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RESEÑAS

EL LEGADO DE AURIGA

José María Guadalupe Cabrera Hernández

UAQ*

 

Para mi amigo y maestro Juan Carlos Moreno Romo

En este momento en que Filofagia pretende surgir como un espacio inaugural para la publicación del trabajo de investigación y reflexión desarrollado por quienes, en México y ahora, nos vamos formando (o deformando) en el difícil desempeño profesional del afán filosófico, y que vamos apenas ganando las primeras experiencias en el recorrido de un camino que ciertamente nos depara muchas más, quisiera hacer un reconocimiento que, por lo menos para mí, es "justo y necesario"; y para hacerlo considero pertinente ofrecer un pormenor del particular horizonte histórico y académico en el que el proyecto de Filofagia fue elaborado. Si bien esta publicación busca ante todo el ofrecer una vista de la diversidad de temas, de autores, y de problemas a los que se aboca el trabajo de investigación desarrollado por los estudiantes de filosofía a nivel nacional, no es intrascendente, desde mi particular punto de vista, el dar también a conocer al lector uno de los elementos y antecedentes que jugaron, y que jugarán, un papel fundamental en la constitución y consolidación de la revista.

 

Filofagia se concibe, se proyecta y se concreta en la ciudad de Santiago de Querétaro, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Autónoma de Querétaro, entre los meses de septiembre y diciembre de 1998, por un grupo de estudiantes que compartimos la herencia viva de una publicación que se ha preocupado, no sólo por una difusión con calidad de la investigación realizada, tanto en la misma UAQ como en otras instituciones educativas, por los profesionales en los campos de la filosofía, la antropología y la historia, que son los ámbitos en los que se desenvuelve el quehacer de nuestra Facultad, sino que a la par se ha interesado por integrar a los estudiantes de la propia Facultad de Filosofía en el proceso de su elaboración, con miras a brindarles un espacio donde obtener ricas experiencias respecto a lo que hay detrás del esfuerzo por hacer expresas y accesibles al público las reflexiones, los análisis, las críticas, las dudas, los testimonios, los descubrimientos y los encubrimientos que emanan de un emprendimiento comprometido, serio y profesional del trabajo de investigación filosófica, antropológica e histórica. Me refiero a la revista Auriga, publicación de la Facultad de Filosofía de la UAQ, que surgió entre los años de 1986 y 1987 como un esfuerzo conjunto de los docentes y alumnos de la naciente Maestría en Filosofía por crear un espacio para la exposición de los trabajos de investigación y reflexión realizados al interior de la misma. En aquel entonces la dirección de la revista estaba a cargo del Dr. Jaime García Granados, quien era también Coordinador de la Maestría en Filosofía de la UAQ; la coordinación y corrección de los artículos centrales estaba bajo la responsabilidad del Dr. Bernardo Romero, quien es en la actualidad el Coordinador de la misma Maestría y responsable del programa de servicio social de Filofagia. El Consejo Editorial estaba integrado por los alumnos de la Maestría en Filosofía, Generación 1985-1987 y era director de la Escuela de Filosofía de la UAQ el ya extinto Dr. Antonio Pérez Alcocer. En el primer tomo de Auriga, que se presentaba entonces como una "revista de filosofía y cultura", se publicaron tres artículos: el primero, de la autoría del Lic. Alejandro Maldonado Franco, alumno de la Maestría, se intitulaba "La sentencia judicial, verdadero silogismo jurídico"; el segundo era de la autoría del Dr. Alejandro Obregón Álvarez, quien era en aquellos años Director de Investigación de la UAQ, y se intitulaba "Crítica a algunos de los conceptos de Thomas S. Kuhn en su libro La estructura de las revoluciones científicas"; el tercer artículo consistía en una valiosísima traducción al español del texto Teoría, técnica, praxis. La tarea de una nueva antropología1 del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer, con la autorización de él mismo y realizada y presentada por el Mtro. Gonzalo Guajardo González, quien era en ese entonces profesor en la Maestría, que actualmente lo es también en la Licenciatura de Filosofía, forma parte del Consejo Editorial de Auriga y ha sido maestro de la mayoría de los estudiantes que ahora conformamos el equipo responsable de Filofagia. Junto con estos tres artículos, en ese primer número de Auriga se publicaron dos reseñas de libros, la primera a cargo del director de la revista, el ya mencionado Dr. Jaime García Granados, en la que hacía una breve crítica del libro Filosofía de la lógica de Quine; la segunda, a cargo del Mtro. Gabriel Rincón Frías, alumno de la Maestría de Filosofía y a la sazón Director del Centro de Investigaciones Históricas de la UAQ, reseñaba el libro El análisis filosófico de J. O Urmson. Al final de la revista aparecía la sección "Ficción filosófica", que también estaba a cargo del Dr. Jaime García Granados, donde él llevaba a cabo un juego sui generis entre la reflexión filosófica y la creación poética. Dicha sección sólo apareció una vez más en el segundo tomo de la revista.

 

Esos fueron los inicios de la historia de Auriga, una historia que como todas, y en especial las historias de filósofos, está llena de peripecias, de fulgurancias, de obscuridades, de conquistas, de derrotas, de avances y de aparentes estancamientos. No haré la crónica de todas esas vicisitudes, pero, en cambio, sí señalaré algunos momentos de la historia de Auriga que a mi parecer fueron los más cruciales y fundamentales, no sólo para esa misma publicación, sino también para la preparación de la tierra de donde habría de brotar más tarde Filofagia.

 

Un momento importante en la historia de Auriga se da con la elaboración de su cuarto número, correspondiente a los meses que iban de enero a abril de 1991. Ya para ese entonces la dirección de la revista estaba a cargo del Mtro. Gabriel Corral Basurto, que en la actualidad es director de nuestra Facultad. La redacción corría bajo la responsabilidad del Lic. Juan Carlos Moreno Romo, a quien está dedicada la presente reseña, quien era profesor de la Escuela de Filosofía y que, junto con el Mtro. Antonio Hernández Cortina y el Mtro. Manuel Lozada Perrusquía, conformaban el Consejo Editorial de la revista. Lo trascendente de este cuarto número de Auriga es la apertura de una sección especial para los trabajos correspondientes al área de antropología y la conformación de un Consejo Editorial especial para el desarrollo de dicha sección. Dicho Consejo estaba integrado por los maestros Jacinta Palerm Viqueira y P. Torres Mejía, la primera, profesora del Posgrado en Antropología de la UAQ y el segundo, profesor del Posgrado en Antropología de la Universidad Iberoamericana; también formaba parte del Consejo M. O. Olvera Estrada, alumno del Posgrado en Antropología de la UAQ. Como lo dice el Mtro. Francisco Perrusquía Monroy, Coordinador del Área de Humanidades, en la presentación del cuarto numero, con éste mismo "…la revista Auriga inicia una etapa más en su trayecto y cumple cabalmente con el propósito, tantas veces enunciado y recomendado, de la interdisciplinariedad. Si bien, originalmente la revista está dedicada a la difusión del pensamiento filosófico, da cabida, en esta ocasión, al trabajo de la maestría en antropología, para que en lo sucesivo nutran sus páginas todos aquellos que han hecho del humanismo una preocupación y de las humanidades el ámbito de su desarrollo profesional […] Si en algún momento, dentro de este programa editorial, surge entre los lectores una conclusión integradora, una tesis o una cuestión polémica, la revista habrá cumplido con su objetivo primordial: inquietar y estimular el pensamiento. En segundo término, que sirva como testimonio de esa difícil tarea, compromiso de todo hombre: la búsqueda de la verdad"2. Con esto, Auriga se empieza a perfilar propiamente como una publicación de la Facultad de Filosofía de la UAQ y no sólo como una "revista de filosofía y cultura", aunque se siga presentando como tal hasta su número undécimo.

Sin embargo, aunque a partir de este cuarto número se integra el área de antropología al cuerpo de Auriga y aún en la actualidad el trabajo antropológico tiene en la publicación una presencia efectiva3, a partir del número octavo, cuando el Consejo Editorial correspondiente a dicha área desaparece, la interdisciplinariedad buscada se reduce a una coexistencia no muy definida entre los trabajos de filosofía, antropología e historia.

En el número quinto, el Mtro. Gabriel Corral Basurto reflexiona sobre el por qué del nombre de Auriga para la revista:

  • "¿Por qué AURIGA? ¿Qué significa este nombre? AURIGA: Significa cochero, carretero.¿Qué tiene que ver la filosofía con un carretero? Platón, dado a muchos mitos y alegorías para explicarse, comparaba el alma, que a fin de cuentas para él eso somos, con una carreta:

    'Digamos, pues que el alma se parece a las fuerzas combinadas de un tronco de caballos (par de caballos que tiran de un carruaje) y a un cochero (AURIGA); los corceles y los cocheros de las almas divinas son excelentes y de buena raza, pero, en los demás seres, su naturaleza está mezclada del bien y del mal. Por esta razón en la especie humana, el cochero (AURIGA) dirige dos corceles, el uno excelente y de buena raza, y el otro muy diferente del primero y de un origen muy diferente; y un tronco semejante no puede dejar de ser penoso y difícil de guiar…

    Si la parte mejor del alma (AURIGA) es la más fuerte y triunfa y los guía hacia una vida ordenada, siguiendo los preceptos de la sabiduría, pasan ellos sus días en este mundo felices y unidos' (Fedro 246b y 256b versión de García Bacca, UNAM, México 1921)

    Si la virtud propia del cochero (AURIGA) es la sabiduría o prudencia, esto es lo que buscamos en nuestra revista, en esto queremos que se constituya, en una continua búsqueda de la sabiduría, en Filosofía. No tenemos la sabiduría, la buscamos y participamos al lector de esta búsqueda a través de los artículos que publicamos"4.

  • Dice el proverbio latino que nomen est omen, "el nombre es el destino". ¿Será? …¿quién lo sabe? Yo sólo sé que la de Auriga ha sido efectivamente una historia de búsquedas y que la publicación ha sido un carruaje "difícil de guiar", cuya conducción ha estado en manos de diversos aurigas, quienes le han dado diversos ritmos a su andar; ora firmes ora titubeantes. Y con el número octavo, correspondiente a los meses de septiembre-diciembre de 1993 se inicia precisamente un cambio en el auriga y en el ritmo. La dirección de la revista queda bajo la responsabilidad del Mtro. Jesús Aragón N., la Redacción, como ya habíamos señalado, sigue a cargo del Lic. Juan Carlos Moreno Romo y el Consejo Editorial queda compuesto, hasta el número undécimo, por los Mtros. Gabriel Corral Basurto, José Ignacio Urquiola Permisán, Jaime Nieto Ramírez, Modesto Cervantes Sistos, Antonio Hernández Cortina y el Dr. Sergio Quesada Aldana. Desaparecen el Consejo Editorial del área de Antropología y la sección especial de Antropología. Así, los trabajos de filosofía, antropología e historia conforman desde entonces un solo cuerpo dentro de la publicación.

    El número noveno, correspondiente a los meses de enero-agosto de 1994, es el último que aparece en formato de revista, pues a partir del décimo la revista tendrá más bien la forma de un libro. Esto le da una mejor presentación a la publicación y le facilita al lector el acomodarlo en su biblioteca de tal modo que pueda apreciar el número de la revista en el lomo de la misma; además, generalmente se tienen más cuidados con un libro que con una revista. De este número noveno no quisiera dejar de referir una anécdota triste, oscura y un tanto macabra. En él se publicó la última de "Cinco meditaciones sobre Parménides", del Mtro. Humberto Ramírez Mares, quien fuera profesor de la Facultad de Filosofía y de la Escuela de Cooperativismo de la UAQ. Estas "Cinco meditaciones" se empezaron a publicar una por una a partir del número quinto. Estando en prensa el número noveno de Auriga ocurrió el lamentable deceso del Mtro. Ramírez Mares. Irónicamente, las últimas palabras de la quinta meditación, con las que el maestro se despide de Parménides, versan del siguiente modo:

  • "¡Parménides, joven abuelo de la metafísica!

    No es un adiós sino un hasta luego, porque espero verte en el Cielo de los Justos,

    donde nos identifiquemos con Quien dijo a nuestro padre Abraham "Yo Soy El que Es".

    El ser, fundamento del ente, tan buscado por Heidegger y tan amado por un maestro muy querido, Fernando Sodi, a quien rindo homenaje, pobremente, en esto que para mí ha sido el máximo esfuerzo metafísico.

    Por lo pronto, me despido como tú lo hubieras entendido: Jáirete."5

  • Una despedida patética y sobrecogedora la del Mtro. Ramírez Mares, guardando un silencio radical después de eso que fue para él "el máximo esfuerzo metafísico". Nos deja sin embargo en Auriga sus "Cinco meditaciones sobre Parménides" y a quienes fuimos sus alumnos la memoria de su docencia sabia y erudita, de su risa misteriosa y de su inseparable cigarrillo. Yo también le ofrezco homenaje y me atrevo a decirle Jáirete, en esta espera de que "la muerte pise mi huerto".

    Después de este Memento mori, que quizá sea impertinente pero que para mí es necesario, me referiré al número undécimo de Auriga, correspondiente a los meses de enero-abril de 1995, en el cual la revista deja de presentarse como una "revista de filosofía y cultura" para hacerlo como una "revista de filosofía y ciencias humanas". En dicho número aparece asimismo un índice completo de los números 1 al 9, que cubren el trabajo publicado en la revista durante los siete años que van desde la fundación de la publicación hasta la primera mitad del año de 1994. Asimismo, este número es el último en el que el Lic. Juan Carlos Moreno Romo se encarga de la Redacción, pues a partir del número duodécimo, correspondiente a los meses de mayo-agosto de 1995, él asume la co-dirección de la revista junto con el Mtro. Jesús Aragón y aparece como el Editor responsable. En ese número duodécimo desaparece el Consejo Editorial de la revista y surge la figura del Comité de Arbitraje, conformado por los Consejos Técnicos de Investigación de la Facultad de Filosofía de la UAQ: Filosofía, Antropología e Historia. Esto, a mi parecer, hizo más oscuro el rostro de los aurigas de la revista y de las mentes que colaboraban en su constitución y en su publicación. Asimismo, la Redacción pasó a ser responsabilidad de un Comité de Redacción compuesto por alumnos de la Licenciatura en Filosofía: la compañera María Eugenia Herrera Azoños, quien es ahora co-editora de Filofagia, los compañeros Salvador Valderas Ojeda y Mauricio Ávila Barba, quien en esta ocasión también publica una reseña en esta revista acerca de un trabajo del Lic. Juan Carlos Moreno Romo, "Descartes incierto", publicado en el número undécimo de Auriga. También quien esto escribe formaba parte de dicho Comité y he de decir que fueron muchas las experiencias que pude ganar trabajando en la revista Auriga; experiencias que he querido enriquecer y poner a prueba ahora que he asumido la coordinación de la Redacción de Filofagia. He de confesarme amante de la palabra (incluso de la palabra que profiere el silencio), de los textos y de la hermenéutica, y que ese amor me hace tener muy en mente, como redactor de Filofagia, estas palabras de mi maestro y amigo Juan Carlos Moreno Romo, bajo cuya dirección trabajé en Auriga:

     

  • "Alguna vez, quién sabe por qué, Oscar Wilde acuñó una frase que todo editor debería adoptar como el fundamento de su respectivo decálogo, como la premisa básica de su responsabilidad social, o cultural para ser más precisos: 'Un poeta ¾ dijo, o escribió, ya no lo recuerdo¾ , un poeta puede sobrevivir a todo, menos a un error de imprenta'. No es responsabilidad pequeña la del que se ocupa de darle un cuerpo público a las palabras, y no se la debería confiar a cualquiera, a la vez que quienes alguna vez la asumimos nunca deberíamos considerarla una responsabilidad cualquiera."6
  • Aunque yo no soy el editor de Filofagia, he hecho de la frase de Wilde el fundamento de mi decálogo y la premisa básica de mi responsabilidad cultural, pues, en lo que se refiere a la presentación de los textos, mucho de lo bueno y de lo malo que el lector pueda encontrar en la revista que ahora tiene en sus manos, o sobre la mesa y junto al café, es responsabilidad que descansa sobre mis espaldas, en primer lugar, y en segundo sobre los compañeros con los que coordiné la redacción de este primer número de Filofagia. Creo que no somos "cualquiera" y no hemos asumido nuestra responsabilidad como una responsabilidad "cualquiera". Espero que la presentación final, que ahora tiene usted a la vista, no me obligue a tragarme mis palabras y a emitir también en el próximo número un "obligado mea culpa". Como sea, es la confianza en las enseñanzas que mis maestros me brindaron trabajando en Auriga y la confianza en mis compañeros aquello que me animó a asumir la coordinación de la Redacción de Filofagia. Espero también obtener la confianza de los colaboradores que publican en esta ocasión y de aquellos que se animen a publicar sus trabajos en el siguiente.

     

    Pero, terminemos nuestra reseña de la historia de Auriga. Pues bien, el número duodécimo marca un hito muy grande en esa historia, ya que; con la partida del Mtro. Jesús Aragón y con la partida del Lic. Juan Carlos Moreno Romo a un posgrado en Estrasburgo, Francia; el número 13, que pensaba publicarse para la segunda mitad de 1995, se demoró en aparecer aproximadamente dos años y medio. Los reajustes en la Dirección y en el Consejo Editorial de la revista no permitieron que el número 13 apareciese para cuando se deseaba. Aunque desapareció el Comité de Redacción, quien esto escribe siguió trabajando, bajo la dirección del Dr. Bernardo Romero y la Mtra. Guillermina Rivera, en la redacción de la revista. El número 13 aparece por fin este año como el correspondiente a los meses de enero-junio de 1998 y en él Auriga se presenta como una "revista de Filosofía, Antropología e Historia". Asimismo, se anuncia que ya es posible consultar Auriga en Internet en la página de la UAQ, en la siguiente dirección: http://www.uaq.mx./filosofia/auriga; el e-mail de la revista es auriga@sunserver.uaq.mx La Dirección de la revista está ahora a cargo del Mtro. José Luis Rolleri y el Consejo Editorial, que es una figura que ha vuelto surgir, está compuesto por los Mtros. Gonzalo Guajardo González, Gaspar Real Cabello y José Ignacio Urquiola Permisán. En este número, los responsables de la revista se deslindan de la demora del número 13, pues es algo ajeno a su gestión y ofrecen que "a partir del número 14 (julio-diciembre de 1998) la revista Auriga se publicará con arbitrio de un consejo consultivo altamente calificado". Es este un momento también inaugural para Auriga y se apresta a emprender otra vez su caminar conducida por otros aurigas, a los cuales saludo con respeto y deseo el mejor de los tránsitos. Son otros aurigas que han refrendado el espíritu de la revista al colocar en la segunda de forros del número 13 la misma cita de Platón que hizo el Mtro. Gabriel Corral Basurto en el número quinto y que ya hemos transcrito en esta reseña más arriba; pero que, precisamente porque son otros aurigas que harán su propio camino, lo citan de una forma diferente, con otra traducción, pues la traducción no siempre traiciona al autor, a veces le hace justicia. He aquí la cita de nuevo:

  • "Es, pues, semejante el alma a cierta fuerza natural que mantiene unidos un carro y su auriga, sostenidos por alas. Los caballos y los aurigas de los dioses son todos ellos buenos y constituidos de buenos elementos; los de los demás están mezclados.

    En primer lugar, tratándose de nosotros, el conductor guía una pareja de caballos; después, de los caballos, el uno es hermoso, bueno y constituido de elementos de la misma índole; el otro está constituido de elementos contrarios y es él mismo contrario. En consecuencia, en nosotros resulta necesariamente dura y difícil la conducción."

    Platón, Fedro 245c

  • Este es el legado de Auriga para Filofagia, la experiencia de lo duro y difícil que es darle un cuerpo público y accesible a los problemas, las investigaciones y los proyectos que nos inquietan, nos apasionan y hasta nos quitan el sueño y nos abaten a quienes nos ha picado el alacrán de la filosofía; alimaña de veneno agridulce y, a veces, amargo. Nos lega también el temple para asumir la gran responsabilidad de llevar a cabo dicho trabajo de una manera eficiente. Pero, para mí el legado más grande que me ha dejado Auriga es el de haberme despertado el deseo de cumplir con ese antiquísimo mandato que se nos impone a los discípulos: el de superar a nuestros maestros…

     

     

    Quizá esto sea demasiada jactancia y atrevimiento; incluso yo mismo dudo de la idea de la "superación". Pero, creo que no hay mejor homenaje que un discípulo pueda hacer a su maestro que el mostrar que su enseñanza puede dar frutos bellos y suculentos y aspiro a rendir un homenaje y un agradecimiento digno a mis maestros. Aunque para mí Auriga es el ejemplo a seguir y, a la vez, un origen y un camino con los cuales hay que romper y de los cuales hay que apartarse para sentar nuestro propio origen y hacer nuestro propio camino, siempre recomendaré su lectura, es una revista excelente y sobria, que se acerca en confianza a sus lectores, sin soberbia, con franqueza y con cierta hospitalidad. Sabiduría y perplejidad se dan cita siempre ahí.

     

     

    Noviembre de 1998

    Santiago de Querétaro.

     

    * Universidad Autónoma de Querétaro.

    1 El título en alemán de éste texto es Theorie, Technik, Praxis—die Aufgabe einer neuen Anthropologie.

    2 Cfr. Auriga/n°. 4. Revista de Filosofía y Cultura. Escuela de Filosofía de la UAQ. Querétaro, Qro., enero-abril 1991; pág. 5

    3 Sobre todo en el último número, el décimotercero, correspondiente al semestre enero-junio de 1998, dónde los trabajos de antropología e historia son más numerosos que los de filosofía, siendo ésta una situación inédita en la historia de la revista.

    4 Auriga/n°. 5. Revista de Filosofía y Cultura. Escuela de Filosofía de la UAQ. Querétaro, Qro., mayo-agosto 1991; pág. 3

    5 Auriga/n°. 9. Revista de Filosofía y Cultura. Escuela de Filosofía de la UAQ. Querétaro, Qro., enero-agosto 1994; pág. 39

    6 Auriga/n°. 12. Revista de Filosofía y Ciencias Humanas. Facultad de Filosofía de la UAQ. Querétaro, Qro., mayo-agosto 1995. Nota editorial: un obligado mea culpa; pág. 5

     

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