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¿Mexamérica en Estados Unidos?
José Arturo Salcedo Mena

huamantla2@hotmail.com

Pedro Aldo Navarro Sánchez

19 de mayo de 2003



Hace 156 años, los Estados Unidos entraron a México y ocuparon la mitad de nuestro territorio. Hoy, México, no sin problemas, entra de regreso a los Estados Unidos pacíficamente y crea centros con bases institucionales para reforzar los valores usos y costumbres de los mexicanos en este país.

Uno de los problemas fundamentales de las relaciones México – Estados Unidos, es el de la migración. Es innegable que hay condiciones desfavorables en que ha vivido en general la población hispana y en particular la mexicana en Estados Unidos durante las recientes décadas. Los factores internos y las políticas gubernamentales afectan de una u otra forma a los principales grupos de inmigrantes, dada su conformación, evolución y crecimiento. Estas circunstancias alertan sobre el deterioro económico y social que se profundiza para esos grupos marginados de la sociedad estadounidense en el presente. De particular importancia son las condiciones de vida y características demográficas de las familias hispanas, que muestran evidentemente diferencias sustanciales respecto de las sajonas y las negras, lo cual exige un conocimiento riguroso sobre la realidad de tal fenómeno, así como las interpretaciones idóneas. Uno de los aspectos que aquí interesa resaltar es exhibir de qué manera las comunidades mexicanas en Estados Unidos han podido desarrollarse en diferentes ámbitos como son el político, el económico y el social. Su participación en la sociedad norteamericana cada vez es más fuerte y vidente, de tal manera que en la actualidad su presencia no puede ser ignorada. Tal situación requiere que como parte integral de un proyecto nacional, la política exterior debe responder, en primer término, a las aspiraciones y a las necesidades de desarrollo político, económico y social del país. Y para ser eficaz, la política externa de un Estado, como el mexicano, debe basar su política externa en un profundo conocimiento de la realidad internacional en la que se desenvuelve y sobre la que pretende influir. De esta manera, México podrá sacar provecho de las oportunidades y, en lo posible, evitar los riesgos que se le presenten.

Con el propósito de tener un acercamiento a las características del fenómeno de la migración mexicana a Estados Unidos, se exhibirán los rasgos más significativos relativos a la situación económica, a los efectos sociales y a las consecuencias que esto conlleva en relación con la identidad cultural. Asimismo, se hará mención de la posición actual del gobierno norteamericano en el presente, No está por demás señalar que en cuestiones de política exterior, éste es uno de los retos más importantes para el gobierno mexicano: acuerdos bilaterales en relación con la migración.

Inestabilidad, conflictos sociales, desigualdades salariales, bajos niveles de vida y el desempleo sobre sectores de la población mexicana aunada a la oferta de trabajo en los Estados Unidos, es lo que obliga, es lo que impulsa a individuos, grupos y comunidades enteras a desplazarse a los Estados Unidos, a salir de sus lugares habituales de residencia como un recurso desesperado para sobrevivir.

Los mexicanos que migran hacia Estados Unidos se trasladan, en suma, en busca de empleo, oportunidades y una vida digna. Lo hacen de manera legal e ilegal, solos o en familia. En el camino son frecuentemente vejados y sufren enormes calamidades, “...pero la abrumadora mayoría logra superar los obstáculos y construir un mundo nuevo de oportunidades”.<1> La “movilidad de grupos en busca de satisfactores para atender sus necesidades elementales”<2> es precisamente lo que ha caracterizado desde épocas remotas al fenómeno de la migración. Se trata de una estrategia de sobrevivencia, la cual ante las limitaciones del territorio de origen recurren a la búsqueda de los recursos en otras regiones.

Más allá de los aspectos jurídicos involucrados en el cruce (ilegal y/o legal) de la frontera, en el caso mexicano la migración es un fenómeno económico, uno de oferta y demanda. En el momento actual, existe un empate casi perfecto en el mercado de trabajo en Estados Unidos, que demanda mano de obra para la cual no hay oferentes, y la carencia de oportunidades para mexicanos urgidos de empleo a lo largo y ancho del territorio nacional. Para esos muchos mexicanos, la frontera resulta ser un obstáculo temporal, una barrera que finalmente se puede penetrar. El tránsito migratorio es un fenómeno cotidiano en la relación México – Estados Unidos.

Los productores norteamericanos recurren a mecanismos de reclutamiento de mano de obra agrícola mexicana para satisfacer sus necesidades laborales en momentos de escasez. La realidad es que el trabajador mexicano cumple tareas que ningún trabajador norteamericano está dispuesto a cumplir. Lo anterior, aunado al hecho de que Estados Unidos en los últimos años ha tenido el índice de desempleo más bajo en su historia, son la mejor demostración de que los inmigrantes no le quitan el trabajo a nadie.

Estados Unidos en diversas épocas, consciente en la necesidad de mano de obra, ha buscado los medios para ampliar el número de visas, permisos y caminos de cambios de categoría migratoria, a fin de multiplicar sensiblemente no sólo el número de personas con derecho a migrar y trabajar en Estados Unidos de manera legal, sino para legalizar a las que ya se encontraban allá.

No obstante, los mexicanos han diversificado su trabajo; ahora es común encontrarlos no solo en el campo, sino en el área de servicios, en apoyos administrativos, en el área de ventas y como parte de la manufactura. Lo anterior, incluso, los ha llevado ha tener un ingreso muy superior al que conocían como denominador común en el campo. Iliana Bernal Ferrer<3>, inclusive, apunta que la presencia mexicana en el campo laboral durante el nuevo siglo no se limitará a proveer servicios, sino que habrá ejecutivos, industriales, pequeños comerciantes e inversionistas mexicanos en Estados Unidos. Los mexicanos darán un brinco de la clase baja a la clase media y en algunos casos llegarán a la esfera de la clase alta, ocupando un papel importante dentro del contexto social de este país.

Patricia Morales<4> afirma que a Estados Unidos llegan los mejores mexicanos: hombres jóvenes y audaces que son necesarios para el fortalecimiento del país. Pero que el sistema mexicano es incapaz de dotarles de empleo, se trata de una pérdida importante, pero es un alivio a los problemas que padecen.

La añoranza de la tierra nacional, dice José Manuel Valenzuela<5>, está siempre presente en el migrante mexicano. La población de origen mexicano en Estados Unidos, señala, pide no ser criticada por vivir “del otro lado”, no son desarraigados, llegaron por necesidad; sus costumbres ni su nacionalidad han cambiado. En cambio, han construido “otro México”, sobre el suelo que fue territorio nacional. Carlos Monsiváis<6>, por otro lado, dice que los migrantes mexicanos en Estados Unidos podrán ser corroídos en sus usos y costumbres, pero siempre se mantendrá la persistencia de la comunidad nacional así como la creencia, quizá fanática, de la Identidad Nacional.

El nacionalismo de la población de origen mexicano les permitió obtener el control de su vida cultural y reafirmar sus valores y costumbres por medio de lo que se denominó un estado de fiesta cultural.<7> Este sentimiento nacionalista otorgó la identidad y la conciencia que requerían las comunidades mexicanas en Estados Unidos, les llenó de un espíritu de lucha y organización política que les permitió constituir agrupaciones, grupos de lucha y conjuntos antagónicos frente a la mayoría estadounidense (tomando como base el racismo y la discriminación existentes) arribando a una afirmación y legitimación de un nuevo movimiento político en este país.<8>

Los hispanos conforman la minoría más extensa, la de mayor densidad, en los Estados Unidos, setenta por ciento de éstos son de origen mexicano. Es seguro que para este nuevo siglo lleguen a convertirse, si no es que ya lo son, en uno de los grupos más importantes políticamente en Norteamérica. La población de origen mexicano en Estados Unidos habla la lengua española, incluso, dado el aumento colosal de la población hispana en este país, se calcula que para el año 2050 la mitad de los habitantes hablará español.<9>

Los asentamientos ayudan a conformar redes sociales de apoyo, mismas que actualmente facilitan de diversas maneras las nuevas migraciones. Durante las últimas décadas se ha percibido un ascenso social y económica de las comunidades de origen mexicano. Surgió el arte pictórico, la literatura y una conciencia de orgullo por su origen que les ha dado fuerza en aquel país. Políticamente se advierten esfuerzos de organización. El ciudadano estadounidense de origen mexicano mira con nuevos ojos a los indocumentados procedentes de México. Se dan cuenta que ambos comparten tradiciones, religión, cultura y un destino de opresión y discriminación; saben que protegerlos es defenderse a ellos mismos. Hay, pues, una mayor conciencia en las comunidades mexicanas respecto a sus vínculos con sus connacionales recién llegados a territorio estadounidense. La solidaridad de la población de origen mexicano en Estados Unidos aunada a los esfuerzos por crear instituciones que protejan sus intereses y derechos en este país (como las sindicales) ha hecho que el poder y la influencia de estas comunidades crezca día con día. A título de ejemplo, cabe señalar la presencia de la Escuela Permanente de Extensión de San Antonio, Texas, de la UNAM, que tiene como propósito promover un mejor entendimiento entre México y los Estados Unidos, a través del ofrecimiento de cursos de español, de inglés, de cultura de México, Diplomados de Estudios Mexicanos, etc.

El gobierno mexicano no puede ignorar la presencia mexicana en Estados Unidos, pues al año envían al país por concepto de remesas 10 mil 500 millones de dólares,<10> lo cual constituye una de las principales fuentes de divisas, se trata de una fuente de ingresos que ya figura en los procesos financieros de ambos países. Los montos que han alcanzado estos recursos obligaron a los gobiernos a modificar los procesos de envío dándoles protección. Gracias a las matrículas consulares que se han entregado a más de 2 millones de mexicanos en Estados Unidos, hoy pueden abrir una cuenta de cheques en diversos bancos de ese país para enviar dinero a sus familias a mucho menor costo.

Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari se creó el Programa para las Comunidades Mexicanas en Estados Unidos conscientes de que ninguna alianza tenía para México mayor importancia estratégica que con el vínculo con el México de afuera. Este Programa contribuye al desarrollo económico, político y social de los mexicanos en Estados Unidos así como al mantener las raíces, los lazos culturales y los contactos con su país de origen. . Los objetivos principales de este Programa son:

a) mejorar los vínculos con la población mexicana y de origen mexicano que reside en Estados Unidos, mediante el desarrollo de programas concretos de interés y beneficio mutuo;

b) promover en México una mejor imagen de los mexicano-norteamericanos a través de una adecuada difusión de sus luchas y logros, e impulsar el conocimiento y respeto de sus manifestaciones culturales; y

c) propiciar entre las comunidades mexicanas en el extranjero un mejor conocimiento de la realidad nacional.

<11>

Se percibe que las comunidades mexicanas en este país son más influyentes, por su contribución a la cultura, por su presencia política en puestos públicos (para 1990, 3 personas de origen mexicano habían logrado ser gobernadores de un estado, lo que los negros no habían podido alcanzar hasta entonces) así como por el dinamismo de sus organizaciones. Se han convertido en un apoyo para programas de desarrollo económico y social, así como una fuente de negocios para su país de origen, especialmente en las regiones de las que son oriundos.

Teniendo en cuenta la importancia de esta relación, hoy son objetivos importantes: la protección de los derechos e intereses de los mexicanos en el extranjero; la utilización de la cultura mexicana como uno de los principales elementos para reafirmar la identidad nacional y para ampliar la presencia mexicana en el mundo; y, desde luego, la promoción de la imagen de México en el exterior.

Es tal la presencia de las comunidades de origen mexicano en este país, que los candidatos a puestos políticos no pueden ignorar la existencia de este importante núcleo de electores, así los candidatos han comenzado a realizar activas campañas electorales bilingües. En el año 2001 por primera vez en la historia de los discursos presidenciales, George Bush, pronunció unas palabras en castellano en el Capitolio de Washington: “Juntos podemos”, todo un símbolo de que los sectores hispanos no serán ignorados más en las cuestiones políticas de Estados Unidos. Para la elección del 2004, la importancia del voto hispano se manifiesta porque los cinco estados más importantes en términos de votos, son también los cinco estados con mayor población latina: California, Florida, Nueva York, Illinois y Texas.

Es por ello, que las administraciones gubernamentales, siguiendo estrategias electorales que les beneficien a futuro, han invertido en programas de organizaciones méxico-americanas, sobre todo en las de naturaleza educativa. Otra estrategia consiste en colocar a funcionarios de origen mexicano en puestos visibles,<12> este hecho refuerza la percepción de la importancia que tiene para la administraciones en turno la población de origen mexicano en Estados Unidos.

La comunidad mexicana se está desplazando rápidamente en Estados Unidos y su impacto en todos los aspectos de vida es por demás palpable;<13> difícilmente se asimilarán de manera completa al sistema porque su finalidad es convertirse en un grupo de presión bilingüe-cultural y sobrevivir.

La presencia mexicana y su alta tasa de crecimiento demográfico en Estados Unidos ha alarmado en distintas épocas a los norteamericanos más conservadores. Se ha percibido esta ola migratoria como una amenaza para aquél país. William Colby, exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fue quien puso de moda el término de “invasión silenciosa”, “una especie de alarma a los estadounidenses sobre el número de indocumentados que entraban en su territorio”.<14> Más tarde, los norteamericanos señalaron al fenómeno migratorio como un problema para el sistema norteamericano: “costaba mucho en términos de asistencia social y les quitaba empleos a trabajadores domésticos”; estas demandas sociales de la población derivaron en iniciativas legales segregacionistas como la Ley Simpson-Rodino o la Proposición 187 en California . Sin embargo, se han llevado a cabo estudios<15> en Estados Unidos en los que se demuestra que los trabajadores mexicanos no constituyen un estorbo para a la sociedad y que por el contrario, ayudan al crecimiento de la economía.

Hoy, el fenómeno migratorio laboral se inscribe en este difícil contexto. El gobierno norteamericano defiende el interés de su sistema productivo. Y necesita de la mano de obra mexicana; pero también se ha de dar respuesta a las demandas de otros sectores de su población, de ahí las aparentes contradicciones en las medidas que adopta, incluyendo su legislación. Estados Unidos no pretende poner fin a la inmigración laboral mexicana; quieren, sí, un mayor control sobre el número de trabajadores que ingresan a su territorio, y sobre su comportamiento dentro de él.

El problema en estos momentos consiste en la tensión que se vive entre los gobiernos de las actuales administraciones de ambos países. México no apoyó a Estados Unidos en su escalada en el Medio Oriente, por lo que la administración de Bush mantendrá “una actitud de parte ofendida (del decepcionado)”.<16> Actualmente no existe un clima como para que se ponga sobre la mesa la siguiente etapa del Tratado de Libre Comercio, que por necesidad tendría que incluir el tema migratorio. No obstante, “los migrantes mexicanos no se van a detener en la frontera porque el Gobierno de Fox no apoyó al de Bush. Van a seguir “saltando la línea porque los empleadores de Estados Unidos los siguen necesitando”<17> y el número de mexicanos en este país seguirá creciendo. Quizá lo adecuado en estos momentos para atender la cuestión de los inmigrantes en Estados Unidos deba partir de la iniciativa del Gobierno de Fox, continuar con la interacción con este país y sólo agregarle una estrategia diplomática inteligente para mejorar la relación entre ambos gobiernos.

Dada la reticencia de la sociedad norteamericana para una negociación amplia y de largo alcance en materia migratoria, quizá lo más sensato sea buscar acuerdos parciales en este y otros ámbitos, a fin de conferirle una mayor vitalidad a la relación bilateral. Al mismo tiempo, tal vez haya llegado el momento de pensar en otros esquemas tan atrevidos como el planteamiento migratorio original del Presidente Fox (“un esquema de libre tránsito, un pacto migratorio que, con el tiempo, eliminara las fronteras para permitir el libre tránsito de personas entre ambos países”<18>), pero en otras latitudes.

La migración hacia el norte es, a final de cuentas, el mero reflejo de un serio problema interno. Por un lado las políticas demográficas de décadas anteriores llevaron a la expansión brutal de la población mexicana sin que hubiera la capacidad para crear los empleos y los servicios que esa población demandaría, esencialmente en los campos de salud y educación. La consecuencia fue la reproducción de una población pobre y sin oportunidades. Por otro lado, las políticas populistas que acompañaron a la expansión demográfica retrasaron el desarrollo económico por años, además de que dejaron un pesado bulto, en la forma de una deuda de grandes magnitudes, que desde entonces obstaculiza el crecimiento. No menos importante es el hecho de que buena parte de la población pobre del país reside en las zonas rurales, lo que exacerba el problema de provisión de servicios y generación de oportunidades. Evidentemente, hoy, no hay indicios de que los flujos migratorios puedan disminuir en el corto y mediano plazos.

Se debe reconocer que el gobierno está haciendo todo lo que tiene a su alcance para reducir las tribulaciones y mejorar las condiciones de vida de los migrantes mexicanos. Tal vez algún día se pueda materializar un acuerdo de amplios vuelos, pero mientras tanto, lo imperativo es avanzar sobre la única senda posible, que es la de multiplicar las visas y medios legales de acceso a los Estados Unidos.

Sin embargo, no debe inquietar el desinterés que pueda mostrar alguna de las partes en torno al problema migratorio, pues como se puede percibir, la fuerza de los migrantes crece cada día más y, como indica Carlos Medina Plascencia<19>, no falta mucho para que éstos tomen la acción por sus propias manos y obliguen a las autoridades de ambos países a encontrarles mejores soluciones. Se ha hecho en este trabajo un breve recuento de lo que han logrado por sí mismos los migrantes, por la fuerza de una realidad indiscutible. La inercia es que continuarán luchando por defender sus derechos y tener mejor condiciones de vida.

Un hito del proceso migratorio, como expresa Manuel Ángel Castillo,<20> consiste en la capacidad de dominar y apropiarse de la riqueza de los recursos como medio de satisfacer las necesidades humanas. Un triunfo del proceso migratorio es la capacidad de asentarse en lugares de alguna manera privilegiados en dotación con cierto tipo de recursos. Este flujo migratorio, se trata pues, como los señala Carlos Fuentes<21>, de una reconquista silenciosa de lo que alguna vez fue territorio mexicano. Quizá la Mexamérica que pensaron alguna vez los deterministas y los anexionistas dada la americanización de la sociedad mexicana no se encontrará en territorio nacional; el proceso estará totalmente invertido, Mexamérica se localizará en Estados Unidos, donde parte del suelo estadounidense se mexicanizará por la presencia de los migrantes mexicanos en este país. Se habla de que México es el patio trasero de la política expansionista estadounidense, pero dado el número de mexicanos en Estados Unidos parece que es este país el patio principal (con una entrada de servicio) de la política expansionista de México. No obstante esta redención, como apunta Sergio Muñoz Bata, no debe obligar a cambiar la percepción de los norteamericanos en torno a estos grupos, pues Estados Unidos ha sido siempre una “nación de inmigrantes”.






Notas:

<1> Cfr. Chomsky, Noam, “Migración en parcelas”, en Nexos Virtual, México, Marzo de 2001, http://nexos.com.mx/internos/marzo01/chomsky.asp

<2> Cfr. Castillo, Manuel Ángel, “Causas y Origen de las Migraciones dentro de la Región”, en http://www.migracion.gob.mx/Paginas/Internacionales/desregpot/m2a.htm

<3> Cfr. Bernal Ferrer, Ileana (comp.), Norteamérica: relaciones políticas, espacio y sociedad, Universidad Nacional Autónoma de México – Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, México, 1994, p. 146.

<4> Cfr. Morales, Patricia, Indocumentados mexicanos. Causas y razones de la migración laboral, Editorial Grijalbo, México, 1989, p. 215.

<5> Cfr. Valenzuela, José Manuel, Jefe de Jefes. Corridos y narcocultura en México, Plaza & Janés, México, 2003, p. 38.

<6> Cfr. Monsiváis, Carlos, “Tan cerca, tan lejos. Las ilusiones ópticas de la vecindad”, en Letras Libres, Año V, Número 53, México, Mayo, 2003, p. 19.

<7> Cfr. Bernal Ferrer, Ileana (comp.), Op. Cit, p. 144.

<8> Algunas organizaciones constituidas a partir de estos valores fueron: los Estudiantes México-Americanos Unidos (United Mexican American Students), Organización Juvenil México-Americana (Mexican American Youth Organization) y la Confederación de Estudiantes México-Americanos (Mexican American Students Confederation).

<9> Cfr. Fuentes, Carlos, “Migraciones”, en Nexos Virtual, México, Mayo de 2000, http://nexos.com.mx/internos/mayo00/fuentes.asp

<10> Cfr. González González, Guadalupe, “Las fuentes de la incertidumbre”, en reforma.com, México, 6 de abril de 2003.

<11> Cfr. Rozental, Andrés, La política exterior de México en la era de la modernidad, Fondo de Cultura Económica, México, 1993, p. 127.

<12> El más célebre durante la presente administración es quizá Alberto González, el consejero jurídico de la Casa Blanca y primero en casi todas las listas que especulan sobre quién será el primer nominado de Bush a la Suprema Corte. Otros casos son el de Héctor Barreto, quien encabeza la Administración de Negocios Pequeños, que tiene amplio contacto con grupos mexicanos en la pequeña y mediana empresa, o el de Tony Garza, el amigo texano de Bush que es embajador en México.

<13> Cfr. Weyr, Thomas, Hispanic USA. Breaking the Melting Pot, Harper and Row, San Francisco, 1990, p. 219.

<14> Cfr, Morales, Patricia, Indocumentados mexicanos. Causas y razones de la migración laboral, Editorial Grijalbo, México, 1989, p. 211.

<15> Como el de la Rand Corporation en el año de 1985. (Referido por Bernal Ferrer, Ileana (comp.), Norteamérica: relaciones políticas, espacio y sociedad, Universidad Nacional Autónoma de México – Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, México, 1994, p. 156)

<16> Cfr, Quintana, Enrique, “Coordenadas. ¿Qué hacer con la relación con EU?”, en reforma.com, México, 25 de abril de 2003.

<17> Idem.

<18> Ibidem.

<19> Cfr. Medina Plascencia, Carlos, “El poder del migrante” en reforma.com, México, 9 de mayo de 2003.

<20> Castillo, Manuel Ángel, Op. Cit., p.1

<21> Cfr. Fuentes, Carlos, “Migraciones”, en Nexos Virtual, México, Mayo de 2000, http://nexos.com.mx/internos/mayo00/fuentes.asp

<22> Cfr. Muñoz Bata, Sergio, “Frontera invisible. La migra cambia de piel”, en reforma.com, México, 27 de marzo de 2003.




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