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La región más transparente (5.)

5. Estructura de la novela



La región más transparente es una “novela collage (5)” El relato se rompe, se fragmenta, se convierte en un rompecabezas gigantesco de mil pedazos dispersos, yuxtapuestos, sin orden lógico ni cronológico. El relato se desmenuza para convertirse en un ensamblaje desordenado de canciones populares, notas periodísticas, trozos de discursos, anuncios, comentarios publicitarios, que recrean las horas agitadas y violentas, y el falso resplandor de la ciudad de México. En este aparente desorden, se distinguen dos planos, dos grandes visiones líricas de imágenes resplandecientes y tortuosas, dos capítulos.

El primero, es una crítica a la sociedad mexicana de los años cincuenta. Un cierto número de personajes socialmente representativos –un banquero enriquecido por la Revolución , su esposa, advenediza que disimula orígenes plebeyos, heredera arruinada, etc.– evolucionan en una ciudad donde, desmintiendo la leyenda (y el título del libro), la atmósfera está viciada y el sol ahogado. Asimismo, el autor penetra en la atmósfera asfixiante de los barrios populares, en el mundo silencioso de los indios que vagan a orillas de edificios ultra-modernos, en la pajarera charlatana y perfumada de la dolce vita de México, en el ámbito de los negocios y la especulación, en el México revolucionario.

Es en este plano donde los personajes actúan, donde frente al desplazamiento entre el entusiasmo del pasado por la Revolución y la lividez del presente, legado de la Revolución, cada personaje se siente más o menos culpable; se trata de una búsqueda de responsabilidades de cada personaje. Todos, inclusive los que alcanzaron la gloria y el triunfo, tienen conciencia del fracaso y pérdida de una especia de pureza inicial. Incluso Ixca Cienfuegos, el incorruptible, fiel a los antiguos mitos, apasionado por el regreso a los orígenes, terminará por renunciar. En cuanto al pueblo, alimentado por imágenes revolucionarias, su vida transcurre inquieta y vana, entre la agotadora semana y el sábado por la noche que finaliza con una puñalada en el pálido amanecer del domingo. Se trata de un plano social, cuyos temas centrales podrían ser la culpa (“por cada mexicano muerto en vano, sacrificado, hay uno responsable”) y la posible (¿o imposible?) redención.

En el segundo plano de La región más transparente aparece, como en La muerte de Artemio Cruz, el inconsciente colectivo, ahora acompañado de exploraciones hacia nuestro propio pasado por medio del análisis o del sueño. La obra se enriquece con este plano misterioso, donde el pasado precolombino resurge y lanza una luz turbadora sobre el México contemporáneo. La novela se puebla de seres mágicos y ambiguos; detrás de los rascacielos de las grandes avenidas de México se perfilan los templos, los inquietantes palacios que renacen de la laguna primera. Es un plano que además dibuja la evolución extra-histórica de las grandes líneas de fuerza de México: omnipresencia de la muerte, conciencia de culpa, necesidad de sacrificio e intemporalidad.

Este collage narrativo, esta estructura fragmentada realiza diversas funciones. En primer lugar hace que el peso del pasado influya en el presente en los momentos oportunos y de una manera selectiva. Cada parte varía de forma narrativa y de punto de vista, cada parte se proyecta hacia el pasado o períodos claves en los años posteriores de la vida de un personaje individual. Al mismo tiempo, cada parte está vinculada al presente en varias formas: por conexión al proceso actual de pensamiento de una figura individual, por ser parte de los recuerdos que varias personas ofrecen a Ixca, o por encontrarse cercado por ambos lados por fragmentos de narración del tiempo presente, de forma que las experiencias del pasado forman una parte viva del conocimiento, el pensamiento y punto de vista de los personajes a medida que se enfrentan a los problemas actuales. Además, en cada parte existen eslabones narrativos que establecen conexiones con otros personajes que ya han sido introducidos en la novela.

Otra función de esta estructura es la realizada por el sentido del tiempo, que permite comparar y contrastar las dimensiones subjetivas y objetivas de la realidad. En esta visión dual de tiempo y realidad, la estructura narrativa es una constante por el hecho de ser desconcertante: se yuxtaponen las piezas narrativas, cambian bruscamente de una visión objetiva de las circunstancias a una interpretación subjetiva de estas circunstancias, de la acción al pensamiento y del exterior al interior.

Un tercer efecto es la simultaneidad en el presente. En contraste con las trayectorias narrativas hacia el pasado, aparentemente caóticas en sus movimientos, el tratamiento de las dimensiones horizontales insiste con cuidado en capturar los sucesos y emociones precisamente en su justo momento. Por eso, todos los diversos antecedentes personales y la multitud de efectos causales de la historia mexicana, están canalizados en las acciones de los personajes que en varios puntos de la novela vemos actuar fuera de sus vidas simultáneamente, como si se tratara de etapas separadas, pero adyacentes.




(5) Miliani, Domingo, “La novela mexicana de hoy”, en Olmo, Jorge (comp.), La literatura mexicana en el siglo XX, Imagen, 1970.




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