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ECONOMÍA ARGENTINA

Marco internacional

La Argentina muestra en lo que va del siglo una aceptación individualista del hombre e le mundo, con lo demostrado anteriormente de su adhesión a los valores y normas del sistema económico capitalista basado en la lucratividad de empresas individuales. A estas empresas se les suma una libertad de mercado, la técnica racional, el derecho nacional, el trabajo libre y la comercialización de la economía por medio de títulos de valor, de la especulación y los valores transferibles.

Todas las transformaciones decisivas que se originan por la incorporación de la Argentina al mercado mundial en 1860, acompañan las vicisitudes de la economía internacional en los países pioneros del sistema capitalista.

Las sucesivas oleadas emigratorias no desmintieron esas premisas y, por tanto, salvo limitadas excepciones de grupos minoritarios, nunca se ofrecieron planteos ideológicos opcionales, en lo que se refiere a renegar de las bases de la sociedad y de su sistema económico. Si anudamos esas circunstancias a la etapa de inusitada expansión económica de la Argentina entre 1880 y 1920, es fácil comprender que las masas inmigratorias incorporaba a estos hechos. La democratización de los usos, de las nuevas costumbres, de las leyes; la atmósfera general de un país abierto, de una sociedad libre después de la cerrazón colonial y caudillesca. Vincularon con un fenómeno de alcance mundial, como es el de la depresión del capitalismo de 1929. La Argentina no podía ser la excepción de ese clima de incertidumbre generalizada, de rupturas de las expectativas reguladoras válidas hasta ese momento, en el comercio entre las naciones. No se requirió mucho tiempo para que el capitalismo que parecía floreciente tuviera repercusiones desintegradoras no solo en Argentina, sino también en países europeos y en el resto del mundo.

En esa época el clima internacional era complejo en la que se hallaba la Argentina, se habría originado una "coalición de intereses" por la cual el crecimiento de la industria beneficiaba a la agricultura nacional.

Por su parte, las Naciones Unidas, en un estudio acerca del movimiento internacional de capitales durante el período de guerras, a propósito de la crisis mundial de 1929, subraya que "marcó el fin de una era de corriente abundante e indiscriminada de capitales internacionales en forma de préstamos e inversiones directas que, con la sola interrupción de la Primera Guerra Mundial, duró por varias décadas". Así se halla la explicación de un aspecto restrictivo de la inversión productiva de origen extranjero en la Argentina, posta 1930, que contrastó con la etapa inmediatamente anterior de 1880 a 1930.

 

 

DESARROLLO DE LA ECONOMÍA ARGENTINA

 

 

  1. La ruptura del orden constitucional después de un prolongado lapso de paz interna que, en líneas generales, se remonta a casi sin solución de continuidad hasta 1860.
  2. Papel político que asume el ejército.
  3. La Crisis de los partidos políticos y del parlamentarismo, fenómeno éste de índole universal, reflejado con caracteres más gruesos en un país en el que nunca llegó a afirmarse con real solidez.
  4. Estacionamiento de la agricultura y de la ganadería.
  5. Comienzos de la regulación e intervención del Estado en la economía y en el ámbito social.
  6. Primeros síntomas alarmantes de desocupación masiva.
  7. Cierre de la inmigración y del proceso colonizador de l a Argentina.
  • Surgimiento de varias manifestaciones del sentimiento nacionalista, en especial de grupos de choque vinculados a la clae alta tradicional y a grupos militares y eclesiásticos.
  • La ley de organización del año 1933 tenía como objetivo crear las nuevas instituciones que fueran necesarias. A consecuencia de esa ley, se constituyeron:

    Con igual propósito se fundó el Banco Central, se promulgó la Ley General de Bancos y se arbitró un Instituto de Movilización, para la liquidación de activos congelados, todas ellas disposiciones legales que se establecieron simultáneamente el 28 de marzo de 1935.

  • La respuesta a una era que tocaba a su fin, suscitó en los países de Europa, una política de "sálvese quien pueda" recurriendo a los controles de cambio, las restricciones cuantitativas y otros medios que llevaron a la regulación discriminatoria de las transacciones exteriores y a la consecuente rápida desintegración de la economía internacional.

    Con referencia a nuestro país, suscitó el desarrollo de la industrialización de manera sostenida en la sustitución de bienes de consumo y de los productos intermedios y de maquinaria y equipos sencillos provenientes de industrias técnicamente poco complejas. No tuvieron estímulo, pero lo contrario, los sectores de la industria pesada que condujeron a una adecuada integración industrial.

    Paralelamente, ello contribuyó a "elevar la participación de la retribución del trabajo en el ingreso..."y el "fortalecimiento de las organizaciones sindicales". El punto más alto en ese proceso fe el año 1952, en que la participación del trabajo en el ingreso nacional llegó al 56,9%.

    Si entre los años 1930 y 1950 se produjo una transferencia de ingresos del sector agropecuario al industrial, a partir del año 1946 se inicia uno de los ejemplos más impresionantes de represión de un sector en la historia de América Latina, a punto que el gobierno "...actuó en todas las formas posibles para castigar al sector agrícola durante sus primeros años en el poder. Pero entre los años 1950-1960 y a modo de compensación, la mejora de los precios relativos de la producción rural, promovió una cuantiosa transferencia de ingresos del resto de la economía nacional al sector agropecuario en el orden de los 19.000 millones de pesos(de 1950), con miras a estimular a los productores rurales para que aumentaran la producción y elevar por ese medio a los saldos exportables; objetivo éste que no llegó a cumplirse.

    Un balance de la etapa 1930-1980

    Si intentáramos muy escuetamente aplicar a la Argentina el concepto de crisis de una sociedad, tendríamos a grandes trazos que sostener lo siguiente: En virtud de un proceso acelerado de crecimiento, a lo largo de su vida independiente, pero en especial a contar desde el impacto de la inmigración masiva, la Argentina ha sido sometida a un cúmulo de transformaciones económicas, y de sus formas de vida intelectual, que no han facilitado la consolidación de un consenso general y de la evolución económica capitalista.

    Las consecuencias de esa situación de base, se reflejaron en el ahondamiento de la crisis de la sociedad argentina, cuando las circunstancias excepcionales del primer impulso vertiginoso del país moderno, quedaron frustradas por el conocido fenómeno del deterioro de los precios del intercambio en el mercado internacional, para los países exportadores de materias primas. Asimismo aún cuando con motivo de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina debió continuar incrementando el desarrollo subraya Aldo Ferrer y no por casualidad el país entra en la etapa de la industrialización frenada, con todas sus secuelas económicas y sociales.

    Midiendo su rendimiento en valores colectivos se trataría de lograr una amplia diversificación de las posibilidades ocupacionales, buenos niveles de vida, instrucción adecuada, asistencia social y prevención social satisfactorias.

    De no encontrarse las fórmulas de producir una transformación económica que satisfaga los requerimientos de las expectativas sociales que se están gestando, es previsible que la actividad política, dentro de los supuestos de la democracia parlamentaria, con su pluralismo de partidos e intereses contrapuestos, pudiera hallarse en una muy difícil encrucijada.

    En 1930, ensayo cooperativista. A partir de 1932 y hasta 1943, restauración conservadora, colonialismo económico, fraude patrio, voto cantado, indiferencia, apatía, escepticismo, no creían como estados colectivos.

    En 1943, nuevo ensayo corporativista – fascista, igualmente frustrado, para confluir desde 1944, en un ensayo de autoritarismo popular; y consenso amplio en masas campesinas de reciente incorporación al proceso industrial; surgimiento de nuevos sectores burgueses, y de un nuevo liderazgo empresario.

    En lo esencial, escasa modificación de la estructura del poder económico. Y esto es muy importante, porque casi todo el período 1946 – 1955 estaba, por así decir, absorbido por la idea del enfrentamiento a la oligarquía terrateniente.

    En 1955, intentos de restauración del orden republicano, como fuerte acento liberal en lo social y en lo económico. Rehabilitación del sector agro-importador, frenos al desarrollo de la industria.

    En 1962, destitución del presidente y mantenimiento del orden constitucional, con restricciones al ejército de los derechos políticos, en especial para los sectores populares.

    Los años 1963 a 1966 fueron un terreno de paz civil y de legitimidad en el uso del poder, con la presencia del doctor Arturo Illia que, asediado por alianzas corporativas de sindicalistas y militares, debió resignar su cargo por un golpe de estado.

    En 1966 hasta 1973 plena rehabilitación de la cooperativa empresarial con apoyo del Estado.

    Desde 1973 hasta 1976 disolución de la organización centralizada de los empresarios con predominio en ella de los sectores de las pequeñas y medianas empresas nacionales.

    En 1976 golpe militar, cambios notorios en la política económica desalentamiento del Estado de bienestar o Estado benefactor, con prohibiciones de la vida política de los partidos y de los sindicatos, en tanto se postula la soberanía del mercado y de una economía de competencia sin que se resuelvan los problemas cruciales: a reducción considerable de la inflación y el fortalecimiento de la actividad productiva.

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