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RIO SINU





CORDOBA Y EL VALLE DEL SINÚ

El Valle del Sinú, acaso la mayor promesa de Colombia agrícola y ganadera, se halla encuadrada entre la serranía de San Jerónimo y las Costas del Morrosquillo de Suroeste a Noroeste y entre la Costa de Arboletes y la serranía de Abibe, de Suroeste a Nordeste.

Toda esta gran comarca la baña en su recorrido el río de su mismo nombre, dejando a su paso entre labrantíos y vastas extensiones de pastos artificiales moteados de variados cultivos, el caudal inagotable de su savia vegetal.

Cuando un celebrado y antiguo autor expresó: “Ay! del Perú si se descubre el Sinú”, nos dió la mejor versión potencial de una de las grandes realidades económicas del país en el presente. Fué allí donde la familia Zenú, con su Cacique a la cabeza, con esa visión casi mesiánica característica del indio, intuyó la fuente inmensa de riqueza con que el hoy departamento de Córdoba comienza a sorprender la conciencia nacional. Y a fe de que todo ello es así, ya a fines del siglo pasado el ilustre escritor, sociólogo y geólogo francés don Luis Striffler, nos dice en prosa rica y sugerente los tesoros que nuestro Valle del Sinú guarda en su seno, aguardando de inteligencias avisoras y manos emprendedoras el rescate de esos inmensos valores.

Porque si de vastas praderas que van a perderse en el confín milenario de Betancí o de Murrucucú, surtidas literalmente de vacunos, es el patrimonio exterior sinuano que se mueve a la vista del viajero, y de plantíos frutales y de enormes encierros caballares y porcinos, más vasta es aun su riqueza interior que ya desde aquellos tiempos nos la revela Striffler en esta obra, en yacimientos petrolíferos o en la abundancia del más preciado de los tesoros que no alcanzaron a penetrar ni Don Antonio de la Torre y Miranda ni los otros conquistadores que, omnubilados por el oro indígena, atravesaron los mares del Nuevo Mundo.

Cuando sobre las vertientes todas del petróleo que atraviesan en complicado crucigrama el territorio se levanten las torres anunciadoras de la nueva industria, o cuando en las vegas sobre el limo millonario del río, esas manos emprendedoras que aún faltan, empiecen la redentora tarea de extraer, como nos lo tiene prometido el gran geólogo francés, todo oro que guarda el Sinú, Córdoba, el más joven de nuestros Estados, podrá dejar llena de asombro a la fisonomía económica y fiscal de la República.

Porque es que el departamento de Córdoba, con el Vallé del Sinú a la cabeza es eso: una sorpresa que en no lejano día dará a propios y extraños la medida de todas sus posibilidades ordenadas dentro de planes que ya comienzan a despertar el interés nacional.

De allí que esta promesa efectiva que es Córdoba, llegada a la vida autónoma en medio del más convulso período de la República, ha destrozado en su esencia el orden institucional, que habría podido francamente ir a dar al desastre que dejó a otras secciones ya formadas, en la bancarrota administrativa, moral y social. Córdoba ha dado contra los vaticinios de falsos profetas, el más aleccionador ejemplo de vigor, y ha verificado de manera elocuentísima cómo es de saludable el principio de que: “Mente sana en cuerpo sano” constituyen una barrera contra el temor y el ilusionismo sin piso.

Si hacemos un recorrido por cada una de las partes que componen este gran conjunto, podremos darnos cabal cuenta del empuje arrollador económico y fiscal de nuestro departamento.

MONTERIA, su Capital con una extensión de doscientas cincuenta mil hectáreas  en cultivos de yerba del Pará, suficientes para cuatrocientas mil reses sobre medio millón de hectáreas que componen el total de su extensión superficiaria distrital y con grandes zonas de cultivos de algodón de máxima calidad.

LORICA, con sesenta mil hectáreas de exhuberantes pastos sobre ochenta y cuatro mil setecientas del total de su extensión.

CERETE, con cuarenta y ocho mil hectáreas de magníficos cultivos de yerba del Pará, también con grandes zonas cultivadas de algodón, sobre un total de cincuenta y cinco mil hectáreas.

CIENAGA DE ORO, con treinta mil hectáreas cultivadas de pastos sobre cincuenta y nueve mil en total.

SAN BERNARDO, con cuarenta y cinco mil hectáreas cultivadas de pastos, grandes cultivos de arroz, considerada como una de las mayores producciones de este grano en la Costa.

SAN PELAYO, con cuarenta y cinco mil hectáreas de magníficos pastos sobre un total de cincuenta y cinco mil.

CHINA, con diez mil hectáreas de pastos naturales y pesca de la mejor calidad.

PURISIMA, en las mismas condiciones, con pastos abundantes y pesca.

SAN CARLOS, con veinte mil hectáreas de pastos sobre una área de cincuenta y  nueve mil ochocientas.

SAN ANTERO, con considerable producción de arroz y pesca marítima.

AYAPEL, con inmensos pastos naturales y artificiales con capacidad para trescientas mil reses; pesca de bagre que cubre gran exportación a mercados del  interior.

SAN MARCOS, igualmente ganadero, con pastos también naturales y artificiales y con abundantísima pesca de bagre en cantidades exportables.

CAIMITO, con pastos para muchos miles de vacunos y pesca.

PLANETA RICA, con extensión de ciento cinco mil hectáreas cultivadas en su mayor parte. Allí funciona la Abastecedora de Carnes  S. A.

SAHAGUN, Con cincuenta mil hectáreas cultivadas, sobre una extensión de ciento ochenta mil.

CHINU, con cuarenta mil hectáreas sobre un total de cincuenta y cinco mil. Gran productor de maíz, ñame y ganados.

SAN ANDRES, con dieciocho mil hectáreas de cultivos sobre un total de veintiocho mil ochocientas.

TIERRALTAL, con diez mil hectáreas de cultivos sobre cincuenta y nueve mil en total.

MONTELIBANO, gran productor de arroz, maíz, cerdos e inmensas reservas forestales.

PUEBLO NUEVO, Municipio de reciente creación que produce mucho maíz y cerdos.

Como se vé, pues, y apenas bosquejada la potencialidad económica del departamento, de él puede decirse con justicia, sin hipérbole alguna, que siendo como es el de menor edad de los que componen el territorio nacional, puede andar ya con pasos gigantes de adulto.

A su realización contribuyeron las mejores voluntades del territorio cordobés, colocados en primera fila de francotiradores, en medio de los adversarios de su creación, entre otros los señores Eugenio Girado, Remberto Burgos Puche, Rafael Yances Pinedo, Manuel Antonio Buelvas, Edmundo López Gómez, Miguel Escobar Méndez, Abel Guzmán Botero, Severo J. García, Pedro Mendoza Soñert y Julio M. Nieto, asistidos indudablemente por esa luminosa visión de los grandes problemas nacionales, que ardía en el General Rafael Uribe Uribe, quien había lanzado la idea de su creación desde el año de 1904.

Así mismo, fueron partidarios de esta idea los Generales Rafael Reyes y Pedro Nel Ospina. Para estas personas nombradas anteriormente, como para los tres distinguidos militares ya desaparecidos, queremos consignar aquí el reconocimiento del pueblo cordobés.

LOS EDITORES.

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