La tranquilidad de la noche, el cielo, la luna llena, recuerdos a mi llegan de días inolvidables.
Cómo será el deceo incontrolable de todo quererlo tener, y no poder obtener, el fresco de aquella noche.
Mirada penetrante, el ruido del malecon un beso que se llevo el aire, grabado en el corazón.
Y no perder la razón del sueño infantil, ser amor del candil dolor del corazón.
Tus manos como algodón, retocando el rosal un pétalo en cada andar, de tus dedos en el costal.
Cansada de tanto andar a mi memoria dar vuelta mas vienen a mi recuerdo los besos de aquel volcan.
Mas al llegar la noche los ojos querer cerrar, no hago mas que mirar el azul de aquel mar.
Un rocio salpicar por el rostro va a rodar, la lágrima de un dolor difícil ya de apagar.
Y cuando amarte no pueda en el corazón quedaras, como bombea la sangre al correr por mis venas.
El día que ya no puedas con esta pena cargar, recuerda que yo jamas te dejaria de amar.
Pues al pasar por mi vida dejastes una huella grande, nadie sabe cuanto ama quien te escribe esta tarde.
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