”: Pitirre, FranVel. Para cada
uno de nosotros ha significado pequeñas o grandes cosas en nuestras
vidas. Su gran fe en Dios y su búsqueda del bien han sido
norte constante en su vida. Como humano ha caído, pero siempre
se ha levantado para mejorar. |